"La demanda de cobre en el siglo XX provenía en un 60% de los países desarrollados: Europa, Estados Unidos y Japón. Hoy, el 60% viene de los países asiáticos, que están en vías de desarrollo".
Hay una escena que Patricio Meller tiene grabada en su memoria de su paso por Codelco. Cada vez que entraba a la sala de directorio, veía un gráfico que no variaba reunión tras reunión y que mostraba que el precio del cobre no superaba los 70 centavos de dólar por libra. Eso fue entre 2000 y 2003. Hoy, con el metal en torno a los US$ 3,00, el panorama es distinto. Meller lo desmenuza en su libro La viga maestra y el sueldo de Chile, el cual fue financiado por Antofagasta Minerals y que lanzará el próximo 10 de junio. En él, el ingeniero civil de la Universidad de Chile e investigador senior de Cieplan subraya la importancia que ha tenido el cobre para el desarrollo del país, pero además se pregunta si eso seguirá siendo así.
-En su libro plantea que el cobre ha sido fundamental para Chile. ¿Cambiará eso hacia adelante?
-El cobre ha ayudado a cambiar Chile. El país es hoy radicalmente distinto a lo que era en 1990. Entonces exportábamos menos de US$ 4.000 millones en cobre, y ahora cerca de US$ 44.000 millones, lo que implica que hemos incrementando once veces la magnitud de los envíos y eso no es trivial. Eso ocurrió porque la producción se multiplicó por 3,5 y el precio por 3,5. Hoy eso no es factible. Lo que pasó es irrepetible y eso nos hace pensar que el cobre va a seguir jugando un rol, pero no el mismo que tenía hasta hoy. Las exportaciones de cobre van a continuar en ese nivel, pero si este país quiere superar los US$ 20.000 per cápita va a tener que buscar algo más.
-¿Cómo lo hacemos?
-Lo primero es introducir cierta discusión que no está presente en el país y que tiene que ver con una pregunta elemental: qué haría este país si el precio del cobre baja o qué puede hacer Chile, además de cobre. La respuesta a esa pregunta implica cambiar el formato de cómo estamos pensando.
-¿En qué sentido?
-En Chile no tenemos un horizonte de largo plazo. No tenemos una mirada de hacia dónde vamos. Ésa es la gran diferencia entre los países desarrollados y los países en desarrollo. Queremos llegar a ser un país más próspero, lo cual es natural. Hace cien años que queremos serlo. Pero eso no se limita a alcanzar una cifra mágica de US$ 25.000 per cápita, sino que es una cuestión de madurez de país, de ver más allá de la contingencia.
-¿A Chile ya no le basta con el cobre?
-Ya no. Y no es que el cobre vaya a desaparecer. Vamos a seguir siendo los principales exportadores por mucho tiempo. Pero no sigamos esperando del cobre lo que el cobre ya nos ha dado hasta ahora. No confiemos sólo en él.
-¿Cuál es la solución?
-La respuesta son los clusters, lo que consiste en vincular la empresa con el resto de las actividades productivas de la región. El Programa de Proveedores de Clase Mundial funciona con esa lógica: detecta un problema y externaliza la solución a los proveedores. Para ser competitivos en un mundo global tenemos que generar innovación tecnológica. Esto como estrategia tiene una serie de cuestiones atractivas. No se trata de inventar el súper Google, sino pequeñas innovaciones que ayudan a aumentar la productividad y a bajar los costos.
-Ud. sostiene que los últimos 20 años van a ser irrepetibles. ¿Prevé que el precio del cobre va a caer?
-No creo. Y no comparto la hipótesis del “superciclo” que han planteado algunos, que lo que tiene detrás es pensar que el siglo XXI repetirá lo que sucedió en el siglo XX. Eso es no entender lo que ha pasado. Han ocurrido tres fenómenos distintos. Primero, estamos ante la tercera revolución tecnológica, que tiene que ver con el rol central que están adquiriendo las tecnologías de la información en los procesos productivos. La segunda cuestión tiene que ver con los roles que juegan los países dentro del mundo. La demanda de cobre en el siglo XX provenía en un 60% de los países desarrollados: Europa, Estados Unidos y Japón. Hoy, el 60% viene de los países asiáticos, que están en vías de desarrollo.
-¿Cuál es el tercer fenómeno?
-Es cómo este mundo se ha globalizado. La tecnología ha jugado un rol fundamental y la tónica la ha puesto China con el Partido Comunista en el gobierno, avalando la importancia de estar insertos en un mundo conectado y de atraer la inversión extranjera.
-¿Entonces usted es optimista respecto del precio?
-El precio del cobre tiene razones sobradas para seguir en el nivel en que está. Y eso no implica que los costos se vayan para arriba. En todo caso, si éstos suben, eso va a sujetar el precio más alto.
-¿Pero de qué niveles estamos hablando?
-Sobre US$ 2,50 o US$ 3,00. Es imposible que el cobre vuelva a US$ 70 centavos la libra. El metal no puede bajar de US$ 2,00 o US$ 2,50 por los costos de producción.
-¿Qué pasa con la industria minera cuando los costos van en alza?
-Eso depende de lo que pase con India. Porque si imita a China va a seguir aumentando la demanda por cobre. En todo caso, no exageremos, los costos no están en US$ 3,00. Deben estar en promedio en US$ 2,00 y entonces el margen que tienen es de US$ 1,30. En este país la preocupación es que no nos pase con el cobre lo que nos ocurrió con el salitre y eso no va a pasar, porque el cobre es multiuso, multifunción. Siempre va a haber demanda. Además, tenemos reservas para rato.
-China consume el 40% del cobre mundial. ¿Qué pasa si se desacelera, como lo ha planteado el FMI?
-Aquí falla la aritmética. Cuando China crece a 7,5% por año es preocupante, “una desaceleración salvaje”. ¿De qué estamos hablando? ¡Si está creciendo al 7,5% por año con una torta más grande, tras años creciendo al 10%. Y si crece al 7%, ¿va a dejar de consumir cobre?
-Hay sectores que han cuestionado el royalty, piensan que se puede elevar. ¿Ud. qué opina?
-Miraría lo que está pasando en otros países. Hay que revisar lo que están haciendo, por ejemplo, Australia, Canadá y Sudáfrica respecto de royalties para la minería. Allí operan las mismas empresas que aquí y pagan tasas más altas. Ahora, hay que ver también los costos de producción. Hay ciertos costos acá, como el energético, que nos ponen en una situación poco competitiva.
-Entonces no descarta que se pueda elevar…
-Hay que ver a nivel comparativo. No podemos tomar una decisión unilateral. Por otra parte, tenemos suficientes excedentes que han sido generados por el cobre, pero no tenemos claridad de cómo usarlos. Tenemos fondos soberanos y no hay una discusión de cuál es la forma más apropiada para usarlos y generar innovación.
-El cobre ha sido una “viga maestra” de la economía chilena, el sueldo de Chile. ¿Va a seguir siéndolo?
-El cobre va a seguir siendo una viga, pero necesitamos otras maestras.