Jorge Desormeaux dejó hace más de tres años el Consejo del Banco Central (BC). Después de diez años allí, asegura que hay cosas que aún echa de menos de su trabajo en el edificio de Agustinas. Entre ellas, el ambiente “tremendamente estimulante” que caracteriza a esa institución. Pero si hay algo que le gusta de su nueva vida como consultor y director de empresas es la libertad que tiene para opinar. Por eso, aunque es prudente en sus palabras, no trepida al momento de plantear sus diferencias con el último Informe de Política Monetaria (IPoM), presentado esta semana por el Instituto Emisor.
-Después de la publicación del IPoM, algunos aseguraron que el BC atenuó las proyecciones de crecimiento para no tener que tomar medidas contra el sobrecalentamiento. ¿Comparte la idea?
-El BC predijo permanentemente que la economía chilena se desaceleraría, pero la verdad es que cada vez que volvían a rehacer el IPoM se había acelerado un poco más. A fines del cuarto trimestre de 2012 esa aceleración llegó a un nivel que no habíamos visto. La demanda interna creció un 8,2% en 12 meses. Eso prendió todas las luces.
-¿Hay un sobrecalentamiento de la economía chilena?
-Aquí hay poca gente que ha dicho que no hay riesgo, esa gente por lo general ha planteado que la velocidad crucero de la economía chilena es un poco más rápida de lo que nosotros estamos pensando. Pero la demanda interna no está creciendo al 5,5%, sino que en el cuarto trimestre llegó prácticamente al 10% y eso no es sostenible.
-Algunos creen que había una brecha entre el escenario real y lo que presentaba el Central. ¿Esa brecha se cerró o se acortó con el último IPoM?
-La corrección al alza en las proyecciones de crecimiento del PIB, de la demanda interna y de las cuentas externas en general son de consenso. Así que el BC lo ha sincerado. También ha corregido hacia arriba las proyecciones de crecimiento de la economía mundial, cosa en la que estaba rezagado. He planteado que los riesgos para la actividad y para la inflación están sesgados al alza y ellos sólo ven ese sesgo para la actividad. Ellos mencionan que el principal riesgo para la economía chilena es que la demanda interna siga creciendo con la misma fuerza y que esto genere una aceleración de la inflación y un incremento del déficit de cuenta corriente. El Central no quiere tocar algunas fibras sensibles, como hablar de que hay un sesgo al alza en materia de inflación y de la posibilidad de alzas en la tasa de interés.
-¿Por qué?
-También están preocupados del tipo de cambio. En opinión de ellos, éste todavía está en niveles compatibles con los fundamentales de la economía chilena de mediano plazo. En otras palabras, no está desalineado, pero está muy cerca de eso. Si se escapa de ese rango inferior, el BC sabe que tiene un compromiso con el país de enmendar eso e intervenir.
-Hay algo que no calza: crecimiento alto, pleno empleo, inflación baja. ¿Cómo se puede explicar?
-Claro que no calza. Hay un puzle con la inflación. Hay muchas razones para explicarlo, pero da la sensación de que no alcanzan. Sabemos que los precios de los combustibles y de los alimentos, especialmente de los perecibles, son menores que hace un año. También que el tipo de cambio se ha apreciado cerca de un 6%. Pero aún sumando esto cuesta explicar por qué tenemos una inflación en torno al 1% en una economía tan sobreestimulada.
-¿Cómo se justifica esto?
-Una hipótesis que han lanzado otros es que probablemente estemos midiendo mal la inflación. Hay gente que cree que podría haber ciertos problemas con la metodología de cálculo del IPC del INE. Efectivamente hay una realidad: los precios del vestuario han caído cuatro años consecutivos y eso no se ve en otras latitudes.
-Vittorio Corbo dijo que si la economía sigue así va a ser necesario llamar a los bomberos. ¿Lo comparte?
-Él tiene una manera un poquito más folclórica de ponerlo. Yo creo que lo que la economía tiene que asegurar es un aterrizaje más suave.
-¿Pero usted prevé un aterrizaje suave, o uno forzoso?
-Coincido con el diagnóstico que han dado otros, por ejemplo, Rodrigo Valdés, de que la situación hoy día no es crítica. Estamos a tiempo, pero hay que tomar medidas y no en un plazo muy largo.
-¿Qué tipo de medidas?
-Hay que considerarlas todas. El BC, cuando habla del déficit de cuenta corriente, dice que es una tarea no sólo de política monetaria.
-Ajustar la política fiscal suena más difícil en este contexto político.
-Sí, y por cierto no la maneja el BC. Pero el mensaje que dan es claro: “no nos pidan que hagamos todo el esfuerzo para aterrizar este avión suavemente”. Estamos ante un gobierno que enfrenta un año electoral. La posibilidad de que la racionalidad económica esté por encima de la racionalidad política es difícil. Por eso se habla de usar políticas macroprudenciales, que son las que generalmente se utilizan cuando las otras no están disponibles. Las macroprudenciales pueden ser más finas en el sentido de que van directamente al sector que tiene un problema. Por ejemplo, se puede atacar al sector inmobiliario y no contaminar al resto de la economía.
-¿Se necesita un aumento en la Tasa de Política Monetaria y también la intervención cambiaria?
-Se necesita un aumento en la Tasa de Política Monetaria de por lo menos unos 75 puntos base de aquí a final de año, partiendo probablemente a comienzos del segundo semestre. Respecto de la intervención, no estoy claro: dependerá de las circunstancias.
-¿El IPoM abre espacio para eso?
-El IPoM plantea que respecto de la inflación los riesgos están equilibrados. Y sostiene que la trayectoria que ellos ven en la tasa de política es muy similar a la de las encuestas que hablan de un alza recién en un año de 25 a 50 puntos base. Me parece insuficiente. Ellos están planteando un ajuste muy tardío en la Tasa de Política y puede ser demasiado tarde.