Egon Hoffmann estaba de vacaciones en el sur cuando lo llamaron para ofrecerle trabajo en Santiago. La decisión fue difícil. Implicaba mover a toda su familia desde Osorno. Pero la propuesta era tan buena, que finalmente aceptó: a contar de marzo de 2007 Hoffmann se convirtió en el jefe de planta de B Braun Medical, el fabricante del suplemento alimenticio Nutricomp ADN Pediátrico.
El momento en que aceptó el trabajo lo repasó una y otra vez mientras estuvo preso en 2008. Diez meses en la Cárcel de Alta Seguridad de Santiago -y luego otros dos años con arresto domiciliario- fue tiempo suficiente para pensar en los sucesos que ocurrieron apenas llegó a la capital.
Llevaba sólo unas semanas a cargo de la planta de San Bernardo -donde se fabricaba el ADN-, y B Braun decidió cambiar el proveedor de la mezcla. Aunque ése fue el momento en que cambiaría la vida de Hoffmann y de los otros cuatro ex ejecutivos del laboratorio (Roberto Oetiker, Juan Cristóbal Costa, Ezzio Olivieri y Reinaldo Torres), recién se percató de ello diez meses después.
A mediados de enero de 2008, TVN emitió un reportaje sobre la muerte de seis personas. Todos ellos habían consumido el producto que ellos fabricaban. Otras 59 presentaron secuelas graves por la ingesta de ADN -alimento que desde mayo se fabricó con una fórmula errónea-, decía la nota periodística. Él, al otro lado del televisor, no podía creer lo que estaba viendo.
Desde entonces han pasado cuatro años y tres meses, y el caso se ha convertido en el juicio más largo desde que debutó la reforma penal.
Recién absuelto del cargo de cuasidelito de homicidio, al no demostrarse la causalidad entre el consumo de ADN y la muerte de los pacientes, Hoffmann enfrentará el 24 de agosto una nueva audiencia, para conocer su condena por atentar contra la salud pública. Esto, por la fabricación defectuosa del suplemento alimenticio -que en vez de contener 100% de potasio como debía ser, sólo tenía 1%-, y que le podría costar hasta cinco años de prisión. Ad portas de esa fecha, Hoffmann dice que él informó del error a su jefe, Roberto Oetiker. Agrega que no se contaba con toda la información y que las autoridades de salud, que fiscalizaron la empresa en varias oportunidades, tampoco hicieron su trabajo.
Hoy, el desconocido osornino que ahora hace clases particulares de alemán para sobrevivir y que ni siquiera pone su nombre en Google porque lo que aparece es su foto como un criminal, rompe su silencio por primera vez.
-¿Cómo fue que se terminó produciendo con una fórmula errónea?
El gerente general, Roberto Oetiker, tenía la capacidad para retirar los productos. Si ahora debió o no informar, es algo que hay que preguntarle a él. Pero creo que debió haberlo retirado en ese momento.
-Ezzio Olivieri (jefe de Control de Calidad) había quedado a cargo de las fórmulas, de cotejarlas. Nosotros habíamos tenido serios problemas con Granotec y se tomó la decisión de reemplazarlo. Se escogió uno con vasta trayectoria en mezclas y fórmulas y eso lo cumplía Fortitech. Ezzio, como había quedado a cargo de las fórmulas, fue quien envió la fórmula errónea.
-¿Cuando Fortitech envía las mezclas, ¿no cotejaron que la fórmula que llegó era la correcta?
-El problema es que cuando viene la fórmula, llega con un certificado que dice lo que contiene, y eso se compara con lo que se pidió. Y todo estaba correcto, coincidía. Entonces a primera vista parecía que todo estaba en orden. Lo que no sabíamos era que el error venía de antes, ya que el pedido era el erróneo.
-¿Pero no se acostumbra, además, a abrir un envase al azar, analizar el contenido, y que sea consistente con lo que ustedes producen?
-No, eso no se hace. En la industria uno exige un certificado al proveedor y uno confía en eso. La regulación chilena no contempla que uno vuelva a hacer un análisis, porque son tan específicos que, por lo general, hay que mandarlos a hacer afuera. Se exige que uno tenga el certificado del proveedor y es por eso que uno busca una compañía de confianza y trayectoria.
-¿Cómo se da cuenta del error? Queda la sensación de que si no es por la visita de la Seremi de Salud en noviembre, esto no se hubiese destapado. Ellos encontraron incongruencias entre lo que decía el rotulado y el contenido real de los envases en el 5% de las muestras. ¿Recién ahí analizaron el contenido?
-La Seremi, dentro de sus controles rutinarios, hizo chequeos del rotulado, pero de todos los productos que nosotros producíamos. Entonces había un diferencial del 5% en toda nuestra producción. Ahí me puse a hacer cálculos y me pareció que había una inconsistencia en un dato del ADN Pediátrico. Al principio pensé que podría ser un error matemático, ya que estábamos revisando todos los etiquetados. Pero hice los cálculos en mi oficina y volvió a salir el error. Era una diferencia muy exacta, eran ceros que faltaban. Ahí se lo mandé a Olivieri. Él cotejó todos los datos y encontró un error en la fórmula, pero en ese entonces no sabíamos dónde se había producido la falla. Le informamos al gerente general (Roberto Oetiker) de lo ocurrido.
-¿Qué les dijo?
-Preguntó si se podía corregir. Hicimos averiguaciones y sí se podía corregir: es una sal muy común en la industria y se compra para corregir los déficits. Nos pusimos en contacto con Merck y arreglamos la fórmula.
La trastienda legal
El juicio más largo de la nueva justicia se traduce en casi 80.000 páginas de declaraciones y peritajes, amontonadas en el Ministerio Público. Fue en este último punto en el cual la defensa de Hoffmann, encabezada por los abogados Cristián Muga y Leonardo Battaglia (quienes además representan a Roberto Oetiker y Ezzio Olivieri), se concentró para demostrar que no había vinculación causal entre el consumo de Nutricomp ADN Pediátrico y la muerte de seis personas, como finalmente lo acreditó el tribunal de San Bernardo la semana pasada.
Estudios internacionales y un informe elaborado por el presidente de la Federación Latinoamericana de Nutrición, Gustavo Kliger, quien además vino a Santiago para declarar en el juicio, fueron presentados por los juristas. Todo ello resultó clave para doblarle la mano al Ministerio Público, entidad que no pudo probar la relación directa entre la ingesta de Nutricomp ADN Pediátrico y las víctimas, 65 en total.
El próximo 24 de agosto los tres representados escucharán su condena por el delito contra la salud pública. Arriesgan un máximo de cinco años de cárcel, pero Hoffmann ya ha pasado tres y medio de ellos con medidas cautelares, por lo cual podría cumplir el saldo -de así dictaminarlo el tribunal- con libertad vigilada, como solicitará su defensa.
El ADN de un acusado
-¿En ningún momento ustedes le plantearon a él, o él a ustedes la posibilidad de informar a la Seremi del hallazgo?
-No. Como mi problema era un caso de producción, yo informaba sobre errores o problemas de producción. Yo no tenía ninguna injerencia con ventas, distribución, o en la comunicación con los servicios de salud. Le informé a mi jefe para que él tomara las decisiones necesarias, entre ellas informar a las autoridades, si así lo estimaba.
-¿Cree que debió informar a las autoridades?
-El gerente general tenía, dentro de sus facultades, la capacidad para retirar los productos. Si ahora debió o no informar, es algo que hay que preguntarle a él. En mi opinión, creo que debió haber retirado el producto en ese momento.
-Dos semanas después vuelven las autoridades de la Seremi, esta vez investigando una supuesta contaminación del producto. ¿Les dicen qué buscaban?
-No. Nos dijeron que era secreto de sumario. Quedó bien en el aire ese secretismo, pero a los dos días nos señalaron que no había problema con el producto. Pero nunca nos dijeron, ni antes o después, qué era lo que buscaban, pero sí que no había ningún problema.
-En esa visita, ¿la empresa aprovechó de decir que habían encontrado un error en la fórmula?
-No, porque como había sido un error que estábamos corrigiendo, y ellos nos dijeron en la segunda oportunidad que estaba todo OK, pensamos que el error en la fórmula se había solucionado.
-¿Cuál es su opinión sobre el rol de las autoridades de Salud en este caso?
-Da la sensación de que ellos manejaban información que no compartieron con nosotros, y que hubiese sido útil conocer para tomar decisiones.
-Después de cuatro años en este caso, ¿cuál es su opinión sobre la falta de potasio en el Nutricomp ADN y la relación con las muertes?
-Durante el juicio, la prueba fue bastante extensa y contundente de que no se podía acreditar que las muertes y las lesiones se debieron exclusivamente al consumo del suplemento: éste era un producto con venta a nivel nacional, y sólo un grupo bastante acotado de gente presentó algún tipo de problema por ingerirlo.
-¿Usted vio el reportaje de TVN?
-Sí, lo vi.
Ha sido un proceso terrible para todos. Para mis familiares y para los de las víctimas, porque ha sido sumamente largo: años de investigación, meses de juicio, que vuelven a revivir escenas de dolor.
-Cuando comienzan a relacionar muertes con el producto, ¿qué se le vino a la cabeza?
-Es un tema bastante terrible. Nos habíamos venido de Osorno para cambiar la vida acá. Llevábamos un par de meses y lo que parecía un error de trabajo, se transformó en algo grave. No entendía lo que estaba pasando: para mí siempre fue un error de rotulado y terminó mutando; se fue transformando en un caso mayor.
-La exportación fraudulenta de ADN es otra arista en el juicio. Cuando usted llega a la compañía, ¿sabía que parte de la producción se estaba exportando sin tener certificados?
-Sí, de hecho se le informó a Juan Cristóbal Costa (gerente de Exportaciones) que había un problema con el etiquetado, pero en ese momento nos dijo que ya estaba conversado y acordado con los clientes.
-¿Usted sabía que la planta de la cual era jefe no tenía la autorización para exportar, pero igual lo hacía?
-Sí. Le informé a Costa de que el etiquetado no correspondía: decía que había sido hecho por Watt’s cuando no era correcto. Nos insistió que era algo ya en acuerdo con los clientes extranjeros, y que Watt’s también lo sabía.
-¿Cómo fue la audiencia del 1 de julio, cuando escuchó que fue absuelto de cuasidelito de homicidio?
-De la forma como se va dando el veredicto, es algo que uno no entiende. Sólo escuchaba “culpable” y entremedio algunos conceptos de absolución. Fueron dos horas y media, y fue duro estar ahí. Estaba nervioso y ansioso por saber. Logré demostrar que no hubo intención en lo obrado.
-¿Siente tristeza al revisar lo ocurrido?
-Ha sido un proceso terrible para todos. Para familiares míos y para los de las víctimas, porque ha sido sumamente largo: años de investigación, meses de juicio, que vuelven a revivir escenas de dolor. Se expusieron casos muy dolorosos. Fue terrible. No puedo decir que no me llegaron. Eran emocionantes. Escuchar a padres hablar de sus hijos en el estrado fue fuerte, llega duro cuando cuentan esas historias de vida. Para nosotros también ha sido duro. No es fácil estar privado de libertad.
-Una vez que se cierre el capítulo, ¿qué proyecta para su vida? ¿Buscar trabajo en la misma industria?
-Quizás podría volver al sur, pero éste ha sido un caso tan conocido, que dudo que estén abiertas las puertas para que regrese a trabajar en alguna compañía. Pero hay que tratar de volver a empezar.