Como plantea hoy Pulso, tras la exposición del director de Presupuestos, Sergio Granados, ante la Comisión Mixta ad hoc en el hemiciclo del Senado, advirtió de una demora mayor en cerrar el déficit estructural, debido a un panorama de incremento de los gastos comprometidos versus un alza bastante menor de los ingresos.
Entre los parlamentarios se ha planteado una preocupació transversal ad portas de un nuevo ciclo de elecciones, y así lo rplanteó el diputado Pablo Lorenzini (DC) al señalar que “hay que entregarle ese cuadro a los presidenciables para que sepan la restricción en el gasto que van a tener”.
Esto, ya que el nivel de gasto comprometido a esos años sería mayor que el gasto permitido por la regla de balance fiscal que ocupa el Gobierno para diseñar su Presupuesto considerando que se va cumpliendo con la trayectoria fijada de reducir el déficit estructural en 0,25 punto porcentual por año. En 2018 parte con una diferencia entre ambos de $259.581 millones para subir a S501.916 millones en 2020, lo que mantiene las necesidades de endeudamiento e impide lograr un balance en las cuentas fiscales. Tanto que el déficit estructural a 2020 no cedería, llegando a 0,8% del PIB (Producto Interno Bruto) en 2020.
"Si no se obtiene un mejoramiento de los ingresos efectivos y del precio del cobre, va a ser necesario introducir ajustes a los gastos comprometidos", agregó Granados.
Ante la preocupación que senadores de todos los sectores comenzaron a plantear, el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, tomó la palabra para responder y defendió las proyecciones “ciertamente hay que hacer las mejores proyecciones posibles, y estás no son optimistas ni pesimistas, sino que realistas”. Recordó que a principios de año se modificó el balance estructural porque se reconoció cambios en los parámetros. “Hace un año teníamos proyecciones azules, pero tuvimos noticias y bajamos el gasto comprometido para ir ajustándonos. Esto muestra lo poderoso que es el balance, pero nos sirve cuando lo respetamos para los dos lados: no hay que ponerse demasiado ansioso cuando el déficit nominal aumenta ni hacer política contracíclica cuando no sea necesario”.
No obstante Valdés reconoció que el endeudamiento tiene un límite: “lo primero es reconocer que esta deuda no puede crecer para siempre a este ritmo, tenemos que ir cerrando los déficits”.