“No vamos a dejar de apostar a ninguna de las energías que tenemos. Aprendimos muy cara la lección de que teníamos que usar sólo gas argentino. A estas alturas vamos a seguir impulsando el desarrollo de termoeléctricas, de hidroeléctricas; todas las disponibles”.
Máximo Pacheco Matte camina por el piso 13 de la torre que alberga al ministerio de Energía, con rapidez. Se mete a varias oficinas del céntrico edificio, a dos cuadras del Palacio de la Moneda, haciendo preguntas de todo tipo. Acaba de salir de una reunión y quedó motivado con una cifra: actualmente hay proyectos en construcción que significarán casi 1.000 MW para inyectar al Sistema Interconectado Central (SIC). Todos relacionados con la hidroelectricidad, una de sus últimas obsesiones.
Desde que asumió la cartera en marzo pasado, el ex presidente ejecutivo de International Paper se ha empeñado en sacar adelante la Agenda Energética, la hoja de ruta que el gobierno de Bachelet se trazó para suplir la falta de proyectos de generación eléctrica y, de paso, bajar los precios de la energía en Chile, que actualmente ostenta los costos más altos de América Latina.
Dentro de ese programa destaca la reducción de los costos marginales en 30% al 2018, la disminución en 25% de los valores en las licitaciones de suministro a los hogares y, entre otras cosas, fomentar la eficiencia energética, disminuyendo en 20% el consumo eléctrico al 2025 respecto de la demanda esperada a esa fecha.
Además de esas metas, la presidenta fijó una ambiciosa tarea: que el 45% de la capacidad de generación que se instale hasta el 2025 venga de Energías Renovables No Convencionales (ERNC), para que en una década el 20% de la matriz provenga de estas fuentes limpias, como el sol o el viento.
Los países industrializados se han trazado similares objetivos. Y muchos de ellos han optado por fomentar su desarrollo a través de subsidios, como España, Alemania, Japón y los países escandinavos, entre otros. En la otra vereda, el Reino Unido, Estados Unidos y Australia optaron por gravar las emisiones contaminantes, con el fin de desincentivar la generación en base a ciertas fuentes fósiles. Australia, sin embargo, acaba de derogar el impuesto y se ha unido al grupo de países que opta por subsidiar las energías verdes.
Ante esta disyuntiva y el propósito del gobierno de quintuplicar el peso de las ERNC en la matriz energética (actualmente el 4% de la generación proviene de estas fuentes), ¿qué camino debe tomar Chile? Pacheco, ad portas de iniciar una gira a Europa para analizar distintas propuestas energéticas, responde la duda, y plantea que el país no destinará recursos fiscales a subsidiar las fuentes renovables. Pero sí plantea otro tipo de incentivos, para inyectar competencia a la matriz energética nacional.
En paralelo, la reforma tributaria impuso gravámenes a ciertas fuentes contaminantes, como calderas y turbinas, utilizadas ampliamente por el sector energético local. Pacheco abre la discusión de un modelo a la chilena.
-¿Cómo se impulsan, como país, las ERNC? ¿Qué camino se debe seguir?
-El punto de partida es constatar que Chile es un país que no tiene petróleo, gas ni mucho carbón, pero sí tiene recursos propios. Tenemos agua, radiación solar y vientos a lo largo de nuestro litoral. En contraparte, tenemos una realidad: la energía más cara de América Latina y no hemos sido capaces de desarrollar los recursos propios de manera suficiente para cerrar ese déficit de infraestructura y crear la suficiente competencia en este mercado para bajar las cuentas de la luz y ayudar a las empresas a competir. Creo que las ERNC tienen un rol muy importante que jugar en ese cuadro.
-¿Pero cómo se aborda? ¿Incentivamos unas o desincentivamos otras?
-Creo que lo primero que tenemos que hacer es reconocer que tenemos un subsidio de la naturaleza. Por eso no creo que aquí se necesite una ayuda fiscal. Tenemos un incentivo de la naturaleza que es mucho más estable, permanente y que al final es mucho más robusto que un subsidio fiscal. Hemos visto que en países donde se han desarrollado estas tecnologías con subsidios fiscales, ésta se mantiene hasta que el Tesoro público tiene dificultades y ahí se produce un retroceso en el incentivo a esta tecnología. En Chile podemos hacerlo sin subsidio. Pero tenemos que darle espacios para que efectivamente esos recursos se puedan desarrollar y utilizar. Estoy relativamente tranquilo en relación al desarrollo que han tenido las energías fotovoltaicas y eólicas. Tenemos una Región de Coquimbo con una capacidad instalada de 840 MW, de los cuales el 80% es eólico. Me preocupan otras cosas en el ámbito de las renovables, como la construcción de centrales hidroeléctricas de pasada. Todas aquellas con capacidad por debajo de los 20 MW. De ese tipo, tenemos apenas 57 en todo Chile.
-¿Tienen un catastro de cuántas debiesen haber?
-Es increíble que Chile tenga un Estado tan débil en el sector energético. Por eso es que nuestra agenda energética se construye a partir de un nuevo rol del Estado, porque, ¿cómo vamos a enfrentar todos estos desafíos de la energía con un Estado que no tiene ni siquiera esa información que usted me pregunta? Estamos recién haciendo los estudios de cuenca. Están encargados, licitados y en pleno desarrollo, y nos ayudarán a determinar cuál es el verdadero potencial de esas cuencas. Tanto en términos de hidrología, como también cuál es el impacto que producirá esa hidroelectricidad en esas cuencas. Este trabajo quizás está hecho por múltiples lados. Las empresas privadas tienen estudiadas algunas cuencas, quizás alguna agencia estatal otras, pero si tú me dices que en Chile tenemos un conocimiento claro de dónde están, te diría que no. Es una responsabilidad que le cabe al Estado y que debemos ser capaces de responder ante consultas de inversionistas.
-Ustedes han propuesto un bloque horario diferido para las ERNC, para que les sea atractivo participar en las licitaciones. ¿Consideran algún estímulo adicional como éste?
-Efectivamente, sabemos que para las licitaciones que hace la Comisión Nacional de Energía (CNE), había que hacer atractivo el concurso para las energías verdes, que tienen intermitencia en la generación. Queremos probar cómo funcionan estos bloques horarios. Lo estamos probando y estamos convencidos de que es una buena idea, para construir esta infraestructura energética. Estamos evaluando diversas alternativas, un modelo que nos permita fomentar las energías renovables sin tener que destinar subsidios.
-Mientras aumenta la generación de ERNC también tiene que hacerlo la energía base, la de respaldo. ¿A qué piensa apostar?
-A todo. No vamos a dejar de apostar a ninguna de las energías que tenemos. Aprendimos muy cara la lección de que teníamos que usar sólo gas argentino y luego no lo tuvimos más. A estas alturas vamos a seguir impulsando el desarrollo de termoeléctricas, de hidroeléctricas; todas las disponibles. Vamos a tener que pensar seriamente que el tema de la matriz energética tiene que incorporar la energía más barata y también la más limpia de todas.
-¿Cuál es el porcentaje ideal de generación por cada tipo de fuente que tiene en mente y qué rol jugarán las ERNC en ese esquema?
-Ésa es una gran discusión que está y sigue abierta en todo el mundo. Hoy tenemos un ejercicio llamado Energía 2050, que implica pensar cuál es la matriz que queremos tener para ese año. Este ejercicio no es algo aislado de Chile. Casualmente, Australia también lo bautizó así, por ejemplo. Es una pregunta que estamos comenzando a hacernos, y para fines de 2015 queremos llegar con una propuesta para nuestra matriz. Sabemos hoy que la matriz se compone en un 46% por generación a carbón, 17% a gas natural, 28% hidro, poco más de 4% petróleo y otro 4% proviene de energías renovables. Creo, según lo que he mirado, que este año vamos a terminar con un porcentaje cercano al 10% en energías renovables.
-Usted planteó como meta bajar los costos marginales en 30% de aquí al término del gobierno. ¿Será posible que las ERNC bajen en esa misma proporción sus costos en menos de cuatro años? Ya no depende de ustedes, sino que la tecnología baje en el mundo. ¿Cómo lo van a hacer?
-Depende de la matriz a la cual aspiremos. Es un ejercicio que hizo Japón, cuyo plan era disminuir, en el mediano plazo, la dependencia de su matriz energética a la energía nuclear…
-Pero ellos optaron por subsidiar, mediante una tarifa por sobre el mercado, a las energías verdes. Usted me dice que acá eso no va a ocurrir. ¿Cómo se bajan esos costos marginales?
-Es verdad, y si uno se va a Alemania, ve lo mismo. Y con mucho orgullo reconocen que, por ser un país rico, pueden hacerlo. Chile no puede darse ese lujo. No somos un país rico y no vamos a subsidiar a este tipo de energías. Ahora, es efectivo lo que dice. Tenemos como meta, para el término del gobierno, reducir los costos marginales en un 30% en el SIC. De manera que el costo marginal promedio, que bordea los US$ 150 MW por hora, llegue a US$ 106 MW/h. Ahora, sabemos que cada tecnología tiene su precio y su costo, pero lo que no sabemos es cómo se van a comportar cada uno de esos precios y costos. ¿Quién se iba a imaginar hace cinco años que un panel solar iba a bajar 80%? Nadie. Creo que ningún experto vaticinó que si valía US$ 100 en ese entonces, ahora costaría US$ 20. Entonces la gracia de nuestra propuesta es que no tenemos ese objetivo, de bajar los costos marginales, basado en una sola solución o tecnología. Estamos haciendo una propuesta seria, diversificada y equilibrada. Estoy completamente convencido de que así será.
-¿Implica aquello que se vea mayor dinamismo en el ingreso de proyectos?
-Esto no va solo. Es un mix de cambios y de agilizar proyectos, de sacarlos adelante. Con orgullo digo que en marzo teníamos 28 proyectos en construcción, que representaban 1.999 MW de generación. Hoy, siete meses después, son 48, equivalentes a 3.682 MW. Estamos monitoreando muy de cerca cómo avanzan los proyectos, qué cartera manejan las empresas y cómo podemos, como Estado, ser más eficaces y eficientes en el proceso de permisos.