Es miércoles, 16.00 horas. Faltan 60 minutos para que Jorge Sampaoli defina públicamente su continuidad al mando de la selección. Iván Zamorano mira el reloj, pero sin impaciencia. Está tranquilo. Es que mientras el fútbol nacional se apronta a vivir un nuevo capítulo de la crisis por la que atraviesa desde fines de 2015, Bam Bam ya salió a flote. Ha pasado más de un año desde que sus problemas financieros hicieran noticia, y hoy, mientras la prensa deportiva está apostada en la ANFP, Zamorano habla por primera vez de la solución a su propia crisis, que en septiembre de 2014 se traducía en demandas de bancos por deudas impagas que bordeaban los $ 2.000 millones en torno a su gran proyecto, la Ciudad Deportiva. En esta conversación hace su autocrítica, relata los cambios realizados y adelanta sus nuevos desafíos.
—En septiembre de 2014 se reveló su crisis financiera, ¿qué ha pasado tras eso?
—Mucha pega. El recorrido ha sido difícil. Afrontamos un desafío enorme de analizar, cambiar algunas cosas y, a la vez, trabajar duro para visualizar qué le pasaba al enfermo.
—¿Cuál fue el diagnóstico?
—Tiene que ver con gestión, administración, con ciertos cánones que tienen este tipo de proyectos en cuanto a que hay que estar encima. Aquí tenemos mucho flujo de gente, las canchas, la piscina, el gimnasio, y eso necesita el día a día. Nos faltaba más gestión. Estábamos pensando en cosas que en el momento no eran tan importantes, como sí lo era resolver el tema con los bancos, los proveedores, las imposiciones, todos esos son temas de día a día. Nos abocamos a intentar levantar una situación que era muy difícil, porque esto es como un Titanic: tienes que echarle carbón todos los días. Con esa posición frente a los bancos, necesitábamos generar una estructura para salir adelante. En esa instancia apareció un gerente general, Miguel Fernández. Antes no había un gerente general, sino directores que operaban como tales. Miguel llegó a presentarnos un proyecto deportivo, y cuando vi los números que me mostró, lo encontré muy bueno, lo llamé, le dije que tenía un problema y le pedí su visión acerca de la Ciudad Deportiva. Así llegó —a mediados de 2014— y empezamos a armar nuevas estructuras, a optimizar gente, tiempos, y hemos subido un 17% los ingresos y bajado los costos.
"Nos abocamos a intentar levantar una situación difícil, porque esto es como un Titanic: tienes que echarle carbón todos los días. Con esa posición frente a los bancos, necesitábamos generar una estructura para salir adelante".
—¿Qué se hizo, puntualmente?
—Cuando estábamos ordenando, empezaron a aparecer personas que creyeron en nuestro negocio, como (Gabriel) Ruiz-Tagle o (Laurence) Golborne. Les agradecí, porque aparecer en instancias malas se agradece, pero en ese momento yo no estaba para enfrentar eso; aunque sabía que necesitaba un socio, una persona que me acompañara en este proceso. Para mí esto no era un tema netamente de solución económica, era otra cosa, un sueño, mi proyecto de vida. No era llegar y decir “te pongo lucas”. En ese momento la situación era continuar revisando, viendo cuál era la alternativa.
Cuando avanzamos apareció (el kinesiólogo) Alejandro Koch. Él tenía su centro en Kennedy y un día me dijo que quería venirse. Como seis meses antes que estallara el tema con los bancos, instaló su centro acá. Y luego llegó el momento donde estaba preparado para asumir un socio. Alejandro me dijo: “¿Por qué no yo?”. Ahí empezamos a hablar. Alejandro trabaja en el tema deportivo médico desde hace como 40 años. Cuando debuté en la selección estaba él, cuando me retiré del fútbol en Colo-Colo estaba él;o sea, me conoce, sabemos la importancia que tiene el deporte en Chile, sabemos cómo hacer que esto vaya mejor y creamos una sociedad, donde él tiene un 30% de la Ciudad Deportiva y yo me quedé con el 70%, y a través de esta sociedad empezamos a pagar las necesidades que estaban en el momento. Ya pagamos los bancos, proveedores, imposiciones. Hoy estamos listos para jugar el segundo tiempo y con más fuerza para hacer una Ciudad Deportiva 2.0, que es fundamental.
—¿Y qué ocurrió con el personal?
—Toda crisis necesita cambios fundamentales. Aquí optimizamos a la gente. Hubo gente que se tuvo que ir y otra que siguió con mucha más fuerza. Fue conveniente hacer todo este tipo de cambios que, desde el punto de vista emocional, fue grande.
—Dentro de ese escenario, ¿trabajó con más asesores?
—Trabajé con Miguel, con un asesor financiero (José Miguel Guzmán) y confié en la gente que estaba. Si antes la estructura que tomaba decisiones era de 15 personas, hoy esa estructura se transformó en los dos socios, un gerente general, de marketing, un asesor financiero y de ahí los jefes de área. Creé un comité formado por mí, Alejandro Koch, Miguel y a veces participan el gerente de marketing y el asesor financiero. Nos juntamos todos los lunes a primera hora, cuatro o cinco horas para ver en qué estamos. Y de ahí cada uno deriva a los jefes de área: jefe de piscina, gimnasio, etc.
—¿Se reestructuró la deuda con los bancos o se pagó completa?
—Pasé por todas las etapas con los bancos, de reestructuración, de pagos inmediatos y pasé la etapa de misión cumplida. Tuve muchas conversaciones; algunos te tratan mejor que otros, pero al fin y al cabo llegamos a un acuerdo y pudimos trabajar en conjunto para que se diera la oportunidad, como ahora, de haber pagado todo lo que se debía. Las deudas que teníamos con los bancos, proveedores e imposiciones se terminaron. Pueden existir algunas deudas en cuanto a estar pagando algo, pero lo macro está saneado.
—¿Y los procesos judiciales se cerraron?
— Sí. Tenemos todos los procesos levantados. Está todo en orden.
—En una entrevista dijo que lo suyo no eran los números, sino que era más bien pasional ¿Ese fue el error?
—Yo no pensaría en errores, porque todos podemos cometer errores. Acá hay un gran proyecto, y cuando los proyectos los manejas de manera indirecta, no funcionan. Tienes que estar encima, gestionar, administrar. A lo mejor yo no tuve esa capacidad, pero creo que hoy, que estoy en la gestión, en la administración, sí la tengo. Así como en mi profesión tenía la capacidad de levantarme cuando alguien te decía “no sirves”, “vas a ser el quinto extranjero”, esto para mí fue lo mismo. Hoy estoy en la posición de mirar hacia adelante y canalizar mejor los espacios de la Ciudad Deportiva para generar mayores ingresos para que el ebitda suba.
—En ese análisis, ¿qué pasó con su cuñado Wilson Flores, que era sindicado como el principal responsable de esta crisis?
—Él ya no sigue. Aquí separo las cosas. El tema familiar sigue exactamente igual, es mi cuñado y lo quiero igual como el primer día que se casó con mi hermana. En el tema laboral, él tuvo responsabilidad como la tuve yo, como la tuvieron los tantos gerentes que pasaron. En algún momento tenía que llegar la oportunidad en que él tuviera la capacidad para darse cuenta de que a lo mejor no era indicado continuar.
—¿Él renunció?
—Sí, él se fue. Si bien hoy no está, él nos ayudó mucho con su visión de decir esto se hizo mal, esto bien. Él fue fundamental para el diagnóstico que había que hacer.
—¿Y hoy hay familiares trabajando acá?
—Mi hermana sigue conmigo, en venta a empresas. Mi hermana estudió corretaje, sabe de números, sabe vender, y aparte es Erika Zamorano, entonces tiene mucha personalidad. Le encontramos o ella se encontró a sí misma en el área de ventas y estamos felices, está super bien evaluada.
—¿Cómo es la Ciudad Deportiva 2.0?
—Hoy estoy pensando en grande. Hoy tengo la capacidad para detenerme, reunirme con mi equipo y pensar qué es lo que podríamos hacer. Tenemos muchas ideas. Desde el punto de vista de la infraestructura tuvimos que cambiar algunas cosas, por ejemplo, los paños de las canchas, vamos a tener nueve canchas con paños nuevos en tres, cuatro semanas más. Hemos hecho una pequeña reestructuración en la forma de ver la Ciudad Deportiva, hemos pintado, la hemos embellecido, hemos arreglado los camarines. Tenemos muchos proyectos, pero son contratos que no los hemos firmado. Dentro de esa Ciudad 2.0 también hay un tema que tiene que ver con su esencia. Yo quiero una Ciudad Deportiva donde la gente no sólo venga a jugar futbolito, venga al gimnasio o a nadar, quiero que venga a ser feliz; mi desafío es que sea un espacio para la familia. Hoy que hemos tenido la posibilidad de pagar, estamos pensando más allá: ¿por qué no hacemos un centro de eventos?, ¿un hotel?, o sea pensando en grande. A nivel personal quiero tener la tranquilidad de que voy a dejar un legado deportivo importante para mi país, porque perfectamente podría haber invertido en otro lado, pero quise hacerlo acá, que mis hijos crecieran acá y por eso pongo todos mis esfuerzos. En agosto salí elegido el deportista con quien más se identifica la gente y me retiré hace once años del fútbol, eso quiere decir que de alguna manera la gente se siente identificada conmigo y eso es impagable.
"Cuando los proyectos los manejas de manera indirecta, no funcionan; tienes que estar encima, con la capacidad de gestionar, y a lo mejor yo no tuve esa capacidad, pero creo que hoy, que estoy en la gestión, sí la tengo".
—¿Hay proyectos concretos, externalizar la operación de algunos espacios, por ejemplo?
—Primero tenemos que valorizar si esos arriendos derivan en más ingresos. Tenemos un espacio de paddle arrendado a unos emprendedores. Hemos aprovechado toda esta crisis que vivimos para tener la oportunidad de salir adelante y creo que lo hemos hecho bien. Tengo la esperanza y la fe de que esto lo vamos a llevar a lo que fue desde un principio: la primera ciudad deportiva que se creó en Chile, somos los número uno, y eso tiene que ver con lo que soy como persona, en cuanto a que también he recibido altos y bajos y me he sabido levantar.
—¿Esta crisis le pegó en su imagen?
—No, porque me ayudó mucho mi esencia, la esencia de que yo nunca he cambiado, siempre he sido el mismo, la plata viene y va. Entonces cuando tuve este problema la gente no dijo “es pavo”, no, la gente me vino a ayudar. Había cartas de personas que me hicieron llorar. Era de gente que trabajó acá en aseo, que se fue y estaba un poquito mejor, que me decían “Iván, yo te puedo dar $ 10.000 mensuales para ayudarte”. Gente en el gimnasio que venía por tres meses y que le decía a la gente de ventas “queremos ayudar a Iván y nos vamos a quedar un año, dos años”. La gente tomó el problema como de ellos y eso es impagable para mí. El amor y el cariño que le tienen a este proyecto era una responsabilidad super grande. Mucha gente me paraba en la calle: “Don Iván, usted va a salir adelante”, entonces eso hace que uno también se llene de energía para poder continuar.
—¿En algún momento pensó en cerrar?
—No, porque era mi sueño, y lo sigo manteniendo intacto. Creo que hemos creado un espacio maravilloso para la gente, para la familia y de eso me siento orgulloso.
—¿En algún momento estuvo en riesgo real su patrimonio?
—El dueño de la Ciudad Deportiva es Del Inca y de Del Inca soy yo, entonces entraron a mi patrimonio. Estaba embargada la casa, un auto, pero no me iba a quedar en la calle. A veces se exageran mucho las cosas. El problema tenía que ver con un tema económico, ese problema se solucionaba pagando como lo hicimos ahora, pero perder todo, no.
—¿La Ciudad Deportiva tiene utilidades?
—Sí. Hemos intentado incrementar los ingresos, reducir los costos y de ahí sale un ebitda general que es positivo.
—¿Hoy es un negocio rentable?
—Siempre fue rentable. Lo que pasa es que cuando tú tienes $ 100 millones de resultado final y debes $ 400 millones a los bancos no está siendo rentable o algo hiciste mal.
—Pero siempre fue así…
—No. Nosotros empezamos a tener problemas hace cinco años. Acá hubo una inversión enorme, y esa inversión había que intentar rescatarla en el largo plazo, y era imposible. Uno, viniendo de Europa, ve el Real Madrid, el Inter y todas estas ciudades deportivas enormes y a lo mejor uno no se dio cuenta desde un principio que esto no era tan rentable, y ahí ocurrió esto, pero que hoy no sea rentable no es así. Los ingresos este año bordearán los $ 2.600 millones para llegar en el corto plazo a los $ 3.000 millones. Lo que pasa es que hay que gestionarlo mejor, administrarlo mejor, y ahora que ya está saneado uno puede ir viendo los nuevos negocios que te pueden generar todos esos dineros. Tenemos 12,5 hectáreas, y un 65-70% está desarrollada. Estamos creando un máster plan donde incorporar nuevos proyectos e ir optimizando la Ciudad Deportiva para obtener nuevos ingresos.
"Terminé hace siete meses el curso de entrenador (...) Hoy me siento con la capacidad de tomar un nuevo desafío. Sé que en algún momento va a llegar la oportunidad de poder acercarme a la cancha y entrenar".
—¿Cuánto ha invertido?
—No vale la pena decirlo. La inversión inicial fue como de US$ 7 millones. Esto era prácticamente un basural y cuando empiezas a meter máquina te dicen que va a salir US$ 2 millones sacar todo, pero fue terrible, sacamos autos completos de abajo.
—¿Está en los planes sumar más socios?
—Uno nunca le cierra las puertas a nadie cuando hay una visión parecida a la que tenemos Alejandro y yo. Hoy incorporamos como encargado del área de tenis a Nicolás Massú. Con el Nico nos parecemos mucho. Somos personas de esfuerzo, de perseverancia, y el Nico estaba buscando un espacio y aquí lo encontró. Firmamos una alianza hace como un par de meses donde le paso las canchas, él se encarga de los arriendos, de las escuelas y paga un fee. Llevamos poco tiempo juntos y ha sido super reconfortante. En un tiempo más vamos a tener nuevas sorpresas que no puedo adelantar con otro gran deportista de Chile. El fútbol me enseñó que las pequeñas sociedades hacen grande un equipo y en esta pega estoy creando estas pequeñas sociedades para hacer grande la Ciudad Deportiva.
—¿Ser empresario fue más difícil de lo que pensaba?
—La palabra empresario nunca me gustó. Me considero un emprendedor, que es más acorde con lo que soy yo, y ha sido difícil. Tuve la suerte de hacer lo que más me gustaba que era jugar fútbol y ahí en una situación difícil aparecía yo en el último minuto y a lo mejor lo solucionaba, hoy día como empresario uno a veces no encuentra la ocasión justa para poder resolver el problema. Uno tiene que estar atento, observando todos los días, porque ahí te vas a dar cuenta de la solución y hoy sé que eso es fundamental.
FUTURO ENTRENADOR
Zamorano dice nunca estar tranquilo. “Soy Capricornio, por lo que siempre estoy tomando nuevos desafíos”, asegura. Su retorno a una cancha es parte de sus planes. Y en ese contexto la actual crisis del fútbol nacional es algo que mira de cerca.
—¿Cómo evalúa la situación del futbol chileno?
—Con mucha incertidumbre. Lo que hemos vivido los últimos meses ha sido muy duro para los que amamos el fútbol. Venimos de una enorme felicidad que fue haber ganado la Copa América y ahora esto. Pero confió en que en todas estas crisis tenemos una oportunidad para generar las confianzas que en este último tiempo se han perdido; Arturo Salah necesita un voto de confianza, es un tipo profesional. Ojalá que de toda esta crisis salga fortalecido el fútbol chileno, porque habíamos conseguido lo más valioso que es generar confianzas en una selección.
—¿Y el actuar de Sampaoli?
—Creo que se ha equivocado en algunas declaraciones. Cuando uno escucha “no quiero trabajar más en Chile”, a la gente le duele.
—¿Qué le parece que no haya renunciado?
—Si hablamos del tema profesional netamente creo que una persona como Sampaoli le ha hecho bien al deporte chileno. Hace seis meses estábamos hablando de ser campeones de la Copa América, entonces para el desarrollo del fútbol es bueno que siga; ahora en qué posición va a quedar frente a los jugadores, la directiva, hay que verlo. Creo que hay que darle un voto de confianza, y ojalá que si quiere seguir, siga con la misma fuerza que se le dio para ser campeón de la Copa América.
—¿Le gustaría liderar la selección en algún momento?
—Terminé hace siete meses el curso de entrenador, por lo que creo que es prematuro, pero siempre he estado dispuesto para mejorar el fútbol chileno. Si me llaman para colaborar, siempre voy a estar disponible.
—¿El curso de entrenador lo hizo porque es una deuda pendiente?
—Más que una deuda pendiente uno tiene que saber cuándo hacerlo y cuándo no. Hice un máster FIFA de 308 horas en donde trabajé a full. Fui a Europa a ver cómo trabajaban mis amigos, el Cholo (Diego Pablo) Simeone, (Roberto) Mancini, entonces hoy me siento con la capacidad de tomar un nuevo desafío. Sé que en algún momento va a llegar la oportunidad de poder acercarme a la cancha y entrenar.
—¿Lo han sondeado para ser entrenador de la selección?
—No (ríe).