Por María José López Noviembre 22, 2012

La venta de “Daddy’s Cat” fue catalogada como la mejor transacción del año en el mundo de la hípica. Daddy es un caballo. Pero no es uno cualquiera. Eso lo sabían bien todos los que lo querían. Por eso, el martes 17 de julio, 450 compradores llenaron el local de remates de criadores de caballos de carrera (o purasangres ingleses), donde se venderían animales de dos años recién cumplidos, listos para competir. Entre la multitud se encontraban 60 vendedores. Entre ellos, Pedro Hurtado Vicuña, quien iba a liquidar a “Daddy´s Cat”, una “promesa” en el mundo de la hípica.

A las 3:00 p.m. el martillero Fernando Zañartu subió al escenario. El primer potro que entró al ruedo fue el del director de Consorcio. Un petisero lo paseó por el ring de ventas, mientras Zañartu recitaba a los concurrentes su pedigree (línea sanguínea). El caballo nunca había sido “probado” en la cancha. Pero todos sabían que era una pieza valiosa: era hijo de “Scat Daddy”, un potro “fina sangre” que pertenece a Coolmore, el haras donde están varios de los mejores reproductores del planeta.

Ese padrillo está avaluado en unos $8 mil millones y hace tres años Hurtado pagó poco más de $430 millones por tenerlo en su haras, Paso Nevado, por tres temporadas de cinco meses: desde agosto a diciembre del 2009, del 2010 y del 2012. Lo trajo de Kentucky, EE.UU., a través de los brokers Ignacio y Fernando Díaz de Valdés, con un objetivo claro: preñar a sus yeguas, para multiplicar así “caballos de elite”. Porque por éstos, los fanáticos de la hípica están dispuestos a pagar varios millones. No se equivocó. A los dos minutos, el caballo tenía dueño: Juan Hurtado -hermano del vendedor- pagó $72 millones por la “pieza”. Fue lejos la adquisición más cara de esa tarde: el promedio de los 60 caballos que se remataron fue de $12 millones.

Las millonarias transacciones no sólo se dan en la hípica, “el atletismo del mundo ecuestre”. Desde hace un tiempo aterrizaron en la equitación, el enduro, el rodeo y el polo. En Chile, por un caballo se paga como mínimo unos $800 mil. De ahí los precios se disparan: se han ofrecido más de $1.000 millones por un crack.

 

“Maratón” de caballos

Poco después, la misma casa de remate fue epicentro de otra “superventa”. En octubre Manuel Bulnes, gerente general de LarrainVial, se desprendió de una yegua que tenía en Alborada, el haras donde están sus animales con los que practica enduro, “la maratón de los caballos”. Alborada Anastasia se vendió en $ 80 millones: la adquirió un aficionado al halter, disciplina que premia al caballo más bello.

La industria se está moviendo y varios expertos coinciden en que está despegando con fuerza. Por eso, muchos pronostican que de aquí a cinco años las transacciones millonarias serán cada vez más frecuentes. Así, señalan en este mercado, nos estamos acercando a las grandes potencias, como Argentina, EE.UU., Brasil, Australia, Nueva Zelanda, Irlanda, Sudáfrica e Inglaterra.

No es casualidad: detrás de esta industria están varios de los grandes empresarios del país, quienes están dispuestos a desembolsar parte de su fortuna para conseguir los mejores caballos y darles crianza de lujo. Entre ellos: las familia Luksic, Matte, Ibáñez, Yarur, Abumohor, Solari; además de Gonzalo Vial, Felipe Lamarca, Jorge Errázuriz, Julio Ponce, Alfredo Moreno, entre otros. Ahora, la cosa es clara: los que están aquí lo hacen por hobby, no por negocio.

 

Puros de sangre

Criadores, dealers y brokers. Todos coinciden en un punto: es imposible asegurar a ciencia cierta cuánto valen los caballos en Chile. Ni cuántos se transan. Porque muchas operaciones se realizan entre privados, y pocos ventilan el precio de pago. Además, las ventas tienen un grado de subjetividad. “Un caballo puede valer $ 500 millones para uno, y para otro, no más de $ 90 millones”, indica Luis Enrique Opazo, organizador del Festival Ecuestre 2012, evento que reúne a las principales disciplinas.

Con todo, se estima que al año se venden cerca de 3 mil caballos y muchos coinciden que es en la hípica donde están los animales más caros: no se aceptan mezclas de sangre y los costos de crianza se empinan a los $5 millones los dos primeros años. Según el martillero Fernando Zañartu, de los cerca de 1.500 que se transaron este año, el promedio de venta fue de $7,5 millones.

Por su parte, Eduardo Matte, de Haras de Pirque, dice que hay dos grupos de animales: los de dos años, listos para ser entrenados, que cuestan entre $ 2,5 millones  y $ 50 millones. Y los que tienen experiencia y han sido ganadores de clásicos, que se venden en el exterior por más de $ 50 millones. Pero hay ventas que se han escapado de todo pronóstico. Como la que ocurrió en Haras de Pirque, en 2004, cuando se vendió “Hussonet”, un caballo ganador de carreras, a un criadero australiano. La familia Matte mantiene la cifra en reserva, pero en el mercado se habla de $1.500 millones. Otro de los records es Total Impact, de Liliana Solari, que se vendió al príncipe sultán Al Khabir en cerca de $ 500 millones.

Al igual que en la hípica, en el caballo de rodeo la “sangre pura” es ley: se exige que sean de raza chilena. Cuando cumplen 10 años estos animales están en el “peak de competitividad”.  Antes, como indica Alfredo Moreno, hijo del canciller y fundador del criadero Palmas de Peñaflor, son “pura inversión”. Una buena yegua o potro cuesta entre los $ 5 millones y $ 15 millones.

 

Mezcla de cepas

A diferencia de la hípica y del rodeo, en el polo, enduro y equitación, la mezcla de sangre es permitida. “Es como un buen vino, que se obtiene de diferentes parras”, indica el polero José Antonio Iturrate, del Haras Tatahue.

Como en otras disciplinas, en la equitación muchos chilenos compran en el extranjero, donde los precios son más altos. Jorge Matte, hijo de Eliodoro, quien este año, y tras seis “fuera de pista”, volvió a competir en salto, adquirió tres nuevos caballos en Alemania.

Otros de los famosos en equitación son Julio Ponce, Virginia Yarur y Felipe Ibáñez Scott. Este último practica adiestramiento y participará en el Festival Ecuestre de Chile. Ahí mostrará un show que prepara hace 15 años.

Por su parte, los caballos árabes -utilizados para el enduro y halter- se mezclan con chilenos, ingleses y ponnis, entre otros. “El precio de un caballo árabe en el mundo puede ir desde los $ 500 mil a los $ 250 millones”, indica Elizabeth Kassis, del Haras Santa Ana. Según la mujer, experta en halter, en Chile se paga mucho menos: no hay poder adquisitivo ni masa crítica.

Para comprar caballos, los poleros van a los remates que organizan la hípica y el rodeo. Ahí compran chilenos y fina sangre. “De uno obtienen la fuerza y de otros la rapidez”, indica Juan Sánchez, broker de estos animales y dueño del Haras Dadinco. Después de eso deben prepararlos para jugar, proceso que puede durar cinco años. En ese periodo de formación se debe contar con $5 millones.

Hay otros que salen a comprar caballos “hechos” a Inglaterra, Argentina, EE.UU., mientras que algunos los adquieren durante los campeonatos. “Los ven jugar y luego compran”, agrega Sánchez. Hace poco más de un mes, Felipe Lamarca, fundador del criadero Santa Anita de Curimao, compró durante un torneo a “La Tordilla”, yegua de Casa Silva, en cerca de $ 9 millones.

De todas formas, desde esta disciplina aseguran que los precios podrían subir. Esto, pues hace dos años el actual ministro Luis Mayol, entonces timonel de la SNA, se acercó a un grupo de poleros para que en conjunto desarrollaran la raza de caballo de polo chileno, tal como lo hizo Argentina anteriormente. Se establecieron los requisitos: buena morfología y ser descendiente de jugador. Ya van 250 inscritos y la venta de estos caballos podría ser un 20% más alto que uno que no sea polero.

 

Los priceless

Hay caballos que son intransables. Varios son de Agustín Edwards y son llamados “los Porsche del rodeo”. Hace seis años un grupo de brasileros le ofreció cerca de $125 millones por Galanteo. Pero se negó.

Muchos connotados en la crianza de caballos chilenos han desestimado ofertas. Lo hizo el empresario Ítalo Zunino a quien le ofrecieron $200 millones por “Malulo”; Gonzalo Vial, quien recibió ofertas superiores a $ 500 millones por “Julito” y Felipe Lamarca, a quien lo tentaron con $100 millones por la “Meli”. Todos, contestaron firmes pero escuetos: “No están a la venta”.

Para acceder a un “trozo” de estos emblemáticos, la fórmula que se utiliza en todas las disciplinas es la venta de montas, es decir, del semen de un potro. Éstas en general fluctúan entre $ 500 mil y $ 5 millones y un caballo es capaz de preñar a más de 110 yeguas en un año. Con los cracks internacionales las cifras se triplican.

La otra alternativa es el arriendo por temporada: se paga entre $ 150 millones y $ 250 millones por tener durante cinco meses a potros reproductores. Tal como lo hizo anteriormente con “Scat Daddy”, este año Pedro Hurtado Vicuña, incorporó a “Lookin at Lucky”, caballo campeón de EE.UU. y avaluado en cerca de $10 mil millones. Estará en su campo hasta el 2014 y en total desembolsará poco más de $ 500 millones por tenerlo. “Pero se compensa porque puede vender su monta en $ 5 millones a otros criaderos, además de preñar a sus yeguas”, indican sus cercanos.

 

Los mecenas

Aunque hay varios empresarios que “se suben al caballo” y compiten ellos mismos, en general todos son deportistas amateurs. Muchos son conocidos como “mecenas”, pues invierten en buenos jugadores: contratan a jinetes, quienes se encargan de lucir sus mejores caballos. A ellos se les paga entre $4 y $10 millones al mes.

En el polo, los Luksic son famosos por ser buenos “patrones” y por invertir en caballos finos. De hecho, y aunque es en la Serie A donde están los mejores potros y yeguas, cercanos a Guillermo cuentan que en su equipo, Chan-Chan, de la Serie C, hay caballos que bordean los $10 millones. “Invierte en caballos finos o ¾ ingleses para mejorar su juego. Así su equipo tiene más opciones de ganar”, indica Juan Sánchez.

Por otro lado, Jean Paul, fundador del equipo El Paraíso Lo Pinto, de la Serie A, tiene contratados a los hermanos Martín y José Rafael Zegers, dos de los mejores jugadores de Chile. Maneja 26 caballos jugadores instalados en Lo Pinto, donde tiene sus pesebreras y 2 canchas. Asimismo, el año pasado comenzó a construir las instalaciones para un criadero cerca de Panguipulli. Ahí tiene 12 yeguas madres.

Con todo, varios comparan el mercado ecuestre con el del fútbol.  Lo explica Alfredo Moreno Jr.: “Los empresarios que están aquí ya hicieron sus negocios en otro lado. Aquí no sólo vienen a ganar plata. Como en el fútbol, vienen a invertir, y ojalá a triunfar”.

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