Por Eric Parrado Mayo 23, 2013

"En las normas comerciales, la tradición es que si usted es un país pobre tiene más flexibilidad. Desde el punto de vista de Estados Unidos, China es un país semirico. Y ése es un problema enorme, porque China dice: ‘Yo soy un país semi pobre’. Es un tema geopolítico"

"En los próximos años, el 90% del aumento en la demanda a la economía europea provendrá de fuera del continente. Hay que mirar lo que está ocurriendo en Italia y España. Ambos han crecido en el último año y 90% de eso es demanda externa y hay que ver cuán rápido su balanza comercial se ha ajustado"

Es socialista desde 1969 y también un firme defensor de una mayor apertura de los mercados internacionales. En el francés Pascal Lamy (66), director de la Organización Mundial del Comercio (OMC) desde 2005, la aparente dualidad convive naturalmente. Su bien ganada fama de hombre duro durante los ochenta, cuando era conocido como la Bestia de Berlaymont, el Gendarme y el Exocet por la severidad con la que ordenó la labor de los servidores civiles dentro de las oficinas de la Unión Europea en Bruselas, mientras se desempeñó como jefe de gabinete del presidente de la Comisión Europea, contrasta  con la abierta, cándida y cordial actitud que hoy muestra al conversar sobre actualidad y economía mundial en un bar de Davos, Suiza.

La última reunión anual del Foro Económico Mundial, en Davos, ha sido parte de los descuentos en su mandato en la OMC. En mayo se eligió a quien será su sucesor desde el 1º de septiembre: Roberto Azevêdo, un político y diplomático brasilero cuya designación ha sido interpretada como un símbolo de la mayor relevancia de las potencias emergentes en el escenario mundial. Quedará quizás como su tema pendiente el no haber sido testigo de avances sustantivos en las negociaciones de la Ronda de Doha, que buscaron establecer normas para liberalizar el comercio global. Es realista al analizar este escenario. En una reciente entrevista al semanario The Economist dijo que estos esfuerzos “no están muertos, pero sí están bloqueados”. Aquí conversa sobre las razones de esta situación y las posibilidades de que este nudo se desate.

-Dada la crisis en torno a las negociaciones de la Ronda de Doha, ¿cuál es el rol que ha tenido y el que debiera tener la OMC para sacar adelante un paquete de medidas que, aunque limitado, logre dar una señal de que sigue siendo el principal foro en materias de comercio internacional?

-En el frente de la negociación no terminamos, lo que es lamentable, pero hemos mantenido la llama viva. Se transformará en algo diferente que dará resultados, como en el acuerdo multilateral sobre facilitación aduanera, que fue el principal resultado de la ronda de este año. Pero la función legislativa de la OMC es sólo el 15% de este trabajo. La mayor parte de lo que hacemos tiene que ver con la administración, monitoreo y la aplicación del reglamento, incluidas las disputas. Y luego está la última parte, donde la OMC destina mucha energía y recursos, que es el fomento de la capacidad comercial, que es lo que llamamos asistencia comercial y técnica. El problema que suelen tener los medios es que ven la punta del iceberg de la OMC, que es el foro de negociación, y no ven la enorme parte sumergida que es para asegurarse de que no se incumplan las obligaciones.

-Pero concretamente, ¿por qué fracasó la negociación?

-Por la metodología que usamos. Fue un solo proyecto con 20 temas y 159 miembros a la vez, era demasiado. Funcionó en el pasado, pero al triplicar el número de temas y con actores efectivos, que también se han triplicado en el último año, se ha transformado en una situación demasiado compleja.

-Entonces, ¿cuál es la alternativa?

-La alternativa es lo que estamos tratando de hacer ahora, que es avanzar sector por sector, tema por tema. Quiero decir que la teoría de juegos dice que un solo proyecto con 20 temas y 159 países no va a funcionar.

-La teoría de juegos es difícil con dos jugadores, me imagino la complicación con tantos jugadores y tantos temas.

-Además, la nueva distribución geopolítica de derechos y responsabilidades en este planeta es muy difícil de ajustar. La clásica situación de la OMC era que los países ricos abrían el comercio entre ellos, sobre la base de la reciprocidad, y los países pobres se beneficiaban de eso. El problema con eso ahora es que no tenemos un mundo con países ricos a un lado y pobres al otro. Tenemos países ricos, países pobres, países semirricos y semipobres, y si uno cree que China es un país semirrico o semipobre hace una enorme diferencia. En las normas comerciales la tradición es que si usted es un país pobre, usted tiene más flexibilidad, pero, desde el punto de vista de Estados Unidos, China es un país semirrico. Y ése es un problema enorme porque China dice: “Yo soy un país semipobre”, entonces es un tema de geopolítica.

-¿Usted ve que el equilibrio de poder está cambiando a favor de las economías de mercados emergentes?

-Esto ocurrió en la OMC hace mucho tiempo. No es como en el Consejo de Seguridad. China se unió a la OMC en 2001, después de 15 años de negociaciones, entonces la noción de que venían y que todo este equilibrio estaba terminando estaba ahí desde hace mucho tiempo. Pero las reglas del juego no se han ajustado a esta nueva realidad.

-¿Y cuál es la posición de la OMC en esto? ¿Actúa como facilitador o mediador?

-Si es bueno políticamente atacar a China en EE.UU. y es bueno atacar a EE.UU. en China, es muy difícil para mí negociar un acuerdo entre EE.UU. y China. Una tercera razón por la que tuvimos problemas es porque se redujo en todo el mundo la legitimidad de las autoridades frente a sus respectivos parlamentos. Y se necesita energía política para concluir este tipo de negociaciones.

-Y eso se relaciona al proteccionismo, especialmente cuando hay una crisis global, porque se trata de defender la propia industria.

-Es cierto y desde la crisis nos hemos movilizado mucho en el frente defensivo y menos en el ofensivo. Y hemos tenido que seguir resistiendo estas presiones proteccionistas, hasta ahora con razonable éxito.

-¿Cuál sería su mensaje a países que son realmente abiertos comercialmente, como Chile?

-Les está yendo mejor que a los otros, lo que es un buen argumento para seguir como van.

-Pero en vista de que somos un país pequeño no tenemos tanto poder para cambiar las cosas.

-Es verdad y les iría mejor si los grandes elefantes o potencias fueran más abiertos comercialmente. Al hacerlo, ya sea unilateralmente o a través de una serie de acuerdos bilaterales, siempre habrá distintas velocidades de apertura comercial, la cuestión es si estas distintas velocidades están dentro o fuera de la OMC. Mi opinión es que el sistema de la OMC ofrece múltiples posibilidades para esta convergencia de variables.

-Pero a veces…

-Pero a veces ocurre fuera de la OMC. Acuerdos bilaterales o unilaterales. A países como Chile, Costa Rica, Singapur o Suecia, en promedio les ha ido mejor que al resto. Esto demuestra que funciona. Les iría mejor aún si EE.UU., Japón, China, Indonesia e India se abrieran más, que es la razón por la que estos países tienen una mayor participación en la OMC que otros.

-¿Y qué pueden hacer estos países para impulsar su agenda?

-No mucho porque son pequeños y lograr que EE.UU. y China se muevan es… No hay un electorado mundial que pueda obligarlos. Si los países no pueden hacerlo, yo no puedo hacerlo. Es una cuestión de fuerza, de coalición. Después de todo, en el mundo actual China más EE.UU. ni siquiera representan el 30% de la economía mundial, pero tienen un posicionamiento geopolítico con mayor poder que su peso económico. Creo que es muy importante. Y lo mismo podría decirse de países pobres, menos desarrollados, su posición en un acuerdo bilateral es extremadamente poco favorable porque tienen mercados pequeños, entonces lo que pueden ofrecer no es mucho y también tendrían que pagar un precio muy alto por un pedazo pequeño del mercado grande. Si la idea es tratar de lograr que EE.UU. y China lleguen a un acuerdo, la coalición pro OMC tendría que incluir a África, un gran número de países latinoamericanos y asiáticos, y algunos países europeos, como Suiza y Noruega. Si yo fuera un consultor, eso es lo que intentaría.

ECONOMÍA GLOBAL

-¿Cuál es su opinión acerca del futuro de Europa?

-Creo que a Europa le espera un periodo de bajo crecimiento. Diría que el horizonte del regreso de la economía mundial a una senda normal se dará dentro de dos años. Y para Europa pondría cinco años como horizonte de tiempo. Europa se demorará más por la simple razón de que tiene que ajustar su nivel de deuda, que es alto, y las condiciones de un ajuste de esa magnitud en Europa son dolorosas y ellos no quieren reducir sus sistemas sociales.

-Y necesitan aplicar políticas en el corto plazo, porque esto también es duro para sus economías… 

-Claro que lo es. Se trata, como siempre, de encontrar la combinación justa entre abordar los problemas de finanzas públicas y, obviamente, el nivel de deuda que en muchos países fue y todavía es insostenible, al tiempo que se hace crecer el potencial de su economía, lo que está relacionado con una reforma estructural. Pero Europa es un lugar en el que una reforma estructural es dolorosa si uno no quiere achicarse. Tienen un sistema social sofisticado y costoso. Europa es el lugar donde se gasta el 50% de los beneficios sociales del planeta, a pesar de tener un porcentaje de la población mundial mucho menor. Entonces la particularidad de Europa es, comparada con otras economías, el tamaño y la sofisticación de su sistema social. Y si quieren, que yo creo que es así, preservar la particularidad tendrían que aumentar de manera sustancial la eficiencia de su economía, lo que significa realizar una reforma estructural.

-Y en ese contexto de debilidad global, ¿en qué sentido el comercio juega un rol importante?

-En los próximos años, el 90% del aumento en la demanda a la economía europea provendrá de fuera del continente. Hay que mirar lo que está ocurriendo ahora en Italia y España. Ambos han crecido en el último año y 90% de eso es demanda externa, y hay que ver cuán rápido su balanza comercial se ha ajustado. No estoy diciendo que hacerlo fue el principal objetivo, tuvieron que reformar sus economías, reducir el consumo doméstico por una serie de razones, y como resultado de eso el superávit externo se ha disparado.

-¿Esa demanda viene principalmente de mercados emergentes y China?

-Economías emergentes. Economías en desarrollo, incluida África, y la mayor parte es, por supuesto, de China.

-Y ése es el problema para Europa y también para Latinoamérica, dependemos demasiado de China. Así que crucemos los dedos para que China esté saludable y siga creciendo.

-Ya sé que China es el opio de la economía latinoamericana.

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