Como un llanero solitario, el economista de la Universidad de Chile Alejandro Alarcón comenzó hace unos días una batalla personal para motivar un cambio en la legislación financiera del país. Las sucesivas estafas piramidales que han estallado en el último período —Arcano, AC Inversions, Los Rodríguez, y hasta hace poco, Aurus— le han comenzado a inquietar ante el deterioro que puede haber en la confianza ciudadana hacia el sistema financiero.
“En estos casos no basta la educación financiera, quiero trabajar en promover las mejores prácticas, nuevos mecanismos de control, y mejorar el funcionamiento de este sector”, explica el ex gerente general de la Asociación de Bancos.
Su inquietud llegó a tal punto que el viernes 28 de octubre envió un mail a 500 personas con puestos claves: autoridades, parlamentarios miembros del Poder Judicial, presidentes y gerentes de los bancos de la plaza, corredores de bolsa, entre otros. Este miércoles remitió igual carta a los mismos destinatarios, pero por mano, en forma más tradicional. Y para reforzar esta arremetida organiza un seminario—desayuno patrocinado por su alma mater: ¿Podemos prevenir una estafa piramidal? en el Club de Golf el próximo miércoles 23 de noviembre.
—¿Por qué ha iniciado esta cruzada?
—He visto inquietud. Primero fueron la familia y alumnos; después los clientes me preguntaban; hasta que publiqué una columna para un diario y me preguntó mucha más gente. Ahí me di cuenta de que los ahorrantes de Chile, los que financian la inversión para que el país crezca, están preocupados. Y después conversé con personas de la banca y todos, por separado, tenían un común denominador: el daño severo que se le está provocando a la reputación financiera.
—¿Y no ve preocupadas a las autoridades de este tema?
—Para ser bien franco, he visto a la autoridad que tiene que ver con los bancos más bien defendiéndose de hasta dónde llegan sus atribuciones, su responsabilidad, que preocupándose de promover cambios, de tomar medidas que terminen con este problema, o al menos lo mitigue. No he visto al superintendente en eso, sinceramente. Sí he visto un poder de la República preocupado que fue la Cámara de Diputados con la comisión investigadora por las estafas piramidales. Hay muchas entidades que están al margen de la ley, como los cupo dólares, ¿ y por qué nadie se preocupa?
—¿A qué adjudica que hayan proliferado estas empresas que ofrecen bastantes soluciones “estilo” financiero?
—Porque en los últimos seis años se han dictado una serie de leyes que han producido una desbancarización, como la de tasa máxima convencional, el consentimiento explícito, las funciones extraordinarias del Sernac, que han ido alejando a la gente de entidades formales como los bancos y recurren a métodos alternativos para financiarse. Estamos frente a una situación donde no sólo no ha habido modernización, sino que ha habido un retroceso que termina perjudicando a los clientes de más bajos ingresos y a empresas más chicas.
—¿Este retroceso ha permitido, a su juicio, la proliferación de las estafas?
—Es que se producen hoyos negros en la regulación financiera chilena, y qué hace un operador cuando ve que no es fiscalizado, tarde o temprano tiene la tentación de hacer una movida personal; cuando se tiene la posibilidad de tomar dineros de terceros, existe el incentivo a tomar más riesgo que si el dinero fuera propio.
—¿Entonces qué gana el sistema financiero con tener estos intermediarios como Arcano, AC Inversions?
—No gana nada. El problema de los Arcano, AC Inversions y Los Rodríguez es que no eran regulados y, de acuerdo a la Fiscalía, están demandados por el artículo 39 de la Ley General de Bancos. ¿Qué pasa si son condenados, quién es el guardián de ese artículo? El superintendente de bancos. Entonces no me calza que diga “mi perímetro supervisor llega hasta ahí, no tengo más atribuciones”.
Es que en Chile el perímetro siempre ha funcionado así, por instituciones y no por funciones.
Recuerdo que un gran superintendente que no completó el período con el presidente Piñera, Carlos Budnevich, empezó a ver avisos de sociedades que se autodenominaban “bancos de inversión”; los llamó y les pidió que sacaran todos los avisos porque para ser bancos la Superintendencia tenía que darles una licencia. Y tuvieron que terminar con los avisos. Por esa situación este superintendente tuvo muchos problemas.
—¿Por qué?
—No voy a seguir con eso. Pero quiero señalar que hay precedentes de que un superintendente llama a los agentes y eso fue lo mismo que la comisión investigadora le imputó a la Superintendencia actual: ¿Cómo pudo decir “yo no puedo estar en las esquinas buscando este tipo de situaciones”? –cuentan que respondió—. Pero si no son las esquinas, están los avisos, todos tienen residencia en El Golf en oficinas estupendamente alhajadas con señoritas muy amables que salen a recibir a los clientes, entonces aparecen con una gran formalidad y después provocan una gran estafa.
—De acuerdo a lo dicho por la comisión investigadora, ¿cree que el superintendente debería hincar más el diente?
—Por supuesto. Con el actual marco ya deberían hacerse las cosas, y no lo digo yo, lo dice el informe de la comisión que ha pasado casi inadvertido. Debería implementar una fiscalización por funciones y no por entidades, esa es la piedra angular, porque aquí había entidades que captaban recursos sin ser bancos, que eran pirámides y que nadie fiscalizó.
—¿Qué le parece la idea de crear un comité financiero?, ¿va en la línea correcta?
—Es parte del esfuerzo pero insuficiente. En EE.UU. hace tiempo que tenían estos colegios supervisores e igual existió el caso Lehman.
—Ahora se supone que viene un proyecto de ley de bancos, ¿espera que se aborde ese tema?
—Sería fundamental incluirlo. Está bien lo de estándares de Basilea, debemos ir al colegio de supervisores, pero lo que se necesitan son leyes y que el sistema financiero no sea usado como una cueva de Alí Babá.
"En EE.UU. el señor Bernard Madoff, después de hacer la estafa, fue condenado a cadena perpetua, y me cuesta pensar que en Chile alguien, por las estafas que hemos visto, será condenado a perpetua o le vayan a dar una pena muy dura"
—Usted sostiene que los cambios al mercado de capitales se paralizaron en el primer gobierno de Bachelet, tras la caída de Lehman Brothers, y la regulación quedó desnivelada. ¿A qué se refiere?
—Hay dos dimensiones. Por un lado están las normas que buscan minimizar el problema del riesgo moral, y por otro lado, están las sanciones donde tengo la sospecha —aunque no soy abogado— de que el aparato castigador de la justicia es débil aún. En EE.UU. Bernard Madoff, después de hacer su estafa, fue condenado a cadena perpetua, y me cuesta pensar que en Chile alguien, por las estafas que hemos visto, será condenado a perpetua o le vayan a dar una pena muy dura. De hecho, los ex ejecutivos de La Polar están en su casa con libertad vigilada.
En este país los llamados delitos de cuello y corbata tienen una benevolencia extrema.
—¿Por qué es tan relevante la imagen de los bancos?
—La palabra más importante de una empresa financiera es la confianza porque los recursos que administran no son de ellos, ya que sólo una parte corresponde a su capital, el grueso proviene de terceros, del público. Cuando en un país se empieza a ver que hay crisis de credibilidad en este aspecto, la gente deja de guardar su dinero en el mercado de capitales y deja de financiar la inversión que es tan importante para el crecimiento. Además, deteriora la imagen, injustamente, de aquellos que cumplen las regulaciones.
—¿Qué sucede en términos de imagen? Por ejemplo, acaba de ser el Chile Day en Nueva York.
—Entiendo que se hicieron varias preguntas a la luz del último escándalo (Aurus). Da mala imagen internacional cuando en un país comienzan a aparecer estafas de carácter millonario, da la sensación de vulnerabilidad del sector financiero.
—¿Si es tan relevante para los bancos, por qué uno no ve a sus representantes blandiendo este tema?
—No puedo responder por ellos. Puedo responder desde donde estoy, en la academia y tras mi experiencia de 26 años de trabajo en el sistema financiero.