Por estos días, Jorge Yarur Bascuñán, accionista del Bci (4,24%) y cabeza del Museo de la Moda, está aliviado. Tiene razones para sentirse así. Después de dos años de investigaciones, la fiscalía decidió fijar la audiencia para formalizar a su primo Daniel Yarur -quien durante 11 años manejó su patrimonio-, por apropiación indebida de
US$ 42 millones, los mismos que Daniel, reclama, se le adeudan. En este periodo, el hijo único del fundador del Bci ha recibido cuatro demandas interpuestas por Daniel, el ex superintendente de Valores y Seguros, las cuales aún siguen pendientes.
Pero el tema no se agota aquí. La defensa de Jorge, liderada por Nurieldín, Juan Pablo y Luis Hermosilla, considera que en “esta batalla” no sólo hay delitos contemplados en el Código Penal, sino que además habría delitos tipificados en la Ley de Mercado de Valores. Para comprobarlo han recolectado antecedentes a través de acciones judiciales y civiles que les permitan obtener documentos estratégicos en bancos chilenos y en Estados Unidos. Porque es en ese país donde están ad portas de iniciar acciones legales.
“La idea es determinar dónde están los fondos y hacer valer las responsabilidades de aquellos que hayan intervenido en el ocultamiento de estos fondos. Es importante entender que tanto en Chile como en el extranjero estas personas estarían cometiendo el delito de lavado de dinero, que tiene penas superiores a los cinco años de cárcel”, explica Juan Pablo Hermosilla.
En esta entrevista, Jorge Yarur repasa su “nueva historia”, marcada por el quiebre con su primo Daniel. Y con gran parte de su familia. Relata que Luis Enrique Yarur, el presidente del Bci y “discípulo” de su padre, no le creyó su versión y que ha debido luchar solo para que se ventile su verdad. Ésa que comenzó en 2010 cuando despidió al ex súper de Valores y Seguros. Aquí, además, saca lecciones y cuenta sobre sus nuevos proyectos.
-Han pasado dos años desde que Daniel Yarur, su primo en segundo grado, interpuso una demanda en su contra acusándolo de adeudarle US$ 42 millones. ¿Cómo se siente hoy?
-Me siento bien. Aunque no fue fácil darme cuenta de la traición. Uno se pregunta por qué pasó todo esto. Yo fui formado en un ambiente donde no ocurrían estas cosas. Durante todo este tiempo han intentado desprestigiarme desde distintos lados. Y desconfiaron de mí por haber estado metido en drogas. Yo nunca he escondido eso. Porque siento que las personas pueden recuperarse. El anuncio de la formalización de Daniel les da credibilidad a mis cargos. Eso para mí es súperimportante.
-¿Qué ha significado para usted estar involucrado en un proceso judicial?
-Es como denigrante estar metido en una cosa de este tipo.
-¿Alguna vez pensó en dejar las cosas como estaban y olvidarse del tema?
-La cantidad de dinero era grande. Tampoco era como para no pelear y quedarse de brazos cruzados. Era un deber moral. Uno no puede aguantar este tipo de cosas. Por suerte yo tengo recursos para defenderme. No quiero pensar cómo lo hace la mayor parte de la gente.
-¿Sintió que por el hecho de que Daniel Yarur haya sido superintendente de Valores y Seguros la gente no iba a creer su versión?
-De todas maneras. Por lo que me ha tocado ver, estos hombres empresarios siempre se hacen favores. A lo mejor, lo hacen para su conveniencia. Estoy superchoqueado porque eso ocurre en Chile con frecuencia.
-¿Se sintió discriminado?
-Yo soy una persona que está involucrada en el mundo de la moda, pero no veo una pasarela detrás de las prendas. Lo que veo es historia, tradición, cultura. Hay mucho prejuicio respecto a esto. Y, en ese sentido, sí puedo haberme sentido discriminado.
-¿Cuál es su mea culpa respecto a todo lo que ha sucedido?
-Creo que fui un poco ingenuo. Y que también busqué reemplazar a mi papá en cosas simbólicas. Al igual que Daniel, él había sido superintendente y confié en que iba a tener los mismos valores que mi padre. En eso puedo haber pecado de infantil. Pero tampoco quise pedirle ayuda al otro lado de mi familia. -¿A su primo Luis Enrique, presidente del Bci?
-Nunca tuve una relación muy cercana con él.
-¿Se reunió alguna vez con él para pedirle ayuda para enfrentar este caso?
-Cuando me enteré de lo que estaba pasando fui a hablar en dos oportunidades con él. No para pedirle ayuda, sino que para informarle lo que estaba sucediendo. Pero no me creyó. Él tuvo una relación muy cercana con mi padre, pero incluso así no hizo nada. Mi papá hubiese parado esto en seco, porque tenía valores muy sólidos.
-¿Le dolió que no lo apoyara?
-Afecta. A lo mejor si me hubiera escuchado, las cosas serían distintas. Sobre todo porque cuando hablé con él, Daniel Yarur seguía siendo director del banco. Y yo le dije que me habían engañado. Le debieran haber pedido la renuncia altiro, porque afectaba al Bci. Pero eso no ocurrió. Mi padre fundó el banco, construyó un nombre y una posición buena y respetada. Él no hubiese aceptado por ningún motivo que se dañara nuestro apellido, nuestra familia. Mi papá estaría devastado con esta situación.
-¿Esperó que el presidente del banco reaccionara de otra manera?
-Claro que sí. Aunque nunca he recibido deferencia de su parte. Después de que murió, le pedí a Luis Enrique el escritorio de mi padre, que lo había diseñado él mismo. Era algo simbólico para mí. Y me dijo que no, porque era parte del inventario del banco. Yo quiero sacar todo lo que era de él de allí. Porque ése no es un lugar donde a mi papá le gustaría estar, ahora que ha pasado todo esto. Lo hago de manera instintiva, porque es lo que hubiese hecho él.
“No tengo estudios, pero sí instinto”
Jorge Yarur conoce sus limitaciones. Y no tiene vergüenza de ellas. Por eso, mientras narra lo que emocionalmente ha significado este caso para él, deja absolutamente en manos de sus abogados las acciones que emprenderán en los próximos días. De hecho, por medio de ellos se ha ido enterando de varios “detalles”. Como que seguía pagándole a Daniel la suscripción del diario y su teléfono celular. Incluso después de que lo demandara.
Mientras Hermosilla afirma que estamos frente a un caso sin precedente en Chile -“un fraude de esta envergadura contra una sola persona es inédito”-, Yarur recorre el Museo de la Moda y muestra varias prendas con orgullo. Cuando habla de su familia se emociona. Resiente el poco apoyo que ha recibido de algunos e insiste en que su meta es perpetuar en este espacio el nombre de su padre, el pilar de su vida, cuya ausencia lo hizo caer en “el peor de los abismos”.
-¿Cómo se percata de que algo andaba mal en la administración de sus fondos?
-Después que murió mi padre yo tuve un momento muy difícil. Comencé a consumir cocaína todos los días. Primero me tiraba para arriba, luego me deprimía y me sentía cada vez peor. Entonces la necesitaba de nuevo. En eso apareció Daniel. Al comienzo no me di cuenta de cómo operaba, porque yo estaba en otra. Cuando renunció descubrí que se pagaba casi $ 50 millones de sueldo al mes, que gastaba US$ 2 millones en el manejo de la oficina cada año. También me enteré de que Daniel había abierto una cuenta a mi nombre en el Banco de Chile, a través de la cual giraba y hacía parte de los movimientos. Eso no había forma de saberlo.
-Daniel Yarur lo demandó por US$ 42 millones. Esgrime que usted se comprometió a pagarle el 25% por el incremento de su patrimonio…
-No hay nada de eso. Yo nunca firmé ningún documento que respalde eso. Si no contamos el aumento accionario del Bci, mi patrimonio con su administración disminuyó. Recuerdo que en reuniones, él me decía que estaba gastando mucha plata en el museo. Y estábamos hablando de prendas que hoy son compradas en el mundo a precios altísimos. Recuerdo que al final le dije: “¿Cómo me puedes decir que yo estoy gastando demasiado? Tú estás gastando dos millones de dólares que se van en nada”. Nunca respondió nada. Pienso que él creía que yo era un idiota.
-¿Quién lo asesora hoy?
-Peter Raby está administrando el equipo. Continuamente me está mostrando las cosas que se están haciendo. Hay reuniones semanales, y yo participo en varias de ellas.
-Entiendo que es una persona bastante solitaria. ¿Se ha intensificado eso?
-Tengo una buena relación conmigo mismo. A veces lo que quiero es estar solo. Después de todo lo que ha ocurrido, creo que soy una persona bastante desconfiada.
-¿Desconfía de los planes empresariales de Daniel Yarur?
-Siento que Daniel tiene un problema: la necesidad de, de cualquier forma, ser una persona reconocida, una persona con poder. ¿Qué te puede llevar a hacer todo esto? Cualquier proyecto que haga Daniel lo está haciendo con plata mía.
-¿Alguna vez sospechó de él?
-Cuando esto se comenzó a descubrir, no me extrañó de él. Yo puedo no tener estudios, pero tengo instinto. Cuesta hacerle caso, porque puedes descubrir muchas cosas. Por mucho tiempo traté de hacerme el loco de lo que estaba sucediendo.
-¿Qué cosas anómalas vio?
-Pasaban cosas raras. No había rendiciones de cuentas. Nunca me hizo partícipe de nada. Comencé a sospechar el 2006, cuando no me enviaba los documentos que le pedía. Recuerdo que me mandaban papeles con los sueldos, pero nunca los de las transacciones importantes, depósitos, dividendos. Eso nunca llegó. Yo debiese haberlo exigido, pero no lo hice. Había manotazos por aquí y por allá. Llegaban cuentas descontroladamente. Y todo se pagaba.
-¿Cómo era su relación con él?
-Era una relación formal. Él trabajaba en una oficina que yo tenía en Isidora Goyenechea. Aún recuerdo cuando se fue. Tuve que pagarle una indemnización de $ 250 millones. Lo único que me extrañó fue que me dijo: “Sabes, págame sólo la mitad”.
“La gente te deja solo”
Jorge Yarur recién se enteró por estos días que su primo Daniel -según relatan sus abogados- llegó a pagarse $ 100 millones mensuales. Esto porque cobraba, además de su sueldo, comisiones por distintas operaciones. Según su defensa, el ex superintendente rindió cuentas judicialmente sin revelar que en 2009 cerró una seguidilla de operaciones que terminaron con US$ 42 millones en sus arcas. Jorge Yarur deja el caso en manos de su defensa, mientras él desarrolla alianzas con museos internacionales.
-¿Hoy se siente rehabilitado de su adicción a la cocaína?
-Sí, llevo 10 años. Hoy me siento maduro, antes era un niño. Como era hijo único, mi papá se hizo cargo de mí. A mi mamá y a mí, mi papá nos tenía como en una bola de cristal. Superprotegidos. Por eso, a mí todavía me cuesta defenderme. Nunca lo hice, no fui entrenado para eso. Me carga esa parte mía. Me encantaría ser peleador y defenderme bien. Por eso todo esto me ha afectado tanto.
-En este caso tuvo que declarar. ¿Cómo se sintió?
-Siento que en este caso me he defendido bien, pero ha sido incómodo. Tuve que contestar 250 preguntas en 4 horas. Yo no conocía este mundo. A mí no me gusta este tipo de enfrentamientos. Pero sólo dije lo que pasó. Hablé con la verdad. Por eso me sentí seguro, sólido. Tratan de que uno pise el palito, porque en Chile existe la concepción de que sólo si eres bueno para los negocios eres brillante. Yo creo que hay otro mundo también, que es el de los artistas e intelectuales, que es gente muy capaz. A mi me gusta el arte, las vidas de otra gente, los deportes.
-¿Alguna vez creyó que su primo Daniel le iba a pedir perdón?
-Nunca.
-¿Cómo describiría lo que han sido estos dos años?
-Han sido difíciles, sobre todo por la situación que se generó en torno a este caso. Amigos y familiares que te dejan solo. Pero había oído que cuando hay problemas la gente se aleja. La época de las vacas flacas. Así lo sentí yo con varios de mis cercanos, aunque trato de no tomarme las cosas a lo personal.
-¿Cómo proyecta el Museo de la Moda?
- Estamos replanteando la administración del museo, para generar más colaboraciones con otros museos y trabajar con auspiciadores. Estamos en conversaciones con el museo londinense Victoria & Albert porque la idea es hacer algunas cosas en conjunto. Vinieron unos curadores a conocer el museo y se interesaron mucho. Tenemos una importante colección de deporte, fútbol y prendas sobre las olimpíadas y la idea es hacer una sucursal del Museo de la Moda, centrada en el fútbol. Hemos estado en conversaciones con Tomás González para hacer proyectos con él en todo lo relacionado con las olimpiadas.
-¿Otros proyectos en carpeta?
-Tengo una fundación que ayuda a niños con VIH y varios proyectos inmobiliarios.
-¿Qué lecciones ha sacado en este tiempo?
-Que más vale no confiar. También he tomado el peso de quién era mi papá. No he visto esos valores en la familia. Entonces no había mentiras, las cosas siempre eran claras, la verdad era muy importante. En todo caso, esto me ha servido para darme cuenta que tenía que tomar las riendas de mi vida.