Un poco de historia. En marzo del 2007, Nokia le presentaba al mundo el smartphone más inteligente conocido hasta ese instante. Se trataba del N95, un avanzadísimo modelo (para la época), que permitía realizar fluidamente tareas antes impensadas, como navegar fácilmente por internet vía wi-fi, reproducir multimedia, posibilidad de GPS y una estupenda cámara con lente Carl Zeiss de cinco megapixeles, entre otras maravillas. Era el celular más caro del mercado y se promocionaba como un computador de bolsillo. Había razones para creerlo: Nokia -una compañía fundada en Tampere, Finlandia, el siglo XIX- era por esos días el fabricante de celulares más importante y exitoso del mundo.
Luego todo cambió.
Ese mismo año, Apple entró en el juego con una bomba llamada iPhone, y todos sabemos lo que vino después. Como si eso fuera poco, otro actor entró en juego: Research in Motion (RIM) y su estrella, la BlackBerry. Los recién llegados alterarían definitivamente lo que se conocía en la industria de la telefonía móvil.
Los gustos del público y el mundo ejecutivo comenzaron a cambiar y Nokia trató de ponerse al día con sus distintos modelos, de la mano de su sistema operativo nativo, Symbian. Pero no fue suficiente. El mapa de la telefonía celular comenzaba a dividirse en grandes grupos: el de Apple y su iOS y, posteriormente, Google con su sistema operativo Android. Además de los usuarios de BlackBerrys, por supuesto. En el camino, varios mordieron el polvo. Si bien comercialmente Nokia siguió siendo una marca sólida, sus bonos como marca de vanguardia comenzaron a decaer. En un momento, Nokia coqueteó con la idea de sumarse a Android, como lo hacía toda la industria tecnológica que no fuese Apple. Pero no. Y comenzó a perder sus dividendos, especialmente en el codiciado mercado norteamericano. En 2010, las utilidades de la compañía finlandesa cayeron en un 40% y durante el 2011 sus celulares ocuparon un discreto tercer lugar, tras los de Apple y Samsung.
Hasta que finalmente ocurrió el remezón. El 21 de septiembre del 2010, Nokia nombró por primera vez en su historia a un CEO que no era finlandés. El elegido fue Stephen Elop, un canadiense de 48 años que se desempeñaba como presidente de la división de negocios de Microsoft. Su estreno no estuvo exento de polémica. Al poco tiempo de debutar en el cargo, se filtró un memo del ejecutivo en el cual afirmaba que el estado de la compañía era similar al de estar sobre una "plataforma en llamas" en la que había que saltar o ser consumido por el fuego.
Lo que vino a continuación fue eso: el salto. El 11 de febrero del 2011, Nokia anunció al mundo una alianza con Microsoft para desarrollar de manera exclusiva celulares bajo sistema operativo Windows Phone. En octubre, el mundo conoció oficialmente los primeros resultados: una nueva línea de smartphones bautizada como Lumia: los primeros celulares de Nokia que corren Windows. Un par de modelos -el Lumia 710 y el 800- son los caballos de batalla con los que la finlandesa planea reconquistar el mercado norteamericano. Y también el latinoamericano.
Eso explica que esta semana haya pasado por Chile Chris Weber, presidente de Nokia para las Américas, quien vino a encabezar el lanzamiento de estos modelos en nuestro país -el primero después de EE.UU.; luego vendrán México y Brasil- y quien afirma que el plan es, antes que nada, captar a esa masa que aún no hace la transición a un smartphone (y que representa a más de la mitad de los usuarios de teléfonos celulares). "Nuestra intención es ofrecer una experiencia distinta a los usuarios que buscan pasar al siguiente nivel", cuenta a Qué Pasa. "La gracia es que Windows Phone es un sistema tan sencillo e intuitivo de usar, que es más agradable que la complejidad que para mucha gente puede ser Android".
Poco después de asumir Stephen Elop, el nuevo CEO, se filtró un memo con su diagnóstico: la compañía era "una plataforma en llamas" de la que había que saltar. Hoy, Chris Weber modera el tono. "Había un desorden en Nokia, es cierto, pero la cosa no era un desastre", asegura.
Weber, un tipo muy afable y jovial, que también viene de Microsoft, minimiza las declaraciones de su jefe, ésas de la plataforma en llamas. "Había un desorden en Nokia, es cierto, pero la cosa no era un desastre", asegura.
Un mercado de lealtades
En términos netamente de usabilidad de los aparatos, la "venta" de Weber tiene un punto importante a su favor: la experiencia de uso inicial de Windows Phone es efectivamente fácil, fluida y atractiva. No presenta mayores barreras de uso y el sistema hace un fuerte hincapié en los vínculos sociales de los contactos del usuario. Eso, además de lo atractivo de su interfaz Metro -la misma que va a utilizar Windows 8-, que permite desplegar recuadros o azulejos con información relevante que se va actualizando en tiempo real. No es necesario abrir la aplicación de correo para saber qué hay en nuestra bandeja de entrada o para saber cuál fue la última actualización en redes sociales de nuestros contactos más cercanos. Es sin duda una apuesta interesante, que guarda una estrecha relación con el ecosistema de Windows: Bing es el buscador por defecto, hay integración con Zune -la plataforma de música y video de Microsoft- y también con Xbox LIVE, su servicio online para videojuegos. Además, ambos modelos incluyen la aplicación Nokia Drive, que básicamente transforma el celular en un GPS, con acceso a mapas locales, asistencia vocal y todo.
Weber comenta que el plan de reconquista es ambicioso y potente. La pregunta es a quién quieren quitarle público: ¿a Apple o a Android? "Tenemos teléfonos que son una verdadera alternativa, pero también sabemos cómo el público puede serle fiel a una marca", admite. "En ese sentido, apostamos a ganar un nicho entre usuarios de Android".
Y hay otro actor relevante: RIM, que si bien está en decadencia, aún amasa una fuerte inclinación como opción corporativa para empresas. La eficiencia y rapidez de los correos electrónicos ha sido, de hecho, una de las ventajas históricas de BlackBerry. Algo que en Nokia pretenden derribar con el
paquete de productividad de Windows Phone, de la mano de Microsoft Exchange y Office (con documentos editables en el mismo teléfono), además de contar con servicios en la nube. "Lo de la rapidez en los correos con BlackBerry para nosotros no es tema", dice Weber, confiado.
El plan es claramente lograr posicionarse entre los dos sistemas operativos móviles más populares del momento, y las herramientas van desde su fuerte apuesta social (Facebook se ve mejor que en cualquier otra plataforma, aunque a los clientes de otras redes sociales aún les falta un poco de mano) a la creciente cantidad de aplicaciones disponibles en el Windows Market, que se inauguró en octubre del 2010. "Actualmente hay más de 70 mil aplicaciones disponibles y el número crece rápidamente. De hecho, hay todo un programa para que desarrolladores locales hagan sus propias aplicaciones", garantiza.
Weber obviamente no lo dice, pero está claro que, aún, la oferta de aplicaciones de su mercado no es comparable a, por ejemplo, la App Store de Apple, que tiene más de 725 mil aplicaciones, o Google Play (ex Android Market), que aloja más de 425 mil. Por supuesto, el problema es, en parte, una cosa de tiempo. Y eso, para una compañía fundada en 1865, no debería ser un gran inconveniente.