Hace calor en Santiago. Son las cuatro de la tarde y mientras los huéspedes del hotel Hyatt disfrutan de la piscina, Rafael Mateo se pasea por los jardines del recinto de traje y corbata. El director general de Acciona Energía, uno de los conglomerados de infraestructura y energía más importantes del mundo, está en el país a propósito de la Cumbre Empresarial Celac-UE y no de vacaciones. El traje de baño quedará para otra ocasión, a pesar de que sea sábado.
Apenas toma asiento en una de las mesas de la terraza pide un café y un vaso con hielo. Mientras espera su orden, Mateo conversa sobre su último paso por Davos, el pueblo suizo donde se desarrolla anualmente el Foro Económico Mundial. Cuenta que asistió a charlas sobre Energías Renovables (ER) -su nueva área de expertise-, y cómo éstas contribuyen a las economías de aquellos países no productores de hidrocarburos, como Chile. Un país que conoce muy bien: por casi 30 años ocupó diversas gerencias en Endesa (incluida la gerencia general), hasta que emigró a su actual cargo, en 2010.
Llega el café espresso que pidió. Lo revuelve y lo vierte en el vaso con hielo. Entre cada sorbo explica que Chile -país del cual aún ostenta pasaporte tras haber llegado en 1982- está en la encrucijada de apostar de lleno por las energías renovables e independizarse energéticamente, tal como han soñado diversos gobiernos. Y para ello la hispana Acciona tiene en fase de avanzada dos proyectos eólicos, uno en Coquimbo y otro en Los Ríos, y un potencial de 1.000 MW en otras iniciativas, tanto solares como a base de viento. Es el regreso de Mateo al país. Ya no como el gran ejecutivo de Endesa y artífice del lanzamiento de HidroAysén. Ahora, es el Mateo promotor de las energías renovables.
-¿Cómo ve el futuro de la matriz energética en Chile?
-Hay un estudio de la Agencia Internacional de Energía que dice que la demanda energética en América Latina va a crecer hasta el año 2030 una vez y media más de lo que aumente la demanda en el mundo. Chile es uno de los casos emblemáticos: la demanda crecerá a ritmos de 5% a 6% por año. Por eso es necesario adicionar mucha capacidad y sumarla pronto. Está claro que hay grandes iniciativas interesantes, renovables y probablemente competitivas, pero que son de largo plazo. Y el problema que encuentran las economías latinoamericanas, y Chile en particular, es que necesitan energía de manera urgente.
-¿Por qué camino debiera apostar el país?
-Chile tiene que tomar una apuesta decidida y no sólo el regulador debe hacerlo, que ya está haciendo su tarea con la proclamación de la ley de energías renovables. Como país se debe tomar una decisión para modernizar la apuesta energética y que no sea sólo una cruzada del gobierno, que está haciendo lo que le toca, sino además de clientes y de empresas. Hay cierto temor a apostar profundamente en el ámbito de las energías renovables.
-Hace muchos años que se habla de potenciar las energías renovables, pero aún no se da ese gran salto. ¿Qué falta o qué trabas tiene le legislación chilena?
-Yo no diría que las trabas están en el sistema regulatorio. Creo que hay incentivos, pero hay que cambiarlos para que sea mayor el porcentaje de la matriz que provenga de las ER. Pienso que la principal traba con la que aquí se encuentran los inversionistas es la falta de contratos que aseguren la estabilidad de sus flujos. Acá no hay trabas ambientales, burocráticas o judiciales. Puede haberlas en otro tipo de proyectos más complejos o invasivos.
-En su estrategia energética, el gobierno esbozó la idea de subsidios para proyectos de energías renovables en bloque, o de un Estado que ayude a conseguir ciertos terrenos. ¿Son suficientes estas medidas?
-A mí la palabra subsidio no me gusta. Creo que en las economías competitivas no se debe subsidiar. Ahora bien, los legisladores deben hacer una planeación de cuál debe de ser la arquitectura energética que requieren y esa planificación debe atender a si quieren que sea sostenible y segura. No creo que haya que subsidiar, sino pagar a cada energía lo que realmente cuesta. No me gusta decir que en el mundo se está subsidiando a las ER, porque está más subsidiada la energía hídrica, que está cobrando un coste marginal que viene inducido por los conflictos en el mundo árabe. Entonces, hay que abrirle los ojos al regulador para que se dé cuenta de que cada energía esté en su justo precio y que, en ese sentido, está más subsidiada una energía hidráulica, que se vende al precio de la última unidad que entra al sistema -o sea, el precio de un ineficiente combustible fósil-, y a que se pague a la energía eólica lo que realmente cuesta.
-Si al 2035 la mayor fuente de energía del mundo será la eólica, ¿dónde estará Chile cuando para esa fecha se propone que sólo el 20% de su matriz provenga de las llamadas energías renovables?
-Para esa fecha Chile, sin duda, seguirá los estándares mundiales. Creo que hoy hay que hacer una apuesta decidida por instalar 1.000 ó 2.000 MW eólicos, 500 MW solares fotovoltaicos, etc., porque cuando alguien haga la cuenta, verá que es una buena apuesta de largo plazo.
-La idea de una carretera pública de transmisión eléctrica, ¿ayuda a modernizar el sistema?
-Las infraestructuras de transmisión tienen que ser planificadas. No hay que dejar esa tarea a los privados. Es como si el trazado de las carreteras o la ubicación de los peajes los decidieran los transportistas.
-Está la idea de unir el Sistema Interconectado Central (SIC) con el Sistema Interconectado del Norte Grande (SING). ¿Los beneficiaría para acelerar sus proyectos?
-Los proyectos renovables tienen una ventaja, que es su modularidad. Se generan de tres megavatios. Entonces, creo que una primera aproximación de las renovables en el sistema eléctrico chileno no requiere de grandísimas infraestructuras de transmisión. Creo que las interconexiones son una solución para llevar recursos abundantes y ociosos de donde los hay a otros lugares donde no los hay. Pero eso sólo si se asegura que ese transvase de recursos tiene como repercusión un menor precio de la energía para el consumidor final. Por ello hay que estudiarlo bien y no hacerlo por capricho.
HIDROAYSÉN VS. RENOVABLES
-Cuando usted dejó Chile no había mayor oposición a proyectos energéticos. ¿Cómo ve ese fenómeno hoy?
-No cabe duda que en la era de la comunicación global aparece una mayor sensibilidad contra cualquier inversión invasiva con el entorno. Los proyectos energéticos son todos invasivos, por lo tanto, la sensibilidad social en el mundo ante estos proyectos ha aumentado. En ese sentido, creo que en Chile se ha pasado de casi nada a mucha efervescencia, pero en Europa esto lleva ocurriendo hace unos 20 años. En el caso particular de Acciona, enfrentamos muy poco rechazo porque nuestros proyectos no están cerca de poblados, están en desiertos o en los campos y hasta pueden ser reversibles.
-HidroAysén está en la Patagonia, lejos de todo, pero genera gran rechazo a nivel nacional.
-Si les preguntas a los ciudadanos si quieren energía limpia o sucia, van a preferir la limpia y más aún si les explicas que es al mismo costo. Entonces, creo que las renovables son energías con un estatus diferente, que no genera rechazos. Y hay, además, un real problema de inmediata falta de energía y esto (las ER) da disponibilidad en el corto plazo. Ésta será la vía.
-¿Cómo observa lo que está ocurriendo con HidroAysén?, proyecto que se gestó cuando usted era gerente general de Endesa (empresa dueña junto a Colbún del proyecto).
-Prefiero no hablar mucho del proyecto por razones obvias. Ahora, creo que es una buena iniciativa. Pero leía un informe de la Comisión Nacional de Energía (CNE) la semana pasada, donde aparecía que las primeras unidades de HidroAysén entrarán en servicio recién entre el 2023 y el 2027. Entonces, creo que las soluciones energéticas que vienen a resolver los problemas de ahora de Chile no son las que entran en el 2025. Hay soluciones energéticas macro y de largo plazo, como ésta, pero la economía chilena necesita respuestas en el corto plazo, como las energías renovables. Hay que enfocarse en este tipo de soluciones, seguras y rápidas, y no distraernos en otro tipo de discusiones.