"En los partidos hay tanta lucha interna, tanta deslealtad, tanta maquinaria. Yo no estoy dispuesto a pegarle un codazo a nadie. Las formas que tiene la política no van con mi personalidad. No tengo estómago para eso"
“Creo que he ido evolucionando con los años”, responde el presidente de los empresarios, cuando se le pregunta en qué minuto dejó de ser de derecha para definirse como un “liberal de centro”.
Pese a ser hijo de un dirigente democratacristiano, Andrés Santa Cruz tiene un currículum político unido al pinochetismo, con el que simpatizó temprano en su juventud. Parte a los 16 años, en los convulsionados años setenta, cuando estudiaba en el Saint George’s y conoce a Jaime Guzmán, quien lo preparó para competir por la Federación Única de Estudiantes de Colegios Particulares (FUEP) por el gremialismo. “Era un momento en que había que tomar una postura, era importante trabajar por lo que tú creías”, dice. Pocos años después fue uno de los 77 jóvenes que participaron en Chacarillas, esa reunión-ritual, con antorchas y banderas arriba del cerro, donde Augusto Pinochet pronunció la declaración de principios de su gobierno frente a una audiencia juvenil. “Se buscaron 77 jóvenes que representaran ese sentir como una nueva generación y yo fui uno de ellos. Fue una experiencia positiva en términos de que nosotros pensábamos que estábamos haciendo una muy buena labor al preocuparnos de asentar los principios de la libertad y reafirmar nuestra vocación con una sociedad libre”.
-Eso fue el año 77. Ya había muchos muertos y desaparecidos.
-Quiero ser completamente transparente. Respecto de tener algún conocimiento de violaciones a los derechos humanos: no. Nada.
-¿Ni por su padre que era democratacristiano?
-Realmente no. Mi papá, no tengo ninguna duda, pero ninguna duda que fue partidario del gobierno militar porque veía que íbamos hacia un régimen totalitario marxista. Pero nosotros no conocimos nada ni creímos ninguna de las versiones que había, esa es la verdad. Las versiones oficiales, de que eran enfrentamientos, era las que nosotros creíamos a pie juntillas.
-Vivía en una burbuja.
-¿Si tuvimos alguna duda? No. Pero cuando uno lo mira en perspectiva y ve todo lo que ocurrió en términos de derechos humanos, uno dice ¡esto no!
Su padre nunca cuestionó su opción política. Con su hermano Juan José, ex democratacristiano, hoy miembro del círculo del Andrés Velasco, son íntimos amigos y jamás han peleado por política.
“Haber tenido un padre democratacristiano ayuda a dos cosas, a que uno sea más tolerante, a que sea más abierto a oír distintos puntos de vista, que no tenga prejuicios. Además yo me eduqué en un colegio en que la diversidad primaba. Nosotros aprendimos a oírnos, a ser tolerantes, a aceptar la diversidad en un colegio donde había distintas posiciones en un momento álgido de la historia de Chile”.
Sin embargo, para sus siete hijos, prefirió la educación de un colegio Opus Dei. Andrés Santa Cruz pudo haber sido un destacado político de derecha, fue encargado del movimiento gremialista en el campus San Joaquín de la Universidad Católica, donde estudiaba Ingeniería Comercial y, a pedido de Jaime Guzmán, entró a militar en Renovación Nacional, cuando se fundó ese partido, sin embargo su vida personal cambió el rumbo de su vida: cuando estaba en tercer año se casó, tuvo a su primer hijo, y, agobiado por los gastos de su nueva familia, tuvo que abandonar la carrera y la política.
-¿Se suspendió esta parte política por necesidades personales?
-Claro, me tuve que dedicar a trabajar. No éramos una familia de recursos. Además, mi papá tuvo un infarto y me tuve que preocupar de la situación familiar.
-Debe haber sido bien frustrante para alguien que venía con ese ímpetu desde chico.
-No recuerdo que me haya frustrado.
Su regreso a la política se dio en el sector gremial como socio y luego presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, que dejó en 2013 cuando fue elegido presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio, cargo que ocupará hasta marzo de 2015. “Nunca me ha pagado un peso nadie”, dice sobre su labor gremial. “Me he sacado la cresta trabajando gratis, trabajo demasiado gratis, eso me dicen en mi familia”.
-La política tira, entonces.
-El servicio público tira. No sería candidato por ningún motivo.
-¿Por qué?
-No tengo cuero. En los partidos hay tanta lucha interna, tanta deslealtad, tanta maquinaria. Yo no estoy dispuesto a pegarle un codazo a nadie. Las formas que tiene la política no van con mi personalidad. No tengo estómago para eso. El poco rato que estuve en RN, fue para ningún minuto más, pero para ningún minuto más. Tanta chuecura. Cuando se quebró RN me pidieron que me fuera a la UDI, pero no concordé con lo que ocurrió y me bajé.
-¿Esos partidos no lo representan?
-No, para nada.
-¿En qué fallan?
-Si bien concuerdo con algunas cosas de ellos, no concuerdo con todas, no me representan sus estilos.
-Usted está pintado para senador.
-Respuesta definitiva: no. En ninguna circunstancia voy a entrar en la actividad política.
-Ya se le va a acabar su período en la CPC.
-Vuelvo a lo mío -dice por sus tierras cultivadas con manzanas, kiwis, uva vinífera y semillas en Cumpeo.
-¿Y la adrenalina?
-Me juntaré con los amigos a intercambiar ideas, no me amargo para nada.
-Va a perder tribuna y plataforma.
-Es que a mí no me importa, no tengo ninguna ambición de aparecer.
-Partió en la derecha y ahora dice que es liberal de centro, que es lo mismo que postula Andrés Velasco.
Se ríe.
-Cuando digo liberal de centro es que soy un convencido de que la democracia es por lejos el mejor sistema.
-Pero usted no quería que terminara la dictadura.
-No. Te mentiría.
-¿Y cuándo se convirtió en un demócrata?
-Yo creo que cuando volvió la democracia. Pensé siempre que el régimen militar era un buen régimen y que era el tránsito a la democracia, aunque el gobierno militar era una dictadura, esa es la verdad del cuento.
-Pero no lo llama dictadura.
-No. Yo hablo de gobierno militar.
-¿Qué lo ha hecho cambiar?
-Se ha acentuado el término de creer en la libertad de las personas.
-¿Piensa como Velasco?
-No podría encasillarme con nadie.
-¿Qué político lo representa?
-Ninguno.
-¿Entre Piñera y Velasco?
-Tengo muy buena opinión de los dos y voté por Piñera.
-¿Y Lagos?
-Ah, lo encuentro un gran estadista. Un tipo que tiene mirada país.
-¿Votaría por él?
-Depende de las alternativas.
-Pero no sería inconcebible.
-No. No te podría decir nunca votaría por Lagos.
-¿Y por Bachelet?
-Es que los proyectos que yo le he visto a la presidenta Michelle Bachelet no concuerdan con lo que yo pienso.
-Pero ha podido llegar a ciertos acuerdos con ella.
-Es que sabes lo que pasa, yo creo que uno tiene que trabajar con la autoridad y cooperar con los gobernantes para que le vaya bien al país. Aquí hay que tener la disposición siempre para dialogar.
-Las secciones de política de la prensa hoy son una trinchera.
-Yo no soy partidario de las trincheras. Chile no puede perder el diálogo. Y cuando te digo dialogar, no es un monólogo entre dos, sino que yo estoy dispuesto a que tú me convenzas con tus argumentos.
-¿De qué lo ha convencido Michelle Bachelet?
-De las políticas que está implementando el gobierno, no me ha convencido ninguna. Lo que sí es que había que hacer un esfuerzo tributario para entregar recursos para la educación y enfrentar el problema de calidad que tiene la educación.
-Coinciden en el diagnóstico, pero no en la forma.
-Sí.
-¿Y los políticos de derecha lo representan en la manera de enfrentar este tema?
-¿Existen? Eso es lo que te puedo responder. No los veo como un actor relevante en términos de opinión pública con propuestas.
-A ratos, pareciera que los empresarios son una segunda oposición al gobierno.
-La agenda que tengo como presidente del empresariado no tiene ninguna consideración de política partidista. Yo no estoy acá para ayudar a algún sector político. Aquí yo estoy para que cuadren las agendas del empresariado y esa agenda dice relación con el crecimiento del país, con valores como la libertad, el emprendimiento, la propiedad privada como motor del crecimiento. Esas son las cosas que me mueven.
-Usted representa a un gremio tremendamente desprestigiado. Escándalos en las farmacias, en corredoras de bolsa, con los pollos, en multitiendas... no sé qué más se me ocurre.
-No, si se te pueden ocurrir mil cosas. Hay muchas cosas que las han hecho personas minoritarias.
-Los mercados vulnerados son sensibles, afectan a la gente en su diario vivir.
-En esa materia yo no he tenido más que un solo discurso y lo he dicho y reitero y la voz no me tiembla, que nosotros no sólo no amparamos ninguna conducta reñida con la ética ni la ley, se llame como se llame el que la lleva a cabo, sino que además la condenamos, en eso no nos equivocamos. Pero hay una cosa que tampoco hay que perder: después hay que permitir que la gente tenga la oportunidad de reivindicarse.
-¿Cuál es su diagnóstico?, ¿qué está fallando con los empresarios?
-Aquí hay algunas conductas que hace treinta o cuarenta años a la gente le parecían normales.
-¿Como cuáles?
-Cuando algunos conversaban y decían: vende tú de aquí para allá y yo de aquí para acá.
-Ponerse de acuerdo.
-Ponerse de acuerdo, hace treinta o cuarenta años, a la sociedad no le parecía muy condenable. Eso, a mí me parece que no sólo no corresponde sino que me parece absolutamente condenable. Pero, por otro lado, también creo que hay mucha gente que ha perdido los valores y que los ha traicionado la ambición personal. Más importante que las causas es cómo evitamos que estas cosas pasen, y para eso la gente que transgreda esto tiene que pagar. El costo para esta persona no sólo debe ser pecuniario sino también social, tiene que ser muy importante.
-¿El control social no funciona entre los mismos empresarios?
-Cuando vemos lo que está ocurriendo, creo que funciona poco.
-¿Y cárcel?
-La cárcel es un tema que se puede estudiar. Si eso ayuda a desincentivar esto, hay que estudiarlo.
-Este gobierno partió bastante agresivo con los empresarios cuando los aludió en un video que defendía la reforma tributaria como “los sospechosos de siempre”.
-Me pareció que era una caricatura que lo único que provocaba era odio y división.
-Después de esa partida, ¿cómo fueron uniendo los puentes?
-Con todas las autoridades voy a trabajar y cooperar para que a Chile le vaya bien y para eso estoy dispuesto a dialogar siempre.
-Usted ha negociado con el Partido Socialista, con Bárbara Figueroa, ha ido a las giras presidenciales.
-Yo separo la parte humana, y en la parte humana nos llevamos bien. Me cae bien la presidenta Bachelet y me cae bien la presidenta de la CUT. Humanamente, cero problemas. Respecto de las ideas, tenemos diferencias en algunos puntos y en otros no tanto.
-Debe haber empresarios que lo consideran blando.
-Hay algunos que me pueden mirar como blando y que piensan que uno debiera tener un discurso mucho más duro y rupturista, pero creo que para la causa empresarial y de Chile... a Chile le va bien si la gente conversa y nos oímos. La democracia hay que cuidarla por eso uno no puede tener discursos rupturistas.
-¿Le acomodó la democracia?
-Cien por ciento.
-¿No cree que se va a aburrir con las manzanas, los kiwis y las uvas en Cumpeo?
-Algo aparecerá.