Casi al filo de la medianoche del lunes 3 de marzo, los ejecutivos de Mega tenían una tibia sonrisa en el rostro. Durante meses habían planeado poner al aire una arriesgada apuesta: una teleserie turca, que narraba la tormentosa relación entre un poderoso hombre, de nombre Onur, y una joven llamada Sherezade.
Ya de madrugada, con las cifras de audiencia sobre la mesa, los ejecutivos del canal tildaron a Las mil y una noches de “promisoria”. De inmediato decidieron posponer el lanzamiento de la serie colombiana A corazón abierto y jugaron todas sus cartas a la dupla Onur-Sherezade. Meses más tarde, lo que partió como un tímido producto “promisorio”, que consiguió 11,2 puntos en su debut, se convirtió en el tema obligado en cada hogar de Chile y con peaks de audiencia cercanos a los 40 puntos. Hasta la propia presidenta de la República haría, meses después del debut en Chile, mención al fenómeno turco, confirmando que el primer éxito de Mega bajo el mando de Carlos Heller era uno de los grandes aciertos de 2014.
Lo que vino con posterioridad fue como una bola de nieve: el canal logró su mejor resultado desde 2004, año en que Mekano y el fenómeno del axé calentaron la pantalla de Mega hasta encumbrarlo, por primera vez en su historia, al tope de la sintonía. Si bien Mega también se adueñó de las audiencias en 2008, en la industria precisan que el actual momento es más comparable con el obtenido hace una década atrás, cuando casi todas las franjas horarias estaban dominadas por la estación de Vicuña Mackenna.
Pero los datos de sintonía no sólo remiten al fenómeno de Las mil y una noches. Las demás apuestas de Mega, como Qué culpa tiene Fatmagül (también de origen turco), y la producción nacional Pituca sin lucas igualmente se han mantenido como los programas más vistos del año. De hecho, como relatan en un canal de la competencia, en el primer mes de debut de Pituca sin lucas, el rating obtenido por Mega entre las 20 horas y la medianoche era comparable a tener un partido de la selección nacional de fútbol cada día de la semana. Un golazo de la estación.
Otro ejecutivo de la industria añade un efecto colateral del arrase de Mega: en horarios que tendencialmente venían mostrándose a la baja, como el de las 20 horas, el canal logró prender más televisores: entre enero y diciembre las pantallas encendidas pasaron de 58,5% en 2013, a 60,5% el presente año, siendo el ABC1 y el segmento D los que más se volcaron a prender aparatos durante el 2014.
Y si de segmentos se trata, Mega logró consolidar su programación para todos los estratos, incrementando audiencias en el esquivo ABC1 y, además, fortaleciendo su rating en los sectores medios. En el D, que históricamente era el público fiel para Mega, la redistribución de las audiencias lo puso en un nivel muy similar a TVN y a Chilevisión, alejando el fantasma de que Mega hace programas sólo para ese sector.
La pregunta que se hacen en los canales abiertos es si la estación de Bethia podrá mantener el ritmo para 2015, y consolidarse como uno de los grandes de la pantalla chica nacional.