Hace más de 20 años, Beltrán Urenda Zegers se cambió al noveno piso en un céntrico edificio en Viña del Mar. Desde entonces, jamás volvió a tener plena vista al océano. Múltiples y sucesivas construcciones le han bloqueado el panorama. Antes no le importaba, porque pasaba poco tiempo en su departamento: su trabajo como senador y los directorios del holding naviero que controla su familia no le daban respiro. Hoy, con 92 años, lo echa de menos.
Abogado de profesión, Urenda es más reconocido por su carrera política y su actividad empresarial que por la práctica del derecho. Pero hace dos años, cuando se aprontaba a cumplir los 90 -y días después del terremoto-, un infarto lo dejó casi totalmente retirado del quehacer diario, como él reconoce. Por recomendación médica debe descansar casi todo el día y dedicar apenas dos horas diarias a actividades extraordinarias, como presidir el directorio del Grupo Empresas Navieras (GEN) -holding marítimo que controla a distintas firmas, entre ellas Agunsa- o reuniones sociales.
Su reclusión casera, sin embargo, no le impide saber lo que ocurre fuera de ella. Pasa gran parte del día leyendo y revisando informes empresariales. Fue así que tuvo que visar hace muy pocas semanas la gran operación que los Urenda llevaron a cabo: desembolsaron más de US$500 millones para comprar seis enormes buques a la coreana Hanjin Heavy Industries, la mayor inversión hecha por el grupo. Con esta transacción CCNI, filial del grupo naviero, aumentará su cobertura en la ruta Sudamérica-Asia, consolidándose como el tercer operador naval en Chile.
Desde la comodidad de su living, al cual se accede por un ascensor privado, el patriarca de GEN repasa distintas vetas de su historia político-empresarial. Habla del complejo escenario que han vivido las navieras, de la pelea por el puerto de Valparaíso (uno de los pocos en Chile donde no tienen concesiones), y se da el tiempo para abordar la actual carrera presidencial. Son las distintas aguas por las cuales se mueve Urenda.
Moviendo buques
Los últimos años han sido complicados para el rubro naviero y el patriarca del grupo lo sabe. Desde 2008, las mayores empresas del sector han enfrentado difíciles momentos por la caída en las exportaciones hacia Europa y Estados Unidos, pero como él reconoce: “Ya se está viendo la luz”. De hecho, GEN -matriz de CCNI, Agunsa, Mar Austral y otras 110 sociedades donde la familia Urenda es accionista mayoritario y Bethia (Liliana Solari) tiene un 15%- a septiembre arrojó ventas por US$ 1.111 millones, y una utilidad para los controladores de US$ 20 millones.
Esta incipiente reactivación motivó al directorio del holding, con él a la cabeza, a aprobar la inversión de US$ 515 millones para comprar seis buques de gran almacenaje. “El precio podríamos decir que era una oferta”, relata Urenda Zegers, quien asegura que antes de la crisis de 2008 los valores de estas naves bordeaban los US$ 120 millones cada una.
-Pese a su edad, usted sigue a la cabeza del grupo. ¿Cómo lo hace?
-Estoy a cargo de un solo directorio. Cuando decidí involucrarme en política, dije que me alejaría de los puestos directivos que tenía y así lo hice. Además, yo tenía cierta edad y después de los 80 hay que dejar espacio a las nuevas generaciones.
-Pero para transacciones como la compra de los buques coreanos, ¿le consultan antes su opinión?
-Obviamente piden mi opinión, pero quienes llevan adelante los negocios son buenos empresarios. Entre ellos está mi hijo José Manuel, quien sabe mucho. Mi otro hijo, Beltrán, debe ser quien más conoce de derecho marítimo en el país. Ellos me consultan, pero es la administración la que decide finalmente. Este negocio había que hacerlo. Era una gran oportunidad, y las condiciones estaban buenas, con créditos a 12 ó 15 años.
-¿Cómo evalúa el actual escenario del negocio marítimo?
-El negocio naviero es complejo y Chile debe preocuparse mucho de él porque tenemos una costa gigantesca. Una costa enorme, que espero que no se reduzca en La Haya (ríe). Hay mucha competencia y eso empuja a que se registren pérdidas, por lo cual lo que vale es una buena administración. Tienes el caso de una sociedad bien administrada, como la de los Von Appen en Ultramar: en parte por una buena gerencia, pero también porque está en manos de una sola familia. Por otro lado, tienes a la Sudamericana, que llegó a tener pérdidas por sobre US$ 300 millones. Si no estuviesen los Luksic no sé qué hubiese pasado.
Valparaíso de mi amor
Urenda Zegers se apasiona cuando habla de Valparaíso, el puerto desde donde zarpa la mayoría de sus naves. Ahí también se ubica la casa matriz del conglomerado. A través de los años, la capital regional ha sido foco permanente en la atención de Urenda. De hecho, en la década del ochenta jugó un rol clave para promover al puerto como sede del Congreso Nacional a través de su participación como presidente el Consejo Económico y Social (CES) en el gobierno militar.
Hoy, y luego de haber sido electo senador por la zona en dos oportunidades, la batalla por el puerto continúa. Empresas Navieras es una de las firmas que participan en la licitación de la zona N°2, que permitirá que se amplíe la capacidad de carga de Valparaíso. De resultar vencedores, lo cual se conocerá en los próximos meses y donde compiten con los Von Appen, no sólo sumarán este activo a su extensa red de puertos en Chile -que incluye instalaciones en Antofagasta, Arica, Iquique y Talcahuano-, sino que además deberán invertir unos US$ 350 millones en mejoras que incrementen el área de atraque.
-¿Qué cree que necesita el puerto de Valparaíso?
-Creo que hay que tener un acceso al puerto no sólo por el sur, sino también por el norte. No veo la razón de por qué no lo han hecho. Y también es crucial no quitarle espacio al puerto, que tanto ha costado ganar. No se puede entregar ese lugar para construir un mall. ¡Eso es un disparate! Hay miles de lugares para hacer un centro comercial.
(El grupo opera Valparaíso Terminal de Pasajeros, zona de embarque de cruceros, la cual será removida para dar paso al centro comercial).
-El plan de modernizar el puerto, proceso en el cual participa GEN, ¿es el adecuado?
-Históricamente Valparaíso ha sido el primer puerto chileno y ha sido un motor para casi todos los gobiernos de Chile, los que han intentado modernizarlo. Desde siempre todas las grandes corporaciones comerciales han tenido sus oficinas en esta ciudad. Ahora, en cambio, da pena ver cómo está el molo de abrigo (estructura que permite la actividad portuaria). Fue una de las obras de ingeniería más importantes del mundo y lamento que esté tan viejo y abandonado. He dado la pelea para que se complete el resto por el lado del Muelle Barón y así quede un puerto acorde con los desafíos futuros.
-¿Cómo ve la competencia entre Valparaíso y San Antonio? Hay planes de potenciar uno u el otro.
-Navieramente San Antonio ha crecido mucho y ambas ciudades están en términos semejantes. Pero el puerto que permitió el crecimiento de Chile fue Valparaíso. En San Antonio se han hecho inversiones, pero sólo en el puerto. En términos de vivienda, educación, etc., no se ha hecho nada. No quiero meterme en política, pero el centralismo jamás va a cambiar. El 40% de los electores vive en Santiago, por lo cual es lógico que los políticos busquen el beneficio de la capital y tomen decisiones desde allá. Si tuviera 15 años menos, daría la batalla por este puerto.
Política explosiva
Luego de participar en el Consejo Económico y Social en los 80, Urenda llegó a la conclusión que podía servir a su región. De manera independiente, pero con apoyo de la UDI, llegó al Senado y estuvo ahí por dos períodos. Tras la muerte de Jaime Guzmán, decidió inscribirse en ese partido, con el cual mantiene una relación de simpatía.
En el Senado cumplió un rol trascendente en la llamada “democracia de los acuerdos”. Cómo vicepresidente de la Cámara Alta, llevó las negociaciones junto a Gabriel Valdés, su presidente en aquella época, las que lograron dirigir la transición sin mayores sobresaltos desde el Congreso. Todas estas tratativas pretenden ser recopiladas por Urenda más adelante en un libro.
-¿Quién le propuso ser senador?
-Yo mismo. Hice esa reflexión porque más allá de la contingencia, creía que el de Pinochet había sido un buen gobierno y había necesidad de seguir abordando ciertas materias, sobre todo aquellas de índole económica. El gobierno militar abrió Chile al mundo comercialmente.
-Usted sufrió un atentado a los pocos días de haber asumido. ¿No pensó en volver a los negocios?
-Sufrí un atentado explosivo dos semanas después de que mataran a Jaime Guzmán. Fue el tercero, porque durante la campaña también hubo otros dos en mi casa del barrio Miraflores. A los pocos días, me llamó Enrique Silva Cimma (ministro de Relaciones Exteriores de la época). Se dieron cuenta en el gobierno que acababan de matar a un senador y un atentado contra el vicepresidente del Senado tendría resonancia mundial. Se decidió no decir nada.
-¿Sigue en contacto con la UDI?
-Salgo poco de acá. Fui electo en dos ocasiones senador y pensé en optar a un tercer período, pero llegué a la conclusión de que la vida no me iba a dar para llegar a los 90 años. Y aquí me tiene.
-¿Pero mantiene relación con el partido?
-Yo entré a la UDI luego del asesinato de Jaime, pero yo ya era de más edad que todos los dirigentes. Asistía a las comisiones políticas, pero jamás integré la mesa directiva porque ya tenía mis años.
Golborne, su candidato
Fanático de Everton, Urenda es además hincha del gobierno de Piñera. Cree que el ex senador, con quien compartió el hemiciclo en 1990 y 1998, ha hecho un buen trabajo, aunque le critica el centralismo en la toma de decisiones.
-¿Cómo evalúa al actual gobierno?
-El presidente debe ser una de las personas más inteligentes de Chile, pero éste es un gobierno de él, ésa es la verdad de las cosas. Un hombre tan preocupado, que trabaja todo el día y que tiene una responsabilidad enorme, pero tiene un gobierno no de la UDI o de RN, sino de él. Y dentro de sus falencias, que les pasa a todos los presidentes, una es el exceso de centralismo.
-¿Ya definió su candidato: ¿Allamand o Golborne?
-No quiero ser categórico en ese tema, pero me tinca más Golborne. Encuentro que Allamand efectivamente se ha dedicado más a la política y es muy competente. Lo conocí antes del 11 de septiembre de 1973, cuando él era un estudiante. Él declaró por televisión, la noche anterior al pronunciamiento, que el gobierno de la Unidad Popular no podía seguir porque destruiría al país. ¡Y era apenas un estudiante! Él ha demostrado condiciones y manejo, pero esas cualidades las ha ido perdiendo con el tiempo. De todos modos, creo que en esta carrera los dos deberán demostrar cuál es mejor.
-¿Y por qué le gusta Golborne?
-El ser o no político es una frase: deberían ser todos políticos. Usted ve en la izquierda que todos son políticos, porque ven en el Estado una fuente de trabajo. Ellos pueden vivir del gobierno y por eso se mueven más para mantener ese trabajo. En cambio, la gente de derecha no demuestra mayor participación. Ahora, yo creo que Golborne es un hombre talentoso y con mucha simpatía. Y el carisma es importante. Ahí usted ve a Bachelet. La candidata DC (Soledad Alvear) era la más idónea y preparada, sin embargo terminó siendo Bachelet la elegida por la gente. Pero la elección es en un año más y hay que ver qué demuestran ambos candidatos, aunque creo que finalmente el candidato será Golborne.
-¿Y cree que luego se medirá con Michelle Bachelet?
-Yo no quiero opinar sobre Bachelet, porque creo que es increíble que un país la haya elegido y más encima dependa de ella. Es curiosa la situación. No creo que ella sea lo mejor para Chile, de ninguna manera. No deja de llamar la atención que ella no haya hecho nada o dicho algo aún. Puede que tenga mucha habilidad, no lo sé. Pero el suyo fue un gobierno más bien discreto en materia de desarrollo y crecimiento.