Futangue tiene 100 kilómetros de senderos, tres casas para recibir turistas, un centro de monitoreo de actividad volcánica, un lugar para conservación de especies, y todas las instalaciones propias de un gran parque, similar a lo que se ve en Tantauco o Pumalín.
“Queremos abrir Futangue a la comunidad, pero de manera limitada, para evitar los riesgos. Me he convencido de que este proyecto no tiene que ser de una ecología profunda, donde se separe a la naturaleza de la gente. No somos ese tipo de parque”, dice Gabriel Ruiz-Tagle.
Hace meses que Gabriel Ruiz-Tagle (59) no visitaba Ranco. Su trabajo como ministro de Deportes y la organización de los X Juegos Sudamericanos -los cuales se realizarán en Santiago durante marzo- coparon su agenda. Entre reuniones y cortes de cintas en gimnasios y nuevos estadios, el secretario de Estado sabía que tenía una deuda pendiente. Luego de varios intentos por escaparse a la zona, decidió que Año Nuevo sería la oportunidad perfecta: junto a su familia pasaría las fiestas en la zona lacustre, pero no precisamente en la cómoda y espaciosa casa que mantiene junto al lago, sino cerro arriba, en una de las cumbres del proyecto más ambicioso que ha tomado en los últimos años y quizás, como asegura, en su vida: el parque Futangue.
Llegar hasta la casa de montaña, distante a apenas ocho kilómetros del cráter aún activo del Cordón Caulle, no es fácil. Cuatro horas de caminata entre selva valdiviana y una meseta de lava formada por la erupción de 1922, son la tónica de los 15 kilómetros de trayecto. Pese a los obstáculos y del poco tiempo disponible, Ruiz-Tagle quería hacerlo. Ésta sería la última vez que estaría casi en solitario en el parque que él mismo comenzó a formar en 1996, cuando compró las primeras 400 hectáreas de bosque nativo, sin saber bien cuál sería el fin que les daría.
Hoy, 18 años después y con 13.700 hectáreas de selva, montañas y senderos, todo administrado por una fundación que él preside, su proyecto comenzará una nueva etapa: el 15 de enero, Futangue -que debe su nombre a uno de los ríos que atraviesan el predio- abrirá sus puertas al público, convirtiéndose en un nuevo polo turístico para la zona. Éste será el nuevo desafío que asumirá Ruiz-Tagle, junto a su hijo Matías, cuando deje el gobierno el 11 de marzo.
EL PRIMER MILLÓN
Caminar por Futangue es perderse entre capas de distintas tonalidades de verde. A excepción de las múltiples caídas de agua que corren por los cerros, ése es el único color que domina el paisaje, desde los líquenes del suelo hasta las altas copas de los cipreses de las Guaitecas. Fue precisamente esa imagen la que motivó a Gabriel Ruiz-Tagle a comprar las primeras hectáreas en los 90. Alentado por un habitante del lugar, quien le comentó que había una laguna escondida a más de mil metros de altura y que en los inviernos quedaba oculta por la nieve, el ex accionista principal de Blanco y Negro, sociedad que controla Colo Colo, comenzó un periplo de casi dos días a través de la selva valdiviana, hasta llegar al lugar.
Parado en la ribera oeste de la laguna llamada Pitreño decidió que compraría ese primer fundo, para construir un refugio que alejara a su familia del ruidoso verano de Ranco, lugar visitado por unas 7 mil personas entre enero y febrero de cada año.
En ese momento pensó, como relata hoy, que armaría una casa de veraneo. Pero al poco andar recordó que en la década de los 80 vio cómo las empresas forestales comenzaban a poner sus ojos en la zona, amenazando al bosque nativo. Le comentó a sus cercanos que alguien debía hacer algo al respecto para evitar la deforestación. En 1997, ya con las primeras hectáreas de selva nativa bajo su dominio, decidió que él sería ese alguien.
Convencido de que crearía un pequeño santuario, contactó al ingeniero forestal Andrés Martínez. Sabía que él podía asesorarlo y decirle qué hacer: Martínez venía de diseñar e implementar el parque Oncol, reservorio impulsado por Arauco en las cercanías de Valdivia.
En septiembre de 1997, poco antes de las Fiestas Patrias, ambos se conocieron por primera vez. Recorrieron el lugar, y el ingeniero forestal le pidió que le depositara un millón de pesos. Con ese dinero armaría los primeros senderos y le daría una idea de lo que entonces tenía en mente. Después de un mes y medio, y luego de ver cómo avanzaba el proyecto, Ruiz-Tagle se convenció de que debía crear un gran parque. Comenzó a comprar predios vecinos, que a la fecha suman siete y hoy componen las 13.700 hectáreas, y puso a Martínez a la cabeza de los proyectos.
Del monto invertido en la compra de predios y en la construcción de senderos, el ministro de Deportes se resiste a hablar. “No me gustaría que esto se reduzca a plata. Ha sido una inversión muy alta, pero lo importante es el aporte que podemos hacer los particulares a la conservación”, explica desde su oficina en el barrio Cívico de Santiago.
Hoy, Futangue tiene 100 kilómetros de senderos, tres casas para recibir turistas (incluyendo el refugio en lo alto de los cerros que Ruiz-Tagle ocupó durante el fin de año), un centro de monitoreo de actividad volcánica -manejado por Sernageomin-, un lugar para conservación de especies (que ya totalizan 60 hectáreas de reforestación con especies nativas), y todas las instalaciones propias de un gran parque, similar a lo que se ve en el Tantauco de Sebastián Piñera o en el Pumalín de Douglas Tompkins, los referentes en conservacionismo privado.
“Si comparamos Futangue con el resto de los parques privados, como Tantauco o Pumalín, esto es un parque pequeño, y jamás ha estado en los planes el crecer porque sí. Se han ido haciendo compras de terrenos en la medida que podamos manejarlos y seguir invirtiendo en infraestructura de excelente calidad. Me atrevería a decir que éste es el parque con la mejor calidad en sus senderos e instalaciones”, asegura Ruiz-Tagle.
Pese a lo impresionante del lugar y a los vastos terrenos vírgenes, Futangue jamás se abrió al público. En estas dos décadas, Ruiz-Tagle lo quiso mantener como un reducto verde, pero sin la amenaza de externos, salvo las visitas programadas de colegios, universidades y grupos con fines científicos. Para ellos construyó una casa, de 8 habitaciones y con capacidad para 35 personas, donde se han quedado alumnos de escuelas, en su mayoría rurales, y selecciones juveniles de Colo Colo. También por ahí han pasado visitas más emblemáticas, como el propio mandatario -quien incluso tuvo un accidente en cuadrimoto recorriendo el parque antes de llegar a La Moneda-, Andrónico Luksic, parlamentarios de la UDI y Claudio Borghi.
PUERTAS ABIERTAS
Desde que estudiaba Ingeniería Comercial, Matías Ruiz-Tagle sabía que terminaría ligado a algún proyecto turístico. Además de su afán por viajar y por hacer trekking, su familia tenía este gran predio en el sur destinado a la conservación de especies, y creía que se podía gestionar de tal manera que generara recursos y, a la vez, abrirlo de manera controlada al público.
Luego de hacer la práctica en 2011 en la Subsecretaría de Turismo y posteriormente un breve paso por Sernatur, el tercero de los hijos de Ruiz-Tagle comenzó a trabajar en una nueva cara para Futangue. En lo estético ideó un concurso internacional -a través del sitio brandsupply.com-, con el fin de crear un logo para el parque. Un holandés ganó la prueba, y pronto se verá esta imagen en cada rincón del santuario.
Pero el mayor cambio fue abrir las puertas de Futangue. A través de su rol como director de la Fundación Ranco -entidad creada por Gabriel Ruiz-Tagle para administrar el recinto-, Matías comenzó un plan no sólo para permitir el ingreso de grupos con fines científicos, sino además para que los veraneantes y locales de Ranco pudieran hacer recorridos por el lugar. “Está la infraestructura para hacer muchos tipos de excursiones y visitas”, explica Matías Ruiz-Tagle.
En un comienzo, su padre no estaba convencido de que fuera buena idea el ingreso abierto a todos, por el impacto que pudieran dejar en este reducto virgen. Pero luego de analizarlo, ahora defiende la iniciativa. “Estamos dando pequeños pasos y éste es uno de ellos. Queremos abrir Futangue a la comunidad, pero de manera limitada, para evitar los riesgos. Me he convencido de que este proyecto no tiene que ser de una ecología profunda, donde se separe a la naturaleza de la gente. No somos ese tipo de parque. Acá queremos acercar a la gente a los bosques, y hacia allá iremos avanzando”, comenta el actual ministro de Deportes.
El 15 de enero se dará inicio a esta marcha blanca, de manera controlada y previa reserva a través del sitio web, y Matías, líder de este proyecto, se instalará a vivir en la zona para comenzar a dar forma al nuevo desafío del ex cacique de Colo Colo.