Por Josefina Ríos Diciembre 22, 2011

En diciembre del 2005, la familia Matte decidió hacer  excepción a una regla que se había autoimpuesto como holding empresarial: las administraciones de sus compañías no debían estar en manos de miembros del clan. Ese año, sin embargo, Colbún se fusionó con Hidroeléctrica Canelca, lo que se tradujo en que el grupo pasó a controlar la firma y la coyuntura demandó un mayor involucramiento por parte de ellos en la empresa.

El nombre elegido para asumir la gerencia general de Colbún fue Bernardo Larraín Matte (45), hijo de Patricia Matte y Jorge Larraín, y el rostro más visible de la tercera generación de esta familia que, según Forbes, maneja un patrimonio de US$ 10.400 millones. Desde la propia central Colbún, donde comenzó todo seis años atrás,  Larraín asegura que está feliz  con sus responsabilidades ejecutivas, aunque sabe que esto no será ad eternum.

-  ¿Existe un cronograma para que deje el cargo?

- Como regla general debe haber una separación entre la propiedad y la administración en las empresas del grupo. Por lo tanto, es innegable que en mi caso, una vez que se cumpla una etapa en Colbún, dejaré mis responsabilidades en la administración. Pero también hemos definido que, a través de los directorios y de sus presidencias, como familia tengamos una presencia hands on en la empresa, respetando la autonomía de la administración. Nunca seremos inversionistas financieros y pasivos.

- ¿Cómo evalúa estos seis años en la compañía?

- Colbún este año cumple 25 años de historia. Nació en 1986 para construir el Complejo Hidroeléctrico Colbún- Machicura. Otro hito importante en la historia de la empresa es que en 1997 Corfo privatizó un porcentaje relevante de las acciones y ahí entró este consorcio de Suez y el grupo Matte. Y el tercer hito se marca en 2005, cuando Colbún se fusiona con Hidroeléctrica Cenelca y el grupo Matte pasa a ser el accionista controlador. En todo este período el sector eléctrico ha sufrido shocks bien relevantes, siendo los más importantes la sequía extrema de 1997 y 1998, cuando estábamos poniendo en marcha con mucha dificultad la central Nehuenco y la crisis del gas natural a partir del 2006, cuando yo recién asumía la gerencia general, en circunstancias que Colbún había sido la empresa que más había apostado por dicho combustible.

"Los tiempos de desarrollo de un proyecto energético son más largos que los tiempos de un gobierno, lo que hace más importante la existencia de una política de Estado que tenga instancias de participación ciudadana profundas, pero que asegure un rayado de cancha para una discusión objetiva, dentro del marco de la ley y en plazos razonables"

- Ha dicho que existen planes para aumentar la capacidad de la empresa en 60%.

- Efectivamente, el 2006 teníamos capacidad de 2.350 mega y entre el año 2006 y el 2014 habremos agregado nueva capacidad de generación por casi 1.000 MW, incluyendo los proyectos que hoy estamos construyendo. La inversión en estos 1.000 MW ha sido aproximadamente de US$ 1.700 millones. Si uno ve los grandes números de Colbún es impresionante todo lo que hemos crecido: en 1997 Colbún era una sola central, hoy tenemos 22, hemos multiplicado por cuatro nuestra capacidad  y por cuatro también el valor de la compañía.

- ¿Y en qué matriz están invirtiendo?

- Colbún tiene una vocación de energía renovable hidroeléctrica. De la producción total de la empresa, un 70% en un año normal proviene de esa fuente y pretendemos mantener esa vocación. Por ejemplo, estamos construyendo la Central Hidroeléctrica Angostura en el río Biobío de 320 MW, y entre el 2007 y el 2008 pusimos en marcha tres centrales hidroeléctricas que sumaron 150 MW. Pero obviamente que la volatilidad de la hidrología nos obliga a tener un complemento térmico eficiente: ayer fue el gas, y  a partir del 2012 será la generación a carbón.

- El gobierno propuso como meta al 2020 que las energías renovables no convencionales representen el 20% de la matriz energética. ¿Tienen planes en esa línea?

- Colbún debe ser uno de los actores con más capacidad instalada en centrales hidroeléctricas de pasada en Chile, incluyendo centrales minihidro. Somos líderes en ese sentido y tenemos centrales hidroeléctricas de todo tipo: desde una como San Clemente de 5 MW hasta  la central Colbún que produce 480MW.  En los últimos dos años pusimos en marcha una central hidroeléctrica de 20 MW y tenemos tres centrales minihidro más que están en etapa de ingeniería. Además, estamos midiendo vientos en dos locaciones, y nos ganamos dos concesiones para hacer exploraciones en geotermia.

- ¿Cómo debe participar el Estado en todo este tema?

- Creo que en sectores como la energía es razonable que haya una política de Estado que defina, entre otras cosas, estándares ambientales -con lo altos que deban ser- que entreguen certeza jurídica para que los actores inviertan. La ciudadanía está mucho más empoderada, quiere informarse, quiere participar de los procesos de decisión de tal o cual proyecto, entonces los tiempos de desarrollo de un proyecto son mucho más largos incluso que los tiempos de un gobierno, lo que hace más importante la existencia de una política de Estado que tenga instancias de participación ciudadana profundas, pero que asegure un rayado de cancha para una discusión objetiva, dentro del marco de la ley y en plazos razonables.

Larraín sale a la luz

- En el discurso del 21 de mayo pasado,  algunos parlamentarios tenían pancartas en contra de HidroAysén. ¿Comparte el juicio de quienes señalan que los criterios técnicos en algún momento se enredaron en consideraciones políticas?

- Lamentablemente es así y veo con cierta preocupación que en algunas materias el mundo político se está desacoplando de los consensos técnicos. Lo vimos en la discusión sobre el tema educacional: un grupo transversal de ex ministros y expertos dijeron que la prioridad número uno era la educación preescolar y escolar, pero el mundo político estaba hablando de la educación universitaria. Y eso es preocupante en un sector que es especialmente técnico, como el eléctrico. La demanda que se le hace al mundo político es que más que subirse  al clamor ciudadano lo conduzcan y resuelvan los temas considerando las necesidades del país en el largo plazo, aunque se deban asumir ciertos costos en el corto plazo.

Las lecciones de Hidroaysén

- ¿Cómo ha sido el aprendizaje en materia ambiental? ¿Hoy llegan de manera distinta a las comunidades a como lo hacían hace seis años?

- En general, todas las empresas han transitado ese camino desde un mundo donde quizás era suficiente la interacción técnica entre la empresa y los servicios públicos hasta lo que ocurre hoy, donde sin perjuicio de que el proceso de tramitación ambiental incorpora una participación ciudadana obligatoria, la profundidad de esta participación que se demanda es mucho mayor. Esto implica grandes desafíos: la empresa tiene que aprender a interactuar en un diálogo técnico con los servicios públicos, pero en paralelo socializar el proyecto con la comunidad y hacerlo lo más temprano posible.

- Sólo con la llegada de Daniel Fernández se comenzó a tener datos más concretos de lo que significaba el proyecto HidroAysén. ¿Asumen un error en este sentido?

- En HidroAysén primero nos concentramos en un trabajo técnico de gran nivel en materias de diseño y ambientales: en esto último trabajaron 15 universidades distintas, consultores nacionales e internacionales de alta experiencia en temas medioambientales. El conocimiento que se adquirió de la Región de Aysén por la línea base fue muy profundo. Además, se concentró en dar a conocer el proyecto en la región. Y quizás en la audiencia nacional la pega la comenzamos tarde.

"(...)La marcha contra HidroAysén fue un efecto rebote de algo más grande: probablemente los que se movilizaron en esa oportunidad tenían demandas mucho más amplias relacionadas con el movimiento estudiantil"

- ¿Hoy lo harían distinto?

- Creo que sí. Como dije antes, mientras más temprano en la vida de un proyecto se comienza a socializar es mejor, privilegiando siempre a la comunidad vecina. Pero si es un proyecto de esta magnitud, de esta complejidad y con estas dimensiones, la comunidad vecina se extiende a todo Chile, finalmente el país demostró un interés muy grande en el proyecto y eso, quizás, tendría que haber sido incorporado al inicio.

- El tema de las represas está andando y el conflicto se trasladó a la línea de transmisión, ¿cómo manejan ese tema y cuál es el trazado que tienen en mente?

- El trazado se está dando a conocer por parte de HidroAysén. Respecto a su diseño, en las partes más críticas se han presentado variantes y en su definición se han incorporado criterios ambientales, sociales, técnicos y económicos.

- ¿Están viendo la posibilidad de hacerlo subterráneo en algunas partes o es inviable?

- Hay un tramo que es submarino.

- ¿Por donde está el Parque Pumalín de Douglas Tompkins?

- Efectivamente, y se definió así por una combinación de criterios ambientales y técnicos.  Ésa es una zona especialmente complicada desde ambos puntos de vista.

 - Pero queda la sensación de que al final el que más "grita" es el que más logra.

- No es así. Los criterios para definir la sección del trazado submarino fueron estrictamente ambientales y técnicos, a pesar que desde el punto de vista económico el costo es sustancialmente mayor.

Larraín sale a la luz

La fórmula de Bachelet

- La primera gran marcha del 2011 fue en rechazo de HidroAysén. ¿Cómo analizaron este fenómeno?

- Hubo una especie de perplejidad inicial, pero finalmente todo esto es sintomático de temas más generales. En su momento mucho se escribió de que esa movilización no había sido una marcha en contra de HidroAysén específicamente, sino que HidroAysén era un efecto rebote de algo más grande: probablemente los que se movilizaron en esa oportunidad tenían demandas mucho más amplias relacionadas con el movimiento estudiantil. Creo que el contexto ha cambiado y lo que está pasando no es una cosa casual ni anecdótica.

- Al respecto, el sociólogo Alberto Mayol, a quien usted invitó a Enade, habló del fracaso del modelo socioeconómico actual. ¿Le "compra" alguno de sus puntos?

- No comparto ese diagnóstico. Estoy más cerca de lo que expuso Moisés Naím, quien explicó que primero se debe distinguir los movimientos sociales de Chile de los de otras partes del mundo, pues tienen distintas causas y características. Naím lo explicaba muy bien: dijo que había ciertos movimientos sociales, como los europeos, que surgen de una clase media que ha sido en los últimos 40 años privilegiada por el estado de bienestar y a la cual se le están cortando los privilegios. El caso chileno es al revés: la gente que hoy está marchando en Chile son personas que han emergido socialmente, que hoy día son una clase media que no eran, que han tenido acceso a bienes que no tenían y que estando ahí pasan de demandas más básicas del tipo económico a demandas más cualitativas en asuntos como la educación, medioambiente y otros temas.

- Ese análisis plantea una disyuntiva: ¿Cómo lograr satisfacer las demandas de esta nueva clase media emergente chilena sin traspasar la barrera que puede hipotecar los logros y llevarnos a los problemas que hoy enfrenta Europa, donde es indispensable recortar los beneficios sociales?

- Creo que la hipótesis que plantea Andrés Velasco en su libro sobre la desigualdad es muy interesante. Él plantea que lo crítico es el empleo y cuántas personas acceden a oportunidades de empleo, especialmente jóvenes y mujeres, donde las tasas de desempleo son bastante altas.  Yo creo en un modelo de economía social de mercado donde el Estado da las facilidades para que los referidos segmentos de la población accedan a fuentes laborales, y donde los privados las provean. Por supuesto que hay mucho que corregir de los servicios mismos, porque no sólo es un tema de ingresos, sino que también de calidad de los servicios que estás pagando.

"No es relevante la opinión de los grandes empresarios en estos temas (alza de impuestos). Se les pide la opinión casi como si fuera un permiso.Eso no me parece razonable, me parece elitista"

- En esta línea, usted no se ha mostrado muy partidario de aumentar los impuestos. ¿Por qué?

- Veámoslo de otra manera. Cuando en el gobierno de Michelle Bachelet se hizo la reforma previsional, primero se discutió el proyecto y luego cómo se financiaría, no recuerdo una discusión tributaria antes del proyecto. En ese momento se consensuó el proyecto y finalmente nadie levantó la voz diciendo que debía financiarse subiendo los impuestos. Entonces sorprende este clamor ciudadano -al que muchos políticos se suben con más ansiedad que reflexión- que confunde todo, porque aquí la demanda es por una educación de calidad, a un costo razonable y con acceso equitativo. Entonces yo me pregunto: ¿dónde está el alza de impuestos en esta ecuación? Una reforma tributaria en sí misma no produce mágicamente mayor calidad de la educación ni más equidad.

- Pero también se ha planteado esta reforma como una herramienta redistributiva.

- Las grandes empresas cuando toman decisiones de inversión consideran temas muy complejos, entonces dos  o tres puntos más de impuestos no van a cambiar mucho las cosas. Ahora, el caso es muy distinto para las pequeñas y medianas empresas, que sí se ven afectadas por los impuestos. Por eso yo he dicho dos cosas. Primero que discutamos los proyectos y luego vemos cómo los financiamos. Si eso implica más impuestos, bueno ningún problema. Y, segundo, creo que no es relevante la opinión de los grandes empresarios en estos temas.

- ¿Por qué no?

- Se les pide la opinión casi como si fuera un permiso.Eso no me parece razonable, me parece elitista, porque, como decía antes, a las grandes empresas no les afecta mucho que les suban dos o tres puntos los impuestos. Lo relevante es lo que hacen y no lo que dicen; lo que hace la suma de empresas chicas, medianas y grandes ante un aumento de impuestos, y ahí hay estudios que entregan conclusiones diversas. Entonces no es que me niegue a una reforma tributaria, lo que pasa es que pienso que es reduccionista que se piense que un alza de impuestos per se genera mejor educación y mayor igualdad. Creo que las cosas se deben hacer como las hicieron la presidenta Bachelet y Andrés Velasco para la reforma previsional y anteponer el proyecto al financiamiento.

 

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