Por quepasa_admin Marzo 20, 2010

Para el terremoto de la madrugada del 27 de febrero, el velerista Felipe Cubillos estaba en tierra. Pero no por mucho tiempo. Sólo tres días después, el martes 2 de marzo, ya estaba a bordo del helicóptero de su amigo Manuel José Phillips. "Llévame a la zona devastada por el maremoto", le pidió horas antes. Y ambos volaron hacia  la Vll y Vlll Región.

"Aquí me quedo", dijo Cubillos en voz alta cuando vio Iloca desde el aire. Rápidamente, tomó su notebook y envió un mail a los más de mil correos registrados en su página web "Desafío Cabo de Hornos", la misma donde relataba las aventuras a bordo de su yate conocido como La Colorina mientras recorría el mundo. En el texto llamó a ayudar a las zonas más afectadas.

Una de las primeras respuestas que recibió fue la de Cristián Goldberg, director de Tecno Fast,  quien donó una escuela, un policlínico y una tenencia. Siguieron entrando mails de apoyo y hoy hay una importante red de empresarios, veleristas y profesionales de todas las áreas que se han sumado a la nueva agrupación, bautizada "Desafío Levantemos Chile", que Cubillos quiere transformar en una ONG. "Ésta es una maratón que necesita mucho trabajo", explica. Para ello, organizó ayer jueves un almuerzo en el restaurante Osadía, donde discutió el tema con los otros integrantes del  grupo: Cristián Goldberg, Rufino Melero, Gerardo Jofré, José Pedro Varela, Daniel Bravo, Alejandro Botto, Ignacio Vives y Carlos Marsh.

Hoy, el grupo trabaja vía donaciones y su meta inmediata es donar 30 escuelas en varias zonas, como la isla Juan Fernández y Constitución y reparar a lo menos unos 200 botes de pescadores artesanales. El mismo Cubillos hará su aporte con los fondos que recaudará por los derechos de autor de su libro, que lanzó esta semana: "Sueños de alta mar", una recopilación de los correos que enviaba mientras protagonizaba su viaje "Desafío Cabo de Hornos". Desde que partió con el proyecto, Cubillos se instaló en la hostería Donde Gilberto, ubicada en Duao, un balneario vecino a Iloca, donde la caleta quedó destruida. Allí, además, ha trabajado con otros veleristas que reparan los botes de ambas localidades. Si bien muchos quedaron inhabilitados -un barco de fibra de vidrio cuesta unos $ 2,5 millones, sin contar el motor-, otros pueden ser arreglados. Para eso llegó hasta allá el ingeniero naval Daniel Bravo, quien ha estado haciendo un catastro.

En uno de sus últimos posteos, Cubillos -quien está a punto de inaugurar la escuela de Iloca- contó uno de sus primeros logros: "Vengo bajándome del bote de Juancho, el primer bote de pescadores que sale al mar después del maremoto: ¿la sensación, me dirán Uds.?...indescriptible".

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