En la antesala de la votación del proyecto de Presupuesto 2016, el ex ministro Andrés Velasco hace presente sus reparos a la iniciativa enviada a tramitación.
En entrevista con PULSO, Velasco señala que no encuentra lógico destinarle tanto dinero a la gratuidad universitaria en detrimento de otras necesidades.
¿Qué comentarios le merece el proyecto de Presupuesto presentado por Hacienda para el próximo año?
-La primera pregunta es si el monto es correcto o no, y eso se responde mirando la regla de balance fiscal estructural, que desde 2001 a la fecha todos los gobiernos han cumplido rigurosamente. En ese contexto hay que celebrar que este gobierno también la esté cumpliendo con un incremento del gasto público (2,7%) que no es alto ni bajo, y eso es bueno.
¿Y la segunda forma de mirarlo?
-Siempre se puede tener disenso respecto de ciertos énfasis. Y en ello yo tengo una duda de proporciones en torno a por qué se le añaden US$400 millones a la gratuidad en la universidad para las familias de clase media alta, cuando hay otras carencias tan graves como en el Sename. Aquí hay un espacio para tener énfasis distintos que, o responden a necesidades que hablan de una realidad dolorosa o se optó por cálculos políticos estrechos.
¿Está calificando a la ampliación de la cobertura de la gratuidad a los cinco primeros deciles como un cálculo político estrecho?
-Absolutamente, éste es un compromiso que hoy el Gobierno debe lamentar, el cual adquirió con la Confech para deponer las marchas y al final no ha dejado contento a nadie, ni a los estudiante ni a los rectores; ni se justifica, desde el punto de vista de las prioridades cuando la plata es escasa. El presupuesto destinado al Sename no subió ni US$20 millones, los recursos para educación básica y preescolar crecieron mucho menos (4%) que los dineros entregados a gratuidad universitaria (55%), lo que no tiene sentido ni desde la lógica social ni educativa, ni de la necesidad que tenemos como país de formar ciudadanos.
Hay algunos que también han criticado la caída de un 3,7% de la inversión, ¿debió haber sido ésta un énfasis más que la gratuidad?
-Creo que sí. Hay algunos que señalan que la caída de la inversión para ejecutar obras en el Ministerio de Obras Públicas se compensa con mayores concesiones, eso puede ser, pero hay que recordar que muchas veces las concesiones se tardan e igualmente tienen un costo fiscal al final del día. Si no fuese por esos compromisos políticos se le podría haber otorgado más espacio a la inversión, limitando el gasto corriente.
¿Qué otro énfasis no comparte?
-Mal puesto está el incremento del gasto en Defensa (4%). Si Chile es un país que vive en paz y ya tiene un monto de recursos como porcentaje del PIB mayor que el promedio de la OCDE, no tiene lógica alguna seguir aumentándolo.
Algunos críticos del proyecto han señalado que éste es procíclico cuando en una fase de bajo crecimiento debería ser todo lo contrario, ¿tienen razón?
-Los que dicen eso quieren hacer política fiscal a su pinta y los países serios no hacen eso, sino que se ciñen a ciertos criterios preestablecidos, y Chile tiene una política fiscal desde 2001. Ahora se puede discutir pero con una visión de largo plazo de si el Presupuesto debe ser más neutral o no. Pero hacer política a la pinta de uno es un error garrafal y el ministro Valdés no pisó ese palito de decir ‘ignoro la regla de balance porque la economía está más baja’. Las reglas están para cumplirlas.
¿No es un presupuesto para apaciguar a las agencias clasificadoras de riesgo?
-No creo que el ministro lo haga por eso, sino que por el bienestar del país a largo plazo, porque esto tiene mucho que ver con tener una política estable, sustentable y responsable. En Chile aprendimos de sobra las lecciones de la década pasada cuando los mismos señores que hoy exigen más gasto, entre 2006 y 2007 abogaban por tirar la regla de balance por la ventana. No seguimos sus sugerencias, sino que adherimos a la regla y ese comportamiento prudente nos permitió al año siguiente hacer un gasto extraordinario cuando lo necesitamos.
¿Es responsable este Presupuesto cuando se sigue aumentando el nivel de deuda, ya vamos en 25,2% del PIB?
-Acá hay que tener en cuenta una cosa y es que la deuda es producto del déficit, entonces en la medida que la regla se cumpla debería haber años en que la deuda suba o baje. Por tanto, el nivel de la deuda no debe ser el foco de atención, sino que en qué medida es factible reducir el déficit estructural de modo que en promedio la deuda crezca con menor celeridad. Y ojo que este tema no es de este Gobierno, sino que la deuda subió en el Gobierno de Piñera, y se da la paradoja de que los economistas que critican hoy, en esa oportunidad miraban para el techo.
¿Y cómo se puede reducir el ritmo de crecimiento de la deuda?
-Hoy ese déficit estructural (1,5%) hay que reducirlo. Valdés se comprometió a bajarlo en 0,25 punto porcentual por año, y los gobiernos que vengan deben hacer lo mismo, es lo único sustentable. Para evitar que crezca la deuda, en el futuro hay que cambiar la meta de déficit estructural, debe ser más ajustado de modo que en 3 o 4 años estemos en equilibrio.
Pero eso quiere decir que no habrá más recursos para que un nuevo gobierno gaste.
-Eso ha sido así por décadas. Esa idea de que los gobiernos legaban a otros una enormidad de recursos es un poquito de mitología: los montos eran minúsculos, y siempre lo han sido, todo el mundo lo sabe. Entonces, cualquier nuevo gobierno sabe que para financiar sus prioridades deberá subir impuestos o bajar gasto, no hay una diferencia gigantesca.
¿Qué la parecen los supuestos con que se elaboró esta ley? Hay varios que señalan que son muy optimistas.
-No recuerdo un proyecto de presupuesto en el que no hayan dicho lo mismo. Los supuestos de este proyecto aparecen como plausibles y, por lo demás, no son muy distintos a los números que tienen los expertos privados.
¿Ve algunos brotes verdes tras los últimos resultados y la leve mejora en las expectativas?
-No. Acá yo separo dos cosas. Primero la inflación viene bajando y eso bueno, pero en alguna medida obedece a que el peso se ha depreciado y la economía esta plana, punto. Segundo, lo que no veo son mejoras en otros indicadores, así que es un error garrafal descorchar champagne y empezar a celebrar porque no hay nada que celebrar ya que la trayectoria de la economía sigue siendo mediocre.
¿Respecto del primer punto, hay espacio para que el Central baje la tasa?
-El Banco Central ha hecho su pega de contener la inflación, ahora tiene esa opción de bajar la tasa para estimular la economía.
¿Cuándo?
-Hoy se está empezando a configurar un leve espacio para esa opción, pero hay que seguir viendo los datos. No sé cuándo será el día u hora más apropiado para materializar este recorte, creo a comienzos del próximo año probablemente habrá suficientes datos en el morral para que el Banco Central empiece a tomar este tipo de decisiones.
¿Ayudará a estimular? Porque hay algunos economistas que plantean que el problema de la economía no es de tasas.
-Yo no conozco ningún país en el mundo donde bajar la tasa no ayude a estimular la economía. En Chile la tasa está sobre 3% (3,5%, exactamente) y en otros países la tasa es cercana a 0%, entonces hay espacio para bajar.