Cuando María Teresa Kasuga estaba llegando a Santiago dice que le dolió lo que vio desde los cielos. Esta ciudad, que no visitaba hace más de 30 años, la recibía con una densa nube producto de los feroces incendios forestales. Llegó con tristeza por lo que estaba ocurriendo, sin embargo su paso por Chile le permitió llevarse a México la esperanza de que el rumbo que ha tomado la empresaria chilena le ayudará en su nuevo desafío: reimpulsar la industria juguetera de México en la era Trump.
Kasuga es una reconocida empresaria del sector juguetero de su país, dirige la empresa Kay International y es representante de Intex en México.
En su reciente paso por Chile participó del seminario organizado por ProChile “Mujeres a la conquista del comercio internacional”, que busca fomentar la participación en el comercio internacional de empresarias mexicanas y chilenas.
Hoy 878 empresas chilenas exportan a México y se desconoce qué porcentaje de ellas son lideradas por mujeres.
Hija de migrantes japoneses, heredó muy joven la empresa familiar de juguetes inflables. Aun siendo la menor de seis hermanos, tenía grandes planes para la compañía, quería proyectarla hacia afuera, como una empresa de exportación relevante. Sin saberlo a priori estos planes vendrían acompañados de un fuerte posicionamiento de los juguetes fabricados en México.
—México es el tercer país productor de juguetes, por debajo de China y Brasil, respectivamente. En 2016 la industria registró ingresos por US$ 2.400 millones, la mayor exportación de los productos, y el consumo interno implicó un crecimiento cercano al 7% respecto al año anterior. ¿Cómo visualiza usted que cambie este escenario con la entrada de Donald Trump y su decisión de salirse del TPP y revisar el Nafta (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) ?
—Hoy todo lo que produces en 48 horas ya está en Estados Unidos. Eso ya no va a ser así, porque si al producto le ponen un impuesto de importación ya no vas a ser competitiva para poder estar en un estado norteamericano. Hay que empezar a ver cómo expandir el mercado e independiente de que EE.UU. se salga de esta alianza, hay otras economías con las que nos podemos vincular. Es una oportunidad de volver a resurgir como países latinoamericanos. Acá en Chile se hacen juguetes de madera educativos de gran calidad, podemos hacer intercambios, pero tenemos que volver a empezar a trabajar, por eso que para mí venir a Chile y ver este mercado, el estar con empresarias chilenas, ver la dinámica con la que se trabaja el tema de género, me alienta mucho.
—La apertura comercial que se dio en México en los 90 los impulsó a un rearme de la industria. Hoy son las señales proteccionistas que ha dado Trump las que abren un nuevo desafío.
—Las situaciones siempre son así de críticas, uno no pone las reglas del juego. No son decisiones que tomaste, son juegos políticos. Pero como parte de esa economía estás a la deriva de lo que se va decidiendo. No sabemos si vamos a tener buenas relaciones o no con Estados Unidos, o si vamos a tener impuestos compensatorios. Estamos todos muy inquietos como mexicanos y empresarios con lo que va a pasar. Estamos muy temerosos. En una feria en Japón todos se preguntaban ¿qué va a pasar con la política comercial de Trump? Pero si se cambian las reglas del juego, tenemos que ver cómo cambiamos y nos adaptamos para poder complementarnos y sobrevivir. Esta no es una situación sólo de México, sino que de todo el mundo. La globalización nos pega a todos. La gracia de este juego es adaptarse ante las negociaciones que cada país vaya realizando y ver de qué manera permaneces como empresario en este juego. Dudo mucho de la política de Trump, cómo va a impedir que empresas como Mattel y Lego produzcan en México. Ya tuvimos el caso de Ford, que iba a hacer una gran inversión y la cancelaron. No sabemos lo que está pasando y hay que estar muy pendientes como empresarios.
El rearme de la industria juguetera
En medio de la incertidumbre que la domina, la empresaria mexicana intenta tomar distancia de un futuro incierto y se da unos minutos para recordar la oportunidad forzada que llegó con la apertura comercial de su país al firmar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y cómo ahora esta experiencia les puede ayudar para sobrellevar esta nueva etapa.
—Cuando se dio la apertura comercial, la industria mexicana se vio sumamente afectada. Empezaron a llegar todos los productos que no pasaban las normas de seguridad en Estados Unidos o que no tenían la calidad suficiente para entrar. México se volvió el basurero para todas las empresas, llegaban calzados, ropa y juguetes chinos a unos precios irrisorios. Eran tan bajos que empezaron a afectar duramente a la industria mexicana. Llegaban bicicletas a un dólar, lo que no permitía competencia alguna. Así decidimos hacer una alianza con dirigentes del sector textil, calzado, juguetes y electrodomésticos y demostramos que había un dumping impresionante con los precios que mandaban y que iban a terminar con la industria mexicana. De 365 empresas que había en la industria juguetera antes del Nafta quedamos 60 vivas.
—Al reconocer aquella situación, el gobierno mexicano puso barreras arancelarias a la entrada de productos chinos a México. Esto, si bien les permitió un respiro, los empujó a replantear sus negocios. ¿Cómo fue ese rearme?
—De no haber aplicado esta política, la industria habría perecido entera. Esto nos protegió, pero también nos dimos cuenta de que debíamos actualizarnos y ponernos las pilas para sobrevivir en un mercado en que llegaba mucha competencia. Si queríamos exportar, teníamos que tener normas de calidad y seguridad en todos nuestros procesos. O te reconstruyes o mueres, y ese fue un reto muy grande. Sales de la zona de confort, porque te das cuenta de que estás compitiendo con el mundo, que hay una oferta muy diferente. Tienes que innovar en tecnología, en maquinaria, el diseño lo vuelves a replantear y buscas la comercialización de una manera más agresiva, vas más allá de los clientes establecidos. En mi caso, a los juguetes inflables les di un fin comercial promocional y los flotadores, por ejemplo, los asocié a distintas marcas. Además, es mayor la velocidad de respuesta. Si se encarga a Oriente, llega el pedido al país en mínimo dos o tres meses, en cambio en México se puede empezar a entregar antes de los 15 días. Eso nos dio una ventaja competitiva.
La mujer Empresaria
A mediados de los 80, Kasuga entró a la Cámara Nacional de la Indrustria de Transformación (Canacintra), en una época en que el organismo aglutinaba a más de 85.000 empresas industriales de todo el país.
—Como mujer te das cuenta que tienes muy poco espacio, pero al participar notas que tienes mucho que aportar, pero que tienes que hacer propuestas inteligentes porque estás rodeada de puros hombres.
Por esos años, la participación de la mujer a nivel empresarial era muy escasa, sin embargo ella encontró la forma de ganarse el respeto de sus pares y dar pasos concretos en el rubro, convirtiéndose en vicepresidenta y luego presidenta del sector juguetero de la cámara.
La gracia de este juego es ir adaptándose a las negociaciones que cada país vaya realizando. Dudo de la política de Trump. ¿Cómo va a impedir que empresas como Mattel y Lego produzcan en México?
—De acuerdo a estudios, el porcentaje de mujeres en Latinoamérica que participan de la economía es del 53%, mientras que el de hombres es del 80%. ¿Cómo ve a las chilenas empresarias?
—Estoy impresionada de que las mujeres chilenas estén en áreas que uno no imagina. Como mujeres enfrentamos la misma problemática de nuestra diversidad de roles de esposa, madre y con responsabilidad de una empresa, y me llena de energía el saber que acá está surgiendo un grupo de mujeres empresarias que van con fuerza y ganas. Es cuestión de tiempo que las chilenas y mexicanas puedan estar incursionando en mercados internacionales con tecnología de punta. Aparte, tienen a una presidenta mujer que es reconocida a nivel mundial. Creo que las mujeres tenemos esa parte de compromiso, de entrega, de responsabilidad, que son factores que nos ayudan a salir adelante. Como empresarias, el plus que podemos dar es que formamos gente, nos comprometemos hasta emocionalmente con las personas y no sólo es la parte económica y de números fríos, sino que es la parte humana que apoya y que sostiene una organización. Finalmente, te das cuenta de que si apoyas a tu gente, la sociedad de alguna manera va ir mejorando con tu granito de arena, tu gente va ser mejor, va poder vivir mejor, va poder educar mejor a su familia. Veo muchas similitudes en la mujer chilena y en la mujer mexicana.
—Desde su expertise en la industria del juguete, ¿qué elementos le llaman la atención de Chile y cuáles cree que se podrían potenciar?
—Creo que podemos hacer muchas cosas en conjunto porque tenemos tipos de juguetes complementarios. En México, por ejemplo, las madres de familia ya no tienen los seis o diez hijos que tenían antes, ahora tienen dos y se dedican a buscar juguetes que tengan un fondo didáctico. Es un consumidor que está orientado a la educación, que a través de los juguetes el niño aprenda matemáticas, visualice colores, etc. Acá podemos hacer muchas cosas y el juguete de madera tiene potencial de entrada. No lo tenemos en México y si es que llega, viene de Alemania y es carísimo, pues esto lo podemos hacer mucho más popular y que tenga acceso a mayor número de gente.