Por Enrique Mujica, Director Junio 11, 2010

Extrapolar el estilo Bielsa al resto de las actividades nacionales es una tentación. Y un reto a la idiosincrasia nacional.

De partida, Bielsa es argentino. Primera sorpresa: los que para los chilenos son los reyes de la improvisación y la desprolijidad -a diferencia de nosotros: de eso nos ufanamos- nos envían un portento de disciplina, rigor y exactitud.

"Por fin alguien como Bielsa", se escucha entre empresarios y políticos. Revela una carencia que apunta a la médula de nuestro autobombo en el mundo: que hacemos las cosas bien. Buscamos a Bielsa porque no encontramos acá lo que, supuestamente, se da a raudales.

Que nos obnubile hasta el paroxismo contradice nuestra tan divulgada precisión, frialdad, eficiencia. Bielsa es el iceberg que enviamos a Sevilla para decirle al planeta cómo somos. Con una salvedad: no es chileno.

Bielsa a fin de cuentas -y sin ánimo de complejizar un juego, el fútbol- es una paradoja.

Relacionados