2015 iba a ser un año redondo para Fernández Wood. En abril, la inmobiliaria —ligada a Vicente Aresti, los hijos de Juan Eduardo Errázuriz y Pedro Pablo Errázuriz— celebraba sus 58 años de existencia con bombos y platillos. Había recibido recientemente el Premio ISU 2014 por el proyecto de oficinas Live Costanera y estaba en el Top 5 de la Encuesta de Capital de Marca Inmobiliaria 2014 realizada por GfK Adimark. En septiembre comunicaba el récord de 500 casas vendidas en Chamisero y anunciaba su debut en la comuna de Maipú. Un 2015 perfecto. Su core business, el negocio inmobiliario, daba muestras de éxito.
En el intertanto, su filial ligada a la construcción escondía resultados que en sólo meses aguarían la fiesta.
Inmobiliaria Fernández Wood Vizcaya, Inmobiliaria Vertical, Fernández Wood Constructora, Constructora Las Nieves, Constructora Pulmahue, y Activos y Rentas. Todas esas filiales configuran Fernández Wood Corp. El negocio inmobiliario es y ha sido una sucesión de buenas noticias. El talón de Aquiles: la construcción. Hoy los resultados de la filial suman millonarias pérdidas, un daño patrimonial que en el sector lo sitúan en el orden de los $ 12.000 millones, aunque al interior de la constructora sólo señalan que es inferior; más de 300 documentos impagos y $ 251 millones en mora. Todo estalló a fines del año pasado. En diciembre, toda la plana ejecutiva fue desvinculada.
Ahora, los socios buscan explicaciones… y responsables. Algunos dardos apuntan al ex gerente general del holding, Rodrigo Gana; otros van aún más atrás. La empresa contrató al abogado experto en insolvencia, reestructuración de pasivos, quiebra y convenios Juan Esteban Puga para salvar la coyuntura. Los dueños ya se metieron la mano al bolsillo y, si bien, confían en que la situación mejorará, no descartan ir tras los culpables.
ACUSACIONES CRUZADAS
En enero, Rodrigo Gana aterrizó en Miami. La ciudad la conocía bien, había trabajado siete años en la oficina de LAN en Miami, por lo que la cultura y sus calles le acomodaban. Cuatro meses antes Gana, gerente general de Fernández Wood y también accionista de la firma, con una pequeña participación, había renunciado a su cargo. El ex gerente llegó, en agosto, a un acuerdo con el directorio para dejar la compañía en diciembre. Quienes acusan a Gana aseguran que si hubiese permanecido más tiempo habría sido despedido. Los resultados de la constructora no pintaban bien. En 2015, de hecho, Gana no cobró bonos y en 2014, sólo la mitad de lo que le correspondía.
En Miami, su amigo Cristián Alliende lo contactó para trabajar en la empresa de gestión inmobiliaria Alta Developers, de la cual Alliende es socio. Gana aceptó la oferta con una condición: no involucrarse en temas relacionados con construcción. Quien fuera el máximo ejecutivo de la compañía es sindicado por miembros de Fernández Wood como el gran responsable de la crisis financiera de la constructora. Para quienes defienden a Gana, el problema era previo.
En enero, Rodrigo Gana aterrizó en Miami. Cuatro meses antes el ex gerente de Fernández Wood había renunciado a su cargo tras llegar a un acuerdo con el directorio para dejar la firma en diciembre. Quienes acusan a Gana dicen que si hubiese permanecido más tiempo habría sido despedido.
Fernández Wood Corp. surgió de la fusión, en 2008, de dos compañías inmobiliarias: Vizcaya y Fernández Wood. Fue una asociación exitosa, sin embargo, Fernández Wood arrastraba una filial relacionada con la construcción que hace años que evidenciaba problemas. En el negocio de la construcción, en torno a un 60% era de la inmobiliaria y el resto quedó en manos de ex ejecutivos. Las fuentes coinciden en que Gana —quien era el gerente general de Vizcaya y luego asumió la gerencia de ambas compañías fusionadas— no tenía ningún conocimiento de construcción. Su expertise era lo inmobiliario. Dado ello, cercanos al ex gerente plantean que los ex ejecutivos que permanecieron en la constructora fueron los responsables de la debacle, ya que se manejaban de manera independiente. De hecho, sus oficinas estaban en diferentes comunas. Nadie se involucraba mucho con ellos y se confiaba en que todo andaba bien, porque los balances eran auditados anualmente por PWC. En ese entonces, el gerente general de la constructora, con cerca de un 3% de la propiedad, era Juan Carlos Cordano.
Ejecutivos que trabajaron en la filial durante esa época rebaten ese argumento. Sostienen que la matriz estaba al tanto de todo. Que había reuniones semanales con Rodrigo Gana y que en los directorios participaba regularmente Vicente Aresti y Francisco Errázuriz. En 2012, además, la parte financiera se unificó, por lo cual el gerente de administración y finanzas del holding, Julio Abud, fiscalizaba ambos negocios. Añaden que los ejecutivos con algo de participación salieron prácticamente en 2010. Sólo quedó Cordano. Las mismas fuentes precisan que en ese entonces la constructora funcionaba bien: en 2011 vendía del orden de 500.000 UF al año y en 2013 ya bordeaba los 2 millones de UF. Las utilidades, eso sí, eran mínimas.
Entre 2011 y 2012, todas las constructoras se habían visto complicadas por alzas de costos que superaban la inflación. El aumento en el valor de la mano de obra había sido el gran causante de este escenario. La minería se había llevado a gran parte de los trabajadores calificados, atraídos por los buenos salarios. Para la construcción quedó menos mano de obra, por consiguiente cara, y menos calificada. Como los contratos son por un monto fijo, el incremento en los costos no pudo incorporarse. La situación se vio agravada con el retraso en las obras por empleados menos preparados que derivaron en fuertes multas para las constructoras. Los desfases de pago de los mandantes alteraron la caja. Varios proyectos terminaron judicializados a la espera de conseguir mayores pagos. No se provisionó lo suficiente y terminó todo en una tormenta perfecta.
A fines de 2013, Cordano salió de la compañía. Cercanos al ex ejecutivo defienden su gestión: “Los proyectos estaban bien evaluados y proyectados. Hasta el 2013 no se perdió plata”, precisan. Pero hay quienes puntualizan que su trabajo fue deficiente, mostrando cuentas alegres cuando la filial iba en picada. “Utilidades futuras las mezclaba con pérdidas actuales”, enfatizan.
Con todo, la filial estuvo un año sin gerente. En ese lapso la administración y gestión de la constructora se desordenó. Recién en junio de 2014 asumió el liderazgo Mariana Concha, ex directora general de Obras Públicas del MOP durante el gobierno de Sebastián Piñera. Duró sólo un año y medio. En diciembre fue desvinculada al igual que el gerente de administración y finanzas, Julio Abud. El directorio se había percatado de que algo andaba muy mal.
DICIEMBRE NEGRO
Hacia fines del año pasado, la caja de la constructora empezó a hacer ruido. Su monto no calzaba con los balances. El directorio tomó la decisión de enfocarse a estudiar qué era lo que ocurría en la filial. El diagnóstico: las provisiones que se habían realizado eran considerablemente menores a las requeridas. Los activos estaban sobre valorizados. Las pérdidas de la constructora eran millonarias.
Un total de 374 documentos impagos que suman $ 251 millones son parte del saldo de la crisis por la que atraviesa Fernández Wood Constructora S.A., según Dicom. La lista de proveedores impagos es extensa. Y los socios ya toman medidas para salir a flote: reestructuraron pasivos y sumaron recursos.
Mariana Concha ya llevaba meses intentando revertir los malos resultados. Una de sus tareas había sido lograr que se les pagaran los proyectos. El 19 de noviembre se reunió, junto a otros representantes de la inmobiliaria, con el seremi Metropolitano de Vivienda y Urbanismo, Aldo Ramaciotti, para explicarle los avances de las obras que estaban ejecutando para reconstruir Villa Portales y acelerar los pagos pendientes. Hoy el Estado les adeuda US$ 7 millones por esa obra, profundizando las dificultades financieras.
Diciembre fue el último mes de Gana en Fernández Wood. El directorio se enfureció con lo que vio en la constructora. Cercanos a la compañía precisan, de hecho, que Gana entregó la pequeña participación que tenía a cambio de prácticamente nada, dado los malos resultados. Para varios en la mesa, el ejecutivo no les transparentó a tiempo lo que ocurría realmente en la filial. Pero quienes defienden a Gana explican que si bien la responsabilidad del ex ejecutivo puede estar centrada en su cargo, él tampoco se percató de lo grave de la situación, ya que las auditorías realizadas nunca revelaron una alteración en las provisiones. Mariana Concha tampoco se dio cuenta, apuntan las mismas fuentes.
Más allá de ello, para varias personas cercanas a la empresa contactadas por Qué Pasa, la culpa radica en una mala gestión del ex gerente general. Precisan que no estuvo dispuesto a asumir que las cosas no andaban bien. “Esto fue por su afán gigantesco a no asumir que le estaba yendo mal”, subrayan.
Quienes acusan a Gana ven con suspicacia su partida a Miami justo tras salir de Fernández Wood. Sin embargo, una persona cercana al ex ejecutivo asegura que la determinación de irse venía pensándose hace tres años por motivos de salud de uno de sus hijos. En agosto surgió la posibilidad de trabajar en Alta Developers y en enero partió allá.
LA MANO AL BOLSILLO
Un total de 374 documentos impagos que suman $ 251 millones son parte del saldo de la crisis por la que atraviesa Fernández Wood Constructora S.A., según Dicom. La lista de proveedores impagos es extensa. Y los socios ya toman medidas para salir a flote.
El directorio —compuesto por Héctor Navarrete en la presidencia, Francisco Javier Errázuriz, Alejandro Irarrázabal, Vicente Aresti y Pedro Pablo Errázuriz— nombró a Bernardo Domínguez en la gerencia general, tras la salida de Gana. Además, conformó un comité asesor para repuntar financieramente. Éste lo componen el abogado experto en quiebras Juan Esteban Puga; el ex ministro del Trabajo Juan Carlos Jobet y el asesor del Ministerio del Interior durante el gobierno de Sebastián Piñera Alfredo Alcaíno. El objetivo es que en unos pocos meses la filial esté andando bien. Para ello los socios ya se metieron la mano al bolsillo y le inyectaron nuevos recursos.
Además, reestructuraron la deuda de corto plazo a largo plazo con miras a tener dinero para pagar los compromisos pendientes y acelerar sus construcciones. Desde 2014, además, ya no los audita PWC, sino KPMG.
Desde la inmobiliaria optaron por no profundizar en el tema. Sin embargo, por correo electrónico, Domínguez aseguró que: “Fernández Wood quiere decir enfáticamente y en forma explícita que el directorio y sus socios están completamente comprometidos con la empresa, tomaron el control de su administración y están desarrollando todas las medidas necesarias para regularizarla en forma ordenada. Además, tienen la absoluta confianza de que la empresa tiene una trayectoria y proyección futura más allá de este impasse”.
La prioridad de los socios está puesta hoy en salir a flote, sin embargo, cercanos a la compañía no descartan que el paso siguiente sea ir tras los supuestos causantes de la crisis de la constructora. En el intertanto, Gana ya rearma su vida lejos de las fronteras y lo más alejado posible de su dolor de cabeza: la construcción.