"Es cierto que ha habido empresarios inescrupulosos que han abusado del sistema, de sus consumidores y, por lo tanto, hay confianzas que reconstruir"
"Tengo cuatro hijos en la universidad, estoy pagando cuatro universidades y, gracias a Dios, sobrevivo. No sé si tiene que ser gratuita o con financiamiento, pero cuando uno es promotor de la familia, ese argumento lo encuentro razonable"
Fue la noticia de la semana. El lunes, los comentarios del ministro Cristián Larroulet respecto del último dato del Imacec abrieron los fuegos. El indicador registró en octubre su nivel más bajo en los últimos 27 meses, y el ministro secretario general de la Presidencia atribuyó la cifra a los planteamientos que ha hecho, durante la actual campaña, la candidata de la Nueva Mayoría. “La debilidad que se ve en la inversión se debe a las propuestas de Bachelet”, planteó en una entrevista en La Tercera. La frase tuvo diversas repercusiones: fue tema obligado en el debate de Anatel y de paso sacó ronchas en el comando de la ex presidenta.
En el mundo de las inversiones, la mirada es algo distinta. Guillermo Tagle, socio del banco de inversión IM Trust, no le achaca a la ex presidenta toda la responsabilidad. Tagle cree que los eventuales cambios a los impuestos han llevado a los empresarios a actuar con cautela. Sin embargo, también considera que el país ha cambiado y que algunas reformas -como la educacional y la de las pensiones- son más que necesarias.
-El ministro Larroulet atribuyó la debilidad en la inversión a las propuestas de Michelle Bachelet. ¿Usted comparte esa opinión?
-Primero, hay que separar el plano económico de la contingencia política. Ahora, la verdad es que la expansión de sólo 2,8% que mostró el Imacec de octubre fue un poco sorpresiva. Por un lado, el consumo sigue bastante fuerte y ahí uno ve el optimismo que mantienen los consumidores. Sin embargo, la inversión se ha frenado y ha disminuido su dinamismo en los últimos meses.
-¿Pero a qué atribuye usted esa desaceleración?
-Desde el punto de vista empresarial, durante la primera vuelta electoral se generó bastante preocupación. Vimos por primera vez nueve candidatos con posturas diferentes, entre los cuales había siete candidatos que tenían caminos propios de desarrollo, distintos a cualquier programa convencional. Cuando llegamos a la segunda vuelta, con resultados que eran los esperables, entramos en una etapa donde no ha habido grandes novedades. Sin embargo, creo que la gente no tiene demasiada claridad sobre cuáles de las cosas que dijeron quienes no fueron elegidos las va a tomar el nuevo gobierno y cuáles no. Ahí hay un ámbito de incertidumbre que afecta, y que debiera decantar una vez que termine este proceso eleccionario.
-¿Pero coincide o no con Larroulet?
-Hay cosas que son de sentido común. Está sobre la mesa que se van a subir los impuestos y no se sabe cuánto ni cómo. Y los impuestos son un factor determinante en la rentabilidad de cualquier negocio. Por lo tanto, evaluar un proyecto de inversión sin tener claridad respecto del futuro tributario obviamente te lleva a decir: “Esperemos a que esto esté clarificado”. Tienes un ambiente tributario incierto y, por lo tanto, es natural que eso provoque una desaceleración en la inversión. También existe un ambiente laboral que tampoco tienes claro cómo va a funcionar en el futuro.
-¿Pero esta incertidumbre es la propia de cualquier elección o tiene que ver también con el signo que podría tener un eventual segundo gobierno de Bachelet?
-Por eso te mencionaba la primera vuelta. Más que los programas de las dos candidatas, eso fue lo que provocó la sensación de que se estaban proponiendo cambios muy profundos y que no estaba demasiado claro cuáles de esos cambios se iban a tomar y cuáles no. Ése es para mí el factor más importante.
-¿Hoy, el problema son las medidas planteadas por Bachelet o cómo éstas se van a llevar a cabo?
-No creo que sólo las propuestas de Bachelet sean las que han generado incertidumbre. Hemos vivido un ambiente político de mucha efervescencia, con muchas posturas que pueden estar muy lejos de ser incluidas en el programa de la Nueva Mayoría, pero que han estado arriba de la mesa. Cuando Piñera inició su periodo hubo un impulso a la inversión, que más tarde empezó a disminuir por las circunstancias que afectaron al sector empresarial. Hemos vivido un cuestionamiento mayor al aporte que este sector puede hacer al desarrollo. Esto ha estado en el foco de ataque de todas las posturas y eso nos lleva a preguntarnos cómo podemos reivindicar la condición de ser actores que promovemos el crecimiento y el bienestar de la sociedad.
-Pero ese descrédito del empresariado se ha generado también por casos polémicos y cuestionados, como el de Enersis y ahora las cascadas…
-Eso es válido. Efectivamente, el mundo empresarial está compuesto por distintos tipos de actores y lamentablemente hemos tenido algunos episodios muy poco felices en distintas materias: en libre competencia, en respeto al consumidor… Hemos visto fraudes como La Polar. Yo tomo el punto de que hay un sector empresarial que se ha puesto en el centro del debate, pero, por otro lado, tienes que el 80% del empleo lo generan las pymes o que la gran mayoría de las empresas del IPSA funcionan bien. Aun así, hoy todos los empresarios son metidos en el mismo canasto.
-¿Siente que se los ha marginado del debate?
-Creo que el ruido que se ha generado en torno a ciertos casos y la fuerza con la que actúan quienes están en contra del crecimiento empresarial han inhibido que este sector salga a defender sus posturas. Estamos ante una coyuntura bien compleja y estaríamos en un problema mayor si la gente que dirige este país pensara que va a poder proveer bienestar y desarrollo sin que haya empresas que se animen a invertir, a desarrollarse. No creo que ésta sea la postura de ninguna de las candidatas. En todo caso, es cierto que ha habido empresarios inescrupulosos que han abusado del sistema, de sus consumidores y, por lo tanto, hay confianzas que reconstruir.
CAMBIO DE FOCO
-¿No cree que con el nivel de desarrollo que tiene Chile hay que cambiar el foco del crecimiento hacia la desigualdad?
-No comparto el principio de que aquí el problema principal es que hay unos pocos que son muy ricos y que el resto vive en situaciones muy limitadas… Muchas empresas han crecido mucho y eso ha permitido arrastrar hacia arriba la condición de vida de una parte importante de la población. Por eso estoy convencido de que, con el énfasis en el crecimiento, vamos a lograr antes mejorar la condición de vida de gente que aún está bajo los niveles que se merece en un país con las condiciones que tiene Chile.
-Por lo tanto, ¿son necesarias reformas como la tributaria, la educacional o al sistema de pensiones?
-Las tres son necesarias, supernecesarias. Las pensiones, por ejemplo, enfrentan un problema de segunda generación. El primero, el del pilar básico solidario, fue resuelto de buena manera en el gobierno de Michelle Bachelet. El problema que hoy existe es que a la gente de ingresos bajos o medios -por muchas razones- el sistema de pensiones no le satisface sus expectativas. Uno no puede decir que no se necesitan reformas. Ahora, eso cuesta plata.
-Por lo tanto, es necesaria una reforma tributaria…
-Tienes que ver cómo lo financias: si hay que subir los impuestos o si apuestas a que con más crecimiento vas a poder recaudar más. En cuanto a la educación, creo que es de universal aceptación que Chile necesita una educación de mayor calidad y para eso se necesitan más recursos y una mejor gestión. Esto, a su vez, impacta en una reforma tributaria… Si uno va a los fundamentos de los dos programas, encuentra consenso en este tipo de cosas: en que las pensiones necesitan mejorar, en que la educación tiene que mejorar y en que vas a tener que buscar formas de recaudar más impuestos.
-La diferencia está en cómo hacerlo…
-No veo divergencias en los temas que tenemos que resolver, sí en la forma. Hay una postura de que la educación gratuita y universal para todos no tiene sentido. Sobre todo en un país donde hay algunos que pueden sustentar ese gasto. La otra postura que tiene su fundamento es que algunas de las familias más ricas ganan sobre $1,5 millones, y que las universidades cuestan entre 400 y 500 mil pesos, por lo que una familia con 3 hijos no puede mandar a sus hijos a la universidad, pese a estar en el 10% de ingresos más altos de la población. Eso puede ser perfectamente razonable.
-¿Es partidario de la educación universitaria gratuita?
-Tengo cuatro hijos en la universidad, estoy pagando cuatro universidades y, gracias a Dios, sobrevivo. No sé si tiene que ser gratuita o con financiamiento, pero cuando uno es promotor de la familia, ese argumento lo encuentro razonable. Las familias ultrarricas son casos aislados.
-¿Le preocupa la izquierdización de un eventual segundo gobierno de Bachelet?
-Pienso que la sociedad ha cambiado y necesita renovarse. Así como el mundo empresarial necesita reencantar, cualquiera que sea la candidata elegida tiene que reencantar a la población. Tendería a pensar que entre el mundo empresarial y el gobierno que resulte elegido vamos a tener que crear una agenda de trabajo en conjunto, porque ninguna de las dos candidatas que están en competencia es de la postura de que va a poder hacer las cosas sin el otro. Para ambas es demasiado relevante la estabilidad social, el que la población esté más contenta y que se deje de estigmatizar a unos y otros.