El pasado miércoles culminaron las actividades del Chile Day en su versión 2012, que por segunda vez se realiza en Londres. En opinión de algunos de los más de 400 asistentes -con más de 200 inscritos con pasaporte distinto al chileno-, el resultado ha sido sumamente positivo, superando lo logrado las veces anteriores.
¿Mi reacción? Primero una gran sensación de alivio, seguida por la satisfacción del trabajo bien hecho. Les hago la aclaración adecuada: soy director de In Best Chile, la corporación privada sin fines de lucro (importante aclararlo hoy en día) que organiza los Chile Day en coordinación con el Ministerio de Hacienda y con la colaboración de varios actores, tanto públicos como privados.
Los organizadores del evento teníamos bastante de qué preocuparnos. De partida, el desafío de la fecha: 11 y 12 de septiembre. No sólo coincidía con una fecha históricamente complicada en Chile, sino que también con un partido de las eliminatorias. Sin embargo, era la pequeña ventana de intersección entre las apretadas agendas tanto de las autoridades chilenas (entre una difícil reforma tributaria y la discusión presupuestaria) como de las británicas (disponibles sólo después de las Olimpiadas y Paralimpiadas, antes de su propio y difícil proceso presupuestario).
Segundo, las aguas del propio mercado local estaban todo menos que tranquilas a raíz del conflicto entre los accionistas de Enersis. La fecha de una junta extraordinaria de accionistas, fijada inicialmente en la misma semana del Chile Day, ponía en riesgo la concurrencia de un importante grupo de inversionistas y de autoridades del evento.
A pesar de estos contratiempos, con bastante trabajo y la necesaria cuota de suerte, los astros se fueron alineando para que el Chile Day no sólo pudiera ser posible, sino que también fuera bastante exitoso en cumplir sus objetivos.
¿Pero cuáles son los objetivos del Chile Day? En primer lugar, promocionar a Chile en el exterior como un país altamente atractivo para la inversión financiera en sus empresas, tanto públicas como privadas.
En segundo lugar, mostrar a Chile como una plataforma atractiva de servicios financieros en América Latina, así como fortalecer los vínculos entre nuestro mercado de capitales local y sus socios globales.
Este año, quisimos hacer algo un poco distinto al tener a connotados expositores y al siempre esperado espacio para anuncios por parte del ministro de Hacienda, Felipe Larraín, referentes a los mercados financieros (que no faltaron tampoco esta vez, con indicaciones que apuntan a hacer más atractivo para la inversión extranjera el mercado de renta fija local). En esta ocasión se incorporaron paneles para tratar temas de interés, aunque no necesariamente fáciles de abordar.
Así, luego de los discursos inaugurales, un primer panel se enfocó en exponer acerca de las aparentes contradicciones del primer país latinoamericano al borde del desarrollo, que al mismo tiempo demuestra claras señales de malestar social. En una lúcida conversación, intercambiaron puntos de vista los panelistas Lucía Santa Cruz, David Gallagher e Ignacio Briones, moderados nada menos que por el editor para las Américas de The Economist, autor de un controvertido artículo sobre nuestro país de algunos meses atrás, donde precisamente tocó este punto. Al escuchar el comentario de un asistente inglés que mencionaba la madurez que debe alcanzar un país para discutir estos temas en un evento diseñado para atraer la inversión extranjera, supe que la decisión de los organizadores de incluirlo en el programa había sido la correcta. Chile hoy cuenta con tan buenas cifras macroeconómicas, de solidez financiera y de competitividad, que nos podemos dar el lujo de hablar de las cosas que nos duelen, como la desigualdad o la insuficiente calidad de la educación, pero que son propias de un país que busca avanzar en el camino al desarrollo.
Chile hoy cuenta con tan buenas cifras macroeconómicas, de solidez financiera y de competitividad, que nos podemos dar el lujo de hablar de las cosas que nos duelen.
Un segundo panel también buscó tener una visión distinta. Esta vez se invitó a dar su visión a tres líderes de empresas de servicios financieros (BTG Pactual, Grupo Sura y Banco de Crédito del Perú) cuyas compañías habían decidido incursionar en nuestro país como parte de sus estrategias regionales. Así, se pudo escuchar a representantes de Brasil, Colombia y Perú reconocer varios de los méritos de nuestro país, como la estabilidad económica e institucional, y los méritos del sistema de pensiones en el desarrollo de los mercados financieros. Sin embargo, también dejaron claro que si Chile quiere convertirse en un centro regional, tiene que ganárselo manteniendo el liderazgo, lo que supone siempre seguir avanzando. Fue interesante que algunos temas que suelen desanimarnos localmente con respecto a nuestro mercado, como el conflicto de Enersis o La Polar (que explotó semanas antes del Chile Day del 2011), no fueron relevantes. Ni en la presentación pública, ni en la conversación privada que tuve con los panelistas, pues me tocó moderar ese panel.
Un tercer panel esa tarde les permitió a los asistentes presenciar una discusión con los principales reguladores relacionados con el sector financiero (SBIF, SVS, SP y SII), en lo que muchos extranjeros han destacado como una valiosa muestra de la colaboración público privada que se logra en nuestro país. Como era esperable, no faltaron las preguntas difíciles, pero nuevamente se demostró que enfrentar los temas espinudos en vez de evitarlos es lo que se espera de un país que aspira a ser desarrollado. La presentación final, a cargo de un estratega de inversiones, permitió poner al mercado chileno en perspectiva y entender que si bien tenemos nuestra cuota de problemas, estamos en una posición de privilegio frente a la incertidumbre que cubre gran parte del globo. Los cierres para ese día dieron paso a los intentos de los chilenos asistentes para ver el partido de la Selección contra Colombia. Las dificultades de encontrar un lugar que lo transmitiera nos recordaron la realidad de lo que significa ser todavía un país, aunque admirado, pequeño y lejano. Del resultado, bueno mejor ni acordarse.
Las actividades del Chile Day concluyeron en el prestigioso Institute of Directors, donde los asistentes participaron de un panel sobre gobiernos corporativos y el rol de los directores, tema más que oportuno a la luz del caso del aumento de capital de Enersis (la actividad fue programada con anterioridad a que estallara este conflicto). Posteriormente, el superintendente de Valores y Seguros expuso acerca del tema, planteándole a la audiencia de actores, mayoritariamente locales, el imperativo de desarrollar un espacio para la autorregulación. Con las últimas palabras del ministro Larraín dando por concluido el Chile Day ya empiezan a funcionar las neuronas para pensar cómo será su versión 2013, partiendo por si se repetirá por tercera vez el lugar o si se explorará otro nuevo.
¿Qué conclusiones finales he podido sacar de este Chile Day 2012? Que trabajando en conjunto para el bien del país -sectores público y privado- los resultados que se pueden lograr son asombrosos, incluso frente a la adversidad. En segundo lugar, que a pesar de todas nuestras dificultades y carencias, ayuda siempre situarnos en contexto para darnos cuenta que podemos estar orgullosos de estar donde estamos, aunque sin renunciar a querer ser mejores. Y en este proceso, el desarrollo de relaciones de confianza es clave. Tanto la que se crea con la comunidad financiera internacional como las que se crean internamente. Por eso ha sido tan valioso ver la participación conjunta de autoridades -incluyendo una delegación de parlamentarios- y privados que, sin temor a tratar temas difíciles (descontento social, conflictos de gobierno corporativo, reforma tributaria), reconocen que todos tenemos un mismo propósito.