Jeffrey Sachs no es un economista común. En plena recuperación post crisis subprime, donde se han masificado las inyecciones de dinero por parte de los bancos centrales y los aumentos del gasto fiscal en las economías en problemas, él levanta la voz en contra de estas medidas keynesianas.
Lo suyo son las apuestas a largo plazo. Reformar la educación, la salud y el mercado laboral para eliminar inequidades es su bandera de lucha. En Chile, mientras estuvo de visita, la semana pasada, invitado por el Ministerio de Hacienda a la cuarta versión del encuentro “Chile hacia el desarrollo”, quedó perplejo por el nivel de desigualdad que muestra la economía más pujante de América Latina. ¿Su receta? Hacer cambios profundos.
Es ésa, según su criterio, la fórmula para derrotar la pobreza en el mundo. Ésta ha sido su obsesión en los últimos años. Él, como director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia, ha aplicado sus teorías en diversas villas en África con el objetivo de que los más pobres aprendan a salir adelante. El éxito de este proyecto ambicioso aún no rinde los frutos esperados y, por lo tanto, ha sido criticado por muchos de sus pares. Lo han tratado de ingenuo e idealista por pregonar que derrotar prontamente la pobreza es posible. Él mantiene la esperanza.
Pero sus ideas sí han trascendido. Sachs es reconocido como una de las mentes más visionarias en el mundo de la economía, y sus diversas tesis han llevado a muchas naciones de bajo desarrollo a contar con sus propuestas. No por nada el New York Times alguna vez lo describió como probablemente el economista más importante del mundo.
-¿Qué impresión se lleva de Chile y los desafíos que tiene por delante?
-Chile es una economía exitosa; un país que quiere ser de ingresos altos, y eso significa que debe seguir creciendo pero, al mismo tiempo, debe diversificar su economía con mayor sofisticación tecnológica. El sector exportador depende mucho de la minería y del agro. Siempre ha sido así y la historia demuestra que ustedes no deben confiarse de tal manera. Las áreas de servicios y manufacturas son importantes en esta región, pero deben modernizarse.
Sin embargo, Chile tiene uno de los índices de inequidad más altos. Eso obliga a ajustes sociales y un aumento de la productividad, porque si un niño viene del sector de más bajos ingresos y le es difícil conseguir un trabajo decente, el país se quedará atrapado. Por ello Chile necesita políticas sociales más inclusivas, en especial en educación.
-¿La infraestructura y el cuidado del medioambiente son otros desafíos para Chile?
-Los problemas de infraestructura y medioambiente lo son, donde la energía tiene un papel prioritario. Chile enfrenta una crisis de energía, como todo el mundo. Entonces la interrogante es cómo producir energía a bajo costo sin destruir el medioambiente. Ustedes tienen dos poderosas fuentes, generación solar e hídrica, pero ninguna de ellas está muy desarrollada.
-Hay críticas al desarrollo de éstas…
-Absolutamente, pero la pregunta que deben hacerse es si es malo, pero comparado con qué. Si se compara con los combustibles fósiles, hay que apostar por las energías renovables. Ahora, si la gente no quiere ningún tipo de energía, yo sería más cauto porque Chile, para seguir creciendo, necesitará de ella.
-Mirando lo que ha sucedido en Estados Unidos, ¿hay un desafío económico o político por sortear?
-Creo que Estados Unidos se mantendrá detenido por un tiempo, continuando con la crisis. No veo un colapso, pero tampoco veo una significativa recuperación ni tampoco un crecimiento vigoroso. Hay aspectos del país que siguen siendo innovadores y dinámicos en su economía, pero en general la sociedad está marcada por un montón de incertidumbres y por la incapacidad del sistema político.
-¿Esa falta de liderazgo viene del lado demócrata o del republicano?
-Es una falta de liderazgo de todo el sistema político, el cual está profundamente corrupto. Tenemos mucho dinero involucrado en la política, muchos intereses de grupos económicos, y ninguno de los dos partidos está realmente comprometido con ideas que no sean las que interesan a los grupos económicos. Las carreras al Congreso y a la presidencia han costado más de US$ 7.000 millones. Es mucho dinero y eso implica que los candidatos están constantemente pidiendo dinero a los grupos poderosos. El resultado de ello es más inmovilismo, menos independencia y conservadurismo en ambos lados; un teatro político, porque hablan entre sí, pero finalmente nada se mueve.
-¿Tarde o temprano rebotará en el sistema político?
-Ya está pasando. Los políticos tendrán que reelegirse y, para ello, tendrán que buscar fondos. Esto es un quiebre a las instituciones democráticas. Estados Unidos es capaz de hacer reformas, pero este sistema impide que se hagan. Por eso Obama ha sido una gran decepción: prometió grandes cambios, ha sido incapaz de enviarlas y ahora ni siquiera tiene la base política para hacerlo.
-¿Cuál es su impresión sobre la política monetaria de la FED y sus continuas inyecciones de liquidez?
-Primero hay que mantener en perspectiva que la política que aplicó la FED hasta 2008 fue desastrosa y contribuyó al colapso del sistema financiero global. Alan Greenspan fue totalmente incompetente para desarmar la burbuja (inmobiliaria) a tiempo. Tampoco monitoreó el creciente riesgo y dejó al sector financiero sin regulación. El colapso del sistema ocurrió por culpa del pobre desempeño de la FED.
-Entonces, en términos de regulación, nada ha cambiado.
-Ha habido pequeños cambios, pero nada significativo. La FED fue muy mala hasta 2008, pero creo que ha sido mejor para responder a la crisis, bajando las tasas de interés hasta 0%, inundando al mercado con liquidez y así ayudó a detener el pánico después de la caída de Lehman Brothers. El relajo cuantitativo ha sido meridianamente estimulante, pero podría volver a crear nuevas burbujas. El gran problema surge ya que ni la política monetaria ni la fiscal pueden resolver los problemas estructurales de largo plazo. Se necesitan estrategias económicas que vayan más allá de la macroeconomía. No tenemos esas estrategias.
-Veo que no cree en la economía keynesiana.
-Usted sabe que enseño, publico libros y armo discusiones al respecto, pero creo que el poder de los instrumentos keynesianos es limitado. Cuando vemos la lenta recuperación de Estados Unidos, discrepo fuertemente con Paul Krugman (Premio Nobel de Economía), ya que dice que deberíamos permitir un mayor déficit, pero creo que deberíamos pensar en otro tipo de cambios, como reforma educacional, al mercado laboral, mejoras en infraestructura, etc.
LA CRISIS EN EUROPA
-¿Cuál es su opinión acerca de los arreglos que se pueden lograr en la Zona Euro?
-En general, ha habido grandes contracciones de ingresos y de salarios en vastas zonas, lo cual ha sido muy doloroso. Muchos países han hecho ajustes de manera drástica, como Grecia, pero los mecanismos para el manejo de la crisis no han sido buenos. Alemania es un prestamista inexperto y que domina Europa con la determinación política de intervenir en la crisis, pero sólo para que ésta no explote. Los alemanes dan pequeños pasos cuando Europa está al borde del abismo, pero no es suficiente para solucionar la crisis.
-¿Se necesita más que políticas de austeridad fiscal?
-Grecia, por ejemplo, tiene un desempleo del 26%. Ellos no tienen que esperar que su demanda interna sea capaz de empujar la economía. Deberían estar exportando, pero no tienen políticas suficientes que promuevan ello. Grecia necesita ayuda en el corto plazo, pero necesitan una estrategia de largo plazo. Los créditos que entrega Alemania deben ir acompañados de condiciones financieras que permitan a Grecia crecer, pero es responsabilidad de los griegos crear las condiciones para poder crecer. Alemania no va a borrar la deuda de Grecia.