Por María José López Noviembre 7, 2013

“La UC no quiere que los médicos sean parte del deal, pero ¿de qué sirve una clínica sin doctores?”, explica una persona que conoce en detalle las negociaciones. Pero la UC no está dispuesta a transar. “Si Colmena compra la clínica, se va a quedar con un lindo edificio con vista a la cordillera. Nada más”, asegura un cirujano.

“Hay que ver qué nos ofrece Colmena. Porque nos dijeron cosas interesantes, como que en el futuro tenían pensado desarrollar un mecanismo que nos permitiera ser parte de la propiedad y convertirnos en accionistas”, relata un doctor.

Las reuniones se sucedieron durante toda esta semana. La idea era establecer por fin a qué le estaban poniendo precio. Pero, una vez más, las negociaciones no llegaron a puerto. Desde junio, la Red de Salud UC y Colmena Salud -hasta hoy- dueños en partes iguales de la Clínica UC San Carlos de Apoquindo están enfrascados en una disputa por quién se queda con este establecimiento médico. Todo indicaba en un comienzo que el fin de esta alianza sería amistoso, pero tras cinco meses de tira y afloja los socios han sido incapaces de acordar qué se llevará el comprador, a qué marcas tendrá derecho y, lo más importante, si la operación incluiría al cuerpo médico, su activo más emblemático.

Este tema complica en especial a Colmena. “La UC no quiere que los médicos sean parte del deal , pero ¿de qué sirve una clínica sin doctores?”, explica una persona que conoce en detalle las negociaciones. Ese tema, sin embargo, es algo que la UC no está dispuesta a transar. “Si Colmena compra la clínica, se va a quedar con un lindo edificio con vista a la cordillera. Nada más”, asegura un doctor. La idea original era zanjar el asunto antes de que termine el año,  pero hoy las negociaciones están entrampadas y sus socios completamente enfrentados. “Colmena no sabe a qué ponerle precio. Porque si la UC quiere entregarles sólo un edificio con fierros, ellos no lo aceptarán”, comentan en la clínica.

El pacto de accionistas entre Colmena y la Red UC establece que el socio que fije el precio de compra mayor -luego de intercambiar sobres cerrados- se adjudica el 50% de las acciones del otro en un valor que corresponde al promedio de ambas ofertas. En este caso particular, se ha optado por un deadlock amistoso,  es decir lograr un proceso de cierre abreviado sin intermediaciones de árbitros. Hoy sin embargo, ese escenario no se descarta.

Las negociaciones por parte de Colmena -hoy de propiedad del holding Bethia- las lideran Gonzalo de la Carrera, presidente de su directorio, y Juan Pablo Pascual, gerente División Salud. En la otra vereda, el mando lo llevan el doctor Luis Ibáñez y Gustavo Maturana, decano y vicedecano económico de la Facultad de Medicina de la UC.

El rector de la casa de estudios, Ignacio Sánchez, quien se desempeña como pediatra de la clínica, también sigue de cerca el avance de las negociaciones.

Si no logran ponerse de acuerdo sobre a qué deben ponerle precio, será un árbitro quien encabece esta tarea: él deberá revisar los contratos y decidir con qué se queda el futuro dueño de la clínica.

El conflicto también ha permeado a los cerca de 300 doctores que atienden en la clínica. De hecho, el 23 de octubre el directorio de la Asociación de Médicos de la Universidad Católica (Asomeduc) organizó una reunión ampliada en uno de los auditorios de la Casa Central de la Universidad Católica. Hasta ahí llegaron cerca de 200 médicos, entre ellos el decano Luis Ibáñez.

La reunión buscaba explicar a los médicos qué estaba pasando en la clínica de San Carlos de Apoquindo. Pero en el encuentro, relata uno de los presentes, el cuerpo médico dio un gran espaldarazo a los directivos de la UC. “Hubo un momento en que Aquiles Jara, presidente del directorio de Asomeduc, preguntó quiénes apoyaban a la universidad ante una eventual compra de Colmena. Todos los que estaban ahí levantaron su mano”. Otro agrega: “Si la universidad se va, nos vamos con ella”.

Maqueta de la ampliación de la Clínica UC San Carlos de Apoquindo. El proyecto requiere una inversión de US$ 90 millones y contempla 100 nuevas camas, 100 consultas médicas, y 1.200 estacionamientos subterráneos.

EL QUIEBRE

El primer paso lo dio la UC. En junio, las autoridades de Medicina se juntaron  con Gonzalo de la Carrera para informarle que querían separar aguas. Si bien las tensiones venían desde 2012, este año se profundizaron.

Colmena aterrizó en la Clínica UC en 2004. “A la universidad le interesó un proyecto con una empresa aseguradora como socio”, dicen desde la clínica.  En esa época el valor del centro era de UF 500 mil y el holding de salud aportó otras UF 540 mil. El establecimiento de salud comenzó a operar en 2001, como un centro ambulatorio, con servicio de urgencia, 100 doctores, 26 camas, cinco pabellones, un laboratorio y 30 consultas médicas. En 2005, comenzaron a crecer: llegaron a tener 105 camas, ocho pabellones y cuatro salas de preparto.

Pero fue durante el directorio de diciembre del 2010 cuando decidieron dar el gran salto: invertir US$90 millones para echar a andar la segunda etapa de la clínica. Con eso aportarían 100 nuevas camas; alcanzarían 100 salas de consultas médicas (hoy existen 45); y se construirían 1.200 estacionamientos subterráneos. Hoy hay 180 bajo tierra y 500 en la superficie. Además, se remodelaría el área de Urgencia. Esto permitiría sumar 60.000 m2 a la clínica, que actualmente tiene 19.000 m2 construidos.

En 2011, comenzó el plan de expansión: se remodeló la Urgencia y se construyeron 300 estacionamientos. Sin embargo, durante el tercer trimestre de ese año el proyecto se estancó. “La UC aseguró que no podía seguir aumentando capital y que buscaría un socio para hacerlo”, indica Eugenio Concha, gerente general de la clínica.

La situación preocupó a los ejecutivos de Colmena. La ampliación buscaba duplicar los ingresos anuales de la clínica, que por esa época tenía sus números en rojo. Este año, y con ventas cercanas a los $30 mil millones, los balances de la clínica serán por primera vez positivos. Como referencia, en 2008 sus ventas fueron de $ 14.203 millones y en 2010 de $ 21.390 millones. Esto también tendría un efecto positivo en los sueldos de los doctores, dicen quienes defienden la posición del holding de salud, “hoy sus ingresos anuales bordean los $12 mil millones, pero con un mayor crecimiento de la clínica podrían aumentar”, grafica un profesional que trabaja ahí.

Para subsanar los problemas económicos que enfrentaban sus socios de la universidad, desde Colmena idearon una estrategia para generar más ingresos por mientras  la UC conseguía el capital. A fines del 2012, les propusieron “erradicar” Psiquiatría del tercer piso de la clínica e instalar ahí 20 camas médico-quirúrgicas. Esa área médica se trasladaría a un terreno aledaño a la clínica, donde se construiría un departamento de dos pisos: ahí habría 20 camas y 7 consultas para esa especialidad de salud mental. “Psiquiatría no tiene los niveles de ingresos como los otros servicios. Entonces nos pareció que era una buena salida para todos”, indican en la clínica.

Sin embargo, este plan no cayó nada de bien en la UC. “Desde el punto de vista económico es cierto que Psiquiatría genera pérdidas, pero esta área es importante para la docencia y formación”, recalca un doctor de la UC. Tras este episodio, quedó en evidencia que había problemas de enfoque entre los socios: mientras la UC es partidaria de preservar y fortalecer el espíritu académico de la clínica y no hacerla crecer sin un propósito claro, Colmena quiere inyectarle capital, de manera de volverla competitiva frente a otras clínicas del sector oriente de Santiago, en especial la Alemana y Las Condes.

La situación se complicó aún más cuando a principios del 2013 los antiguos socios de la matriz de Colmena, liderados por Carlos Trucco, decidieron vender. Entonces un fondo de LarrainVial, cuyo principal inversionista es el holding Bethia, presidido por Carlos Heller Solari, adquirió Colmena en una operación valorada en US$ 500 millones. De la Carrera, entonces gerente de Nuevos Negocios de Bethia, quedó como presidente del directorio de Colmena.

Paralelamente, la universidad firmó un acuerdo con el conglomerado estadounidense Christus Health, quien acordó comprar el 40% de Red de Salud UC -que integra 12 centros médicos y varias unidades de laboratorios clínicos, entre otros- por cerca de US$ 205 millones. En privado los funcionarios manifiestan inquietud por los cambios que el nuevo socio podría traer. “Supuestamente, con la llegada de este socio, la UC por fin podría tener el capital para hacer las inversiones que se requerían. Pero nada de eso ha pasado. Tal vez este nuevo socio busca potenciar los otros centros de la red más que a San Carlos”, dice un doctor que trabaja en la clínica.

Desde entonces las relaciones con Red de Salud UC se estancaron.

 

EL PRECIO DE UNA INSIGNIA

En el momento que Colmena y UC decidieron poner fin a su alianza, se propusieron manejar el tema a nivel de cúpulas: la idea era evitar el caos. Sin embargo, fue imposible que la información no se filtrara a los más de 1.000 empleados que trabajan hoy en la clínica.

De hecho, hace dos meses, cuentan algunos doctores, por los pasillos de la clínica se vive un ambiente de incertidumbre total. “El boca a boca ha sido muy fuerte y ha generado niveles de ansiedad importantes”, cuenta uno de ellos. Varios médicos buscaban respuestas en el gerente general de la clínica y en las autoridades de la facultad sobre el futuro de la clínica. “Pero nadie nos entregaba respuestas claras”, agrega un cirujano.

Hasta el 23 de agosto. Para transparentar la situación, el decano de Medicina encabezó una asamblea en la sala de reuniones del  primer subsuelo de la clínica, junto al director clínico, Manuel José Irarrázaval. A ella asistieron 50 docentes de la casa de estudios, que además son miembros del staff de la clínica, para comunicarles que las negociaciones con Colmena se habían complicado más de lo esperado. “Nos explicaron que no hay acuerdo con Colmena y nos dieron a entender que la UC está haciendo todo por quedarse con la clínica. Nos dijeron que estuviéramos tranquilos”, dice uno de ellos.  Además, les aseguraron que si la UC ganaba el “gallito”, harían las inversiones que se requerían para crecer y levantar la segunda etapa de la clínica.

Pero fueron más allá, relata un médico, “nos advirtieron que si era Colmena la que se quedaba con la Clínica UC San Carlos, los médicos podrían salir de ahí tranquilos, pues la UC nos reubicaría en sus otros centros asistenciales. Pero  que los que decidiesen quedarse, en cambio, deberían desligarse de la UC”.

“Estamos en una encrucijada”, agrega otro especialista y complementa: “Somos doctores UC y donde esté la universidad yo prefiero estar. Ojalá ésta compre la clínica, pero si es Colmena quien la adquiere, no sé qué pasará con nosotros. No quiero romper lazos con la UC, pero tampoco tengo la certeza de que podrían reubicarme en otra sucursal de la Red de Salud para seguir trabajando, mantener pacientes y mis ingresos”.

A mediados de octubre, y cuando las cabezas de Colmena se enteraron de la información que estaban recibiendo los doctores, organizaron siete reuniones, a las que asistieron cerca de 10 doctores por cada una. Estas fueron dirigidas por Gonzalo de la Carrera y por el doctor Juan Pablo Pascual. “Quisimos conocer sus aprensiones y que se informaran de cuál era el plan de Colmena. Hay algunos que tienen vinculación académica con la UC, y que siempre van a estar con la universidad.  Otros, que creemos que son la mayoría, están al amparo de su actividad privada en esta clínica y que no quieren alejarse y dejar lo que aquí han formado”, dice Eugenio Concha, quien también asistió a las reuniones y añade: “Tampoco vemos incompatibilidad en que sigan siendo docentes de la UC y trabajen en una futura clínica nuestra”.

Además, les ofrecieron convertirse en socios de la clínica. “Hay que ver qué nos ofrece Colmena. Porque nos dijeron cosas interesantes, como que en el futuro tenían pensado desarrollar un mecanismo que nos permitiera ser parte de la propiedad y convertirnos en accionistas, tal como lo hace la Clínica Las Condes”, relata un doctor.

Algo que para la UC no son más que “ofertones” sin demasiado sustento porque, según cuenta otro médico, la mayoría de los que trabajan ahí están comprometidos con la universidad y no pretenden quedarse sin la “insignia UC”.

Aunque el escenario está lejos de aclararse, todos esperan que el panorama se solucione este año. Con todo, ambos bandos ya se sienten triunfadores: “Estamos haciendo todo por quedarnos con la clínica”, afirman desde la UC. “Somos los compradores”, rebaten desde Colmena.

 

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