Hace muchos años, allá por los 90, el famoso viñatero español Miguel Torres relataba una singular escena que había presenciado en un restaurante de superlujo en China. En una mesa cercana a la suya, dos hombres de negocios chinos comían. Uno llamó al mozo y le pidió una botella de vino. La más cara. Cuando llegó a la mesa, la tiró al suelo. El otro, sorprendido, inmediatamente llamó al mismo mozo y le pidió otras dos iguales. También las lanzó contra el suelo. Era una manera de festejar y ostentar. Torres -visionario- quería demostrar con el cuento que el dinero comenzaba a proliferar en el gigante asiático y que ya era hora de poner las banderas ahí.
Por esos años, China aún era una posibilidad. Las reformas introducidas por Deng Xiaoping en los 70 llamaban la atención, pero la globalización recién partía y la evidencia era incierta. La mezcla de comunismo y mercado sonaba a agua con aceite y los que apostaban fichas sustentaban su fe en un mercado gigante, desprovisto y aún inmaduro. Eran colonizadores. Pocos les daban atención.
Hoy, China es una realidad. Inevitable, el país de moda, el chinese way of life. El próximo 1 de octubre se cumplen 60 años de la proclamación de la República Popular. Estuvimos en Beijing reporteando la apoteósica celebración, mitad Broadway, mitad desfile militar soviético. Misiles y flores, tanques y bailarines. También quisimos aprovechar el know how de docenas de ejecutivos y empresarios chilenos que ya posaron sus pies sobre el gigante para que nos contaran cómo se negocia con los chinos.
Hay que estar preparados para los próximos 60 años. Nadie sabe qué pasará, pero sólo hay una certeza: lo que ocurra será en grande.