Por Emilio Maldonado Junio 12, 2014

© José Miguel Méndez

"Entendemos que el país tiene muchas necesidades, y debemos tener una discusión al respecto donde se logre un consenso amplio. ¿Cómo lo logramos y quién toma esa decisión? Es algo que el Estado debe dirigir: ¿Qué significa desarrollar la Patagonia para el país?"

Para los representantes de WWF en Chile, la mayor organización conservacionista del mundo y cuya imagen es un panda, el dictamen gubernamental que selló el destino de HidroAysén no fue una sorpresa. Hace años que la organización viene abogando por la implementación en Chile de un ordenamiento territorial que permita identificar cuáles serán las zonas aptas para construir proyectos de todo tipo, entre ellos grandes centrales hidroeléctricas.

Sin ese mapeo, asegura el director de WWF, Ricardo Bosshard, a iniciativas como la fallida HidroAysén se les hará difícil prosperar, ya que están transitando sobre un terreno sostenido por una legislación ambiental incierta. Y aunque Bosshard celebra que la Patagonia, por ahora, se mantenga sin represas, no se cierra a la idea que cuencas, como la del Baker u otros cauces del lugar, en el futuro reciban la construcción de algún tipo de central hidroeléctrica. A diferencia de otras organizaciones conservacionistas, en WWF creen que no pueden oponerse a todo. Su lema, más bien, es normar para conservar.

-¿Qué le pareció la decisión del Comité de Ministros respecto a HidroAysén?
-Yo creo que era superesperable, porque HidroAysén, así como estaba, no tenía viabilidad ya que no logró el consenso nacional ni social para desarrollar un proyecto de esta envergadura. Además, creo que en Chile hay un grupo muy importante de personas que no está dispuesto a desarrollar hidráulicamente la Patagonia. Y lo que se reflejó el martes fue parte de esa observación.

-Una de las razones para el rechazo fue que los estudios del impacto en la cuenca fluvial no fueron bien acabados, como tampoco los impactos sobre la fauna. ¿Le parecieron correctos los argumentos del Comité de Ministros?
-A mí me llama la atención que, después de tanto tiempo, éste sea un tema que no esté solucionado por la empresa. En cierta forma no me asombra, porque una de las preguntas más difíciles de responder por una compañía es si su proyecto afecta o no a la biodiversidad.
Entendemos que es difícil para una empresa dar esa respuesta, porque son estudios que debe tomar el Estado y, sobre ellos, decidir si se inserta o no un proyecto. Por eso estamos promoviendo y apoyando al Ministerio de Energía, en el desarrollo de estudios de cuencas, que básicamente es identificar los valores de conservación en las cuencas de Chile. Creemos que con esa información el país puede evaluar si quiere o no desarrollar un proyecto hidroeléctrico en una cuenca específica y luego se verá cómo se mitigan los impactos. Lo que nos faltó en HidroAysén fue discutir, hace quince años, qué queríamos desarrollar hidroeléctricamente en la Patagonia. Lo que hizo muy bien Patagonia sin Represas y el Consejo de Defensa de la Patagonia fue decir: “No señores”. Y es una opinión súper válida, pero la pregunta es si es la única que debemos escuchar.

-Con HidroAysén queda la impresión de que hubo un triunfo de organizaciones que promueven que el área se mantenga intocable. ¿WWF cree que la Patagonia se debe mantener tal cual o hay zonas que pueden ser explotables para hidroelectricidad?
-WWF tiene una opinión y es que nos gustaría promover el “no desarrollo” en la Patagonia. Pero entendemos que el país tiene muchas necesidades, y debemos tener una discusión al respecto, donde se logre un consenso amplio. ¿Cómo lo logramos y quién toma esa decisión? Es algo que el Estado debe dirigir. ¿Qué significa desarrollar la Patagonia para el país? Obviamente yo prefiero que no, pero lo que ello implica no me queda claro, ni tampoco el costo-beneficio de hacer uno o lo otro.

-Dice que faltaron estudios de ecosistemas, los cuales no son abordables para el privado. ¿Está al debe el Estado en la identificación de zonas donde es posible hacer proyectos?
-El Estado de Chile está al debe hace más de quince años. Hace años vengo escuchando el tema del ordenamiento territorial, y el Estado no ha sido capaz de implementarlo fuera de las ciudades.
Un buen ordenamiento te dirá que hay ciertos lugares donde hay mayor agregación de valor u objetos de conservación. Y el resultado de eso no será dónde sí o dónde no construir centrales, por ejemplo, sino que te dirá si en un lugar determinado tienes que mitigar muchísimo más si te quieres instalar y demostrar, como titular del proyecto, si éste es compatible con los objetos de conservación que el estudio diga. Eso es muy distinto a decir “acá ponemos una represa y acá nada”.

-¿Cómo se compatibiliza la creación de este ordenamiento con la premura por la falta de energía?
-Los consensos toman tiempo. Estoy de acuerdo en que estamos atrasados y habrá que buscar una forma de transición, pero hay cosas que no se pueden apurar. No veo qué otro proyecto hidroeléctrico se puede desarrollar en Chile sin esto ya implementado.

-WWF integra el Consejo de Defensa de la Patagonia. En esa instancia, ¿todos comparten esta opinión de que en Chile hay que hacer este ordenamiento territorial y que algunas cuencas van a tener que dar paso a proyectos eléctricos?
-Siempre hay distintas visiones. Creo que llegó el momento de sentarse a conversar. Si algo vi de las palabras del ministro del Medio Ambiente es que la cuenca del Baker no está cerrada, sino que el proyecto de HidroAysén así como está, se negó. ¿Qué vamos a hacer a futuro? Es algo que tenemos que discutir.

-El martes el Comité de Ministros dijo que se volvía a restablecer la institucionalidad medioambiental en Chile. ¿Cuál es su opinión sobre el funcionamiento de ésta?
-Le estamos pidiendo peras al olmo a nuestra institucionalidad ambiental. En el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) la empresa desarrolla su proyecto casi sola, hasta que llega el momento en que la ley le obliga someter a consulta ciudadana ciertos aspectos de ese proyecto, pero jamás le pregunta a la comunidad si lo quiere o no. Y ése es el tremendo vacío que hay en la legislación. No hay una conversación temprana de la pertinencia del proyecto, y ése es un vacío gigante que tenemos que solucionar, porque también es injusto para la empresa, que gastó US$ 320 millones como fue en HidroAysén, y ahora le decimos que no lo queremos. Eso debió haberse dicho hace diez años.

-¿Qué tan avanzado va el estudio de cuencas y qué reuniones ha tenido con la autoridad?
-Hemos estado hablando con la gente de sustentabilidad del Ministerio de Energía, a quienes les presentamos la propuesta de WWF y quedaron de estudiarla. Escuchamos que la presidenta dijo que habría un macroestudio de cuencas, y eso nos deja muy contentos. Nosotros no queremos implementar el proyecto, pero sí queremos participar. Tenemos la metodología, y si el Estado decide usarla, encantados.

-Pareciera que ustedes están a medio camino entre quienes quieren aprobar todo y aquellos que se niegan al desarrollo de grandes proyectos.
-Siempre hemos tenido esa postura. Nuestra filosofía es que el ser humano viva en armonía con la naturaleza. Entonces nuestra organización busca soluciones, y lo hace con todos los actores. Este tipo de metodología ayuda a atraer a todos los actores y creemos que es viable que todos los actores vivan en armonía y que haya espacio para todos. No podemos decir que no a todo.

-¿Eso les genera críticas de otras organizaciones que están en esa postura?
-Sí, tenemos bastantes críticas de algunos actores, en especial porque hicimos un estándar para certificar salmones. Hay organizaciones que están en desacuerdo que lo hagamos, porque creen que el salmón debería desaparecer de Chile. Otros piensan que el monocultivo forestal no debiese existir, pero WWF cree que si no hubiese plantaciones forestales, y manteniendo el consumo actual de pulpa de papel, no tendríamos ningún bosque en el mundo.

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