Drake comenzó con un capital cercano a los US$ 600 millones en 2009. Hoy maneja fondos que bordean los US$ 1.500 millones. Tiene un portafolio diversificado en deuda y renta fija, en el sector financiero e inmobiliario.
Los barcos de madera que decoran las oficinas de Drake Capital, el holding de inversiones de Nicolás Ibáñez (57), no están instalados ahí por casualidad. Las embarcaciones aluden al “inspirador” y a quien marca la hoja de ruta de esta empresa: Francis Drake. “Nicolás bautizó esta compañía con su nombre porque se siente identificado con el marino inglés. Primero, porque era un navegante, y segundo, porque atravesó el mundo por el mar buscando nuevos mercados. Y ése es el foco de esta oficina”, cuentan desde Drake Capital.
La empresa nació el 2009 luego de que los hermanos Nicolás y Felipe Ibáñez vendieran un 74% de D&S a Walmart: cada uno recibió cerca de US$600 millones. Fue entonces cuando Nicolás, con ese capital inicial, decidió crear un holding dedicado a sus inversiones financieras. Al poco tiempo se convirtió en su centro de operaciones.
El plan de Ibáñez fue quedarse en Walmart como accionista minoritario por un tiempo y luego, cuando Drake estuviera consolidada, desprenderse del resto. Y eso, a juicio de quienes integran la empresa, ocurrió este año: Drake, cuyo capital bordea los US$1.500 millones, tiene un portafolio diversificado en deuda y renta fija, en el sector financiero e inmobiliario. Esta última área es controlada por la filial DREP (Drake Real Estate Partners), a cargo de Nicolás Ibáñez hijo (30). “Drake ya ganó experiencia. Es hora de potenciarla. En vez de tener el capital paralizado en una empresa de la cual el empresario ya no es controlador, es más atractivo vender e invertir donde sí tiene control total”, explican desde la empresa.
Aunque la venta del 11,39% restante de la supermercadista fue un tema que siempre estuvo latente, el asunto tomó fuerza el último tiempo. De hecho, fue una de las materias que estuvieron en tabla en los últimos directorios, y que se concretó a última hora del domingo 29 de septiembre, cuando Ibáñez informó a través de un hecho esencial a la SVS que ejercería su derecho a opción de vender las 742.000.000 acciones que aún mantenía. Tras esta operación Ibáñez quedaría con un porcentaje cercano al 1,5% de Walmart Chile.
Miembros del directorio coinciden en que con la venta se deja un activo que es importante por un proyecto más ambicioso. Siempre hay riesgos, dicen desde su centro de operaciones, pero la idea de Ibáñez es potenciar más lo propio. “Hay dos tipos de empresarios: el rentista que es dueño de patrimonios con poco o nulo movimiento, y el que está dispuesto a correr riesgos e invertir. Nicolás optó por este segundo estilo”, dicen desde la firma.
TROTAMUNDOS
A fines del 2008 y justo después de anunciar las negociaciones con Walmart, Nicolás Ibáñez comenzó a cranear, junto al abogado Alberto Eguiguren y al economista Juan Luis Kostner, cómo debía ser su holding de inversiones. Lo primero fue encontrar al ejecutivo idóneo para asumir la cabeza del nuevo proyecto. Contrataron a la empresa de head hunter, Egon Zehnder, de Luis Hernán Cubillos, quien entrevistó a los posibles candidatos. El elegido fue Antonio Larraín (37), ingeniero civil de la UC, quien en esa época era gerente de Inversiones de Compass Group. Al poco tiempo asumió como gerente general de la empresa y comenzó a fichar a los integrantes del equipo de Drake. “Si el capitán de este barco es Nicolás, el segundo hombre a bordo, quien está a cargo del plan de viaje y de la tripulación es Antonio Larraín”, simbolizan desde la compañía.
El grupo se instaló en el piso 11 de un edificio emplazado en El Bosque Norte, al lado de la oficina de abogados de Eguiguren, quien, junto a Jaime de la Barra, socio de Compass Group; Silvio Rostagno, gerente general de Viña Santa Rita; y Rodrigo Cruz, de Walmart, conforman hoy el directorio de Drake. Se reúnen siempre a principios de mes para analizar la cartera de inversiones de la firma y revisar las auditorías.
Aunque hoy el perfil de Drake es bastante amplio -tienen presencia minoritaria en casi todas las compañías del IPSA-, la idea es que a mediano plazo tenga participación importante en alguna empresa, o que se perfile en algún sector en concreto. “Ibáñez pretende que Drake sea una empresa sólida, que lo trascienda a él y que perdure en el tiempo”, indican.
Uno de los focos del holding son las inversiones extranjeras. Por eso Antonio Larraín suele viajar buscando oportunidades: este año fue con Ibáñez, Eguiguren y Rostagno al Chile Day 2013 a Londres para concretar opciones de negocios.
Aunque desde Drake son enfáticos en decir que éste no es un family office, Larraín trabaja de la mano con las cabezas de los principales family office del país: Nicolás Noguera, de Bancard; Francisco Colchero de Devon, propiedad de Jean-Paul Luksic, y Patricio Leighton, gerente general de Stars, de Felipe Ibáñez. En junio de este año viajaron todos juntos a Asia -Singapur, Hong Kong y Japón-, donde se reunieron con diferentes administradores. “Si hay oportunidad de invertir en un fondo de US$ 50 millones, y Drake sólo puede poner US$ 10 millones, Larraín llama a Colchero, a Noguera o a cualquier otro interesado para hacer un grupo e invertir juntos. Si se hace buena inversión, todos ganan. No compiten”, explican.
Además de esos viajes, en Drake también hay paseos grupales. De hecho en las paredes del hall de entrada de la oficina cuelgan varias fotos de sus “travesías” al cerro El Plomo, a la cordillera de Darwin, al Cajón del Maipo y al Puma Lodge. “Ahí se combina la expedición con el trabajo. Según Nicolás, en esas instancias se desarrolla el espíritu de liderazgo”, cuentan en Drake. En algunas ocasiones los ha acompañado Rodrigo Jordán, de Vertical, quien les hace las charlas motivacionales.
SUS FICHAS EN EEUU
Fue durante la celebración de los 50 años de su padre, en Nepal, cuando Nicolás Ibáñez Varela tomó la decisión. El año 2006, y mientras subían los 8.500 metros del monte Lhotse, Ibáñez Jr., en esa época analista senior de LarrainVial, optó por seguir su carrera empresarial al alero de su padre. Pero primero viajaría a Estados Unidos pues ya tenía planeado hacer un MBA en Harvard.
Tras terminar el posgrado, en 2011, Ibáñez Varela trabajó como investigador para la cátedra de Bienes Inmobiliarios del profesor Arthur I. Segel, uno de los más reputados académicos en esta área y consultado frecuentemente por los magnates de la construcción de EE.UU. e India. Fue en esa instancia que el hijo de Ibáñez conoció al también graduado de Harvard David Cotterman. Juntos planearon hacer algo para aprovechar la experiencia de Cotterman en el negocio inmobiliario y el acceso al capital de Ibáñez. Los bajos precios que exhibía el mercado de EE.UU. los impulsaron a invertir ahí.
Fue así que Ibáñez Varela vio de inmediato una oportunidad para ampliar las redes de Drake, la oficina de inversiones que había creado junto a su padre en 2009. Luego de conversar con Cotterman, decidieron crear DREP en 2012 y abrieron una oficina en Park Avenue, el corazón financiero de Manhattan.
Desde ahí han liderado la compra de inmuebles residenciales y comerciales. Al año revisan casi 150 propiedades para incluirlas en su portfolio: entre 3 y 10 de ellas califican al año para sumarse a los activos que maneja DREP. Luego de casi dos años de operaciones, la sociedad fundada por Cotterman e Ibáñez Varela ya suma activos por US$ 200 millones, y en su cartera de propiedades figuran condominios en el Medio Oeste estadounidense, hasta strip centers y un hotel de la cadena Hilton en Indiana.
“Buscamos propiedades con buena ubicación y que están avaluadas bajo el precio de mercado. Varios de estos inmuebles están fuera del radar de los inversionistas, pero nosotros vemos en ellos una oportunidad para luego vender o arrendar”, cuentan.
Si bien a la fecha la mayoría de los recursos financieros que tiene DREP han sido aportes de Drake, el proyecto se maneja de manera independiente, y ya tiene en carpeta incluir capital de otros socios externos a la familia, para incrementar su presencia en EE.UU. y en otros mercados, como Perú y Colombia.
MAR ADENTRO
Un porcentaje de las ganancias de Drake se destinan a Finsa, el family office de Nicolás Ibáñez, que es dirigido por Ricardo Mendoza y que se emplaza en la Ciudad Empresarial. A través de él desarrolla sus emprendimientos personales, los que en total suman un capital que bordea los US$ 200 millones. Entre ellos se encuentra Bosques y Parques (Bopar), destinado a producir y comercializar, en las 1.300 hectáreas que el empresario tiene en Valdivia, especies forestales exóticas y nativas; Hairy Cows, que consiste en la crianza de vacas Highland; la lechería El Tronador en Purranque; e Indesa, firma a cargo de sus negocios inmobiliarios en Chile.
La mayor parte de las utilidades del grupo, sin embargo, se reinvierten en Drake, empresa que por estos días planea qué hacer con los recursos que obtendrá después de que se concrete la venta de sus acciones en Walmart. Se estima que una vez que se fije el precio del paquete accionario que venderá, el 7 de noviembre, el empresario podría recaudar unos US$ 470 millones. Con ese capital, Ibáñez podrá continuar navegando.