Como eco de aquellas noches de protestas de fines de 2001, las cuales terminaron con la salida de Fernando de la Rúa desde la Casa Rosada y una posterior debacle financiera, las jornadas de la última semana en Argentina y el sonido nocturno de los cacerolazos no sólo han revivido aquellos sucesos. También podrían ser señales de una nueva crisis en el país vecino. Signos que se ven alimentados por el creciente malestar entre los argentinos -dado el estricto control cambiario y la indomable inflación-, y por las amenazas de una nueva recesión, la cual llegaría durante el segundo semestre, según predicciones de varios de los economistas locales.
Pero el descontento no sólo lo ha expresado el ciudadano argentino, quien ha quitado abruptamente su apoyo a la mandataria Cristina Fernández. A seis meses de haber asumido su segundo período, la presidenta de Argentina ha lidiado también en el último tiempo con la fuga de capitales extranjeros desde sus fronteras, fenómeno que sólo en 2011 aumentó en un 88%: más de US$ 21.500 millones fueron retirados de las cuentas bancarias de Argentina el año pasado. Una cifra récord cuya explicación está dada principalmente por las remesas realizadas por inversionistas foráneos, entre ellos chilenos, y que están poniendo en aprietos una sólida relación de dos décadas.
El pasado 29 de mayo se cumplieron 20 años desde que la generadora eléctrica Costanera, hoy perteneciente a la italiana Endesa, fue privatizada. Ése fue el vehículo mediante el cual la empresa de electricidad -en ese entonces de capitales chilenos- ingresó a Argentina, inaugurando de paso un período dorado de inversiones allende los Andes, sólo interrumpido brevemente por la crisis de 2001. Pero de esa hazaña de inicios de los 90 nada queda. Si en ese tiempo Argentina atraía casi la totalidad del dinero chileno, durante 2011 apenas el 6,2% de nuestros pesos fueron a parar al otro lado de la cordillera, ratificando la caída que se evidencia desde 2007, año en que asumió Fernández.
A seis meses de haber asumido su segundo período, la presidenta ha lidiado en el último tiempo con la fuga de capitales extranjeros desde sus fronteras, fenómeno que sólo en 2011 aumentó en un 88%: más de US$21.500 millones fueron retirados de las cuentas bancarias de Argentina.
La imposibilidad de competir en igualdad de condiciones con los productos argentinos, debido a salvaguardas y a un control de las importaciones; o el cerco que se levantó en octubre pasado para extraer dólares -el cual fue endurecido hace algunas semanas- han puesto cuesta arriba el desempeño de las compañías chilenas allá. A tal nivel, que la propia Cancillería ha formado un equipo de trabajo para tender puentes entre los empresarios nacionales y el gobierno de Fernández, precisamente para evitar que un tema a todas luces económico tome ribetes políticos.
Las empresas chilenas, en tanto, ya comienzan a trazar sus hojas de ruta, dependiendo del sector en el cual se muevan. Unas, como las firmas industriales, han optado por congelar algunas inversiones. Otras, como el retail, han decidido permanecer en Argentina, pero a un ritmo más lento. Hay, también, empresas como LAN o Sky Airline, que optaron por la vía judicial para conseguir igualdad de condiciones con la aerolínea nacional y hoy tienen al gobierno de Fernández como su adversario. La mayoría, sin importar su rubro, busca cómo sobrevivir y expatriar los dólares desde Argentina.
Las trabas a las importaciones
Junto con la llegada de Fernández a la Casa Rosada debutó en Argentina el programa de limitación a las importaciones. Impulsada por el actual secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, la medida de proteccionismo buscó, en una primera instancia, equiparar lo que una compañía importara con la cantidad que salía desde Argentina. O igualar en las góndolas los productos extranjeros y locales.
Esta limitación, que ha salvado un millón de empleos entre 2008 y 2010, según cifras oficiales, ha complicado a retailers internacionales, entre ellos, a Falabella. La multitienda, que ha minimizado su plan de inversión en tiendas por departamento en el vecino país, en comparación a otros mercados como Perú y Colombia, ha debido lidiar con el endurecimiento de la medida, que regula a discreción de la autoridad los productos que pueden ingresar a Argentina. De ahí que en las góndolas de las multitiendas no se vean notebooks, televisores ni celulares, insumos que no pueden ser igualados con manufactura argentina: porque son de mala calidad o porque no hay unidades.
Cencosud, presente allá hace más de 30 años con Jumbo y Disco, ha sorteado de mejor manera las restricciones, al manejar gran parte del stock en sus supermercados con productos trasandinos, más las exportaciones hacia Chile de carne local. Un alto ejecutivo del grupo lo resume en una frase: “Así es Argentina y este gobierno pasará”.
La “Ley Moreno”, como se le conoce en Buenos Aires, no sólo afecta al consumo masivo. Hace una semana el secretario general de la Asociación Internacional de Editores, Jens Bammel, le escribió a la mandataria. Le pidió eliminar las restricciones que rigen contra los libros foráneos, y agilizar los trámites aduaneros para la internación de literatura no hecha en Argentina: la medida ha provocado aumento de los precios y, muchas veces, escasez.
“Pedimos al gobierno que excluya los libros y textos de las restricciones a la importación, y que también se garantice la libertad de publicación y de expresión en Argentina”, explica desde Suiza el funcionario.
Atrapados sin salida
Problemas de energía
Endesa, hoy en manos italianas, inició la expansión chilena a Argentina hace 20 años. Hoy sigue manejando la filial trasandina desde Santiago, y los problemas que enfrentan allá se extienden por una década.
En 2002 el gobierno de turno decidió congelar las tarifas de los servicios básicos, incluido el sector eléctrico. La medida, que se extiende hasta la actualidad, repercutió casi de inmediato: la filial comenzó a registrar pérdidas, que se prolongan hasta hoy. Por lo mismo, la opinión hacia las políticas que lleva la administración Fernández no son optimistas pero, como relatan en la compañía, “ya van a pasar”.
Por lo pronto, y luego de la expropiación de YPF realizada hace dos meses, en Endesa no creen que el gobierno vaya a poner los ojos sobre ellos. “Se comprarían un problema”, relatan. Sin utilidades hace años, y con un sistema eléctrico a nivel país con calidad deficiente, nacionalizar la energía eléctrica traería más problemas y ningún beneficio para el gobierno.
Pero la electricidad no es el único dolor de cabeza de los chilenos. El petróleo tiene enfrentadas a las aerolíneas LAN y Sky Airline con el gobierno central. ¿La razón? Un reglamento que permite que Aerolíneas Argentinas acceda a un combustible más barato que las extranjeras, para así mermar sus déficits. La medida impactó en las chilenas, quienes judicializaron el tema, consiguiendo que los tribunales congelaran el decreto. “El reglamento no se derogó. Ellos (el gobierno) están aún peleándolo, así que no sabemos en qué terminará”, explican desde las compañías aéreas chilenas.
El petróleo tiene enfrentadas a las aerolíneas LAN y Sky Airline con el gobierno central. ¿La razón? Un reglamento que permite que Aerolíneas Argentinas acceda a un combustible más barato que las extranjeras.
El corralito
Sacar los dólares desde Argentina se ha vuelto imposible desde octubre. Con el fin de romper la tendencia alcista en la fuga de capitales, Fernández decretó límites a la extracción. El argentino común y corriente no ha podido sacar sus ahorros en divisas, pero el empresario extranjero tampoco ha podido repatriar sus utilidades. Al menos, no el 100% de ellas ni con la facilidad acostumbrada en otras naciones.
Cencosud ha logrado sacar en los últimos años cerca de US$ 200 millones por concepto de utilidades. El resto, lo ha debido invertir en la construcción de supermercados y en el mejoramiento de los ya existentes.
Endesa, si bien registra pérdidas, también ha optado por dejar el dinero al otro lado de la cordillera, lo necesario para hacer mejoras en la red eléctrica. Según comentan en la compañía, no quieren darle motivos al gobierno para que, por falta de inversiones y por ello potenciales apagones, Fernández les quite la concesión.
El cerco sobre el dólar preocupa a los empresarios locales. Según comentaron en una empresa con alta presencia en Argentina, una de las ideas que se podrían discutir entre empresarios chilenos es la triangulación. “Si una compañía quiere sacar plata y otra quiere invertir allá, la segunda le pasa el dinero a la primera en Chile, y la que quiere sacar los dólares le pasa el dinero en Argentina para que haga la inversión”, comenta un importante director de empresas. De todas formas, es una idea en pañales.
Atrapados sin salida
La devaluación de los activos
Si hasta ahora las empresas chilenas no han salido en masa desde Argentina no ha sido sólo por la restricción cambiaria. El temor a una posible devaluación del peso, que impactaría negativamente en el valor de las compañías, los retiene en Argentina, como relata un alto ejecutivo de Falabella, quien de paso descarta salir de ese mercado, por el potencial futuro que tiene, basado en su alto poder adquisitivo, y su gran población que ronda los 40 millones de habitantes.
Si hasta ahora las empresas chilenas no han salido en masa desde Argentina no ha sido sólo por la restricción cambiaria. El temor a una posible devaluación del peso, que impactaría negativamente en el valor de las compañías, los retiene en Argentina.
Según Lucas Llach, profesor de Historia Económica de la Universidad Torcuato Di Tella, la brecha entre el valor del dólar oficial ($4,4) y el que se ofrece en el mercado negro (a casi $6,5) asegura una devaluación próxima de la economía. Por lo mismo, nadie quiere repetir el caso de los Ibáñez Scott, quienes en 1999 vendieron Ekono en 150 millones de pesos argentinos, equivalentes a US$ 150 millones. En medio de la transacción con la holandesa Royal Ahold -firma que adeudaba al año 2001 gran parte del pago comprometido-, el gobierno devaluó la moneda, y el precio se redujo a un tercio del valor original. La hoy Walmart Chile recurrió a tribunales, pero finalmente no recuperó el saldo. Hace pocos meses, llegó a un acuerdo conciliatorio, en el cual Ahold pagó US$ 3,2 millones para cerrar el conflicto. Este ejemplo es algo que el empresariado chileno no quiere repetir.