Noguera tenía 23 años cuando ingresó como procurador al holding de los Luksic. Al año se ganó la confianza del grupo: fue designado fiscal. Desde entonces ha sido director de casi todas las filiales de Quiñenco: CCU, Madeco, VTR, Lucchetti, entre otras.
“Mi objetivo es evitar los desencuentros que impidan hacer negocios. Yo lo llamo ‘do ut des’: dar para recibir. El éxito está en lograr que las operaciones se hagan realidad”, explica Manuel José Noguera.
Hay una ley no escrita en el grupo Luksic que establece que sus ejecutivos tienen que dar un paso al lado cuando cumplen 60 años. Por eso, el 2009, cuando Manuel José Noguera cumplió esa edad, le entregó una carta a Guillermo Luksic informándole que dejaría su cargo de fiscal de Quiñenco, matriz del grupo Luksic. Sin embargo, su salida no se concretó: los Luksic lo necesitaban por más tiempo. Entonces, Noguera decidió quedarse, pero con un plazo: hasta los 65.
Hoy tiene 64 años y es el ejecutivo más antiguo del grupo. Aunque él recalca que es empleado de los Luksic, después de 39 años trabajando juntos, todos hablan que él y los integrantes del clan son amigos: han compartido navidades y todo tipo de celebraciones, además de veraneos en Hornitos. Con Guillermo era tan cercano que fue a él a uno de los primeros que le confesó que padecía de cáncer. Tanto confiaba el empresario en él que el 2006 cuando escribió su testamento, lo designó como albacea y partidor de su herencia, algo que se hizo público hace un par de semanas, pero que Noguera sabía desde hace varios años. Él es quien deberá administrar y distribuir los bienes del empresario entre sus hijos Nicolás y Antonia Luksic Puga, e Isidora, Mara y Elisa Luksic Prieto.
Conocido por ser discreto y cuidadoso en extremo, Noguera es descrito dentro de Quiñenco como la “cabeza legal” del conglomerado y uno de los principales consejeros de sus dueños: ha revisado con su lupa todos los deals de Quiñenco, como la colocación de ADRs en EE.UU. -que significó la internacionalización del grupo- y la alianza del Citi con el Banco de Chile.
Para Manuel José Noguera los equipos son clave. Por eso siempre trabaja codo a codo con los clásicos del grupo: Francisco Pérez Mackenna, gerente general; Martín Rodríguez, gerente de Estrategia y Control de Gestión; y Felipe Joannon, gerente de Desarrollo. Con algunos viajó, por ejemplo, a Miami y Nueva York, durante el 2008 para las negociaciones con el Citi, y a París durante el proceso previo a la asociación con Nexans. Guillermo y Andrónico siempre siguieron estos procesos, aunque muchas veces estuvieran lejos. Y al final, cuando cerraban negocio, todos juntos abrían una botella de champagne para celebrar.
DIRECTOR DE ORQUESTA
Manuel José Noguera quiso ser agrónomo pues su gran pasión es el campo: desde que nació y hasta los tres años se crió en un fundo familiar en Quilicura y hoy su gran placer es viajar a San Javier, donde tiene producción de uva y donde está la viña familiar Alquihue, que está a cargo de su hijo Matías.
Noguera optó por estudiar Filosofía, pero después de un año en la carrera se dio cuenta que lo suyo eran las leyes y entró a Derecho a la UC, donde conoció, entre otros, al ex senador Carlos Bombal y a Cristián-García Huidobro, secretario general de la Cámara de Comercio de Santiago, quienes son parte de su grupo más cercano.
Noguera tenía 23 años cuando ingresó como procurador al holding de los Luksic. Aun cursaba su quinto año de derecho cuando su amigo Juan Eduardo Ibáñez -quien trabajaba para el clan- recomendó su nombre para integrar el naciente departamento legal de la empresa. Entonces, Edmundo Eluchans Malherbe era el abogado de cabecera de Andrónico Luksic Abaroa, por lo que se convirtió en el “mentor” de Noguera. En esa época la familia Luksic era dueña de Colcura, Lucchetti, la representación de Ford en Antofagasta, además de los negocios mineros, y tenían una oficina de una sola planta en Agustinas con Ahumada.
Noguera, con su carácter tranquilo y asertivo, al poco andar se ganó la confianza en el grupo familiar: con sólo 25 años, se convirtió en el fiscal y desde entonces ha sido director de casi todas las filiales del grupo; de Madeco, VTR, Lucchetti, CCU (hasta la fecha), entre otras. Además mantiene contacto permanente con todos los fiscales de las compañías que conforman Quiñenco, y con sus principales ejecutivos. “Es un director de orquesta de todo lo legal”, cuenta Davor Domitrovic, abogado del grupo.
40 años después del aterrizaje de Noguera, Quiñenco ha cambiado: hoy es, según Forbes, el holding con mayor patrimonio de Chile con un capital cercano a los US$17.400 millones y su centro de operaciones está en un edificio en Enrique Foster con Apoquindo, donde Noguera es de los pocos que tienen oficina en el piso 16, a pocos pasos de Andrónico y de la que fue la oficina de Guillermo. “He crecido con el grupo, y con ello año a año han ido aumentando mis responsabilidades”, relata el propio Noguera.
Su misión, dice, es que los negocios se concreten y que se logren evitando los conflictos y litigios. Como buen fanático de la música clásica -fue director del Teatro Municipal-, inconscientemente, para definir su labor en Quiñenco, alude a esta afición: “Me preocupo de percibir la nota discordante en cualquier planteamiento, contrato o negociación. Mirado desde otro punto de vista, uno debe acostumbrarse a sentir cuando la poesía no rima a fin de corregir a tiempo”.
El team legal de Quiñenco está compuesto por dos personas: Noguera y Davor Domitrovic. “Eso nos hace recurrir para el apoyo en los asuntos legales al outsourcing a través de oficinas externas de primer nivel. No conozco las leyes de todos los países y si no sé algo, ciertamente lo pregunto”, cuenta. Por eso, en varias ocasiones les ha solicitado asesorías a los abogado Diego Peralta, de Carey y Cía., y a Juan Francisco Gutiérrez, del estudio Philippi, Yrarrázaval, Pulido & Brunner, entre otros. Debido a las múltiples alianzas internacionales de Quiñenco, Noguera también ha creado vínculos con varios bufetes extranjeros, en EE.UU., Inglaterra y Francia. Para tener una comunicación más fluida durante las negociaciones, cuando tenía 39 años decidió tomar tres meses “sabáticos” para perfeccionar su inglés en Georgetown. “Me radiqué ahí con la esperanza de volver bilingüe, pero desgraciadamente no resultó ser así. Así es que al momento de hablar inglés, pido que sean pacientes conmigo”, cuenta entre risas.
Ésa no es la única vez que ha vuelto a las “aulas”. Hace cuatro años decidió hacer un diplomado de Teología en la UC, por lo que, durante tres años, después de su jornada en Quiñenco se iba a San Joaquín a estudiar. “Es muy religioso”, cuenta un amigo.
PÁJARO DE MAL AGÜERO
Noguera es un hombre precavido. De hecho, el abogado Juan Francisco Gutiérrez dice que parte de su misión es advertir posibles riesgos. “A Manuel José le toca hacer de ‘pájaro de mal agüero’. Él está viendo todo tipo de posibles peligros que pueden ocurrir con las compras y negocios. En ese sentido, a Guillermo le gustaba mucho escucharlo. Por sus niveles de prudencia, era una voz que lo hacía reflexionar a veces más que en el área de negocios”.
En el caso de Shell, explica Gutiérrez, exige que se cumplan los más altos estándares medioambientales. “Es una empresa de combustibles y cualquier descuido puede causar un problema gigante. Por eso se preocupa, por ejemplo, que la instalación de las bombas se haga en lugares que no vayan a tener conflicto”, cuenta.
Durante las negociaciones, dicen sus cercanos, siempre intenta que las partes se entiendan y es muy cuidadoso en el trato con los posibles nuevos socios. “En la compra de la Compañía Sudamericana de Vapores, se preocupaba mucho de los accionistas minoritarios”, agrega Gutiérrez. Por eso, Noguera pidió que para cualquier decisión se hicieran convocatorias, se realizaran hechos esenciales y que nadie se sintiera pasado a llevar.
“Mi objetivo es evitar los desencuentros que impidan hacer negocios. Yo le llamo ‘do ut des’: doy para que me des. El éxito está en lograr que las operaciones se hagan realidad”, complementa Noguera.
Con todo, han existido controversias. Una de las batallas legales que ha encabezado ha sido con CTC, cuando evitaron que cambiara su nombre a Telefónica ya que ellos tenían la marca Telefónica del Sur, y también participó en el arbitraje con Paulaner, que terminó con la incorporación de Heineken como nuevo accionista en CCU.
EL ERMITAÑO
Noguera no fue un buen alumno en el colegio. Su amigo y ex compañero de curso, Luis Enrique Yarur, presidente del BCI, recuerda que “en vez de ser famoso por sus notas, era común ver a Noguera con un lápiz en la mano dibujando o pintando”. De hecho, era conocido por sus dotes artísticas, afición que compartía con el pintor Benjamín Lira, cuya familia era cercana a la de él.
Algo queda de ese pasado “artista”. Además del campo, la gran pasión de Noguera es la fotografía, afición que lo ha llevado tres veces a África, junto a su hijo Sebastián, donde siguieron por horas a animales salvajes para retratar la secuencia de su comportamiento. “Ahora quiero viajar a India”, cuenta Noguera.
Además de fotos, lo otro que “captura” durante sus viajes son sombreros -tipo cowboy o panameños, con los que es común verlo pasear por las calles-, antigüedades o artículos de colección. De hecho, en 2008 y tras el cierre del negocio con Nexans en París, fue a “celebrar” a una tienda donde vendían soldaditos de plomo, que trajo a Chile. Para él, fue su “trofeo” del deal.
Quienes conocen a Noguera aseguran que es un buen anfitrión y que junto a su mujer, Isabel Margarita Cuevas, suelen invitar a sus amigos los domingos a su casa, entre 7 y 10 de la noche. “Nunca más tarde porque es pésimo para trasnochar”, cuenta Cristián García-Huidobro.
Evita hablar de negocios y se caracteriza por ser quitado de bulla. “Le carga que le canten cumpleaños feliz y ser el foco de atención. Su mujer dice que él sería feliz viviendo en la montaña como ermitaño”, cuentan. Tanto, que sus amigos recuerdan que cuando alguien desconocido le pregunta en qué trabaja, el responde“soy abogado”. “Jamás dice, ‘soy el asesor legal de los Luksic’, prefiere pasar desapercibido”, añade Bombal.
A sólo meses de cumplir 65 años, Noguera ya planea la retirada de la fiscalía de Quiñenco. Será, en todo caso, una salida“a medias”: su tarea como albacea recién empieza.