Corriendo al interior del Club Manquehue, en una rutina física reciente que le toma al menos dos horas, Dag Von Appen (49), primogénito del reconocido empresario Sven Von Appen, despeja su cabeza y planifica lo que enfrentará en las horas siguientes, como sus reuniones como presidente de Ultragas y del proyecto minero Isla Riesco. Pero en estas últimas semanas ha sido otro el destino predilecto de sus reflexiones mientras aplana la arcilla de la pista: la Décima Región, a donde él llegará este fin de semana en su menos conocida faceta de deportista para competir en la principal prueba del Campeonato Nacional VTR Oceánico: la Regata de Chiloé, que se extenderá por 8 días.
Dag Von Appen, que comenzó a navegar hace 35 años, llega junto a su tripulación como el favorito para adjudicarse la prueba y, posteriormente, el torneo 2011-2012. Su yate, el Macaco -bautizado así por el apodo que recibía cuando niño-, va liderando la tabla de posiciones y, de seguir por la misma senda, entraría a la historia con tres campeonatos consecutivos. Nada mal para quien partió a los 14 años arriba de una tabla de windsurf como un pasatiempo, pero que con el tiempo fue acumulando torneos nacionales y varios sudamericanos, además de su desconocido paso por dos Juegos Panamericanos.
Llegar con el título de "carta segura" le preocupa. No quiere alterar los entrenamientos de su tripulación ni mucho menos comenzar a aparecer en los medios. Les rehúye, como lo han hecho históricamente los integrantes del clan Von Appen.
Su foco ha estado en arreglar todo para Chiloé. Hace 10 días mandó su yate a Puerto Montt y ya se dispone a entrenar in situ con su equipo. "Tenemos que preparar todo. Darle los afinamientos al yate, reconocer el lugar de la regata y también 'soltar las manos'", explica.
Chiloé, la mayor y más desafiante prueba, será al mismo tiempo el debut de una escuadra completa de yates clase Soto 40, los más avanzados en su tipo. Von Appen fue pionero en traerlos desde Argentina y hoy 12 naves de este tipo surcarán las aguas sureñas. El haber impulsado la unificación de embarcaciones es uno de los logros que se le reconocen al empresario. Por lo mismo, sus colegas lo sindican como uno de los marinos más influyentes del torneo local.
Chiloé, la mayor y más desafiante prueba, será al mismo tiempo el debut de una escuadra completa de yates clase Soto 40, los más avanzados en su tipo. Von Appen fue pionero en traerlos desde Argentina, y hoy 12 naves de este tipo surcarán las aguas sureñas.
Preparación en Quintero
Cuando el capitán Dag Von Appen se para en medio de su yate, desaparece entre el resto de la tripulación. Argentinos y chilenos, quienes conforman la decena a bordo del Macaco, se comunican a gritos. Se dan instrucciones, se hablan golpeado y se mueven con agilidad -a veces chocando entre ellos- a lo largo de los 12 metros de la embarcación, mientras ésta se azota contra las olas de cuatro metros en la bahía de Quintero, la antesala de Chiloé.
Von Appen es el más silencioso en este grupo de marinos; a veces parece un invitado más. Como si fuera un tripulante con poca experiencia, disimulando los 35 años de relación estable con el mar, nunca eleva el tono de su voz. De hecho, jamás en las casi dos horas que dura la travesía, pierde la paciencia. Ni siquiera cuando su yate queda relegado al segundo, y finalmente al tercer lugar -perdiendo por escasos segundos la medalla de oro frente a la embarcación de Ramón Eluchans-, se muestra inquieto. "Mejor suerte para la otra, pero lo hicimos muy bien", le dice a su equipo. Luego aplaude.
El quedar terceros en esta prueba, a mediados de diciembre de 2011, estaba entre sus planes. Horas antes, en las cercanías del Club de Yates de Quintero -puerto que por primera vez recibió una fecha del torneo nacional-, el capitán del Macaco compartió con su equipo. Les pidió mejorar algunas falencias en la coordinación que había observado en Valparaíso, donde se efectuó la competencia anterior. También les dijo que el nuevo táctico, el argentino Mariano Parada -"Cole" le dicen en el yate-, se entrenaría en esta bahía, por lo cual obtener un tercer lugar era lo esperable dado su primer acercamiento con la prueba. Y así fue. Pese al traspié, el yate auspiciado por Claro sigue liderando el campeonato nacional.
Von Appen cree que la receta está en el equipo, algo que sabe como empresario y como navegante. Viene trabajando hace cuatro años con la mayoría de su actual tripulación. "Me involucro mucho en la selección de quién estará en el Macaco. Llevamos mucho tiempo trabajando juntos y la base es la misma hace varios torneos", explica.
Fue él quien seleccionó a cada uno de los tripulantes. Algunos los reclutó en Chile y la mayoría, debido a la madurez de ese mercado, en Argentina. Jordan Rivas, Alfred Sherman, Arnaldo Rotella, Axel Flugel, Sergio Baeza, Gonzalo Ramos, Federico Calabrese y Mariano Parada han pasado por el visto bueno del capitán. Ismael Ayerza, quien se sumará a la regata en Chiloé este fin de semana, ha sido el último aprobado por Von Appen. La escuadra de 770 kilos (el máximo permitido por embarcaión) que va por el oro de Chiloé.
Capitán Von Appen
El primer chapuzón
Von Appen sabe de éxitos. No sólo en lo empresarial, sino también en lo deportivo.
Desde que conoció este deporte, a los 14 años cuando un amigo lo invitó a hacer windsurf, el primogénito de Sven Von Appen no ha dejado de tener contacto con el agua, ni tampoco con las medallas. "Fue una relación inmediata y a largo plazo" comenta el marino, quien encabeza una de las tres mayores navieras del país, Ultramar.
Aunque es bastante reacio a hablar con los medios, Von Appen se entusiasma cuando recuenta su pasado de triunfos, los que no sólo han llegado al mando del yate Claro, con el cual ha ganado los dos últimos torneos nacionales, sino que a lo largo de su carrera, vistiendo incluso la camiseta chilena en dos torneos Panamericanos.
"Mi primer campeonato en windsurf fue el 79. Saqué el primer lugar en un torneo que se hizo en la laguna de Aculeo. Después de eso gané cinco campeonatos nacionales en esa especialidad", recuerda el empresario.
Con ese historial, no le costó calificar a los Juegos Panamericanos de Caracas en 1983, donde salió octavo. Luego incursionó en la categoría Láser y ya en Ingeniería Comercial en la Universidad de Chile, Dag Von Appen dejó el windsurf y pasó a un yate de mayor envergadura . Junto a su amigo y compañero de clases, Arnaldo "Lalo" Rotella, compraron un J-24. Fue el primer trabajo en equipo que el líder de Ultragas debía asumir en alta mar. Estaba acostumbrado a tomar y ejecutar sus propias decisiones, y ahora debía convivir con otros cuatro tripulantes. Se llevaron bien y comenzó, nuevamente, la cosecha de títulos: seis torneos nacionales, 5 sudamericanos y dos participaciones en mundiales -San Francisco y México- adornan la bitácora del equipo. Un cupo en los Panamericanos de Mar del Plata, en 1995, también figura en el prontuario de Von Appen, donde llegó en el sexto lugar.
"Fue una relación inmediata y a largo plazo", comenta el marino, quien día a día lidera una de las tres mayores navieras del país -Ultramar-, y durante los fines de semana da rienda suelta a su pasión náutica.
Pasó casi veinte años capitaneando el primer Macaco, donde compartió labores -y triunfos- con su hermano menor Per. En 2002 Dag decidió que había que subir a un yate mejor, y ambos hermanos -y los mejores amigos- compraron la embarcación que los adentraría en la elite náutica: el Paillahuinte.
Todos con Soto
La trayectoria deportiva de este empresario ha sido más bien desconocida; por eso su triunfo en 2003, en la tradicional Regata de Valparaíso, resultó sorprendente. Ahí, el debutante Paillahuinte se coronó campeón dando un golpe al favorito de ese entonces, el Hasta Siempre 2, de Guillermo Luksic.
Desde ahí se sucedieron cinco años de buenos resultados hasta que los hermanos Von Appen decidieron que debían separar rumbos. Dag consiguió un Soto 39, al cual llamó Macaco II, y Per se transformó en capitán de su propia embarcación. Irónicamente el hermano menor logró auspicio con Entel y Dag con Claro.
Fue en la búsqueda del Macaco II (S39) que el empresario tuvo el primer contacto con la clase Soto. Recorriendo armadores en Argentina, él y Rotella trajeron el primero de este tipo a Chile. Lo tuvieron por tres años y lograron ganar el primer torneo oceánico en la temporada 2009-2010. Ahí dijeron que era tiempo de "pegarse el salto" a la máxima categoría: los Soto 40.
No contentos con ello, comenzaron a motivar al resto de los competidores para que también trajeran las mismas naves, para así uniformar la escuadra nacional y competir en igualdad de condiciones. "Ayudamos a impulsar el que todos trajeran los S40 desde Argentina. Nos fue bien, porque como habíamos ganado nos comenzaron a respetar", dice Rotella.
Bernardo Matte, Jorge Errázuriz, Horacio Pavez, José Luis Vender y Nicolás Ibáñez son parte del grupo que hoy posee un S40. Un total de 12 embarcaciones que ponen a Chile como uno de los mayores mercados de este tipo en el mundo, y capaz de organizar un mundial de yates -el cual se realizará en 2013-, evento que tiene ansioso al presidente de Ultragas. Una prueba más donde podrá demostrar que a los 50 (edad que tendrá cuando se haga el torneo) aún puede escalar a lo más alto del podio.