Por Natalia Saavedra Enero 26, 2012

© Mabel Maldonado

Al menos dos llamadas al día, un reporte semanal, una reunión de directorio mensual y varios meetings casuales. Esos son los ingredientes que marcaron la relación de Andrés Olivos, ex vicepresidente de Parque Arauco con su controlador, José Said durante 20 años.

La historia de Olivos (53) en uno de los clanes empresariales más importantes del país comenzó en 1992, cuando tras haber sido gerente general de Editorial Lord Cochrane -y antes de La Nación- desembarcó en el grupo para hacerse cargo de la división de Finanzas de Embotelladora Andina.

Usted habla inglés - le preguntó José Said.

Olivos titubeó.

Es fundamental que lo mejore  -agregó rápidamente el empresario.

El tono desafiante de ese primer encuentro marcaría la relación entre ambos. De mucha exigencia y, por lo mismo, de bastante aprendizaje. "Uno de los rasgos principales de don José es que mantiene a sus gerentes al límite de sus capacidades. No es una persona efusiva ni un hombre que anda continuamente felicitando, pero eso lo hace en forma consciente, para que sus ejecutivos nunca bajen la guardia", dice Olivos, sentado hoy en su nueva oficina, una comunidad de techo, conformada por otros tres ejecutivos -Gerardo Sepúlveda, con quien compartió directorio en Construmart; Francisco Vial, presidente de Coresa; y Ricardo Klinger, uno de los gestores del hotel Ritz- y que ellos llaman First Capital, desde donde inaugura su faceta como empresario independiente. "Estamos analizando desde pequeños proyectos en minería, hasta empresas industriales, y pese a que no somos especialistas en esas áreas, sí hemos tenido experiencia administrando negocios", detalla Olivos.

Las huellas

Olivos desarrolló parte importante de su carrera en Andina, pero su paso por Parque Arauco fue clave: se convirtió en el hombre de confianza de José Said, del que aprendió que para triunfar en un negocio hay que involucrarse hasta en el último detalle. "Él era capaz de hablar de un pacto de accionistas, al mismo tiempo que preguntaba por qué se veía vieja una vitrina de sus malls", explica Olivos.

Llegó a ese puesto en 2003, justo cuando la firma intentaba sacar adelante uno de sus más ambiciosos proyectos: conquistar Perú y Colombia, y convertirse en el principal operador de malls de la región.

Pero después de siete años en esa posición, Olivos empezó a dibujar otro camino. Por eso, aun cuando su renuncia fue oficializada hace poco más de tres meses, fue una decisión que el ex ejecutivo le confidenció a Said con bastante anticipación, a inicios de 2010. Aun cuando parecía una reunión más entre ambos, la temática fue totalmente tangencial. Entonces Olivos le planteó su intención de dejar el día a día de la compañía. Además, aprovechó de pedirle apoyo antes de concretar su salida: el permiso para realizar un programa para ejecutivos en Stanford por ocho semanas. José Said aprobó ambas propuestas.

De hecho, pasar unos meses en Estados Unidos fue clave para el ex ejecutivo. Allí vio que otros ex CEO en Schaw Residential Center, que como él habían partido negocios propios con bastante éxito. "Muchos habían tenido una vida ejecutiva, y querían emprender. Eso me entusiasmó y me dio seguridad para aventurarme", recuerda. Su cumpleaños número 53 marcó el inicio de su camino como emprendedor. Y desde que dejó las oficinas de Parque Arauco, el viernes 28 de octubre pasado, valora más que nunca su independencia. Aunque recuerda con precisión el día que se fue. Lo hizo rápidamente y con hermetismo. "No fui capaz de despedirme de mi equipo". Sin embargo, desde entonces tiene la sensación de que cumplió las tareas encomendadas. Hoy habla fluidamente inglés y la empresa lleva el título de ser el operador de malls número 1 de América Latina.

Andrés Olivos considera que hay que repensar el futuro del negocio de los centros comerciales, pues la idea de enormes búnkeres está obsoleta. Su apuesta son malls menor a escala, para disminuir el tiempo de compra, y que mezclen espacios abiertos y cerrados.

Olivos 2.0

Hoy Olivos se toma las cosas con calma. Con una rutina bastante más informal que en el pasado, se escapa a su casa en Zapallar y quiere volver a navegar. Además, tuvo que darse el tiempo para explicarle a su familia que dejar Parque Arauco no implicaba un "terremoto". "Mi señora me preguntó si teníamos que vender la casa", cuenta como anécdota. De estos tres primeros meses, Olivos también valora "tener tiempo". Con un aire relajado, acota que el proceso de salida fue tan conversado que le dio espacio para planificar sus próximos pasos y para analizar dónde realmente quería apostar sus fichas. "Parque Arauco más que un retailer, es un operador inmobiliario. En ese mundo me quiero concentrar", señala.

Ya ha comenzado a moverse. Hace dos meses se sumó al consejo directivo del Fondo Independencia -cuyos aportantes son fondos de pensiones y compañías de seguros- con el fin de apoyar la elección de activos y creación de vehículos de inversión eficientes en el rubro inmobiliario. Este fondo maneja 50 propiedades en Chile y en Estados Unidos y recursos que llegan a los US$ 200 millones para invertir hasta el año 2013.

 Además, junto a sus dos hermanos, gestiona la compra de un terreno en El Golf, del cual por razones estratégicas no da mayores detalles, más que lo que pretende hacer: levantar un proyecto de departamentos.

Su agenda por estos días se completa con la búsqueda de un paño para construir oficinas en Vitacura y acaba de comprarse un campo en Valdivia -con miras a que sea productivo- junto a su amigo Antonio Bulnes.

¿Un nuevo retail?

Aunque hoy se le ve más relajado, a Olivos no le gusta la mediocridad, algo que aprendió de su mentor hace ya bastantes años. Por ello, pese a que su rutina es mucho más flexible que antes, él está mentalizado en sacar adelante sus inversiones. Dice que su experiencia le indica que hay que invertir en pequeños centros comerciales. "Me gustaría apuntar a un segmento más grande que los strip centers. Proyectos sobre 5 mil metros cuadrados, en el sector sur poniente, además de analizar iniciativas no sólo fuera de Santiago, sino que además en el exterior", ejemplifica.

Como su intención es tener un portafolio equilibrado, se encuentra además en conversaciones para ser director de varias compañías, además de mantenerse como asesor de Parque Arauco en proyectos específicos.

Desde su posición actual,  hoy mira el retail con mayor distancia y aprovecha de hacer sus descargos. "Algunos retailers tienen un poder excesivo y es una industria muy concentrada, lo que no le hace bien al mercado", critica. Además, piensa que hay que repensar el futuro del negocio de los centros comerciales, pues "la idea de enormes búnkeres está obsoleta". Su apuesta entonces son los malls de menor escala, donde el comprador no deba recorrer enormes distancias desde el estacionamiento a una tienda, lo que implica disminuir el tiempo de compra, además de mezclar proporcionalmente espacios abiertos y cerrados.

"Pienso que uno de los problemas en el sector alto de Santiago es que se está aumentando significativamente el área arrendable. De aquí a dos años va a crecer en cerca de 200 mil metros cuadrados, eso son dos Parque Arauco. Entonces, uno se pregunta, ¿hay espacio para eso? Yo diría que no", reflexiona.

La solución para él es simple: la innovación, pasando de un centro comercial a un centro de entretención, "y no hablemos de restaurantes, hay que ir más allá", precisa. Y de inmediato da un ejemplo: "Como gerente de Parque Arauco me tocó viajar a Dubái para mirar lo que estaban haciendo ellos. Allí, los centros comerciales tenían una sala de juegos en la cual, entre otros, podías volar. Ésas son cosas que se podrían replicar en Chile", acota.

Mientras sigue analizando el mercado inmobiliario y el del retail, recibe incesantemente llamados a su celular. Corre de un lado para el otro excusándose, eso sí, esta vez no por una urgencia laboral. Hoy le inquieta afinar los últimos detalles de su viaje familiar a Costa Rica.

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