Por Jorge Isla Mayo 24, 2012

Nunca pensaron que terminarían dedicando la mitad de su pe ríodo al frente de la Fundación Oscar y Elsa Braun a librar una dura batalla legal. Cuando aceptaron la invitación de su tío Héctor Braun Guevara para integrar el consejo de la entidad que apoya la especialización de médicos en Chile y el extranjero desde 1956, asumieron con entusiasmo su rol en la principal obra filantrópica del clan que fundaron Elías Braun y Sofía Hamburger tras su llegada a Magallanes  en 1874, donde forjaron una enorme fortuna.

Pero la misión que las hermanas Sonia y Myra Poklepovic Braun emprendieron en 1996 y 1997, respectivamente, se estrelló contra lo inesperado. En 2004 constataron con sorpresa que el patrimonio de la fundación -colocado en acciones “nobles” de compañías y negocios de primera clase- había sido desinvertido y redestinado a participaciones en empresas del grupo Cruzat desde hacía un año. Una operación que ellas estiman en más de US$ 30 millones y de la cual responsabilizan a Juan Braun Lyon, su primo en segundo grado, que encabezó la organización tras el fallecimiento de su padre en el 2000, año en que inició una gestión junto a su hijo, Juan Braun Llona.

Las hermanas contraatacaron el 30 de diciembre de ese año con una querella por asociación ilícita, apropiación indebida y estafa que, desde entonces tramita el 34 Juzgado del Crimen de Santiago. La acción está dirigida contra Braun Llona, Braun Lyon y contra el socio de este último por décadas: el empresario Manuel Cruzat Infante, a quien atribuyen “mucha responsabilidad” en lo sucedido. Ahora que este último enfrenta una serie de acusaciones, como la querella de Falabella contra su portal MisCuentas.com, por apropiación indebida de fondos de CMR, y las acciones en la misma línea emprendidas por Inmobiliaria Manquehue, entre otras, las hermanas hablan por primera vez a fondo de esta disputa. Y ven la actual ola de acusaciones contra sociedades y ejecutivos ligados a Cruzat como un respaldo a lo que  vienen denunciando hace más de siete años, convencidas de que “si nuestro reclamo se hubiese tomado en serio, tal vez se hubiesen evitado otros casos”. 

El conflicto familiar

La primera alerta sobre la situación patrimonial de su organización vino de su primo Ricardo Edwards Braun, quien en 2004 les advirtió sobre una maniobra similar en la Fundación Sara Braun, otra obra benéfica familiar enfocada a la educación. Pero ya era tarde. “No quedaba nada, sacaron la plata, como quien abre una caja de Pandora, para ponerla en sus negocios. Nos sentimos completamente engañadas”, cuenta Myra. Terminaron de dimensionar la situación el 14 de diciembre de ese año, en una reunión del consejo que convocaron en la Bolsa de Comercio de Valparaíso. En vez de recibir explicaciones, “Braun Lyon nos mandó a la punta del cerro y se retiró, y luego Braun Llona nos explicó la inversión de las platas en empresas del grupo Cruzat, afirmando que ahí iban a rentar mucho más, a niveles de 500%”, agrega Sonia. Sus reparos a esa estrategia de inversión fueron respondidos con “fuertes golpes de mesa y descalificaciones de ignorantes por preferir la Bolsa”.

“Ese trato maleducado e insolente fue un desagrado tremendo”, recuerda Myra en su departamento en Vitacura, decorado sobriamente con escenas ecuestres inglesas. Viñamarinas de toda la vida y muy unidas, las hijas del ex senador Pedro Poklepovic y Doris Braun Page aún comparten su voluntariado en la Cruz Roja. Sonia tiene cuatro hijos y 15 nietos de su matrimonio con Jorge Santander, de quien enviudó, y Myra está casada con Jaime Garnham,  con quien tiene seis hijos y 23 nietos.

Ellas no olvidan la cercana convivencia que tuvieron desde niñas con Braun Lyon y su hermana Verónica en Viña. “Teníamos una relación normal, nos veíamos en las fiestas de cumpleaños de la tía Fanny Gazitúa, hasta que a Juan no lo convidaron más”, recuerda Sonia sobre los encuentros en la casa de la ex presidenta de la Fundación Sara Braun, cuyo juicio contra Braun Lyon terminó en 2007 con la devolución de unos $ 2.300 millones que este último había invertido en sociedades ligadas a Cruzat.  Distinto es el caso de la Fundación Oscar y Elsa Braun, donde las partes en conflicto están lejos de acercar posiciones. Menos cuando en noviembre de 2006, Braun Lyon expulsó a las hermanas Poklepovic abriendo un segundo frente de conflicto, que se resolvió al año siguiente cuando el Ministerio de Justicia ordenó su reintegro, y concluyó en abril pasado con la aprobación definitiva de la reforma a los estatutos que confirma el actual mandato de la entidad con Sonia en la presidencia y Myra en la vicepresidencia.

Por ello, ambas están decididas a llegar hasta el final en su querella. A pesar de los costos y lo “difícil y desgastador que es pelear contra un pariente acusándolo de sinvergüenza”, señala Myra sobre esta batalla en la cual también han debido salir al paso de suspicacias respecto de sus intenciones. “Ellos han querido que la opinión pública crea que se trata de una pelea por una herencia, y que nos queríamos adueñar de la plata, pero es al revés”, asevera Sonia, enfatizando que su objetivo es que la fundación retome su labor, respetando la voluntad de la Elsa Saafeld”. Para ello, dicen que cuentan con el respaldo del 100% del clan Braun, “incluida la rama Braun Menéndez de Argentina”.

Respaldadas por Ricardo Edwards, actual consejero de la Fundación Oscar y Elsa Braun, las hermanas  Poklepovic han sido asesoradas por los abogados Álvaro González y Cedric Bragado en los temas penales, mientras el ámbito civil está a cargo de Pedro Pablo Gutiérrez.

Hoy señalan estár confiadas que pronto verán “la luz al final de este largo túnel, avanzando con una solidez tremenda, como comprueban las etapas judiciales que hemos ido ganando”.  Se refieren a aristas como el juicio abierto contra el entonces jefe de pericias contables de la PDI, Juan Silva Lorca, quien fue acusado de adulterar el informe de las inversiones de la fundación, delito por el cual fue sentenciado en diciembre. “Es lógico suponer que este señor actuó motivado por algo, ya sea por un pago, por obstruir a la justicia o por una razón que nos gustaría saber”, afirma Sonia, quien anticipa que están evaluando una posible acción legal “para determinar por qué se falseó este informe judicial”.

Edwards señala que el objetivo central es la toma de control de las inversiones, que hasta 2004 se colocaron en empresas ligadas a Manuel Cruzat, y que actualmente están concentradas en la sociedad Explotadora Ferroviaria S.A. -de la cual esa fundación posee un 65%- y entre cuyos activos figuran el 8,9% de Fepasa (controlada por Sigdo Koppers) y un 4% de El Bosque S.A. , que lidera el grupo Hurtado Vicuña. Contactados por Qué Pasa, la defensa de los acusados no quiso hablar.

"En un momento sentimos impotencia, pero seguimos peleando"

- A su juicio, ¿qué motivó a Braun Lyon a tomar las decisiones que ustedes impugnaron en tribunales?

-Sonia: El poder de la plata, nada más. Y es por eso que se siguen escudando. Para él su amistad con Manuel Cruzat ha sido más importante que cualquier cosa.

- ¿Están convencidas de la participación de Cruzat?

- Myra: Por completo. De partida, son socios de toda la vida y los beneficiados fueron sus empresas. Está totalmente metido en este asunto. Y lo que ha ido pasando ahora con las distintas acusaciones formuladas en este tiempo contra el grupo Cruzat corresponde a casos absolutamente idénticos en su modus operandi a lo que pasó en nuestra fundación.

- ¿Sobre qué basan esta conclusión?

-Myra: Creemos que en el caso de la Fundación Oscar y Elsa Braun pasó lo mismo que en la apropiación denunciada en CMR. Por ello, nos gustó que se descubriera lo que hicieron con Falabella, para que así se demuestre que no hemos sido los únicos. Esto nos devuelve el alma al cuerpo.

- ¿Han podido confrontar a Cruzat en el juicio?

-Myra: No, él siempre ha estado agazapado. Ellos tenían influencias en todas partes, usaron resquicios, nos metieron juicios por el lado, nos demandaron tres veces por desacato o injurias, y no nos dejaban avanzar. En un momento sentimos impotencia, pero seguimos peleando y ahora el cuento se ha ido dando vuelta.

- Ahora que el grupo Cruzat enfrenta una difícil situación financiera ¿tienen expectativas de poder recuperar los fondos?

-Sonia: Es evidente que hay incertidumbre, por decir lo menos. Ojalá que haya plata para devolverle a la fundación para que ésta cumpla su cometido. Antes repartía entre 8 y 10 becas anuales a los médicos, que podían ir a estudiar tranquilos al extranjero por un año con todo pagado junto a sus familias. En cambio, este año sólo dimos una beca de postgrado.

-Si no es posible recuperar esas inversiones ¿seguirán adelante?

-Sonia: Tenemos que seguir adelante por esta fundación, que hacía un gran beneficio a todo Chile.

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