Por Rosario Zanetta Julio 3, 2014

© Víctor Ruiz

"Así como en economía hoy Chile tiene tratados de libre comercio con varios países, hoy también Chile está en el top ten futbolísticamente hablando. Cuando el presidente Obama (en su reunión con la presidenta Bachelet) habla primero de fútbol, teniendo varios temas en la agenda bilateral, no es trivial"

A sus 53 años, Antonio Martínez dice que pocos momentos en la vida le han causado tanto impacto como los que vivió el domingo pasado. “Quizás sólo las vivencias familiares”, matiza, mientras busca en su memoria alguna escena que se compare al trayecto de esa tarde entre el aeropuerto y La Moneda. El de Brasil no era su primer mundial; tampoco era la primera vez que estaba de gira junto a un grupo de futbolistas. Ni siquiera era la primera vez que estaba en el palacio presidencial o con Michelle Bachelet. Aun así, esa hora y media en caravana por las calles de Santiago le quedó grabada en la retina.

Cuando pocas horas antes el empresario, presidente de Enjoy y director de la ANFP, abordó el avión que trajo de vuelta a la selección chilena de fútbol a Santiago, la rabia todavía estaba intacta. No era desilusión, no era pena. El sentimiento común era la rabia y los jugadores no tenían ánimo de celebrar. “No es que no quisieran ir a La Moneda; siempre es un honor que te reciba la presidenta, pero no tenían noción de lo que venía”, relata. Eso sólo cambió al aterrizar. En la losa de Arturo Merino Benítez la delegación vio al primer grupo de hinchas. Por celular les avisaron que otros tantos los esperaban en la Plaza de la Ciudadanía. Y algunos de la comitiva infirieron que en las calles habría algunos más como parte de un habitual paseo dominical. A la multitud no la esperaban y sólo cuando la vieron, dice Martínez, vino el relajo y volvió la alegría.

La llegada de la selección a Santiago fue seguida en vivo por miles y a través de la televisión por otros tantos. También la trayectoria de Chile en el Mundial. Pero en Brasil, Martínez tuvo acceso a algo que pocos pudieron presenciar: a la selección nacional una vez que se cerraba el portón. A los hombres de Sampaoli, puertas adentro.

DE TERNO EN BRASIL
En noviembre pasado, una vez que Chile clasificó al Mundial tras vencer en el Nacional por 2-1 a Ecuador, Antonio Martínez se embarcó en un proyecto personal. Sabía que la de Brasil sería la mejor oportunidad para asistir en familia a un mundial. Entonces convocó a sus hijos, a su mujer y también a un grupo grande de unos 50 amigos, entre los que había varios conocidos empresarios, para organizar el viaje.

Para el verano ya tenían todo previsto: los pasajes, las reservas, las entradas. Ya se les había hecho chico el chárter que los llevaría a Brasil, ante el interés de más cercanos por sumarse al panorama. Sin embargo, pocos días antes de que el torneo empezara, los planes de Martínez se vieron trastocados. El 23 de mayo, el también accionista de Everton fue electo por amplia mayoría como director de la ANFP. Inmediatamente entendió que su viaje a Brasil tendría otro tenor y que en vez de shorts y su camiseta roja del 98 con el número 11 de Marcelo Salas, tendría que empacar ternos, camisas y corbatas.

Obviamente, sus actividades empezaron antes de embarcarse. El martes 3 de junio, por ejemplo, estuvo presente cuando Bachelet acudió a Juan Pinto Durán para despedirse de los jugadores. Junto con la directiva recibieron a la presidenta y hablaron de lo que vivirían los días siguientes. Coordinaron la llegada de la presidenta a la ceremonia inaugural y hablaron de los preparativos de la Copa América 2015. Las expectativas, dice, eran altas, pero también eran conscientes de que Chile enfrentaría en primera vuelta al campeón vigente y al vicecampeón del mundo.

AL OTRO LADO DEL PORTÓN
Hasta que llegó el 5 de junio, el día en que los seleccionados partieron a Brasil. Martínez recuerda la ansiedad de los futbolistas y la preocupación de los directivos y el cuerpo técnico por la recuperación de Arturo Vidal. Sobre todo, la preocupación de todos era hacer un buen papel.

Pero para él la inquietud inmediata tenía que ver con los problemas de seguridad que se anticipaban en Brasil. Por eso se impresionó tanto al llegar a Belo Horizonte. A la comitiva la esperaba un gran contingente de policías y vehículos de seguridad, incluso avenidas cortadas para facilitar su traslado. “No había visto ningún despliegue como ése” comenta. Así llegaron al portón que separaba la calle del lugar de concentración. Éste se abrió y sólo ahí el empresario pudo ver, puertas adentro, el real funcionamiento de la selección.

“El portón es mítico. Lo que está afuera lo conoces, ves mucha prensa, cámaras, muchos turistas, hinchas. Pero se cierra la puerta y se acaba el paseo y empieza la verdadera concentración y ahí todo el mundo está trabajando”, relata. Adentro, Martínez captó un trabajo coordinado, donde las comidas, las horas de descanso y de preparación están estrictamente sincronizadas. Entendió las disposiciones del cuerpo técnico, que buscaban que las perturbaciones a la concentración de los jugadores fueran las mínimas. Y por eso le pareció acertada, por ejemplo, la decisión de que los dirigentes alojaran en un hotel fuera del lugar de entrenamiento. Nada podía incomodar al plantel de Sampaoli. Martínez entonces comprendió que, como directivo, su rol sería el de ayudar ante las complicaciones, en las eventualidades.

Y éstas no tardaron en llegar.

“La selección funciona como las empresas. Cuando llegas al Mundial ya lograste vender el producto y entonces está en la mejor vitrina, con todos los ojos encima. Ahí sólo puedes asegurarte de que la calidad de tu producto sea la mejor”, explica.

Apenas llevaban 24 horas en Brasil cuando vino el primer contratiempo. Pablo Galdames, hijo del ex jugador del mismo nombre, había viajado junto con la selección como sparring. Estaba por empezar la primera práctica con público del equipo cuando, en el precalentamiento, el pie del juvenil quedó enganchado tras hacer una mala maniobra. El diagnóstico fue claro: una fractura del peroné que lo mandó de vuelta a Santiago. Quien acompañó a Galdames en el regreso fue Martínez, que horas antes le había ofrecido a Sergio Jadue, presidente de la ANFP, hacerse cargo de la situación. Martínez se preocupó de dejar al futbolista junto con su familia, y sólo una vez cumplida la misión regresó a Brasil.

EL NUEVO MARACANAZO
Luego se sucedieron los partidos. Tras haberlos visto todos desde una posición privilegiada, hoy el directivo sólo tiene palabras de elogio para la “gesta histórica” que protagonizó el equipo. “El día del juego contra España fue el día perfecto”, ejemplifica y sostiene que momentos como el canto del himno en el Maracaná instalan a nivel internacional una marca potente que hasta entonces no era la misma.

“En Cuiabá el himno sonó bien y fue fuerte, pero en el Maracaná fue espectacular”, cuenta. Dice que tras el encuentro, Iván Zamorano le confidenció que la emoción lo tuvo al borde del llanto. Por todo lo anterior, Martínez concluye -siguiendo con su analogía empresarial- que si bien la selección no volvió a Santiago con “ventas récord”, sí recogió en Brasil cuantiosas utilidades.

Destaca el trabajo de lo que él llama la “gerencia de producción” de la empresa-selección, donde el cuerpo técnico logró preestablecer un régimen de trabajo sin espacio para la improvisación y con mucho para la estrategia. “Ése es el gran mérito de los técnicos: poner los jugadores adecuados para cada partido. Esto es un juego de ajedrez, en el que uno como directivo no se puede involucrar porque no es su rol”, comenta. El empresario va más allá, y señala que incluso el tema comunicacional fue tratado con pinzas para no darles pistas a los adversarios en asuntos tales como el estado de salud de Arturo Vidal o Gary Medel.

Otro de los logros que hoy mira con satisfacción y que, confiesa, era un profundo anhelo de la directiva, era el de borrar de la memoria colectiva el estigma del Maracaná. Según Martínez, ése es uno de los grandes objetivos alcanzados por el plantel capitaneado por Claudio Bravo.

“Así como en economía hoy Chile tiene tratados de libre comercio con varios países, hoy también Chile está en el top ten futbolísticamente hablando. Cuando el presidente Barack Obama (en su reunión con la presidenta Bachelet el lunes pasado) habla primero de fútbol, teniendo varios temas en la agenda bilateral, no es trivial y eso refleja dónde estás tú ahora, de lo que hoy representa el producto”, asegura.

EL DISEÑO 2015
De vuelta en Santiago, Martínez está preocupado de dos temas clave: el primero, la próxima Copa América, de la cual Chile es sede; el segundo, asegurar la continuidad del trabajo realizado. Sobre el torneo, sostiene que la directiva comentó el domingo pasado con Bachelet la preocupación por no repetir los problemas que, a última hora, enfrentó Brasil en la organización del Mundial. Los dirigentes están concentrados en no tener contratiempos, como la demora en la construcción de los estadios.

En ese sentido, a principios de junio la ministra del Deporte, Natalia Riffo, firmó un convenio para acelerar las obras del estadio Ester Roa en la VIII Región. Para Chile, la Copa América es crucial no sólo en términos organizativos. La selección nacional es una de las pocas del continente que jamás han ganado el certamen y, tras los resultados obtenidos en el Mundial, las expectativas son altas.

Por eso Martínez ve como algo fundamental mantener también la directiva de la cual forma parte y que ha cosechado los últimos triunfos. Está consciente de que, una vez terminado el Mundial, empezará la discusión en torno a las elecciones de noviembre en la ANFP, y por eso apunta que una decisión clave será la de Sergio Jadue de repostular a dirigirla por un nuevo periodo. Una candidatura que, por lo demás, según Martínez generaría la mayor adhesión. Sobre la permanencia de Sampaoli, el dirigente no hace mayores comentarios, aunque sabe que el entrenador es otra de las piezas críticas a la hora de asegurar el trabajo del equipo.

Otros temas en la mente del empresario son la discusión por los cupos que le corresponden a la región para los próximos mundiales. “Cuando ves que seis o siete selecciones latinoamericanas clasifican a segunda ronda, empiezas a pensar si no es hora de cambiar cómo está pensado esto”, sostiene.

Por ahora Martínez sigue recordando las experiencias que vivió en las últimas semanas, buscando analogías para ejemplificar lo indescriptible que fue para él. “Empresarialmente siento que cumplimos. Si sacas los números, fue positivo”, sentencia. “Ver a Medel saliendo en camilla o a Vidal jugando hasta que ya no podía son cosas que se sienten y se transmiten todavía mucho más fuerte que el simple resultado de un partido”.

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