Sebastián Bowen dice que los carabineros lo van a detener. Por Twitter. Luego, por Twitter clarifica y precisa que no es tan así. Fernando Paulsen, a raíz del episodio, también por Twitter, establece un símil entre el coordinador de la campaña de Frei y el Cóndor Rojas. Sebastián Piñera twittea que su hija será madre y que por eso debe abandonar una gira y Marco Enríquez-Ominami -cuyo mote MEO tiene mucho de copyright de Facebook- escribe que verá en pijama a su mujer, Karen Doggenweiler, en Tolerancia Cero. En su blog, Eugenio Tironi critica el tono agresivo de la campaña. Por YouTube, se ve a una desprevenida Martita Larraechea expiando de culpas a su marido por el indulto a Ángel Vargas Parga.
Ésta es la primera campaña presidencial de la historia de Chile que no sólo se jugará en las calles y en los medios de comunicación tradicionales. Por primera vez, internet tendrá algo que decir. Aún no sabemos cuánto y, sobre todo, cómo.
Fresca está la experiencia de Estados Unidos, donde Barack Obama se apropió del nuevo medio de tal modo que al final, para explicar su victoria, se hace la suma: Bush+carisma+momentum+internet. Así de fundamental fue la plataforma tecnológica -y neuronal- que el entonces candidato fundó y que le permitió financiar la campaña, pero sobre todo organizar una red de ciudadanos que se movilizó en pos de su triunfo. No es novedad en EE.UU.: Roosevelt entendió, en los albores de la radio, que ese medio podía transformar la política y la utilizó instrumentalmente; Kennedy fue el presidente de la TV y quizá el pionero de la política en versión reality. O del presidente celebrity. Ambos fueron colonizadores y visionarios: olfatearon la potencia del medio cuando nadie aún la había atisbado.
Frei, MEO y Piñera juegan sus cartas en la red. Caminan por terrenos vírgenes. En estas tierras, la potencia del medio no está clara. Haciendo un símil: es como si en 1963 estuviéramos hablando del poder de la TV en la política chilena. Puros signos de interrogación.
Por eso, en esta edición abordamos la política online. Y quién mejor para definir lo bueno y lo malo, lo útil y lo inútil, que el cerebro de la gran revolución política mediática de este siglo que comienza: Ben Self, fundador de Blue State Digital, la empresa que ideó la exitosa estrategia online de Obama.