“Papá, nadie te conoce” A media tarde del domingo 24 de abril empezó a circular con mucha fuerza por WhatsApp y en redes sociales un video de YouTube que partía con un sugerente fondo negro: “Papá, nadie te conoce”.
El “desconocido” padre era nada menos que Andrónico Luksic Craig. En algo menos de 7 minutos, sentado frente a una cámara en una oficina con la vista de un Santiago nublado de fondo, tutea al que lo está mirando. Se le nota molesto, pero convencido de que es el momento de hablar. Parte pidiendo respeto por sus dos madres —la biológica y la que lo crió desde los siete años— tras el insulto de un diputado, y luego aborda los flancos públicos más complejos del holding, el impacto del proyecto Alto Maipo en los daños del temporal de esos días y su desafortunada reunión con Natalia Compagnon y Sebastián Dávalos que lo ligó al caso Caval.
Antes de los noticiarios de esa noche que dieron cuenta del video, ya le criticaban haber orquestado un lavado de imagen, haber estado mal asesorado y haber “pisado el palito” para dar fama a un parlamentario. Es cierto que algunas de las frases de la grabación podrían haber sido mucho mejor formuladas, pero hoy, después de 6 meses, hay que reconocer que el mensaje resultó algo más que un desahogo. Si se suma al perdón de Eliodoro Matte por el llamado caso de la colusión del “papel confort”, se pueden ver incipientes señales de que algo está cambiando en la manera en que los empresarios y los chilenos se van a relacionar, y que hay luces de que de a poco se podría superar la desconfianza que tiene deteriorados los vínculos entre los ciudadanos y su opinión general de las compañías.
El Luksic que se reunió con el hijo de la entonces posible candidata presidencial y su mujer genera obviamente recelos, él mismo reconoció posteriormente que entendió que era una persona pública y como tal debe cuidar con quién se reúne. Pero el Luksic que aparece en el video, en el fondo tiene el mensaje correcto: un empresario que no se esconde cuando lo critican ni se acompleja de liderar un holding de importantes compañías porque está convencido de que su negocio aporta al país, y con esa convicción, pide disculpas públicas cuando se equivoca.
“Este es mi país, igual que el tuyo”
Entre los más fuertes críticos del video estuvieron algunos periodistas. En cámara y fuera de ella, trataron duramente a Luksic por no haber optado por responder sobre los problemas después del temporal y los insultos del diputado Rivas en una entrevista que le exigiera hacer frente a preguntas incómodas, y no una pauta realizada por sus más cercanos.
Los periodistas sabemos que nuestro valor está en jerarquizar, indagar, chequear, contextualizar lo que dicen los poderosos, pero no podemos quitarle valor cuando estos deciden hablar directamente a nuestros lectores o televidentes. Un empresario está tan en su derecho como cualquier persona que sube un testimonio a una red social o a la Presidenta de la República cuando graba un mensaje a la nación.
Los medios de comunicación pueden decidir no reproducir información subida a las redes, editarla, complementarla o no aceptar las condiciones de un punto de prensa sin preguntas (y es muy deseable que así sea), pero deben reconciliarse con la idea que quienes quieren dar directamente su testimonio están apelando a las mismas libertades que le otorgan a la prensa legitimidad. Son dos vías que se suman, no son excluyentes. De hecho, el mismo Luksic dio una extensa entrevista unos meses después donde habló del video, de sus negocios, entre otros temas.
Claro que es chocante para todos los que reporteamos negocios hace algunos años porque no estamos acostumbrados. Todos los que fuimos periodistas en los noventa recordamos que en muchos casos teníamos una sola foto borrosa de los empresarios más importantes del país que usábamos una y otra vez, y que a muchos de ellos nadie los reconocía en las calles. Entrar a una junta de accionistas de empresas abiertas a la Bolsa era una odisea. Por eso, no puede menos que impactar que el hombre que representa a empresas líderes del país decida hablarles a todos los que quieran escucharlo por medio de un video un domingo a media tarde.
Pero han cambiado los tiempos y deberíamos ver que la ola de transparencia sumada al periodismo serio y riguroso que hay en Chile permita que los empresarios como Luksic estén más presentes en entrevistas y foros para participar en el debate público y responder los cuestionamientos de sus stakeholders.
“Yo no sé a quién le puede no importar que lo traten de hijo de puta”
En el caso de Luksic hay una arista adicional por su participación en la propiedad del Canal 13. Ante la coyuntura del temporal y del insulto del diputado, ¿le daba una entrevista al Canal 13 con toda la desconfianza que eso generaría? ¿Qué validez tendría una entrevista en un medio que controla? ¿Le daba una entrevista a otro canal de la competencia?
Cada vez vuelve la pregunta sobre qué tan sano es para un país que los grandes empresarios en múltiples sectores tengan propiedad de medios de comunicación. Una respuesta tentativa podría ser que no es un problema en sí mismo, pero siempre y cuando los dueños (privados o gobierno) no usen esa plataforma para defender sus intereses en otras áreas. Que además se hagan rigurosamente los disclaimer en las notas sobre empresas relacionadas y que se mantengan murallas chinas entre el área de prensa y las demás compañías. También debería ayudar que la combinación de propiedad esté diversificada, como en el caso de Chile, por medios en manos de inversionistas nacionales y extranjeros, por empresarios grandes y medianos, por holdings sólo de medios y holdings más amplios. Además, a esto se suma TVN, canal público con financiamiento autónomo. Mientras más heterogeneidad haya en la propiedad, deberían reducirse las posibilidades de que las noticias se transformen en publicidad de los grupos propietarios o sean controlados políticamente por el gobierno de turno.
El mismo hecho de que Luksic y su equipo hayan decidido subir el video a YouTube y no transmitirlo desde un estudio en Inés Matte Urrejola demuestra que los periodistas y editores del canal, y en general, los ciudadanos chilenos, no aceptarían algo tan burdo como que se usara su canal de megáfono para defenderse de ataques personales ni justificar decisiones empresariales. Es lo mínimo, dirán algunos, pero hay que levantar la vista hacia otros países de la región para ver que hay naciones que se han acostumbrado a vivir con propaganda en vez de periodismo. En esto también ayudan mucho que se desarrollen sitios especializados que hablen de periodismo y las redes sociales que contribuyen a alertar y a veces son los perros guardianes de los perros guardianes.
“Me parece injusto”
Pero quizás lo más interesante del video es cómo Luksic defiende su rol de empresario y el aporte de ellos al país. Sí, nos hemos equivocado, sí se puede hacer mejor pero es injusto que no se reconozca la contribución al país.
Es buena noticia que se sumen voces no acomplejadas por el aporte de los privados, que reconozcan el aporte indispensable de los empresarios grandes y chicos al país. Hoy solamente se pone en el saco de los “sospechosos de siempre” a los inversionistas de varios ceros, pero la mancha a la actividad empresarial salpica a todos tarde o temprano.
Lo cierto es que los empresarios aportan precisamente algo donde son irremplazables, en promover el crecimiento y el empleo. En un estudio publicado en julio por LyD, en base a la nueva metodología del Ministerio de Desarrollo Social, se revela que entre el 2006 y 2013 el crecimiento económico explicaría un 77% de la reducción de la pobreza y el 13% de esta reducción se debería al efecto distribución. Mientras el gobierno está enredado en cambiar las propiedades de los colegios, en tratar de armar un esquema de educación superior gratis que no cuadra, los empresarios siguen dando empleo y aportando, como muestran esas cifras, eficientemente al anhelo de prosperidad en el país.
Y esto no es nuevo. Datos macroeconómicos recogidos por el Clio-Lab UC sobre la historia económica de Chile desde 1810-2010 muestran que el PIB per cápita de Chile va convergiendo con el de Estados Unidos —una buena vara en términos de bienestar material— no cuando el Estado entorpece, sino que precisamente cuando deja a los empresarios avanzar en proyectos y empleo.
La opinión pública parece no reconocerlo en el discurso, aunque hay una luz de esperanza cuando se hace un doble clic en las encuestas.
Según la Encuesta Bicentenario (2015), solamente un 16% de los encuestados dice confiar mucho o bastante en las empresas en general, sin embargo un 72% sí lo hace en la empresa en que trabaja. Diferencias también se detectaron al comparar la confiabilidad de los bancos versus “mi” banco, de las casas comerciales versus la casa comercial en la que se compró. En otras palabras, el concepto general es percibido negativamente, pero cuando es cercano, nos parece una fuente de confianza.
El mismo Luksic en una entrevista en septiembre pasado a La Tercera da una pista para empezar a acercar posiciones: “Cuando uno es golpeado, se tiende a pensar que es mejor permanecer silencioso, pero creo que no es una buena práctica. Es bueno que los empresarios demos nuestra opinión y participemos más”.