En julio, el Banco de la República de Colombia confirmó la tendencia que hace rato se venía observando en ese país: una oleada de inversiones chilenas han aterrizado en ese mercado el último año. Tanto, que de acuerdo al informe de Inversión Extranjera Directa (IED) que elabora esa entidad, Chile se convirtió en su principal inversionista el primer semestre de 2012.
Las primeras empresas en apostar por ese mercado fueron AES Gener y Endesa, en 1997. Pese a ser compañías locales de capitales extranjeros, ambas partieron desde Chile a abrir sus operaciones en ese país. Fue sólo el comienzo. En los últimos veinte años las firmas nacionales han desembolsado en Colombia más de US$ 8.900 millones.
La cifra va en alza: ya se contabilizan más de 100 empresas nacionales en el país cafetero. La razón es simple. Muchos chilenos miran esa economía como la próxima estrella de la región. ¿Cuáles son las claves para entender este mercado y explicar por qué Colombia es “la niña bonita” de Latinoamérica? Aquí, algunas pistas.
46 millones de oportunidades
Al preguntarles a los empresarios chilenos por qué es rentable invertir en Colombia, repiten la misma respuesta: es un mercado gigantesco donde hay inmensas oportunidades de crecimiento. Son 46 millones de habitantes, y eso abre puertas para explorar distintas industrias. “Es una masa crítica con enorme potencial de crecimiento en su poder adquisitivo”, asegura Fernando Massú, gerente general de Corpbanca, entidad que comenzó a operar hace un par de meses en ese país.
Así, lo que en un principio se presentó como un obstáculo -era difícil entender la cultura de provincias tan diversas-, hoy los chilenos lo ven como ventaja frente a otros mercados latinoamericanos. “Colombia en un momento tendrá 50 millones de personas y sigue creciendo. El que cada ciudad tenga una cultura tan marcada significa un polo de desarrollo enorme”, explica Carlos Kubik, gerente general de Empresas Banmédica, grupo que opera allí hace 15 años.
El representante de ProChile en Colombia, Ignacio Fernández, es claro. Dice que las compañías chilenas pueden concentrarse por varios años en una sola ciudad. Medellín o Cali, por ejemplo, generan un mercado suficiente: cada una tienen más de un millón de habitantes. Esta visión es compartida por los chilenos. “Cartagena de Indias es la principal ciudad turística de Colombia. Tiene casi un millón de habitantes y cerca de 7 millones de turistas al año. Además se ve beneficiada del dinamismo de otros sectores de la economía”, señala Cristián Somarriva, gerente corporativo de Desarrollo del Grupo Plaza, firma que abrirá un mall en esa ciudad en 2013.
Puertas abiertas
Cinco lugares subió Colombia en el informe Doing Business elaborado por el Banco Mundial en 2012 (ocupando el lugar 42 entre 183 países). Este índice mide la facilidad de diferentes economías para hacer negocios. Por lo mismo, el gobierno colombiano celebró su calificación: ha hecho importantes esfuerzos para que su economía sea percibida por los inversionistas extranjeros como un modelo abierto. “Existe un Tratado de Libre Comercio entre ambos países desde 2007 y una serie de acuerdos bilaterales que protegen a los inversionistas de cambios regulatorios injustificados. Se les permite tributar sólo en un país, y las instituciones fiscales son muy parecidas, lo que es una ventaja”, explica Fernández de ProChile, quien conoce de cerca a las autoridades colombianas.
No es todo. Los chilenos ven en las instituciones de Colombia órganos amables, que apoyan -y destraban- los procesos de inversión. Ésa es la visión de Jaime Herrera, abogado que asesora en el país cafetero al grupo Angelini, a la familia Solari y a Álvaro Saieh. “Por varios años Colombia no fue amable con la inversión extranjera, pero eso cambió. Hoy hay un trato igualitario entre empresarios colombianos y extranjeros, y las autoridades están atentas a los problemas de inversionistas de afuera”, dice el jurista.
“Existe un Tratado de Libre Comercio entre ambos países desde 2007 y acuerdos que protegen a los inversionistas de cambios regulatorios injustificados. Pueden tributar sólo en un país, y las instituciones fiscales son parecidas”, explica Ignacio Fernández de ProChile en ese país.
Esa atmósfera hace que los chilenos vean un bajo nivel de riesgo en ese país. “Los últimos años la economía colombiana ha tenido un crecimiento económico sostenido y una clase media muy dinámica. Tiene uno de los índices de riesgo país más bajos de la región y ha hecho grandes esfuerzos en materia de seguridad y de estabilidad institucional”, destaca Sergio Collarte, Director Ejecutivo de Ripley Colombia, firma que se instalará en ese país en 2013 e invertirá US$ 272 millones en 4 años.
Ejecutivos made in Colombia
Cerca de 30 mil empleos generan las firmas chilenas en Colombia. Casi todas ellas son dirigidas por profesionales de ese país. Aunque tomó algunos años, hoy el estilo de management entre chilenos y colombianos se ha afiatado. “Se parecen a la hora de hacer negocios. Gran parte de los profesionales se ha especializado afuera y se adaptan a los cambios”, señala Jorge Nazer, presidente de la firma Grupo Alto, que opera en Colombia desde 2008.
Varios empresarios ven otras cualidades. “Al principio nos daba la sensación que eran menos exigentes, porque el ejecutivo chileno está muy centrado en la rentabilidad. Los colombianos nos han enseñado a tener una visión pausada, igual de calificada, pero de más largo plazo”, dice Kubik de Banmédica. Está tan convencido de las fortalezas de los colombianos, que el holding -ligado al grupo Penta- opera allá con 3 mil trabajadores. Todos colombianos.
Varios “mundos”
Pese a que tiene un ADN ligado a la exportación de commodities y la explotación de minerales -al igual que muchos países de América Latina-, Colombia ha logrado un desarrollo económico diversificado: desde grandes reservas de petróleo hasta importantes industrias, como la del café; y actividades específicas, como la exportación de flores. “Colombia tiene tradición agrícola y ganadera, exporta café, azúcar, aceite de palma. No depende sólo de los commodities. Hay además una capacidad industrial importante: de los 50 mil millones de dólares en envíos al año, sólo el 30% son materias primas. Eso permite al inversionista extranjero explorar rubros muy diversos”, dice el abogado Jaime Herrera.
Eso, como explica Alejandro Weinstein, socio de Recalcine, amplía las posibilidades de inversión de los chilenos. “El mercado farmacéutico de Colombia mueve US$ 4.000 millones, con altas tasas de crecimiento y con excelentes proyecciones, por la decisión de sus autoridades de tener una industria farmacéutica sólida y desarrollada”. De hecho el empresario está seguro que este mercado tiene grandes posibilidades de desarrollarse, y por ello acaba de pagar más de US$ 500 millones en la compra de la firma Laboratorio Franco Colombiano.
Se “exporta” Chile
Los empresarios chilenos reconocen que se sienten más cómodos haciendo negocios en Colombia, antes que en Perú o Argentina. Bien lo sabe el equipo de LarrainVial, que partió haciendo negocios en ese país hace cinco años y observó varias similitudes entre el mercado de capitales chileno y el colombiano. “Tienen la misma estructura que el mercado chileno: ahorro doméstico y un mercado de pensiones creciente. Por eso las tendencias de desarrollo y crecimiento son muy parecidas”, dice el gerente general de la corredora, Manuel Bulnes.
No es lo único. A los chilenos les gusta que Colombia mire a Chile como ejemplo para la incipiente industria de infraestructura y concesiones. “Sin ser prepotentes, hay que aprovechar que a los colombianos les parezcan interesantes nuestros modelos de negocios, y que estén abiertos a adoptar esas experiencias”, señala José Palma, Presidente Ejecutivo de la Cámara de Comercio e Industria Colombo-Chilena. Tal como ocurrió con su sistema de pensiones, que se creó a la luz del modelo de AFP nacional.
Varios analistas ponen foco en un punto: los colombianos son proclives a incorporar socios chilenos a sus empresas. “Nos entendemos bien y hemos subsanado las diferencias culturales. Nosotros somos socios de la familia Solari en una termoeléctrica y nos hemos afiatado bien. No hay problema en compartir la propiedad”, dice Álvaro Mejía, uno de los socios de Correval, uno de los más importantes bancos de inversión colombianos.