De izquierda a derecha: Gustavo Benavente, Ademir Domic, Pedro Pablo Díaz, Juan Pablo Swett y Luciano Cruz-Coke. El grupo se formó en marzo de este año y ha sociabilizado sus propuestas con distintos estamentos.
En los próximos días el equipo de fútbol de la Universidad Católica vivirá horas cruciales. No tanto por el partido que jugará la tarde del domingo contra Colo Colo, sino que más bien por la reunión que el lunes sostendrá el directorio del plantel universitario. Cuando faltan tres fechas para que se termine el campeonato, la UC marcha en el 12° lugar, con pocas posibilidades de participar en algún certamen internacional y lejos de sus archirrivales históricos que hoy pelean la punta.
En una junta que se espera sea clave para el futuro cruzado, el lunes finalmente se dará a conocer el esperado plan deportivo de la UC. No sólo eso. Una comisión especial designada por la mesa para estudiar las implicancias de un eventual aumento de capital presentará ese día, y ante la expectación de la hinchada, su propuesta al respecto, los distintos escenarios que se barajan y el abanico de bancos de inversión que podría realizar esta operación, la que promete inyectar nuevos aires al club.
La aprobación de esta propuesta -que deberá ser votada por una junta extraordinaria de accionistas que incluso podría realizarse en enero- simbolizaría, en parte, el éxito de un grupo de hinchas que por meses han estado trabajando por sacar a la UC del letargo en el que se encuentra. Liderados por el presidente de Asociación de Emprendedores de Chile, Juan Pablo Swett, junto con el ex ministro de Cultura Luciano Cruz-Coke, el abogado Gustavo Benavente, el empresario Ademir Domic y el ex embajador de Chile en Australia Pedro Pablo Díaz, el grupo ha sociabilizado sus propuestas con distintos estamentos. Esto los ha llevado a reunirse con el rector de la Universidad Católica, Ignacio Sánchez, varios miembros del directorio, hacer masivas encuestas a la hinchada y estar por estos días realizando un road show privado para comprometer capitales frescos e idear una ingeniosa forma de participación a través de crowdfunding. “No nos vamos a ir para la casa si el aumento de capital no resulta, estamos listos para una nueva etapa”, advierte Díaz, dando cuenta de la seriedad y compromiso a largo plazo con que están trabajando.
Todos son accionistas de Cruzados. Todos se habían visto más de alguna vez en San Carlos de Apoquindo. Y de una u otra forma se conocían o tenían algún amigo en común. Hoy reconocen que han sufrido al ver en sus hijos o nietos la frustración de una nueva derrota. Precisamente fue la desesperación de ver el mal rendimiento del equipo lo que los llevó a que en marzo de este año comenzaran a juntarse en reuniones semanales para diseñar una estrategia de rescate. Así, de “disidentes”, como se los llamó en un principio, pasaron a ser conocidos como los “ideólogos” de la nueva UC.
Los hinchas cruzados tienen razones para estar preocupados: además del mal rendimiento en la cancha, la desmotivación que se observa en el plantel y las pocas contrataciones exitosas, el precio de la acción también evidencia el magro desempeño: aunque debutó en 2009 en $ 310, hoy el papel se cotiza en $ 160. En contraste, los títulos de Azul Azul y Colo Colo, que salieron a la Bolsa a $ 480 y $ 180, hoy se transan en $ 1.150 y $ 260, respectivamente. Pero hay un tema que los inquieta aún más: la disminución de la hinchada. Según una encuesta Gfk Adimark, sólo el 7% de la población se considera hincha de la UC, lejos del histórico 11% que ha ostentado el club por décadas. “Con mucho respeto, pero no queremos terminar como Magallanes”, sentencia Cruz-Coke.
EL GOLPE DEL MILO
De las reuniones en distintos Starbucks, el grupo de los cinco pasó a una instancia más formal y el 28 de abril se juntó con el entonces recién electo presidente de Cruzados, Luis Larraín. Esa noche, todos comieron en la casa del ex titular de Cultura, en parte con una misión: entregarle a Larraín el informe que Domic había preparado. El texto incluía un agudo análisis y daba cuenta del buen manejo financiero del plantel, así como también de la positiva generación de flujo de caja. Pero planteaba serios reparos a la mala gestión deportiva y comunicacional de la UC. La misma que ya estaba moviendo las aguas y que ya daba que hablar incluso en la tribuna Sergio Livingstone. “Nos preocupa la gestión institucional, la falta de recursos, el tema deportivo y volver a recuperar la identidad del club”, comenta Benavente. Ya en esa reunión le esbozaron al líder de Cruzados la necesidad de realizar un aumento de capital. Esa noche, cuando se despidieron, quedaron en seguir en contacto, aunque sin nada concreto sobre la mesa. Este medio trató de contactar a Larraín en varias oportunidades, sin éxito.
La abrupta salida del emblemático jugador Milovan Mirosevic, en mayo, golpeó a la hinchada y demostró para muchos la falta de expertise comunicacional de la institución y, de paso se convirtió en la primera prueba de Larraín. Éste salió a explicar los detalles de la salida del capitán por Twitter, sin embargo, el propio “Milo” se encargó de desmentirlo por la misma vía. Desde entonces los cánticos en San Carlos no serían sólo para alentar al equipo de la franja, sino que también para demostrar el malestar con los dirigentes, situación que se acentuó aún más con la llegada del DT Julio César Falcioni. “Existe un mea culpa en el directorio. Sin embargo, creemos que el análisis que se hace de la gestión deportiva es más duro de lo que corresponde, aunque entendemos la frustración de la hinchada”, explica un miembro de la mesa.
Aunque la salida de Mirosevic fue leída como una señal de alerta al interior del grupo de los ideólogos, el Mundial de Fútbol sirvió para renovar los ánimos. El “veranito de San Juan” duró hasta agosto, cuando el grupo de Swett arremetió con un nuevo documento: “Contingencias y futuro”, el que también fue entregado a Larraín. A diferencia del primero, éste daba cuenta de la urgente necesidad de integrar y representar a la hinchada en la sociedad anónima. Según explica Domic, parte del diagnóstico lo elaboraron a través de una encuesta realizada por medio de las redes sociales y que arrojó que el grueso de la hinchada si bien no era accionista del club, estaba dispuesta en un 90% a aportar en un eventual aumento de capital, lo que en teoría les permitiría recaudar, sólo a través de los aportes de estos, unos US$ 2 millones, eso sí, con una condición: que hubiese cambios importantes en la estructura del club.
“Es una vergüenza como está la situación. El aumento de capital sólo servirá de algo si la Fundación disminuye su poder dentro de Cruzados, si no sólo serán nuevos recursos y nada más”, sentencia otro director. En esa misma línea, Andrés Fazio, ex dirigente y quien renunció a la mesa en 2011, vendiendo su participación, resume su experiencia: “Con la apertura a Bolsa se hizo un gran cambio para no cambiar nada. Para mí no se cumplió con su espíritu y al final se fortaleció el poder de la fundación, se sigue con el mismo sistema de gobierno y sólo se recaudó plata. Yo di la pelea y fui minoritario. Pero si no cambia el tema de la fundación, no veo quién va a querer ingresar a la propiedad para no tener capacidad alguna de manejarla”, añade.
El tema de fondo y de tope para muchos hoy, es que Cruzados SADP está dividida en 50 millones de acciones distribuidas en dos series. La A consta de 49.999.998 títulos sin preferencia y son los que fueron colocados en el mercado. Por el contrario, las de la serie B son 2 acciones preferentes a nombre de la Fundación Club Deportivo Universidad Católica y tienen entre sus beneficios el derecho a elegir a 2 directores y, además del poder de veto en una serie de instancias, por ejemplo en la designación del presidente. Asimismo, la fundación posee el 20% de la propiedad del club, con lo cual logran elegir a 2 y medio directores adicionales. Hoy los miembros electos con los votos de la fundación o parte de éstos son Luis Larraín, Carlos Williamson, Luis Felipe Gazitúa, Jaime Estévez y Jorge Garcés. El resto de la mesa la integran, Guillermo Agüero, Alex Harasic, Juan Pablo del Río, Víctor Hugo Pucci, Juan Tagle y Fernando Echeverría Alcaíno.
“Me parece injusto que se quiera delegar la responsabilidad en la fundación, cuando todas las decisiones en el directorio prácticamente se han tomado de común acuerdo, y si la fundación ha tomado el poder es porque los accionistas se lo han dado, y porque nadie más lo ha querido tomar”, advierte un director.
Todos son accionistas de Cruzados y concurrirán al aumento de capital. Inicialmente fueron denominados “disidentes”, hoy “ideólogos”.
A SOLAS CON EL RECTOR
Un día se demoró el rector de la Universidad Católica, Ignacio Sánchez, en responder a la petición del grupo de los 5 integrantes. Así, la primera semana de noviembre y a menos de 24 horas de haber solicitado la reunión, fueron recibidos en su oficina en la Casa Central. La idea era dar cuenta en primera persona de lo que probablemente el rector, y también hincha de Cruzados, ya había leído por la prensa: que estaban trabajando en una propuesta para sacar adelante al club. “A la universidad siempre la hemos concebido como parte del proyecto y creemos que tiene un importante rol que cumplir”, comenta Swett. De ahí el interés de “los ideólogos” de conversar con el rector. Eso sí, en el encuentro le plantearon un anhelo: que el rol de la institución universitaria pase más bien por tener uno más de cautela por los intereses del equipo más que un papel activo en la gestión.
En esta misma instancia, se le comentó de los anticuerpos que produce en los inversionistas el poder de veto, que si bien no ha sido utilizado, ostenta la fundación, y además se le planteó a Sánchez la opción de que este poder pudiera recaer en la universidad misma y no en la fundación. El rector, quien ha estado al tanto de la discusión y ha solicitado información a la mesa directiva, se despidió del grupo prometiendo que estudiaría el caso.
EL PLAN DEL AUMENTO DE CAPITAL
La reunión con Sánchez no ha sido la única cita clave que el grupo de Swett ha tenido en las últimas semanas. “Los ideólogos”, además, fueron citados por la comisión a cargo del aumento de capital para escuchar su propuesta. Tras el encuentro, se quedaron con la impresión de que la mesa “está bastante en línea con lo que nosotros vemos”.
En todo caso, para estar preparados y no perder tiempo, el grupo ha comenzado con lo que ellos han denominado un road show privado, en donde han comprometido capitales en caso de que la operación se lleve adelante. De hecho, en la última premiación de la Asociación de Administradoras de Fondos de Inversión, Acafi, en la cual Swett fue reconocido, hubo varios de los asistentes que aseguraron estar en condiciones de levantar fuertes sumas de capital.
Si todo ocurre como el grupo espera, la operación podría implicar una recaudación de unos US$ 10 millones. Eso sí, para lograr una verdadera transformación que vaya más allá de sólo una inyección de recursos, la propuesta incluye el ingreso de un mayor número de accionistas al club. La idea es que a través del crowdfunding los nuevos accionistas puedan agruparse en un mismo vehículo y así tengan derecho a elegir a un director que los represente. No es la única meta que se han planteado: el segundo objetivo consiste en que exista un compromiso real por parte de la institución para modificar sus estatutos para que efectivamente los inversionistas puedan ejercer el control. “Tenemos que hacer cambios para que el aumento de capital sea exitoso y para que permita a los accionistas tomar más control y poder dentro de Cruzados”, sostiene un director, avalando la postura del grupo de los 5. Si la fundación no ejerciera su derecho preferente, del 20% bajaría a cerca del 13,2%.
Desde el grupo arremeten y dicen que “si para eso hay que involucrarse en el directorio, estamos disponibles”. “Necesitamos gente joven, falta pasión, falta camarín”, recalca Cruz-Coke. “Una negación al aumento de capital sería una lápida para el club”, sentencia Swett, quien no esconde su anhelo de ser presidente y que de paso advierte que de fracasar este plan, el grupo tiene prevista una nueva etapa, la que prefiere dejar en suspenso.