Por Rosario Zanetta Diciembre 24, 2013

La Clínica Dávila recibió a mediados de este año la certificación por segunda vez. El otro establecimiento que la renovó con éxito fue la Clínica Las Condes, cuyas autoridades recibieron el 4 de diciembre pasado un nuevo diploma por parte de la Superintendencia.

En julio del 2012, la Clínica Alemana renovó la acreditación de la Joint Commission, organismo especializado en estándares de calidad en EE.UU. Pero en la evaluación nacional de este año, el establecimiento fue reprobado.

El tema se ha manejado con total discreción. A mediados de diciembre, el director médico de la Clínica Alemana, Juan Hepp, citó a los doctores del establecimiento a una reunión en el auditorio principal. Se hablaron diversos temas y sólo fugazmente hizo alusión a una noticia compleja. En esa ocasión, Hepp les comunicó a los doctores que la clínica no había logrado renovar su acreditación en calidad. La novedad, según uno de los presentes, dejó a varios perplejos.

A fines de 2009, el panorama era diametralmente opuesto. En diciembre de ese año, la Clínica Alemana se convirtió en el primer recinto de Chile en acreditar, voluntariamente, su cumplimiento de las normas de calidad. El martes 5 de enero de 2010, el gerente general de la clínica, Marcelo Magofke, recibió de manos del superintendente de Salud, Manuel Inostroza, un diploma que garantizaba que el centro cumplía los estándares exigidos. No sólo eso: en ese proceso la clínica logró un porcentaje de cumplimiento de 91,6%, muy por sobre el 50% que se le exigía en esa primera instancia. El informe final de esa evaluación destacaba que la clínica tenía incorporada en su organización “la cultura de calidad, seguridad y mejoramiento continuo”.

De ahí que el rechazo actual de la acreditación haya sido recibido con sorpresa por los médicos y funcionarios de la clínica, así como también por los distintos actores del sector. Preocupada, la administración de la clínica decidió interponer, a fines de julio, un recurso que busca anular la evaluación. La Superintendencia de Salud se encuentra analizando esta reclamación, la que implica varias diligencias administrativas.

Por ahora, esta acreditación es voluntaria y más allá de los problemas de marketing que, según algunos, pueden “golpear” a la clínica, no tiene mayores repercusiones. Sin embargo, a partir del 1 de julio de 2014, esta certificación será clave: todos los centros de alta complejidad -como la Alemana, la Clínica Santa María, el Hospital San Juan de Dios o el Barros Luco, entre otros- que no cuenten con ella no podrán atender 24 patologías GES, como un tratamiento quirúrgico de cataratas, un cáncer o una cardiopatía congénita para menores de 15 años, con los beneficios de la modalidad AUGE.

CRITERIOS DISÍMILES

Por años, la Clínica Alemana ha estado preocupada por la calidad. Incluso antes de que estuviese implementado en Chile el actual sistema nacional de certificación, la institución ya se sometía a evaluaciones internacionales voluntarias, que elevaban su prestigio. En 2009, la clínica obtuvo por primera vez la acreditación de la Joint Commission, un organismo internacional con sede en Illinois, Estados Unidos, que desde 1951 ha certificado la calidad de organizaciones públicas y privadas de salud en más de 50 países. Según distintos expertos, este logro le valió a la clínica un reconocimiento entre sus pares y, por eso, hasta hoy muchos entendidos en calidad consideran a la Alemana una de las pioneras en Chile en estas materias.

Como las acreditaciones miden la mejora continua de los estándares, contemplan evaluaciones periódicas. Por eso, a fines de junio del año pasado, el centro recibió la visita de cinco evaluadores internacionales de la Joint Commission International (JCI). Según señaló entonces la clínica, éstos revisaron las instalaciones del establecimiento: los pabellones, las unidades de pacientes críticos, los departamentos de urgencias, la maternidad y varias otras dependencias. En julio de 2012, el establecimiento conoció el informe final de la JCI, institución que no sólo reacreditó al establecimiento por otros tres años, sino que además lo felicitó por su “compromiso de otorgar una atención de calidad en forma permanente”.

No ha sido el único reconocimiento que la clínica ha recibido en el último tiempo. En octubre de este año, fue elegida por quinto año consecutivo como el segundo mejor hospital de América Latina, según el ranking que realiza AméricaEconomía Intelligence. Según esta evaluación regional, la calidad de la clínica chilena fue sólo superada por la del Hospital Israelita Albert Einstein de São Paulo.

EXPEDIENTE RESERVADO

Las evaluaciones internacionales, precisamente, despertaron las dudas respecto del proceso de acreditación nacional. La directora de un establecimiento de salud comenta que por años la Clínica Alemana ha sido un referente local en calidad, razón suficiente para que el actual rechazo llamara la atención entre los entendidos.

Varios apuntan a que estas diferencias se deben a que la Joint Commission y el sistema nacional miden la calidad a través de indicadores distintos, lo que podría justificar las diferentes apreciaciones. Incluso la misma directora apunta a que las exigencias del sistema local son mayores y que en algunos casos llegan incluso a ser absurdas.

La primera vez que la Clínica Alemana obtuvo la acreditación nacional de calidad fue tras someterse a una evaluación realizada por el Instituto Chileno de Acreditación en Salud (Ichaes): una de las 19 empresas acreditadoras que están autorizadas, según los registros de la superintendencia, para llevar adelante el proceso. Para la fallida reacreditación de este año, la superintendencia designó, por sorteo electrónico, a otra firma: Higea Salud, una empresa de Viña del Mar que desde el año 2011 opera como acreditadora de calidad.

A pesar de insistentes llamados, ni la clínica ni Higea ni la superintendencia quisieron referirse a las razones detrás del rechazo a la reacreditación, argumentando que el procedimiento es reservado. Lo que sí se conoce son los parámetros que las clínicas y hospitales deben alcanzar para aprobar esta segunda evaluación. Según explica la superintendenta de Salud (s), Liliana Escobar, para recibir la reacreditación las empresas certificadoras evalúan que los centros cumplan 106 indicadores. La clínica o el hospital examinado debe obtener como mínimo un 70% para lograr la certificación. Pero, además, debe aprobar sí o sí 30 indicadores obligatorios que van desde medidas para resguardar la dignidad del paciente hasta la seguridad de los equipos y las instalaciones.

La Superintendencia de Salud también pide a los establecimientos que buscan acreditarse cumplir con un proceso de autoevaluación previo a solicitar la certificación. Según Escobar, la clínica o el hospital debe aplicar esta pauta de verificación por un periodo de 12 meses antes de pedir la evaluación externa. Fuentes de la industria apuntan a que allí puede haber estado el error de la clínica, aunque sólo a modo de trascendido.

Lo que sí se sabe es que hasta el momento sólo dos clínicas privadas -y ningún hospital público- han logrado obtener la reacreditación, según comentan desde la Superintendencia de Salud. La primera en hacerlo fue la Clínica Dávila, la cual logró, a mediados de este año, la certificación por segunda vez. El otro establecimiento que renovó la acreditación fue la Clínica Las Condes, cuyas autoridades recibieron el 4 de diciembre pasado un nuevo diploma por parte de la autoridad.

Más allá de los resultados alcanzados hasta el momento, los distintos actores del sector coinciden en que esta política pública apunta en la dirección correcta. Argumentan que es necesario establecer un estándar de calidad, sobre todo para los hospitales públicos: así mejorarán sus niveles progresivamente. Para lograr la acreditación, la superintendencia exige a los centros contar con la autorización sanitaria, permiso que por años no se les exigió a los hospitales públicos. “A la larga, las mejoras en calidad significan ahorro”, sostiene el ex superientendente de Salud y actual académico de la UNAB, Manuel Inostroza, quien agrega que a pesar de los problemas y demoras en la implementación de estas mediciones, Chile está a la vanguardia en estas materias a nivel regional.

EL PLAZO FATAL

En los hospitales y clínicas existe temor. Una de las principales preocupaciones es qué pasará una vez que esta acreditación se convierta en un requisito obligatorio para tratar las 24 patologías GES. Según cifras de la Superintendencia de Salud, actualmente 11 hospitales públicos y 22 clínicas privadas se encuentran acreditados por primera vez y, por lo tanto, podrían atender estas enfermedades a partir de la fecha prevista. El gobierno, por su parte, está empeñado en que antes de que llegue esa fecha los 27 hospitales públicos de alta complejidad logren obtener la certificación. Con este fin el Ministerio de Salud ha destinado US$ 80 millones para ayudar a aquellos recintos que actualmente están en proceso de alcanzarla.

El problema es qué ocurrirá con los recintos que no obtengan la certificación antes del segundo semestre de 2014. Liliana Escobar reconoce que si alguno de los centros de alta complejidad no está acreditado para la fecha establecida, los pacientes que sufran de alguna de las enfermedades contempladas deberán ser atendidos en otros establecimientos que sí cumplan con la norma. Es decir, los pacientes tendrían que ser trasladados de un hospital a otro. 

Esto, además, podría generar problemas en las arcas de los establecimientos. Según un experto en acreditación, el tratamiento de estas patologías les reporta a los hospitales públicos de alta complejidad ingresos por entre $2.000 y $3.000 millones al año, cifra que dejarían de percibir de no contar con este permiso.

La superintendencia ha reconocido que el Sistema de Acreditación Nacional de Salud ha tenido problemas en su implementación. El pasado 17 de octubre, en la reunión anual de coordinadores de los servicios de salud ISP, Carmen Monsalve, de la superintendencia, subrayó algunas de las debilidades que han detectado. Entre ellas, dijo, está la baja solicitud de acreditación y la ausencia de centros acreditados en varias regiones.

Aun así, la fecha fijada para la entrada en vigencia de este requisito obligatorio parece inamovible. Consultada al respecto, Liliana Escobar sostuvo que el plazo sigue en pie y que a partir del 1 de julio de 2014 ésta será una exigencia obligatoria. Eso sí, la superintendenta no quiso referirse a si en este proceso podría incidir el cambio de gobierno.

JUDICIALIZACIÓN: OTRO FLANCO ABIERTO

Más allá del problema puntual de la Clínica Alemana, el rechazo a su reacreditación ha abierto un nuevo flanco que preocupa a las empresas dedicadas a la certificación de la calidad. Alejandro Esparza, vicepresidente de la Asociación Chilena de Entidades Acreditadoras, sostiene que hoy, una vez que los prestadores de salud reciben el rechazo de su acreditación, no existen instancias intermedias de apelación. El recurso de reposición presentado por la Clínica Alemana apunta a que el proceso de certificación al cual se sometieron sea declarado nulo y no a que sea revisado en alguno de los puntos en discordia. Por eso, dice Esparza, el principal temor dentro del gremio que representa es que los rechazos de las acreditaciones se canalicen, en última instancia, a través de los tribunales. “En los procesos de acreditación puede haber apreciaciones técnicas disímiles, las cuales podrían ser debatibles”, argumenta Esparza.

El experto agrega que hasta el momento las entidades que se han sometido voluntariamente a esta instancia de certificación lo han hecho porque saben que cumplen con los estándares. Por eso, se pregunta qué pasará una vez que sean otro tipo de establecimientos los que se vean sometidos a este mecanismo de evaluación. La duda está instalada.

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