Por María José Tapia Abril 29, 2016

“El mercado de Australia tiene un potencial importante y lo ratificamos con el trabajo de la semana”, escribía Ely Magendzo en un mail al equipo de Arcano. El 10 de marzo todo era entusiasmo en la oficina de Onix Capital Pty en Sídney. En cuatro meses, habían más que duplicado al personal, totalizando cinco personas, y sumado a vendedores chinos provenientes de reconocidas empresas internacionales. Todos se preparaban para levantar una maquinaría comercial que sedujera a los asiáticos. Si los chilenos habían confiado en ellos por más de una década, el portafolio evidentemente atraería a estos nuevos inversionistas que verían en Chang el emprendedor exitoso que hasta esa fecha aseguraba ser.
Los últimos días de febrero, Magendzo, advisor del Grupo Arcano en esa fecha, estuvo cuatro días en Australia. El speaker motivacional era reconocido por su expertise en capacitar y seleccionar personal vía su empresa Fuera del Bosque, por lo que Chang le había encomendado viajar al otro lado del mundo a entrevistar a head hunters para armar un equipo fuerte en el área comercial, aplicando un programa llamado Sintonía fina de Managment.
En Chile, las cosas empezaban a complicarse. En octubre de 2015 había ingresado una denuncia anónima a la Fiscalía de Las Condes que cuestionaba la legalidad de Grupo Arcano. Desde esa fecha, las captaciones de inversionistas empezaron a caer, por lo que el mismo Chang hizo frente a los pagos de intereses comprometidos a través de sus cuentas y no de la tradicionalmente utilizada del Banco Santander. El negocio se desarmaba en Chile, pero aún había un polo no explotado que podía rescatarlo: Australia, y más específicamente, los residentes chinos.
El 27 de marzo el juego se desarmó. Las mentiras de Chang salieron a la luz con una publicación del diario El Mercurio que dejó al descubierto las inconsistencias en su relato. Seducir a los asiáticos con su supuesta participación en Google o sus estudios en Stanford no sería posible. Hoy, en Chile se habla de cerca de 700 afectados y US$ 100 millones comprometidos, mientras Chang —formalizado por estafa, lavado de activos e infracciones a Ley General de Bancos y a la Ley de Mercado de Valores— ya no tiene residencia en Malta, por lo que su aterrizaje en Chile ya no se ve tan lejano.
Los chinos no alcanzaron a caer, pero sólo por una cosa de tiempo.

APUESTA POR AUSTRALASIA
Australia fue el último lugar donde Chang instaló oficinas. En 2011 había abierto instalaciones en Estados Unidos y en 2012, en Inglaterra. Onix Capital Pty debutó en Sídney en 2014 a cargo de Anne Miller. La meta: cubrir las operaciones de Australasia. Los chinos estaban en su radar y la forma de captarlos sería vía esas instalaciones. En Australia, si se invierten 5 millones de dólares australianos por un período mínimo de cuatro años, se obtiene una visa permanente. El 90% de las visas que se han entregado por ese concepto son a chinos, por lo que las aspiraciones de Alberto Chang tenían asidero. Su confianza era tal que incluso adquirió un departamento de US$ 2 millones en la ciudad, según publicó en febrero de 2015 un portal australiano.
El empresario necesitaba la licencia AFS para operar en el mercado financiero australiano. El documento lo entrega la Australian Securities & Investments Commission (ASIC), regulador de ese país, y no es llegar y llevar. “Alberto estaba bastante complicado, porque la cantidad de requisitos que pedían hacía que pasaran los meses y nada”, asegura un cercano a Arcano. Con el gerente de negocios, Paulo Brignaderllo, viajaron en variadas ocasiones a Sídney para acelerar el proceso. En el intertanto, los inversionistas chinos se decidían por otros proyectos. Y Anne Miller ocupaba sola la oficina.
Según un informe de KPMG Australia y la Universidad de Sídney, los chinos invirtieron US$ 11.100 millones en Australia durante 2015, un 33% más que en 2014. Ese mercado es el segundo captador de inversión directa proveniente desde China, tras Estados Unidos.
A esa fecha, Chang sólo había realizado una inversión directa en Australia mediante la empresa Future Solar Technologies. A través de ella auspicia a investigadores de la Universidad de New South Wales en el desarrollo de una tecnología de paneles solares orgánicos. Chang valoriza la empresa en US$ 100 millones. Sin embargo, aún no tiene ninguna innovación que mostrar.
A fines de septiembre de 2015, la espera terminó. La ASIC les entregó finalmente la AFS. Semanas después, el prospecto para venderles las inversiones a los asiáticos estaba listo. En 30 páginas, en chino, Chang los introducía al Grupo Arcano. Incluía su supuesta maestría en la Universidad de Stanford y su supuesta inversión temprana en Google. Las mentiras iban tras el gigante asiático.
Los activos a ofrecer eran ocho, varios de los cuales no estaban tan bien aspectados. La firma Okeanos Tecnologies tenía una valoración de US$ 360 millones, según Arcano, aunque un documento interno del grupo al que accedió Qué Pasa, revela que la sociedad había agotado los fondos y necesitaba al menos US$ 1 millón para seguir desarrollando la tecnología; CQCL costaba US$ 100 millones, pero según el documento, “están en proceso de cierre de una serie de operaciones, aunque no podemos proporcionar ninguna información más, por ser altamente confidencial”.
Situación similar se replicaba con Flashcharge Batteries. Arcano aseguraba que costaba US$ 50 millones. “La compañía se encuentra en un punto de inflexión, por lo que se necesita una inyección de capital para continuar con el desarrollo del prototipo”, consigna el escrito.

Meses antes de que se revelaran las inconsistencias de Chang, se empezó  a configurar el equipo en Australia. Los captadores fueron  buscados detalladamente. Si en Chile el foco eran mujeres de buena situación económica y bien contactadas, en Sídney eran chinos.

Las buenas noticias venían de las otras compañías a ofrecer: Snapchat que valía US$ 18.000 millones y auguraba ingresos por US$ 300 a US$ 350 millones para 2016, aseguraban en Arcano; Switch Communications (con un valor de US$ 400 millones); Open English (US$ 380 millones); Uber (US$ 60 mil millones) y la australiana FTS.
Todas eran inversiones que Chang no realizaba directamente, sino vía SPV (Special purpose vehicle), a través de los cuales tenía porcentajes menores en las firmas.
Pese a ello, los inversionistas habían confiado. Según un excel al que tuvo acceso Qué Pasa, al menos 40 clientes tenía Arcano en las sociedades que mantenía fuera de Chile, gran parte de ellos eran sociedades chilenas o radicadas en las Islas Vírgenes, tales como Whitewind Investments, Costa Afuera Investments, Outwood Holding, RCG Investment Limited, Arcadia Operations Limited, entre otros. Entre los inversionistas individuales aparece Germán Armas Morel, Marcelo Ergas Ventura, etc.
A siete meses de que el imperio Chang comenzara a derrumbarse, el sueño asiático del empresario tomaba fuerza... pero no por mucho tiempo.

EQUIPO DE CHINOS
El 10 de marzo, a las 9.41 horas, Anne Miller, managing director de la oficina de Grupo Arcano en Australia, recibió un mail de Ely Magendzo. El asunto: objetivos del viaje a Australia. En la misiva —donde iban copiados los ex ejecutivos del grupo Paulo Brignaderllo, David Senerman, Jorge Hurtado y Santiago Ruiz— Magendzo detallaba seis puntos con las metas conseguidas en el viaje.
“Ciertamente trabajamos algo en fomentar algunas herramientas de trabajo en equipo y tratamos de explicitar a Anne cómo liderar a vendedores y motivarlos en su gestión diaria. Esto será un proceso de aprendizaje para Anne y para los vendedores. La idea esencial es que estamos buscando resultados”, señaló en el correo. Y agregó: “Las ideas fuerza del grupo, la cultura de Alberto, de la venta, de los productos, de las objeciones, etc.... fueron de alguna manera tratadas. No obstante, falta”.
Sólo meses antes había comenzado a configurarse el equipo que lideraría el proceso en Australia. Los captadores habían sido buscados de manera detallada. Si en Chile el foco eran mujeres de buena situación económica y bien contactadas, en Sídney se buscaban chinos. En febrero llegó el ex gerente de negocios de American Express, Michael Shao, y en marzo se contrató a Jerry Zhu, ex consultor de Western Union Business Solutions y ex managing director de SinoSolar Pty Ltd. Luego se habría sumado el ex manager de Deloitte China, Wei-Si (Voice) Liu. En noviembre del año previo había llegado Kale Wren, quien sería la mano derecha de Miller. Incluso en el verano se había contactado a Federico Tabja, ex agregado comercial de Chile en Shanghai durante la administración Piñera para avanzar en la estrategia; sin embargo, éste renunció luego de un par de meses ante los primeros atisbos acerca de las inconsistencias del currículo de Chang.

“Fueron a revisar nuestras operaciones y no tenemos un solo inversionista en Australia (...) No hay inversionistas chinos ni hemos tomado ni un peso de ningún australiano”, dijo Alberto Chang a Qué Pasa vía WhatsApp.

Si el equipo se había multiplicado en meses, las proyecciones apuntaban a hacerlo crecer aún más. Durante la estadía de Magendzo, éste entrevistó a cuatro head hunters para ampliar el número de vendedores, sumando al menos uno más. Además, en dos de las reuniones participó el experto en activos y en gestión de patrimonio, César Farfan, dijo Magendzo. “Mi sugerencia es incluirlo en el proceso de capacitación de vendedores, de manera que él pueda explicitar claramente las reglas operativas de cómo comercializar nuestros productos”, consignó en su mail.
Su paso por Australia no se redujo sólo a armar equipos. En el correo reveló que las cosas para Chang estaban saliendo como esperaba: “Se realizó la primera venta, lo que me parece un excelente hito y además una buena demostración que el potencial es grande. El mercado de Australia tiene un potencial importante y lo ratificamos con el trabajo de la semana”, señaló. “Claramente el objetivo es potenciar nuestra oficina de Australia y creo que ese foco lo pondremos en práctica este año 2016”. Estaba todo andando.
No está claro de qué se trata esa primera venta. Si existío, si se disolvió...

CHANG: “NO HAY INVERSIONISTAS CHINOS”
“Fueron a revisar nuestras operaciones y no tenemos un solo inversionista en Australia. Somos nosotros los inversionistas de una tecnología documentada”. A través de una conversación vía WhatsApp el miércoles 20 de abril, Alberto Chang negó a Qué Pasa la existencia de cualquier tipo de cliente en Sídney. “No hay inversionistas chinos ni hemos tomado ni un peso de ningún australiano”, insistió. Es que el sueño asiático se les desarmó el 27 de marzo.
Diecisiete días después de que los ejecutivos recibieran el promisorio mail estalló el escándalo de Grupo Arcano. Alberto Chang, con la finalidad de disminuir los frentes, pidió la disolución de su licencia ASF. Le había costado casi dos años obtenerla y en sólo meses debía dejarla ir. Los trabajadores fueron desvinculados, y la oficina en Sídney fue cerrada a igual que la que tenía en Estados Unidos y Londres. La managing director Anne Miller le mandó su renuncia a Chang el 8 de abril pasado. La ASIC le revocó la licencia el 21 de abril, poniendo punto final a una aspiración que salvó a los chinos por unos pocos días.

Relacionados