"A mis 60 años ya no cambio mis afectos como otros que lo hacen rápidamente. Miro con gran afecto a Michelle Bachelet. Espero que le vaya lo mejor que pueda. Pero yo no estoy en el circuito de la campaña"
Hace doce años, Jorge Rosenblut se instaló en Miami. Allá participó en un importante negocio inmobiliario, del cual se retiró tres años atrás, en plena crisis subprime. “Navegué y navegué, pero no tuve la paciencia necesaria para resistir el embate”, recuerda, mientras dice que ahora es sólo un “observador” de la economía de esa ciudad que hoy se recupera a paso firme.
Pero Rosenblut es más que un simple espectador. Desde Estados Unidos preside el directorio de Endesa Chile, compañía que controla las operaciones de la firma española en cinco países de Latinoamérica. Dedicado a tiempo completo a su rol como ejecutivo de la multinacional eléctrica, uno de los puntales del think tank Expansiva afirma que su paso por el mundo político quedó atrás. Y que a diferencia del 2006 cuando participó en la primera campaña presidencial de Michelle Bachelet como recaudador de fondos, sus planes para este año están muy lejos de eso. Asegura, además, que no estaría disponible para asumir un cargo público si la ex mandataria es elegida nuevamente.
El lunes pasado aterrizó en Santiago para presidir la junta de accionistas de Endesa Chile. Desde ahí levantó la mirada y se animó a hablar sobre el país y la región. Está optimista y se declara un admirador de lo que están haciendo principalmente las naciones que componen la Alianza del Pacífico -México, Colombia, Perú y Chile-. “Es un bloque inédito de cuatro países que compiten y se apoyan, que se dan cuenta de que juntos son más y tienen la misma visión de desarrollo económico, de apertura sin apellido al comercio internacional. Además tiene la maravilla de estar en el lado correcto de América Latina, porque miramos a un Asia Pacífico vibrante. Hay algo que se está gestando que hay que mirar”, adelanta. Sin embargo, advierte que la inversión extranjera en Chile corre peligro si sólo se escucha a la calle.
-Pero ese optimismo contrasta con el freno en Chile de los grandes proyectos empresariales.
-Sí, hay un sentimiento de soledad.
-¿En qué sentido?
-En décadas pasadas veía una cierta vocación por entender el ciclo entre inversión, crecimiento y la mejora de la equidad, la educación y la salud. Al final, el verdadero motor era que había inversión y crecimiento. Hoy uno lee la prensa y no se ve a nadie defendiendo la idea de que para que Chile llegue al desarrollo en 2024, con 32 mil dólares per cápita, se requiere una tonelada de inversión y no sólo en energía e infraestructura. Eso va a tensionar la economía y va a haber que gobernarlo. Esa misión no le corresponde a la empresa. No veo quién está hoy defendiendo o promoviendo al empresariado.
-¿Eso no es culpa de los propios empresarios? Roberto Méndez planteó que en el país se había producido una crisis de confianza.
-A nosotros nos dan las reglas del juego y los proyectos se desarrollan, pero algo está pasando. Siento que no existe la misma promoción por el gran desarrollo empresarial que había antes.
-¿Y por qué los gremios empresariales no sacan la voz?
-No me corresponde dar opiniones de nuestros gremios. Lo único que voy a decir es que observo un poco de silencio cuando miro a las grandes empresas mineras, a las grandes empresas madereras, a las grandes empresas del mundo financiero. Antes se hablaba y se oía fuerte que el crecimiento y la inversión iban juntos.
-¿Por qué cree que ahora guardan silencio?
-Escuché en una conferencia en Estados Unidos al ministro Felipe Larraín que hablaba de la trampa del ingreso medio. Parece que a la gente le da un poco de lata pagar el precio para llegar a los US$ 32 mil de ingreso per cápita y convertirnos en un país desarrollado. ¿Quiénes son los grandes líderes que efectivamente van a tensionar Chile en los próximos diez años para meterle la suficiente inversión?
-¿Quizás casos como el de La Polar marcaron con demasiada fuerza al Chile de hoy?
-El tema de La Polar es un accidente estadístico, pero Chile en general tiene gobiernos corporativos estupendos. Si se produce un problema se corrige, las compañías soportan la correcta regulación que pone la Superintendencia de Valores y Seguros. Aquí hay grandes grupos de “multilatina”, como Copec, Falabella, Ripley y Cencosud que tienen reputación internacional. ¿Cuándo se había visto que en cinco días una compañía chilena levantara US$ 2.600 millones a través de un banco de inversión para cerrar una compra en Colombia?
-Me refiero a la sensación de la calle frente al empresariado.
-Es cierto que la opinión de la gente no es muy buena con respecto al sector empresarial, pero como no lo es prácticamente de ningún sector organizado. Por eso puede ser que hoy no sea tan bueno políticamente abanderarse por el crecimiento. Dejemos que el crecimiento ocurra no más. Yo creo que esa actitud es mala. Es riesgoso para el crecimiento escuchar sólo a la calle. Los empresarios no podemos mandar noventa mil niños a la calle, pero tomamos decisiones de inversión que significan millones de puestos de trabajo. Esas decisiones se pueden empezar a desviar, como ya está ocurriendo, a Colombia, Perú y, ahora, a México. El dinero de repente se mueve. Entonces, cuidado.
-¿Realmente cree que exista el riesgo de que la inversión se mueva a otros países?
-Hoy miramos a todas partes y claro que se puede desviar la inversión. Va a llegar un momento en que pueda haber menos inversión acá. Todos los países están promoviéndose, entonces muchos se podrán preguntar para qué voy a invertir a Chile en las condiciones actuales.
-Claro, pero Chile sigue siendo atractivo...
-Conversémoslo en dos años. No estoy tan seguro.
-¿Por qué?
-Porque de repente cuando tratas de emprender te sientes un poco solo.
Política: ¿Un paso atrás?
- Usted era un vínculo entre la Concertación y los empresarios. ¿No ve que en un eventual gobierno de Bachelet pueda haber más dificultad en esa relación?
-En la medida que respetemos la institucionalidad en este país no veo problema alguno: ella probó ser una institucionalista. Ya señaló que lo que haya que cambiar, se cambiará en el Congreso. Entonces usemos el mecanismo institucional para modernizar ciertas cosas.
-¿Bachelet no le ha pedido ayuda?
-A mis 60 años ya no cambio mis afectos como otros que lo hacen rápidamente. La miro con gran afecto. Espero que le vaya lo mejor que pueda. Pero no estoy en el circuito de la campaña.
-¿Estaría dispuesto a asumir un cargo público?
-Vivo en Estados Unidos hace diez años. Hice mi vida allá.
“El agua es el petróleo de Chile”
Hace una semana Rosenblut se enfrascó en una disputa con el ministro de Economía Pablo Longueira. Afirmó en la Memoria 2012 de la eléctrica, que era impropio que el Comité de Ministros no se hubiera reunido a revisar el caso HidroAysén en 20 meses. Longueria no tardó en responderle: “A nosotros no nos pauteará ninguna empresa”.
-¿Por qué cree que el Comité de Ministros no se ha reunido?
- Sería una especulación decir el porqué. Lo que no es una especulación es que han transcurrido veinte meses.
-El ministro Longueira le contestó que los empresarios no pauteaban al gobierno…
-Comprendo las palabras del ministro en el quehacer que a él le corresponde. Lo que dije no es un pauteo mío, sino lo que está contemplado en la normativa. Soy un simple vocero de ello. Aunque sé que estos temas son complejos, no me canso de mostrar que el “petróleo” de Chile es el agua.
-Todos sabemos que Chile tiene ese recurso...
-El tema es que en este momento cerca de 16 mil megavatios de energía hidráulica disponible son desarrollables económicamente. Si los transformáramos en energía -entendiendo que es el “petróleo” de Chile, limpio, renovable, abundante y local- ahorraríamos cerca de US$ 7.600 millones al año en el equivalente al gas natural licuado. Eso es lo que perdemos al no ocuparlo. Lo botamos al mar. Es como tener un pozo de gas natural encendido quemándose a la intemperie y quemando USD$7.600 millones al año en combustible. El país debe discutir esto. Hay que asumir que Chile no tiene gas, no tiene petróleo pero sí tiene agua y la tiene en esas cantidades.
-Pareciera que así y todo HidroAysén sigue siendo tan impopular que el gobierno no está dispuestos a...
-Han manipulado a la opinión pública con mentiras. Un solo ejemplo: dicen que este proyecto inunda la Patagonia y la dimensión de la Patagonia chilena equivale aproximadamente al terreno que hay entre Quillota y Puerto Montt. El proyecto HidroAysén en su totalidad sólo equivale al lago Rapel.
-¿Comparte el juicio de los Matte (sus socios en HidroAysén) de que no hay una política energética clara?
-A veces los accionistas tienen visiones distintas, pero efectivamente en lo que concordamos es en las demoras.
-Varios empresarios han planteado que una de las principales deudas de este gobierno es el sector energético. ¿Comparte ese juicio?
-HidroAysén penetró muy profundo en la opinión pública. Como empresario no puedo culpar a un gobierno u otro.
-¿Cuál es su opinión frente al reciente rechazo del panel de expertos a la propuesta del gobierno de interconexión del SIC y el SING?
-Debo entender que algo vio el panel. Dicen que la propuesta del gobierno no era el camino. Si nos preguntan del Congreso vamos a apoyar para que tenga una tramitación de fast track para que la interconexión se produzca. Eso va a permitir que proyectos del sur abastezcan a la minería. ¡Por Dios que así sea! La minería tiene el 54% de las importaciones, uno de cada cinco dólares del total del presupuesto fiscal de Chile viene de la minería.
-¿El que haya habido cinco ministros de Energía durante la administración Piñera ha perjudicado la institucionalidad y el desarrollo de proyectos?
-No es una situación feliz, no es buena y creo que el presidente, primero que todos, lo ha sentido. Ha sido una materia de dolor, incomodidad, porque la vocación del presidente por la materia energética es total. Su conocimiento previo e histórico en este tema es probablemente de los más profundos que hay hoy en el país.
-¿Cuál es el énfasis energético que debiera tener un futuro gobierno?
-Hay una herencia que todavía está poco explotada: la Comisión Asesora para el Desarrollo Eléctrico que dirigió Juan Antonio Guzmán. No he conocido en materia de energía un vehículo de discusión donde hayan participado personas con visiones tan distintas, y que al final hayan llegado a una conclusión. El informe del CADE habría que entregárselo a quien gobierne. Ahí hay una joya. Pocas veces ha estado más claro lo que hay que hacer. Ojalá que lo tomen.