Hasta hace dos meses, los socios de la Clínica Lo Curro (ex Las Nieves) todavía tenían ánimo de negociar. A pesar de que las relaciones se trizaron en 2012, creándose dos bandos, en julio de este año los acercamientos incluso contemplaron la posibilidad de que el doctor Pedro Vidal, socio y gestor inicial de la clínica, se reincorporara a sus funciones médicas en el establecimiento de Santa María de Manquehue. Sin embargo, una querella presentada por su hermano, José Vidal, el 12 de agosto pasado, elevó el conflicto a un nuevo plano.
El grupo que encabeza el arquitecto Abraham Senerman y que también componen los hermanos Claudio, Fabio y Renato Traverso, los empresarios Gonzalo Rojas y Andrea Heller y el abogado Lucas Silva, se sorprendió al ver en la prensa la arremetida legal iniciada por José, quien los acusa de fraude, estafa y apropiación indebida. Lo que empezó cuatro años atrás como un negocio entre amigos y conocidos, con el tiempo se convirtió en una inversión que les ha generado más problemas que beneficios.
Cuando el grupo creó en 2010 el fondo de inversión privado Senvida, la gran mayoría de los aportantes -que en conjunto levantaron US$ 14 millones- se sumaron pensando en diversificar sus inversiones. No así el cirujano plástico Pedro Vidal, quien se hizo popular a principios del 2000 por sus programas de televisión y para quien el proyecto representaba un viejo anhelo profesional.
Sin embargo, a dos años de la puesta en marcha de la clínica, los socios todavía no perciben utilidades por el negocio. Por el contrario, a través de un aumento de capital, han tenido que inyectarle mayores recursos para asegurar su continuidad. Hoy, fuentes ligadas a la clínica aseguran que si bien está 100% operativa, que en ella atienden 25 doctores, y se realizan mensualmente unas 270 operaciones, los ingresos sólo alcanzan para cubrir los gastos. Una realidad distinta a la que esperaban hace unos años, cuando tenían en carpeta convertir al centro médico en un exclusivo centro de wellness en Vitacura.
CIRUGÍA MAYOR
Una vieja amistad entre Abraham Senerman, su mujer, Frida Volochinsky, y el doctor Pedro Vidal marcó el inicio del ambicioso proyecto. Según cuenta el propio Vidal, durante mucho tiempo se dedicó a recorrer clínicas de cirugía plástica en distintos países para conocer por dentro el negocio, convencido de que la apertura de un nuevo centro en Chile significaría “un salto para esta especialidad”. El médico relata que tocó la puerta de varios empresarios, e incluso les planteó la idea a dos rectores de la Universidad Católica, donde hasta entonces trabajaba. Por años persiguió la idea de comprar un recinto en Santiago.
“Primero fue la Clínica Vitacura cuando quebró, pero mientras buscaba inversionistas ésta se vendió. Luego hice múltiples intentos por comprar la Clínica Las Nieves, pero no lo logré. Finalmente, acudí a Senerman, quien me dijo que si lograba, junto a mi familia y amigos, levantar unos US$ 5 millones, él convencería a un banco de poner otros US$ 12 millones”, recuerda Pedro Vidal.
En abril de 2011, el fondo Senvida hizo su primera y última inversión: le compró la clínica a Mario Manbor y a su mujer Magdalena Charme. Según información proporcionada por cercanos a la clínica, la propiedad del fondo actualmente se distribuye entre Pedro Vidal y su señora Marzia Simonetti y José Vidal (27,5%), Abraham Senerman (18,6%), Claudio, Fabio y Renato Traverso (15,3%), Lucas Silva (12,27%), Andrea Heller (11,75%),Gonzalo Rojas (1,53%) y doctores activos en la clínica (13,01%).
De inmediato, Pedro Vidal asumió la dirección general. Gran parte de ese año y la mitad del siguiente se destinaron a una ambiciosa remodelación, la cual contemplaba la habilitación de pabellones con la última tecnología y toda la infraestructura necesaria para convertir a la clínica en un centro de primera categoría.
Estas obras, que se demoraron el doble de lo previsto y cuyo valor se duplicó a lo largo del tiempo -alcanzando unos $3.500 millones-, significaron el primer traspié en la relación de los socios, evidenciando las diferencias en la visión del negocio que cada bloque tenía. Las acusaciones de ambos bandos apuntan desde un estilo más individualista en la conducción de la clínica por parte de unos, hasta la idea de un proyecto más colectivo por parte de otros. Más allá de las diferencias, el grupo optó por seguir adelante con lo planificado.
La recepción sanitaria, documento clave para poder empezar a funcionar, llegó el mismo día en que todos los socios de Senvida se reunieron en una junta de aportantes del fondo. El 25 de octubre de 2012, a las seis de la tarde, poco a poco fueron llegando a la clínica de Vitacura para participar en la que, según uno de los presentes, fue la reunión más dura en la historia del conflicto.
Los cuestionamientos vinieron de ambos grupos. Primero, Pedro Vidal acusó a Casur, la constructora de Abraham Senerman, por la demora y los elevados costos en las obras de remodelación. Flanquedo por sus abogados de entonces, Pedro Pablo Gutiérrez y Alfredo Waugh, el médico sostuvo que su trabajo sólo se limitó a ser un ejecutor de la remodelación y no su artífice.
“Efectivamente, yo tenía cierto control de la parte médica, pero no de la arquitectura, ni de la construcción, ni de los gastos de administración o del fondo de inversión diseñados por Senerman”, explica hoy Pedro Vidal.
Molesto, Senerman entregó un detalle exhaustivo de los costos en los que incurrió su constructora. De paso, el grupo le enrostró a Vidal que fue la empresa de Senerman la que corrió con los $2.000 millones de diferencia que hubo entre las obras originales y las que se efectuaron.
A pesar de las discrepancias, en la reunión se zanjó un asunto: la clínica entraría en funcionamiento el día siguiente ya que el documento pendiente apareció durante la misma reunión. El 26 de octubre de 2012, la clínica abrió sus puertas y, según fuentes de ésta, ese día el único médico disponible era Pedro Vidal.
“Se comenzó a ver una gestión muy personalista de Vidal”, dice un cercano a la Clínica Lo Curro, quien apunta que una de las principales críticas a su manejo se debe a que Vidal no logró hacerse del equipo médico que se esperaba lograra convocar. Por esto, el 20 de diciembre el directorio le pidió a Vidal dejar su cargo, alejando al cirujano plástico de la clínica, a la cual nunca más regresó.
OPERACIÓN VENTA
Tras la salida de Vidal y el quiebre definitivo entre ambas facciones, la dinámica cambió y las negociaciones para darle salida al conflicto desde entonces no han cesado. Periódicamente los abogados Eduardo Estay, en representación de los hermanos Vidal, y Jaime Carey, a nombre del grupo contrario, se han reunido al menos una vez cada dos meses para consensuar una fórmula que les permita beneficiarse a ambos sin dañar el activo.
“Hemos tratado de buscar una salida razonable. Aquí hay varios dispuestos a comprar y varios dispuestos a vender. Sin embargo, existe mucha suspicacia por ambos lados, lo que entorpece la posibilidad de alcanzar un acuerdo”, comenta un conocedor de las tratativas. “El negocio, que empezó como uno de amigos, desapareció, la parte afectiva se rompió”, agrega.
Por su parte, Pedro Vidal cuenta que en estos dos años su abogado confió en llegar a un acuerdo. “De hecho, se elaboraron varios documentos que a última hora no se pudieron firmar por razones nada claras. He tratado de salvar la clínica a toda costa. Es la subsistencia de un proyecto largamente idealizado, que desde el comienzo fue mi proyecto, no de Senerman, no de nadie más”, plantea.
Buscando una valorización certera de la clínica y su proyección futura, el directorio decidió, en 2013, recurrir a LarrainVial para que elaborara un informe sobre la situación financiera. Entre otros detalles, el banco de inversión sugirió realizar un aumento de capital por $2.000 millones, el cual fue suscrito por todos los socios de Senvida, a excepción de Pedro y José Vidal.
Los hermanos argumentan que no fueron invitados a participar de la operación y dicen que la clínica les ha ocultado información financiera. “La hemos pedido en innumerables ocasiones en forma verbal y por escrito y jamás se nos ha entregado. Uno sólo se entera de algunos números disgregados, cifras al vuelo, globales. Una especie de trascendidos no oficiales”, plantea el médico. Desde la vereda opuesta aseguran que se les ha entregado toda la información oportunamente y que sí fueron invitados a participar de la operación financiera. De hecho, sostienen que las acciones que les correspondían a los hermanos Vidal no fueron suscritas por nadie, a la espera de que ellos manifiesten su intención de adquirirlas.
Durante el último verano surgió una nueva alternativa: que LarrainVial ingresara a la propiedad de la clínica como socio estratégico, adquiriendo la participación de los hermanos Vidal. El plan contemplaba, en una segunda etapa, que el banco de inversión se hiciera de toda la propiedad del centro médico. El conocimiento que LarrainVial tenía de la clínica en específico y del sector en general, los avalaba a la hora de cerrar cualquier acuerdo. Así, las negociaciones que lideró José Miguel Barros, socio de la firma de inversiones, empezaron a prosperar. No obstante, la alternativa se desechó en abril de este año.
Aunque para unos estos últimos dos años fueron de negociaciones intensas con la idea de encontrar una salida al conflicto, los hermanos Vidal tienen una visión distinta, ya que consideran que durante estos meses las conversaciones fueron meramente dilatorias.
“Tras negociar una solución razonable por un año y medio con los abogados de los controladores, sin lograr avance alguno, estimé pertinente optar por la vía judicial”, dice José sobre su decisión de presentar una querella contra Abraham Senerman, Lucas Silva, Fabio Traverso y Gonzalo Rojas por fraude, estafa y apropiación indebida.
“Perdimos mucho tiempo intentando un arreglo directo, básicamente para proteger la clínica e impedir que el proyecto fracasara para beneficio de algunos. Lamentablemente estos esfuerzos no sirvieron de nada”, comenta Pedro. Sobre una eventual acción legal por parte de él, el médico asegura estar “a la espera del regreso de su abogado a Chile para determinar las vías de acción”.
Para el bando opuesto la querella fue un duro golpe. La recibieron, dicen, con sorpresa e indignación. Por el tono de las últimas conversaciones, no esperaban que el conflicto escalara al ámbito penal. Sobre todo porque, según ellos, los hermanos Vidal siempre estuvieron al tanto de todas las gestiones, e incluso hasta julio pasado se evaluó la posibilidad de reintegrar a Pedro.
Los querellados se movieron rápidamente y para eso contactaron al penalista Marcelo Sanfeliú (Carey), quien liderará la defensa en la investigación que lleva adelante el fiscal Rodrigo Varela y la cual fue derivada a la Brigada de Delitos Económicos de la PDI.
A la espera de conocer las futuras diligencias, Sanfeliú cataloga la movida jurídica como netamente instrumental. “Son hechos que son falsos e injuriosos y que creemos tienen un sentido instrumental para mejorar eventualmente su posición negociadora en este caso concreto”. Sobre la estrategia que seguirá en adelante, sostiene que no se descarta presentar recursos legales. “Desde ya cada uno de mis defendidos se reserva las acciones legales que correspondan”, advierte.
Mientras el conflicto se agudiza y se vaticina la que podría llegar a ser una dura batalla en tribunales, el grupo encabezado por Senerman sigue buscando una salida y por eso contemplan en el corto plazo reactivar la búsqueda de un nuevo banco de inversión o socio estratégico.