El próximo jueves, los ojos del mercado estarán puestos en el Banco Central. Ese día la entidad realizará su reunión mensual de política monetaria, donde podría elevar finalmente la tasa de interés y, por consiguiente, provocar un alza en el valor de los créditos.
Las señales en esa línea han sido claras. Ya en su reunión de septiembre, el instituto emisor —presidido por Rodrigo Vergara— explicitó la necesidad de reducir el elevado estímulo monetario actual para contener la inflación. “Dados los antecedentes recientes, se prevé que este proceso comenzará en el corto plazo”, dijo. La idea ya había sido deslizada en el último Informe de Política Monetaria (IPoM), dado a conocer a comienzos de ese mes.
Sin bien, el mensaje es claro, varios economistas ponen en tela de juicio tal determinación y cuestionan que el ente rector sincere una determinación que aún no se plasma. “El Banco Central se metió en una suerte de zapato chino. De forma bastante inédita dio un mensaje explícito de que iba a haber un cambio en la dirección de la política monetaria”, subraya el economista jefe de Banco Santander, Pablo Correa.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) apoya esa visión. El miércoles, el organismo aseguró que el ente emisor tenía espacio para mantener su política monetaria expansiva, es decir, dejar en stand by el alza de la tasa.
En medio de ese debate, el Central se apronta a tomar una de las decisiones más complejas de los últimos años. Desde junio de 2011 que la tasa de interés no sube y desde hace un año que permanece fija en 3%.
JUEGO DE EXPECTATIVAS
La misión del Banco Central es clara: mantener la estabilidad de los precios. La inflación medida a través del índice de Precios al Consumidor (IPC) determina justamente el incremento en el nivel general de los valores. La meta del instituto emisor es que esa alza fluctúe en un rango de entre 2% y 4% anual. Desde a lo menos agosto de 2014 —con la única excepción de mayo de 2015— que la variación del indicador a 12 meses supera ese porcentaje. De hecho, en agosto de este año, la fluctuación anualizada llegó al 5%. La inflación subyacente —sin frutas, verduras y combustibles— alcanzó el 5,7%.
“La inflación en este momento está con amenazas. Las expectativas de inflación podrían desanclarse en los próximos días, es una lucha contra el tiempo. El Banco Central tiene que subir la tasa en octubre”, dice el economista Alejandro Alarcón.
Más complejo que el dato actual resultan las expectativas inflacionarias. Así como el Central tiene un rango para el IPC anual, también tiene un techo para el índice a largo plazo —12 a 24 meses—, que llega al 3%, lo que genera certidumbre para poder hacer contratos a largo plazo. Hoy ese dato también está más alto, del orden de un 3,2%-3,4%. Y ahí radica la preocupación base.
Si bien hay bastante resistencia a modificar la tasa, hay expertos que ponen paños fríos y que avalan tal determinación, ante el riesgo de desanclaje (que agentes económicos perciban que la inflación se desviará del objetivo del Central). “La inflación en este momento está con amenazas. Las expectativas de inflación podrían desanclarse en los próximos días, es una lucha contra el tiempo. El Banco Central tiene que subir la tasa de interés en octubre”, enfatiza el economista y académico de la Universidad de Chile Alejandro Alarcón.
Otros aseguran que la tasa de interés no resolverá el problema y que el riesgo de desanclaje no es tal. “Si hoy miras las expectativas a un año no son 3%, a dos años están bastante cerca y a largo plazo están todas ancladas en 3%. No hay riesgo de desanclaje”, refuta Correa. Los datos de Bloomberg lo respaldan: la diferencia entre un bono en $ y en UF a 10 años plazo, a 7 años y a 5 años, es 3%, sin embargo, a dos años es de 3,2%, sobre la meta.
FACTOR DÓLAR
Hoy la tasa de interés está en 3%. La teoría dice que si se incrementa, se hace más caro adquirir un crédito para consumir, por ende, se consume menos y al haber menos demanda por productos, bajan los precios y se reduce la inflación. Sin embargo, en la realidad actual existe un dato adicional: el dólar. Todos los economistas concuerdan en que prácticamente la totalidad del incremento en los valores dice relación con variaciones de tipo de cambio generadas por factores externos que poco tienen que ver con demanda interna.
El economista jefe de Banco Penta, Matías Madrid, es contrario a subir la tasa en el corto plazo. “La inflación ha estado totalmente determinada por el tipo de cambio y el 2016 no vamos a tener una depreciación del peso de la misma magnitud que la actual”.
En un año, el dólar en relación al peso se ha incrementado alrededor de 17%. Es decir, ha pasado de bordear los $ 580 a superar los $ 680. Así, todos los productos importados han traspasado parte de esa expansión, anotando un incremento en sus precios, empujando al alza la inflación. El avance del dólar ha tenido como principal culpable a China, cuya economía se ha desacelerado, demandando menos cobre. Ello ha generado una baja en el precio del metal rojo, y una caída en la cantidad de dólares circulantes, elevando el valor de la divisa norteamericana.
“La inflación se disparó, pero no porque el Central tuviera demasiado abajo la tasa de interés, sino porque hubo un shock externo muy grande que lo capturó el tipo de cambio acá, pero es por una única vez”, explica el director ejecutivo de CorpResearch y Estudios Económicos, Sebastián Cerda. “La inflación ha estado totalmente determinada por el tipo de cambio. El 2016 no vamos a tener una depreciación del peso de la misma magnitud que la actual, por tanto las presiones inflacionarias por el lado del tipo de cambio no van a estar, por ende, no le veo sentido a que el Central suba la tasa ahora”, complementa el economista jefe del Banco Penta, Matías Madrid.
Más allá de ello, expertos precisan que el Central debe dar una señal apuntando a las expectativas. El economista jefe de Banco de Chile, Rodrigo Aravena, estima justamente que hay más razones para subir la tasa hoy día que para no hacerlo. “Tenemos una inflación que es más alta (que la meta) y están subiendo las expectativas hacia adelante. Tenemos holguras de capacidad que son menores a las que pensamos. Se debe dar una señal y reconocer que al menos existe un riesgo de desanclaje”.
CRECIMIENTO EN LA MIRA
Si bien, el mandato del Central dice relación única y exclusivamente con la estabilidad de los precios, la actividad económica sí es analizada a la hora de tomar sus decisiones. Si la tasa sube, existe el riesgo de que la actividad se resienta aún más. En agosto el crecimiento fue de sólo 1,1% y se prevé que 2015 cierre con un alza de 2,25%. Para 2016, las proyecciones tampoco son optimistas. Según Hacienda, el incremento alcanzaría a 2,75%.
Dado ese escenario, poner más presión vía tasa de interés es visto con preocupación. “Si subes la tasas de interés, le pones más presión a la economía, le pones presión para que se aprecie el tipo de cambio, cuando lo que necesitas hoy, desde el punto de vista de actividad y de competitividad, es tener un tipo de cambio real alto”, explica Pablo Correa. “La decisión ha sido más complicada porque hay gran incertidumbre sobre cuáles son las efectivas perspectivas de crecimiento de Chile”, añade Sebastián Cerda.
Otro grupo de expertos refuta tal mirada. Para Rodrigo Aravena y Alejandro Alarcón, la desaceleración está explicada por una caída en la inversión y una reducción de las expectativas, y no puntualmente por el consumo. Dado ello, un incremento en la tasa no tendría mayor impacto. “Debiéramos tener una desaceleración más pronunciada de la que tenemos hoy día para no hacer nada”, apuntala Aravena.
A LA PAR DEL VECINDARIO
La devaluación de las monedas no es un fenómeno aislado. Latinoamérica lleva ya un largo tiempo viendo cómo sus divisas pierden valor frente al dólar, impulsando la inflación. Los vecinos ya toman medidas.
El 11 de septiembre, Perú sorprendió al mercado al incrementar la tasa de interés 25 puntos base, a 3,5%. Colombia hizo lo suyo 14 días después, subiéndola los mismos 25 puntos, a 4,75%. Si bien algunos economistas plantean que son realidades distintas, sin deuda a largo plazo en moneda local, con empresas endeudadas en dólares y con el consiguiente riesgo de quiebre si el tipo de cambio sube; otros puntualizan que sí es un fenómeno que le introduce presión al Central.
Los ojos ahora están puestos en la determinación que tome la FED. La Reserva Federal de EE.UU. ya anunció que subirá la tasa —hoy en 0%—. De ser así, y si el Banco Central no la incrementa en paralelo, existe el riesgo que ciertos capitales fluyan hacia esa nación, derivando en una menor cantidad de dólares en el país e impulsando una nueva alza de la divisa. “Si la FED sube las tasas de interés y el Central no hace nada, el tipo de cambio va a subir sobre los $ 700”, dice Alarcón.
LAS APUESTAS
Las dudas detrás de la tasa de interés también han permeado el debate al interior del instituto emisor. En agosto, un consejero del Banco Central estuvo por subir la tasa 25 puntos base ese mes. Fue una voz de minoría en esa oportunidad, la que el próximo jueves podría extenderse al resto de los cuatro miembros.
Varios economistas, sin embargo, llaman a la calma. El gobierno ya ha anunciado un alza del gasto público que es la mitad del proyectado para 2015, lo que disminuiría las presiones inflacionarias. El débil crecimiento de agosto (1,1%) y una mirada de que septiembre no vendría mucho mejor, intensifican la mesura.
En medio del análisis, el mercado ya hace sus apuestas. La gran mayoría cree que el Central subirá de todas formas la tasa 0,25 puntos base este año. Otro tanto apunta a que los incrementos comiencen a mediados del próximo año, a la espera de una mayor claridad acerca del desarrollo económico y la ruta del dólar. ¿El temor latente? Iniciar un período de alzas que sea difícil de detener, en medio de una desaceleración que amenaza con continuar.