Por Rosario Zanetta Septiembre 12, 2013

Cinemark hoy cuenta con más de 500 cines y 5.794 pantallas en todo el mundo, de las cuales 1.360 están en América Latina. Las operaciones en Chile representan sólo el 2% de los ingresos que la cadena obtiene al año. 


Valmir Fernandes (abajo en la foto) comenta que están enfocados en aumentar el nivel de consumo de cine en Chile. Mientras en EE.UU. cada persona asiste en promedio cuatro veces al año al cine, en nuestro país el promedio apenas alcanza una visita anual.


Una noche, el brasileño Valmir Fernandes (52) invitó a su novia a ver una película. En la mitad del film, él se paró y salió de la sala. Ella se quejó: estaba acostumbrada a que su novio, entonces encargado de las operaciones de Cinemark en Brasil, aprovechara cada ida al cine para hablar con los gerentes y ajustar detalles. Para evitarse la pelea, Fernandes le aseguró a su novia que sólo iría al baño, que no hablaría con nadie. Pero una vez que terminó la película, un gerente del cine se acercó a la pareja y le dijo a Fernandes que ya había solucionado el problema. El enojo de Melissa Negrelli fue inevitable. 

Fernandes reconoce que hasta el día de hoy es una pesadilla ir con él al cine. Siempre está pendiente de todo, excepto de la película. Confiesa que sólo las disfruta cuando las puede ver en los aviones o en alguna sala de la competencia. En todo caso, tiene poco tiempo para eso: Fernandes pasa más de la mitad del año viajando, sobre todo por América Latina, monitoreando las inversiones de la multinacional en los distintos países del continente. 

A fines de agosto, estuvo en Chile y apenas le alcanzó el tiempo para reunirse con algunos gerentes locales. Eso sí, hizo una pausa para celebrar en el restaurant Ox de Vitacura los 20 años de Cinemark en el país. En 1993, la inauguración de un cine multiplex con seis pantallas en el mall Plaza Vespucio, fue una jugada clave para la empresa estadounidense: era la primera sala que la compañía de Dallas abría en América Latina. Hoy, con más de 500 cines y 5.794 pantallas en todo el mundo, de las cuales 1.360 están en América Latina, las operaciones en Chile representan sólo el 2% de los ingresos que Cinemark obtiene al año. En nuestro país Cinemark cuenta con 13 cines y 101 pantallas. 

A 20 años de la llegada de la cadena al país, Fernandes asegura que hoy el objetivo es seguir creciendo en Chile: abrir nuevas salas, implementar nueva tecnología. Pero, sobre todo, la meta principal es elevar el consumo promedio de cine. La hazaña es lograrlo mientras aumentan las alternativas para ver películas a bajo costo en la casa y evitando que la competencia les siga quitando terreno. A diferencia de lo que ocurría antes, Cinemark es hoy el segundo actor en el mercado local, con un 37% de participación y muy por debajo del 46% que ostenta CineMundo. 

 

MILLONARIO O PASTOR

Ingeniero químico de profesión, Fernandes entró a la industria cinematográfica casi por casualidad. Mientras trabajaba en una multinacional en São Paulo, Cinemark llegó a Brasil y un conocido lo recomendó para el puesto. Eso, a pesar de que Fernandes sabía de cine casi lo mismo que cualquier otro espectador. “Iba con cierta frecuencia a ver películas, era mi hobby favorito, pero nada más”. Poco a poco se fue interiorizando de la industria.

Sus primeros años a cargo de las operaciones en Brasil fueron complejos. Era 1996 y las salas de cine estaban en condiciones precarias: las películas se emitían con muy mala calidad y los cines que existían se estaban convirtiendo en iglesias evangélicas. Muchos cuestionaron que Fernandes eligiera apostar por el incipiente negocio. “O me va bien en el cine, o me transformo en pastor”, les solía responder a los escépticos. Pero su apuesta funcionó y Cinemark comenzó a crecer en ese país: hoy, la cadena cuenta con más de 59 cines y es el primer actor del mercado brasilero. 

Su exitosa gestión le valió, años después, un pasaje a Dallas. Tim Warner, quien entonces estaba a cargo de Cinemark Internacional, asumió la presidencia del holding y necesitaba que alguien se hiciera cargo de la operación en América Latina y Asia. Fernandes, quien acababa de volver de su luna de miel, no dudó en dejar São Paulo para instalarse en los cuarteles generales de Cinemark en Estados Unidos. Era 2007. 

Desde entonces, ha sido testigo de la revolución que ha vivido la industria en la última década. “Cuando empecé, la tecnología del cine era básicamente la misma que hace 100 años, con proyectores mecánicos. Estaba recién arrancando la transición al cine digital y había que firmar los primeros acuerdos”, relata. 

 

DE RESTAURANTES Y NETFLIX

Hoy Cinemark está abocado a llevar todas sus pantallas al formato digital. Pero el cambio más sustancial, según el ejecutivo, es la entrega en los cines de contenido satelital. Este año esperan terminar con esta transición en todos los cines que la cadena administra en Estados Unidos. La idea es dotar a los más de 330 cines de una conexión satelital que les permita, además de emitir películas, transmitir conciertos, partidos de fútbol y otro tipo de eventos en vivo. “La idea es convertir al cine en un escenario multifuncional”, comenta. 

Esta “autopista de contenidos”, como él la llama, ya les ha permitido reproducir en Dallas óperas del Met en Nueva York, o transmitir en vivo la final de Wimbledon en salas de localidades remotas. La meta es que en América Latina este formato esté disponible dentro de dos años, pero para eso se requieren inversiones cuantiosas, que a su vez pueden tener un positivo impacto en los costos de distribución. 

Fernandes reconoce que esta apuesta responde a la explosiva competencia que ha tenido que sortear el cine en los últimos años. La aparición de otras alternativas para ver películas, como Netflix o iTunes, se vislumbra como una amenaza. Pero Fernandes no comparte esa idea: “El cine todavía tiene contenido exclusivo, una ventana de tiempo. Además, nuestra verdadera competencia son los eventos fuera de casa. Los restaurantes y no Netflix”.

Lo que sí considera es que hoy la industria vive un punto de inflexión. “Las cadenas de cine que no enfrenten lo cambios tecnológicos no van a lograr quedarse en el mercado”, asevera. “Hasta el momento la gente ha seguido trabajando con cintas de 35 milímetros. En algún minuto van a dejar de estar disponibles y ése va a ser el momento de la verdad”. Cree que en los próximos años se verá una mayor concentración de la industria, un aumento en los costos -dada la mayor inversión en tecnología- y un desafío mayor por mantener los márgenes. 

 

PROYECTOS EN CHILE

En Chile, durante los próximos meses Cinemark abrirá complejos en Rancagua, Ovalle y Osorno. Además, ya está implementando en algunas salas del país la tecnología D-Box, que consiste en dotar a las últimas filas de las salas de butacas con movimiento sincronizado con las imágenes que emite la pantalla. “Empezamos con esa tecnología en el mall Plaza Vespucio y ahora dependeremos de los plazos de importación”, comenta. A eso se suman nuevas salas 3D, otras XD (o de formato amplio) y la digitalización de más complejos. 

Según Fernandes, para este año proyectan una inversión de unos US$ 8 millones en el país, y ya están evaluando nuevas posibilidades para el próximo año. “Estamos negociando nuevos proyectos y hablando con los desarrolladores locales”, asegura. Eso sí, el ejecutivo matiza y comenta que están conscientes de que las posibilidades de crecer en Chile son más acotadas que en otros lugares de la región: “Hay países que están en un momento de desarrollo inferior a Chile, como Perú, Colombia e incluso Brasil. Esos son ejemplos de mercados donde la oferta de salas de cine está muy por debajo de la oferta que existe acá, y donde deberíamos tener más opciones de crecimiento”. De todos modos, asegura que mirarán las oportunidades que se presenten acá. 

Por ahora, además de implementar los nuevos avances, están enfocados en aumentar el nivel de consumo de cine en Chile. Mientras en EE.UU. cada persona asiste en promedio cuatro veces al año al cine, en nuestro país el promedio apenas alcanza una visita anual. La cifra es baja también si se la compara con el promedio mexicano, donde cada persona va por lo menos dos veces al año a ver películas a algún complejo. El objetivo es llegar a los 30 millones de visitantes al año, aumentar los ingresos por boletería y darle a la gente la experiencia más placentera posible cuando está frente a la pantalla. Todo lo contrario de lo que le pasa a él cuando entra a una sala. 

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