Por Emilio Maldonado // Foto: Marcelo Segura Septiembre 23, 2016

Las últimas semanas no han estado tranquilas para Juan Andrés Camus. A fines de agosto anunció su renuncia a la presidencia de BTG Pactual y desde ese momento su teléfono no ha parado de sonar. Cinco años en el cargo, más otra larga historia en la presidencia de Celfin Capital —banco que fue absorbido por BTG y que él fundó— llegaban a su fin y el mercado lo resintió. Para él, nada más que un cambio ya advertido: en noviembre se termina la cláusula que lo ligaba por cinco años a BTG y él ya tomó la decisión de irse. Dice que su destino es incierto.

En lo que sí tiene claridad es en su permanencia como presidente de la Bolsa de Comercio de Santiago. Dice que quiere liderar la pendiente implementación de la desmutualización de la plaza bursátil, un proyecto que busca inyectar competencia a un sector considerado conservador y reticente de cambios.
Paradójicamente, mientras su futuro es dudoso, Camus se define como un hombre de certezas; un ducho en economía bursátil que aboga por reglas claras y predecibles. Al menos ese es su discurso cuando le toca evaluar el devenir económico del país. Fanático de la historia, Camus no puede dejar de analizar el momento que vive Chile y la serie de malas decisiones —como las denomina— que se han tomado en los últimos años, las cuales lo tienen en un estancamiento. “Todo el mundo que entendía algo de economía sabía que esto iba a pasar”, sentencia.

–Hace dos años, usted anunció que el país iba a estancar su crecimiento por las reformas que quería impulsar Bachelet. Dijo que se veían turbulencias. ¿Ya pasaron o prevé más sobresaltos en la economía?
–Al inicio de este gobierno hubo varios, entre ellos yo mismo, que advertimos acerca del perjuicio que traería la primera iniciativa que comenzó a ser discutida, la reforma tributaria, la cual iba a tener un impacto negativo en el crecimiento al subir las tasas de impuesto de primera categoría y quitando la capacidad de ahorro que tenían las empresas. De ahí que Chile esté evidenciando una tasa de crecimiento potencial significativamente más baja que la que teníamos, situación que no han enfrentado otros países similares, como Perú y Colombia. Acá hay otros elementos que van más allá que la corrección de los precios de los commodities. Eso indica que en Chile las cosas se han hecho mal y todo el mundo que entendía algo de economía sabía que esto iba a pasar. Si esto es el término de este período, bueno, ojalá. Todos queremos que Chile retome la senda de crecimiento y esperamos que hacia adelante la discusión en el campo de las ideas se lleve con más altura de miras y con algún respeto por aquellos que tienen más conocimiento de determinadas materias.
–¿Hubo tozudez cuando se trazó el programa de gobierno o se sobreestimó la solidez de la economía y se la consideró inmune a estas reformas?
–Hubo un error de diagnóstico y se sobrevaloró la solidez de la economía nacional. Nuestra economía es vulnerable como todas en el mundo. Faltó aplicar el concepto de sustentabilidad y no basarse en algo transitorio como lo fue el precio de los commodities. Hubo un error de diagnóstico, en el cual se pensó en que Chile era un país desarrollado, que todos los problemas estaban resueltos y que podíamos ponernos a gastar de manera irresponsable.

"No veo mucho espacio para un aumento significativo del gasto público y todos los estudios que uno lee muestran que el crecimiento del gasto debiera estar entre 2,5% y 3%.No se ve mayor margen para otra cosa"

–¿Será el 2017 el año de repunte de nuestra economía o los brotes están muy verdes y debemos esperar un nuevo gobierno para que cambie el rumbo?
–Es difícil tener una respuesta precisa. Ojalá que el próximo año podamos tener un mejor crecimiento, pero soy escéptico sobre esa materia. A mí lo que me preocupa es que necesitamos un cambio significativo, porque el costo de estar creciendo menos que el mundo es que Chile, en vez de estar progresando, se está deteriorando. La economía de EE.UU. está creciendo más que la nuestra y, en consecuencia, en vez de irnos acercando a su nivel de ingreso, nos estamos alejando. Todo este camino que habíamos construido durante los últimos 30 años empieza a cambiar de dirección y eso es muy peligroso.
–Ahora comienza el tiempo en que los candidatos presidenciales elaboran sus programas. ¿Cuál debiese ser el foco de esos textos para recuperar la capacidad de crecimiento, pero sin dejar de lado el combate contra la desigualdad?
–Cualquier programa debe abordar el crecimiento, pero con justicia y un crecimiento en el cual no haya privilegios, se combata el abuso y se promueva la competencia. Y en el cual exista un Estado que cumpla su rol de velar porque los mercados funcionen, no un Estado gestor o que haga cosas que no le corresponde. En esto hemos visto una gran debilidad, en el sentido que la calidad de la gestión en este gobierno ha dejado mucho que desear. Durante estos años se ha visto mucha arrogancia por parte del Estado, con ejemplos recientes como cuando la ministra del Trabajo sale a decir que el Instituto Nacional de Estadísticas no tiene toda la información suficiente para determinar lo que está pasando en el mercado del trabajo y que ella sí la tiene. Eso es chocante.
–¿Cree posible que un próximo presidente, en su periodo de gobierno, pueda recuperar la senda del crecimiento?
–Sí se puede corregir. Y se puede corregir porque los chilenos necesitan tener un rumbo claro para los próximos 20 o 40 años; que sepamos la receta y seamos consistentes con ella. Podrá haber variaciones, pero se requiere consistencia y saber que se requiere ahorro, inversión, reglas estables y no estar con el refundacionalismo que ha primado en este gobierno.
–¿Cómo ve al ministro Valdés? Algunos dicen que se le ve solo y dedicado a atajar goles y autogoles más que pensando en el rumbo macro.
–El rol de un ministro de Hacienda es atajar goles y apagar incendios. Si miras los ministros de Hacienda hacia atrás, todos han tenido que imponer sus puntos de vista. Yo creo que Valdés ha hecho bien su labor al poder defender las cosas que son esenciales para poder mantener la clasificación de riesgo que tiene Chile y poder mantener las bases del equilibrio fiscal que es tan necesario para que nuestra economía pueda funcionar en el mediano y largo plazo.
–¿Cómo ve el presupuesto para 2017? Habrá presiones para que sea más expansivo.
–No veo mucho espacio para un aumento significativo del gasto público y todos los estudios que uno lee muestran que el crecimiento del gasto debiera estar entre 2,5% y 3%. No se ve mayor margen para otra cosa. Creo que sería delicado para las finanzas públicas entrar en una expansión de gasto por sobre eso.
–Y con ese rango, de hasta un 3% de crecimiento en el presupuesto 2017, ¿se logra mantener a raya el desempleo no más allá del 8% proyectado?
–Sí, aunque el mantener a raya esconde que hay empleos que se están creando y que son de muy mala calidad. Es cosa de caminar por Providencia y ver la cantidad de vendedores callejeros que han aparecido, haciendo trabajos de subsistencia. Los empleos de buena calidad van a crearse cuando haya un cambio en las expectativas de la economía y que Chile retome el camino hacia un crecimiento en el largo plazo.

RECUPERANDO LA CONFIANZA

–Los empresarios no gozan de la confianza ciudadana, ¿cómo se pueden sacudir ese estigma?
–Hemos sido sacudidos por algunas actividades que no son correctas, pero no es algo generalizado entre el empresariado.
–Sí, pero están en la mira de la ciudadanía, y con ello se tornan en blanco fácil para políticas más restrictivas o antiempresariales.
–Lo único que genera confianza es la buena conducta. Eso en el largo plazo, pero en el plazo inmediato uno lo que ve es que en las encuestas, por ejemplo, cuando se pregunta por la opinión sobre los empresarios, se ve un marcado deterioro. Sin embargo, hay otra pregunta y es relativa a cómo las personas perciben su lugar de trabajo. Ahí un altísimo porcentaje es extremadamente positivo. ¿Qué indica esto? Que la gente tiene una mala percepción general, pero no ha tenido mala experiencia personal con los empresarios.
–¿Cómo los empresarios recuperan la confianza en Chile? Porque en los últimos años han estado invirtiendo afuera.
–Lo primero es analizar por qué están invirtiendo en otros lugares. De seguro el retorno a esa inversión está siendo mayor en otros países más que en Chile. Eso dice la racionalidad y se da porque hay otros mercados que están creciendo más. Por otro lado, hay una variable de riesgo. Y en Chile lo que ha ocurrido con todos estos cambios refundacionales es que han incrementado el riesgo. Todo es más incierto y en otros países hay reglas más estables y aparecen mejores oportunidades.

"Lo que ha ocurrido en Chile con todos estos cambios refundacionales es que han incrementado el riesgo. Todo es más incierto y en otros países hay reglas más estables y aparecen mejores oportunidades"

–Pero sí ha habido inversionistas extranjeros a quienes sí les ha parecido atractivo invertir en Chile.
–Pero han venido a comprar empresas. Entonces, eso es un problema de precio que les hace atractivo venir a comprar.
–¿Entonces qué se hace para que los chilenos sigan invirtiendo acá?
–Que Chile crezca más y que se estabilicen las reglas del juego y terminar con el festival del cambio.
–¿Y qué se hace con el sistema previsional?
–Es quizás uno de los temas más complejos. Lo primero es consensuar que se necesita un sistema sustentable, que se pueda financiar en el largo plazo y por varias generaciones más. Hoy, la expectativa de vida de un chileno es diez años mayor a cuando se hizo la ley de pensiones. Entonces, hay que ahorrar más y por eso creo correcta la propuesta de aumentar la tasa de cotización por sobre el 10%. Pero el destino de estos mayores ahorros debe de ir a las cuentas individuales o de lo contrario es un impuesto al trabajo, tal como lo está planteando el gobierno, y esa sería una pésima política pública que distorsionaría el mercado laboral.
–¿Y que esos 5 puntos sean a costa del empleador, qué le parece?
–En el largo plazo esto puede ser asumido por las empresas, pero sí va a tener un impacto en el empleo en el corto plazo, lo cual es natural. Perfectamente puede hacerse de esa manera, pero lo importante es el destino de esos nuevos fondos. Pero hay otras cosas que son importantes de mejorar en el sistema de pensiones, como igualdad en la edad de jubilación entre hombres y mujeres; obligatoriedad de cotización a las personas a honorarios para disminuir las lagunas previsionales y, aumentar el máximo imponible a, al menos, al doble. Así, personas de clase media pueden acceder a pensiones que se acerquen al 60% o 70% de su último sueldo.

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