Por Juan Pablo Sallaberry y Rosario Zanetta Julio 17, 2014

© Sebastián Utreras

"Plantear que éste es un acuerdo entre cuatro paredes no es lo que realmente pasó. Obviamente me junté con muchos técnicos, no solamente de RN y obviamente participó Juan Andrés Fontaine"

No apareció en la fotografía. Su firma tampoco está en el protocolo de acuerdo. Aún así, quienes han participado en la discusión de la reforma tributaria no dudan en señalar a Alejandro Micco (46), doctor en Economía en Harvard y militante DC, como uno de los principales artífices detrás del proyecto. No sólo eso, el subsecretario de Hacienda fue el primero en hacer una autocrítica sobre el manejo comunicacional del ministerio, allanando el camino para el diálogo con el empresariado.

-Hay varios que se han arrogado el título de ser los padres de la reforma. Siguiendo esa lógica, ¿usted qué tipo de familiar sería?
-Sería bastante vanidoso decir que soy el padre de este trabajo en que ha estado involucrado un montón de gente. Sí me tocó participar desde el inicio. Esto partió hace harto tiempo, el 2012, en la comisión de la reforma tributaria de lo que en ese momento era la oposición. El tema de la cantidad a recaudar fue una discusión muy grande en su momento, si es que era mucho o no. También la idea de que el sistema tributario podía ser un elemento para mejorar la distribución del ingreso fue un cambio importante en la discusión política y económica del país. Son temas que hoy día parecen muy obvios, pero que no lo eran.

-Respecto al protocolo de acuerdo, ¿cuáles son los puntos que marcan el giro, para que se abran a buscar una fórmula de consenso con la oposición?
-En la Cámara fue un debate no tanto de detalles, sino que más por arriba: la importancia de la recaudación, de la progresividad y de la eliminación del FUT, son batallas que se fueron ganando. Cuando llegamos al Senado esos temas ya estaban zanjados. Los empresarios y la gente de oposición ya no ponían en duda estas materias, sino que sólo el instrumento. Eso es un cambio importante, porque no hay ningún problema en tener un acuerdo si los objetivos son relativamente compartidos.

-Más allá de que cambiara el tipo de discusión, hubo un giro por parte del ministerio, y en particular suyo, de reconocer errores, de hablar de falencias en la discusión, que fue lo que hizo en la Sofofa. ¿Por qué se dio ese giro?
-¿Sabes qué? Uno puede con varias herramientas lograr el mismo objetivo. Al final del día, la herramienta es para llegar a un fin. El mandato que nos dio la presidenta no era casarse con un instrumento, era casarse con un objetivo. Si uno puede favorecer un acuerdo, aunar voluntades, ideal. Siempre he planteado que una reforma tributaria no es algo que uno haga cada 10 años, es algo de Estado que tiene que durar. Éste es un gobierno transformador y si eso lo hacemos con acuerdos, mucho mejor.

-Pero cuando hace un par de semanas hizo una crítica al tema comunicacional, ¿a qué se refería?
-No cabe duda alguna que comunicacionalmente podríamos haberlo hecho mucho mejor. Ser más claros desde un comienzo, más potentes para transmitir los puntos importantes.

-¿No haber dicho frases como que la reforma la pagarán sólo los ricos, que no tendrá impacto en la clase media o que no afecta a la inversión?

-A ver, lo dije, podríamos haber hecho mucho mejor la difusión del mensaje, pero al final del día, se logró algo muy fuerte: terminamos con una situación donde el sentido país que le queremos dar a esto estaba en boca de todos.

-Para alcanzar ese acuerdo, se dice que usted tuvo un rol protagónico en la parte técnica y que el ministro Alberto Arenas tuvo que negociar la parte política. ¿Fue así la distribución de funciones?
-Cuando los senadores de RN plantearon su disposición a avanzar en un diálogo, el ministro me mandató para ser quien llevara las conversaciones en la parte técnica. El proceso legislativo es un proceso de perfeccionamiento, donde había que escuchar. Tuve muchas reuniones con gremios y pequeñas empresas que van mostrando detalles que son perfeccionables. Recordemos que este es un acuerdo que parte en la Comisión de Hacienda del Senado y somos algunos mandatados para ver los temas más en detalle. Y después se cierra políticamente.

-En la foto final, cuando se anuncia el protocolo de acuerdo, hay unas 20 personas. ¿Por qué si usted llevó la discusión técnica, no aparece en ella?
-Porque hay gente que tiene que quedarse trabajando acá en Santiago (ríe). El ministerio tiene otros temas también. Claramente el Ministerio de Hacienda estaba más que mejor representado por el ministro en Valparaíso.


LA CASA DE “JUAN ANDRÉS”

-Muchos pueden estar a favor del acuerdo, pero existe un debate respecto a las formas. Que las reuniones en las que participaron ud. y el ministro se hayan hecho en la casa del ex ministro de Economía de Piñera, Juan Andrés Fontaine, ¿no entrega una señal errónea?
-Quiero ser bien claro: hay ciertas dudas de gente de la Nueva Mayoría que son legítimas, aunque no las comparto para nada. Plantear que esto es un acuerdo que se hace entre cuatro paredes no es lo que realmente pasó. Obviamente yo me junté muchas veces con muchos técnicos, no solamente de RN, sino que con otra gente, y obviamente participó Juan Andrés, que era el mandatado por el partido.

-¿Pero por qué se hace en la casa de él y no en el ministerio o en la casa del ministro?
-Hubo muchas reuniones en distintos lugares. Yo creo que esos son detalles. El fondo acá es que había una idea, una facilidad, una voluntad, y que era importante para el país tener esta reforma con un acuerdo más amplio. Si nos juntamos aquí o allá…

-¿Es trivial?
-No sé si hace mucha diferencia dónde me juntaba con alguien. Me tocó juntarme con camioneros en el Club de Talca, con la Cámara Chilena de la Construcción en Santiago y Magallanes…Obviamente había reuniones más mediáticas que otras, pero lo importante es que la parte política de cierre ocurre en Valparaíso, ahí se cierra el acuerdo con todos los senadores.

-¿La nueva ley del lobby, de la cual sólo falta que se redacte el reglamento, hubiese permitido negociar la reforma de esta manera?
-Quiero ser bien categórico: cuando me junto con alguien a discutir algo técnico no es que sea opaco. Obviamente yo no voy a estar en la Plaza de Armas juntándome con todo el mundo, para que todo el mundo me vea. No es el sentido de la ley del lobby, el sentido que tiene es que usted me tiene que decir antes de la votación con quién se reunió. Yo me debo haber juntado con centenas de personas, y eso es todo público y nadie lo está negando.

DESPEJANDO DUDAS

-¿Cuánto influyó el clima de desaceleración económica en la urgencia por llegar a un acuerdo tributario?
-Esto es una reforma tributaria para el Chile de los próximos 10 a 20 años, pero es una reforma tributaria que se hace en el Chile de hoy. Estamos en el fin de un ciclo de desaceleración y por lo tanto era importante que esta reforma diera señales para impulsar el crecimiento. Alargar la discusión tributaria no era beneficioso para el crecimiento. Ahora se está cerrando una incertidumbre normal que una reforma tributaria pone sobre la economía. Y más encima, con un debate más duro de lo que hubiese querido.

-Por lo tanto, después del protocolo de acuerdo, ¿deberíamos ver un punto de inflexión en el crecimiento?
-Sin duda alguna y más que eso. La incertidumbre empieza a caer, las reglas del juego empiezan a estar más claras y eso sin duda ayuda al crecimiento económico. Hemos dicho desde un comienzo que aquí la economía va de menos a más. Esperamos que este cuarto trimestre sea bastante mejor de lo que han sido estos últimos trimestres, de tal forma de salir con un crecimiento más alto para el próximo año.

-Antes en Hacienda decían que la discusión tributaria no afectaba el crecimiento.  ¿No es contradictorio? 
-Sigo planteando lo que planteamos en un comienzo, cuando se hablaba del impacto de la reforma en el crecimiento del largo plazo: la literatura muestra que un aumento en los impuestos cuando se invierten en capital humano no implica una desaceleración, en el largo plazo.

-Hay quienes han puesto en duda que la reforma logre recaudar los US$ 8.200 millones comprometidos. ¿Ud. asegura que logrará ese objetivo?

-Quiero ser extremadamente categórico: los temas de la recaudación, de la progresividad y de la lucha de la elusión con la eliminación del FUT se cumplen con el acuerdo. Se van a recaudar US$ 8.200 millones sin duda alguna. Eso está establecido.

-Desde el empresariado hay quienes plantean que la reforma tenía errores de distinto tipo: de constitucionalidad, de aplicación, de temas que podían afectar negativamente la economía e incluso de redacción.
-De los de redacción, como ingeniero me hago cargo (ríe).

-¿De cuáles de esos se hace cargo?

-A ver, sin duda alguna había visiones distintas. Yo comparto que ellos puedan haber tenido dudas. Eso sí, creo que el proyecto no tenía problemas de constitucionalidad. Se hicieron muchos estudios a cabalidad sobre este punto. Además, desde mi punto de vista, el proyecto cumplía todos los objetivos y no tenía impacto en el crecimiento económico. Ahora, si me preguntas si me voy a cortar las venas por una herramienta, no me las voy a cortar. No tengo interés. Sí tengo interés en luchar por un norte, por un objetivo claro.

-¿Están viendo los reparos que han hecho Claudio Agostini y Eduardo Engel, ambos economistas cercanos a la Nueva Mayoría y que plantean que el protocolo abre flancos para la elusión?

-Me tocó compartir con Agostini en la campaña, y Engel fue mi profesor de tesis, así es que me junto con él y tengo muy buena relación. Son dudas súper válidas y las tenemos muy conscientes. Este protocolo, cuando se baje al detalle, tiene que tener un ojo muy muy fino para evitar cualquier potencial mecanismo de evasión y elusión. Vamos a ser majaderos en eso, y bienvenidos todos los consejos de cómo se puede evitar.

-La crítica de Engel apunta al “Multirut tributario”: la posibilidad de que una empresa eluda impuestos haciéndose pasar por varias de menor tamaño. ¿Todo eso se va a corregir?

-Sin duda alguna hay que poner los cortafuegos para eso. Es un aspecto que teníamos pensado y que va a estar. También va a haber medidas para cerrar otros flancos como el mal uso de las pérdidas en las organizaciones o el retiro en exceso. Vamos a tener una norma general antielusión que nos pone en el nivel de las mejores prácticas de la OECD.

-Otra crítica plantea que esta reforma, tan propyme, termina siendo una trampa para el crecimiento de las empresas, ya que éstas evitarían expandirse para no perder beneficios tributarios.

-Muchos de los beneficios que están acá son escalonados y tienen etapas sucesivas. Algunos van cayendo con el tamaño. Queremos tener para los distintos niveles de desarrollo de las empresas distintos sistemas. Esto se ha hecho con cierta gradualidad para evitar ese punto, que es muy válido. Ahí también está el tema de ir viendo el mecanismo de supervisión adecuado. Queremos que las microempresas pasen a ser pequeñas y las pequeñas medianas, y así sucesivamente, porque entendemos que es importante para el país abrir al máximo la potencial entrada de nuevos actores económicos para los distintos mercados.

-Otra duda apunta a que aquí no se ha eliminado del todo el FUT como se ha planteado, ya que se mantiene el principio de que quien retira utilidades paga más.
-Quiero ser bien claro con qué es el FUT: si a mí me dicen que es el diferencial entre el impuesto que uno paga por las utilidades que yo reinvierto y lo que retiro, todos los sistemas del mundo tienen FUT. Pero eso no es el FUT. El FUT es la mala utilización de esa diferencia para eludir los impuestos. Y eso es lo que estamos eliminando. ¿Si se genera un incentivo al ahorro con ese diferencial de tasas? Sí, se genera. Pero eso no es FUT. En eso quiero ser enfático: aquí se eliminó el FUT porque se eliminaron todos estos mecanismos de elusión.

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