"¿Usted sabe cuántos habitantes tiene Chile de acuerdo a la productividad? Cinco millones. ¿Y cuántos tiene en relación a su nivel de consumo? 41 millones de habitantes. Eso es una brutalidad. Esa brecha genera frustración..."
"Aquí se está jugando con una confianza en las instituciones que se ha creado durante todos estos últimos años. Esa confianza tiene un prestigio ganado afuera del país, por lo que los anuncios de algunos candidatos de izquierda rayan en la irresponsabilidad"
Hans Eben (70) hoy vive bastante más relajado que de costumbre. Además de participar en varios directorios, en su rutina hay tiempo para jugar tenis y pensar en el Chile que quiere. La situación económica del país le preocupa, porque aunque, asegura, hemos crecido a un buen ritmo en los últimos años, es difícil que el escenario se mantenga hacia adelante. Sobre todo si es que no se llevan a cabo cambios.
El ex presidente de Icare -invitado hace dos años por Heinrich Von Baer a liderar el capítulo metropolitano del Consejo Nacional para la Regionalización y Descentralización (Conarede)- se convenció de que la transformación que requiere el país pasa necesariamente por el desarrollo de las regiones. Por crear nuevos motores de crecimiento en lugares distintos a Santiago.
Asegura que todavía el país tiene mucho que hacer, que debe avanzar en competitividad y acortar la brecha que hoy existe en educación. “Necesitamos una sociedad sin pobres, no una sin ricos”, dice desde su oficina de El Golf, la cual comparte, entre otros, con el ex presidente del Banco Central Vittorio Corbo, el economista Jorge Desormeaux y el ex candidato presidencial Laurence Golborne.
-¿Cuál es, para usted, el principal problema de nuestra economía?
-El problema es que Chile se ha convertido en un país bipolar, que pasa rápidamente de la euforia a la frustración y ésa es una enfermedad sociológica y no económica. Es la enfermedad del siglo XXI, que es colectiva, conectada y contagiosa. El problema es que una crisis económica dura un par de años, pero una crisis sociológica dura un par de generaciones.
-¿Por qué hemos llegado a este escenario enfermo?
-Porque Chile se desincronizó. La economía avanzó mucho más rápido que la educación del país. Hemos seguido creciendo porque los precios del cobre han permitido que la economía se expanda a tasas equivalentes al 5%, pero la educación se quedó atrás. Ahora, sin embargo, se está produciendo un efecto boomerang, porque esta desincronización está comenzando a hacer crisis desde las regiones a Santiago. Ya hemos tenido problemas en Aysén, en Magallanes, y pienso que tenemos que anticiparnos.
-¿Estamos ante un punto de inflexión?
-Chile está en el umbral del desarrollo, pero todavía tenemos un 14% de pobreza. Se ha hecho una labor fantástica, pero no hemos sido capaces de descentralizar este crecimiento económico. Necesitamos instalar incentivos en regiones, que permitan sacar crecimiento de Santiago hacia regiones. Hoy la Región Metropolitana tiene el 42% de la población y el 49% del producto de Chile. Esto no sucede en los países desarrollados.
-¿Cómo cambiaría esto con la descentralización?
-Si todas las regiones estuvieran desarrolladas, este país -y tengo los cálculos hechos- podría crecer entre 1% y 1,5% más cada año. Eso en términos de PIB significan US$ 5.500 millones extras. Con eso puede construir 150 hospitales, por darle una idea de la magnitud. Esto no es irrelevante. Tenemos que desarrollar más motores en regiones. En Chile hoy existen cuatro: Santiago, Antofagasta, Valparaíso y Concepción, y esos cuatro representan el 75% de la economía nacional, pero necesitamos nueve motores en total.
-¿Eso es factible?
-Tenemos que ser realistas, no podemos ser Alemania con 16 motores en las 16 regiones. Pero necesitamos un motor de desarrollo en Arica y otro en Magallanes, por razones geográficas. Tenemos que crear motores en la Cuarta Región, también en Temuco y en Puerto Montt. Si somos capaces de desarrollar estos nueve motores vamos a poder sostener el crecimiento del PIB a lo largo del tiempo en otro nivel. Ahora, ¿podemos mantener el impulso del PIB chileno si seguimos como estamos? Pienso que no.
-¿Cómo podemos generar polos de desarrollo más allá de las materias primas?
-Chile sigue siendo un país esclavo de los recursos naturales. El cobre ha representado desde el 40% al 60% del total de exportaciones. Eso no es bueno y hemos tratado de diversificar. ProChile ha hecho una labor extraordinaria en ese sentido, a pesar de la crisis mundial y con un dólar muy desfavorable. El dólar se ha movido algo en los últimos días y eso ha ayudado a que los exportadores se sientan un poquito más aliviados, pero necesitamos un dólar en $ 600 para ser más competitivos.
-Chile ha retrocedido en términos de competitividad…
-Chile produce US$ 19 por hora, lo que equivale a un tercio de lo que producen los países de la OCDE. Es decir, tenemos un tercio de la productividad de los países que integran el club al cual nos invitaron a pertenecer. ¿Usted sabe cuántos habitantes tiene Chile de acuerdo a la productividad? Cinco millones de habitantes. ¿Y cuántos tiene en relación a su nivel de consumo? 41 millones de habitantes. Eso es una brutalidad. Esa brecha genera frustración, la misma que se ve en las calles y en todas partes, porque este país no produce lo que se necesita para consumir lo que consumimos. Chile requiere dar el salto para alcanzar el desarrollo, pero ese salto se encuentra bloqueado por la concentración política y económica de los grandes poderes que existe en el país.
-¿Es imparable esta ola de frustración?
-Lo que ocurre es que aquellos que viven en Santiago tienen acceso a muchas cosas que la gente en regiones no. Esto tiene que ver con la desigualdad de los recursos. En todo caso, la desigualdad va a existir siempre. Los seres humanos somos distintos y vamos a seguir siendo distintos. Le voy a dar una frase arriesgada: lo que necesitamos es una sociedad sin pobres, no una sociedad sin ricos. Y lo que está sucediendo hoy es que todos quieren que no haya ricos. Lo segundo importante es que los países tienen que seguir generando riqueza y no distribuir pobreza, que es lo que promulgan todos los candidatos de la Nueva Mayoría.
-¿Usted comparte los dichos de Felipe Larraín respecto al impacto que han tenido en la economía las propuestas de los candidatos?
-Estoy 100% de acuerdo con él. Tengo un gran respeto por él y me parece que lo que quiso decir fue una verdad. Si alguien plantea que queremos una asamblea constituyente y subir la recaudación tributaria en US$ 9.000 millones va a crear un ambiente de incertidumbre para los empresarios que va a provocar que la inversión se paralice. De hecho, la inversión ya ha bajado notablemente y va a seguir bajando. El mercado de acciones también está afectado.
-¿Era necesario que el ministro anunciara ese fatal escenario para que los empresarios mostraran su preocupación?
-Su única intención fue mostrar lo que piensa. Aquí se está jugando con una confianza en las instituciones que se ha creado durante todos estos últimos años. Esa confianza tiene un prestigio ganado afuera del país, por lo que los anuncios de algunos candidatos de izquierda rayan en la irresponsabilidad. Yo no digo que no tengan derecho a expresarse. Todos queremos democracia y libertad de expresión, pero cuando se cometen irresponsabilidades de este tipo y afectan a la economía…
-Michelle Bachelet habló de hacer cambios tributarios y manifestó la necesidad de aumentar la recaudación para financiar la educación. Incluso dio cifras en torno a US$ 6.000 o US$ 7.000 millones. ¿Cuánto podría pagar la gran empresa?
-Eso es una irresponsabilidad. El tema tributario hay que verlo con mucho cuidado. Aquí el tema se abrió, se disparó, se desordenó y llegaron los ofertones, que van desde US$ 1.000 millones a US$ 9.000 millones. No le quepa la menor duda que eso va a tener un impacto sobre la inversión. Obviamente el país va a necesitar mayores recursos, pero si el precio del cobre baja vamos a estar en otra situación.