“Alerta comunidad de Puelo. Los socios de Piñera: José Cox, Fernando Elgueta y Roberto Hagemann retomaron la ofensiva. Puelo MARCHA. Compártelo”. Éste fue el llamado que hicieron el 31 de agosto, y a través de Facebook, los opositores a la Central Mediterráneo, que reúne a ese grupo de empresarios, y que busca construir una hidroeléctrica de pasada de 210 MW en las cercanías de los ríos Torrentoso y Manso, en la comuna de Cochamó, en la X Región.
La “alarma” en la zona se encendió ese mismo día, justo después de que la empresa Mediterráneo publicara un extracto en el Diario Oficial informando que, debido a una modificación que realizaron en el trazado de la línea de transmisión de su proyecto, daban inicio a una nueva etapa de participación ciudadana: durante 30 días -del 2 de septiembre al 15 de octubre- cualquier persona que se viera afectada podría enviar sus observaciones al Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) de la Región de Los Lagos.
Apenas leyeron el mensaje de Mediterráneo, la organización Puelo Patagonia cuya principal batalla es “Puelo sin Torres”, inició su arremetida a través de las redes sociales para informar a Cochamó sobre los perjuicios que provocaría, según ellos, la construcción de una central de este tipo en la zona. Además, esta semana empezaron a dictar talleres con el fin de “empoderar a la comunidad de Puelo”.
Los “adversarios” de Mediterráneo se oponen, principalmente, a los 61 kilómetros de tendido eléctrico: 203 torres, de 38 metros cada una, que atravesarían el estuario de Reloncaví, bordearían el río Puelo, la laguna Tagua Tagua, hasta llegar al río Manso. Dicen que este trazado tendría efectos “devastadores” e “irreversibles” para el turismo y la economía de esta comuna, considerada uno de los enclaves prístinos del país y un refugio de veraneo para los fanáticos del montañismo y la pesca.
Los impulsores del proyecto se defienden: aseguran que abastecerán a Cochamó, una comuna que se nutre de energía a diésel, con energía limpia y renovable. Que el proyecto no considera un embalse, y que tanto la planta como todas las tuberías serán subterráneas. Lo único que estará a la vista son las torres. “Hacerlas bajo tierra encarecería entre 5 y 8 veces el proyecto. Es imposible”, dice Carl Weber, gerente general de Mediterráneo, firma que contempla una inversión cercana a los US$400 millones.
El llamado de los opositores ya ha hecho eco incluso fuera de Cochamó: la comuna tiene cerca de 4.500 habitantes, y “Puelo Sin Torres” ya tiene más de 13 mil fans en Facebook y casi 18 mil seguidores en Twitter. Entre los detractores hay lugareños, familias mapuches, el alcalde, algunos concejales y los principales empresarios de turismo de la zona.
"NO SOMOS FILÁNTROPOS"
Todo partió en 2006. Ese año Roberto Hagemann, empresario ligado al rubro minero e inmobiliario, le vendió al magnate brasileño Eike Batista sus 80 mil hectáreas de la Hacienda Castilla, en la III Región, pues ahí Batista planeaba levantar la hoy fallida central termoeléctrica.
Al poco tiempo, Hagemann encontró una nueva oportunidad: un terreno en el Sur que le pareció atractivo especialmente porque Cochamó estaba próximo al lago Ranco, donde veranea desde hace tiempo. Se trataban del Fundo Pucheguín, un parque de 100 mil hectáreas y conocido por sus atractivos naturales, turísticos y arqueológicos.
Hagemann se interesó de inmediato: se asoció a su cuñado Ignacio Muñoz y comenzaron a adquirir tierras. Quienes conocen ese lugar dicen que es un terreno privilegiado: tiene dos pasos fronterizos y, en tamaño, corresponde a más del 40% de la comuna. “Soñamos con desarrollar un parque privado ecológico, sustentable. Pero no somos filántropos. Será un negocio donde conviva el turismo con las actividades forestales y el bosque nativo”, cuenta Hagemann.
La adquisición del terreno completo no ha sido fácil: el sitio tenía 6 socios originales, y fueron sus herederos quienes debieron ponerse de acuerdo para vender. Con todo, ya cuentan con casi el 99% del paño y esperan finalizar la compra este año. Ya están en contacto con arquitectos y expertos, quienes por estos días preparan sus propuestas.
AGUAS CARAS
El 2008, la Dirección General de Aguas (DGA) informó que se rematarían los derechos de agua del río Manso, el cual estaba inserto en el corazón de la propiedad de Hagemann. Entre los interesados en adquirirlos estaban los “gigantes” del mercado energético: Endesa Chile, Colbún, Hidroeléctrica Trayenko, entre otros. “Nos dimos cuenta del gran interés que había para instalar una central ahí”, cuenta Muñoz. Esto ponía en jaque el parque tipo “Huilo Huilo” que soñaban desarrollar.
Asesorado por su yerno, el abogado Luis Alberto Aninat, de Aninat Schwencke & Cía, en junio de ese año Hagemann llegó a la sede de la DGA de Puerto Montt decidido a comprar los derechos. Ofreció casi US$ 46 millones, precio récord en el mercado, superando 16 veces la postura mínima y seis veces lo que el gobierno esperaba. “Tuvimos que pagar caro. Pero valía la pena”, dice Muñoz.
Como eran novatos en esta materia, buscaron expertos. Contactaron a Carl Weber, ingeniero civil y ex gerente de Operaciones de Colbún, para que les desarrollara el nuevo plan. “Me pidieron que fuera lo menos invasivo posible, y amigable con el entorno. Pensé que la solución era una central hidroeléctrica de pasada subterránea”, cuenta Weber, actual director y vicepresidente ejecutivo de Mediterráneo.
Weber preparó siete diseños de trazado, hasta que llegaron a puerto. Serían 63 kilómetros de tendido eléctrico, con 212, torres de 38 metros cada una, que pasarían por el estuario de Reloncaví, bordeando el río Puelo, la laguna Tagua Tagua hasta llegar al río Manso, donde se emplazaría la central.
Con el master plan en la mano, salieron a buscar un socio inversionista para financiar los US$400 millones que costaría el proyecto, que según sus socios facturará US$ 50 millones anuales. Se reunieron con 25 grupos económicos, hasta que firmaron contrato con la empresa Belfi (ligada a los hermanos Fernando y Andrés Elgueta), con sus amigos José Cox, Ignacio Guerrero, Ricardo Bachelet (primo de la ex mandataria) y con Rodrigo Muñoz, otro cuñado de Hagemann. Con los Elgueta como controladores del grupo, en diciembre del 2011 presentaron el proyecto para iniciar el Estudio de Impacto Ambiental.
Ese fue el primer bosquejo que ahora debió modificarse.
EL LOBBY EN LOS CLUBES
La idea se cocinó durante un asado. En febrero de 2012, Jaime Fernández, empresario turístico de la zona, conversaba con unos amigos en el quincho del lodge Cabalgatas Río Puelo, cuyo dueño es Álvaro Barros. Ahí también estaba Ricardo Girardi, quien desde el 2010 vive la mitad del año en el sector. Entonces discutieron sobre lo que para ellos era una amenaza cercana: la central que Endesa planeaba levantar en el sector, y la Central Mediterráneo, que ya iniciaba sus trámites ambientales. Decidieron tomar cartas en el asunto. “Surgió la idea de agruparnos y rechazar algo que iba a perjudicar para siempre la economía, la ecología de la zona”, cuenta Fernández.
Crearon una organización. La bautizaron como Puelo sin Represas, por la central de Endesa. Al poco tiempo le cambiaron el nombre a Puelo Patagonia, para ampliar sus batallas. Hoy sus energías están dirigidas a “Puelo sin Torres”. Su presidente es Girardi; sus directores dos conocidos empresarios turísticos del sector, Rodrigo Condeza (dueño del Hotel Mítico) y Jaime Fernández (dueño delBarraco Lodge). Todos dan la batalla a través de Facebook y Twitter. Por medio de estas dos plataformas se comunican y publican documentos sobre los empresarios que están detrás de la central. “Río Manso. El negocio hidroeléctrico de los socios y amigos de Sebastián Piñera”, dice uno de ellos. Además, contrataron a la agencia Think al Cubo, la cual realizó un documental informativo sobre cómo es hoy Cochamó y cómo sería con la central en marcha. Esta semana comenzaron a viralizarlo.
En paralelo, han realizado todo tipo de lobby para frenar el proyecto. Como Fernández es uno de los principales afectados -las torres estarán al frente del Barraco Lodge- organizó un encuentro con Hagemann en el Club de Polo para plantearle sus aprensiones. Ellos son viejos conocidos: fueron compañeros en Ingeniería Comercial de la UC. “Somos amigos. Tenemos buena relación. La confrontación no es violenta. Pero me interesa hacerle ver por qué nos oponemos. No sé cómo reaccionaría él si paso con torres al frente de su casa del Ranco”, indica Fernández.
Girardi también agendó reuniones. En julio del 2012 llegó junto al senador Antonio Horvath (RN), a un encuentro con José Cox y Carl Weber en el café Lo Saldes de Luis Pasteur. Ahí, Girardi les señaló que estaba en desacuerdo con el lugar donde se emplazarían las torres, y pidió que cambiaran el trazado al valle del Steffen, lejos de los lodges y de los vecinos. “Ahí nadie sería perjudicado”, recalca Girardi.
Weber opina distinto. Dice que analizaron ese lugar y lo descartaron. “La presencia de alerces impide el paso de una línea de alta tensión ya que su corta está totalmente prohibida”. Girardi es categórico: “La reunión no sirvió de nada. Después de eso, nunca más hablamos”.
LOS RICOS DE PUELO
Además de las conversaciones privadas, los socios de Mediterráneo, quienes en promedio viajan una vez al mes a la zona, han conocido las inquietudes de la comunidad a través de los concejos municipales, participaciones ciudadanas y encuentros in situ. En esas instancias los vecinos han pedido, entre otras cosas, que las torres se hagan subacuáticas o subterráneas, y que el trazado del tendido eléctrico se aleje del río Puelo.
“En diciembre del año pasado la empresa escuchó ese llamado”, explica Weber. Los socios de Mediterráneo optaron por cambiar el trazado y durante el directorio de enero del 2013 comenzaron a trabajar el nuevo diseño. “Decidimos alejar 4 kilómetros al interior las torres que bordeaban el Puelo”, dice Weber. El resto quedó intacto.
Hoy Cochamó está dividido. En un frente se encuentran el alcalde y algunos concejales, que rechazan el proyecto, si se mantienen las torres a la vista. En el otro, concejales que creen que esta iniciativa genera desarrollo a la comuna. Lo mismo pasa con varios de los “nuevos vecinos”, aquellos que veranean en Puelo. Uno indica que “este tipo de centrales son casi inocuas al ecosistema y que la línea de transmisión es el precio que hay que pagar por prender la luz”.
Desde la empresa son bastante categóricos. “Los que más se oponen son personas a los que no les preocupa demasiado el desarrollo de Cochamó, pues velan por su metro cuadrado. Gente con helicópteros o aviones que llegó a Puelo con negocios de turismo”, dice un ejecutivo de Mediterráneo. Y agrega que los llaman “los ricos de Puelo”.
Si el SEA acepta el proyecto, la empresa comenzaría su construcción a principios del 2015. Antes de eso y para paliar los daños, en octubre echarán a andar su plan de mitigación, algo que ellos llaman “compromisos voluntarios”. Desembolsarán US$14 millones con el fin de capacitar a la comunidad, dar infraestructura a los pescadores para que puedan comercializar sus productos y habilitar el Paso El León, que los conecta con Argentina. Además, crearán una fundación, que tendrá un capital inicial de $250 millones, fondos que los vecinos podrán destinar en lo que ellos consideren importante.
Pero los opositores no dan tregua. Aseguran que si se aprueba la iniciativa, resolverán este conflicto en tribunales. Para esto, ya cuentan con la asesoría de la Fiscalía del Medio Ambiente. “No vamos a permitir que se levante esta central”, dice Fernández. A lo que Hagemann responde: “Si no se aprueba este proyecto 100% ecológico, significa que Chile se queda sin energía”.
La batalla recién comienza.