Marco Enríquez-Ominami ya no habla como antes. Su característico tono de voz bajo y raspado empeoró durante las últimas semanas. ¿La razón? Un sinfín de giras, foros y sucesivas declaraciones a la prensa agravaron una antigua dolencia: nódulos en sus cuerdas vocales. Por eso, durante los últimos 10 días se ha visto a ME-O tomando una serie de medicamentos -principalmente corticoides- para desinflamar su laringe y sobrellevar el reflujo que también lo afecta. La enfermedad del candidato fue detectada por Ricardo Álvarez, fonoaudiólogo conocido por trabajar con figuras de la televisión, como las hermanas Bolocco y los animadores de Festival de Viña, Felipe Camiroaga y Soledad Onetto.
En abril pasado, la mujer del presidenciable, Karen Doggenweiler, contactó a Álvarez -quien había asesorado a Joaquín Lavín cuando postuló a La Moneda- para que ayudara a su marido a mejorar la dicción e impostar bien su voz. Después de cuatro meses de trabajo, el especialista derivó al diputado ex PS al otorrino Juan Eduardo Lira, quien le practicó una serie de exámenes y le recetó medicamentos. Tras este primer tratamiento -el cual debiera terminar por estos días-, ME-O deberá practicarse nuevos exámenes, de manera de tener un diagnóstico más certero. La idea es buscar la forma de controlar la enfermedad sin tener que intervenir quirúrgicamente. En el comando, en todo caso, descartan esta solución, ya que imposibilitaría que el candidato utilice su mejor herramienta de campaña: las palabras.